(5)

Notó la mirada de Goku clavada en ella de reojo, y cuando él no la había observado, lo sorprendió con expresión cansada pero no se fue, ni siquiera cuando el bar empezó a vaciarse y bajaron la música, en diez minutos, se encenderían las luces. Goku le hizo una señal para que se acercara.

–Se me estaba ocurriendo que podríamos servir copas especiales en la fiesta de Lazuli –comentó.

Así que seguía allí para planear la fiesta de su hermana y no para observarla.

–¿Ves? –insistió ella disimulando la decepción que sintió–. Puedes organizar la fiesta tú solo.

–Necesito tus habilidades –admitió él–. Yo no sé prender fuego a las copas.

–¿Quieres que invente un par de cócteles inspirados en ella?

–¿Por qué no? Suena bien –Goku rio–. Algo que incluya fuego.

–Y hielo –agregó ella a la vez que llenaba un vaso con hielo, deseando meterse en él. ¿Por qué tendría tanto calor?

–¿Qué ingredientes usarías para Lazuli?

La pelinegra lo pensó por unos segundos.

–Tendría que ser algo clásico pero desconcertante –se volvió hacia la fila
de botellas y seleccionó unas cuantas, luego, empezó–: Llevaría diferentes capas –fue echando líquido cuidadosamente para que las capas no se mezclaran–. Inusual y delicioso –concluyó, irguiéndose y mirando a Goku, expectante.

Él se limitó a mirarla.

–¿No quieres probarlo? –preguntó ella.

Él estudió el líquido azul, naranja y verde que había en la copa.

–Solo si tú lo pruebas primero parece venenoso.

–Yo no bebo mientras trabajo –confesó ella con dulzura–. ¿Te da miedo?

–No creas que por retarme vas a conseguir que haga lo que quieres –alardeó él pero tomó el vaso y dio un sorbo luego aspiró profundamente–. Está sorprendentemente bueno.

–Sí – exclamó ella satisfecha–. Como Lazuli.

Él sonrió con aprobación.

– ¿Qué coctel me prepararías a mí?

Eso era sencillo, Milk dejó una botella en la barra y Goku la miró sorprendido.

–¿Quieres decir que soy un aburrido?

–Así es: un whisky.

–Te equivocas, hay otro alcohol con el que me identifico más.

–¿Cuál?

–Tequila, es letal, y mejor aún con un poco de sal y limón.

Milk puso los ojos en blanco.

–Come mañana conmigo así podremos intercambiar ideas sobre la fiesta.

Milk pensó que debía haber optado por organizarla sola.

–Tengo clase estoy matriculada en el curso de verano.

Y seguiría matriculada los siguientes tres años.

–Bueno, pues quedamos a desayunar.

Ella negó con la cabeza.

–Estoy trabajando en una cafetería.

–¿Y aquí trabajas todas las noches?

–Menos los domingos.

–¿Porque trabajas en el café?

Milk vio que Goku fruncía el ceño, no sabía que eso era lo que hacía la gente que necesitaba dinero.

–¿Por qué no has solicitado un puesto de becaria?

–Tengo que seguir estudiando y aunque no lo creas, gano más trabajando en bares.

–¿Te dan buenas propinas?

–Excelentes –exclamó ella, pasando un trapo húmedo por la barra.

–Ganarías aún más si te pusieras el conjunto granate que he visto yo –Goku miró el local–. Para la fiesta, preferiría que los camareros llevaran otros uniformes –comentó, refiriéndose al conjunto de pantalón y camiseta negra.

–Este es simple, cómodo y elegante.

–Es aburrido y no favorece nada al contrario que el conjunto granate que llevas debajo.

–No lo llevo.

–¿Por qué demonios te lo has quitado? –preguntó él, desconsolado.

–Te he dicho que era un biquini –resopló Milk, cerrando los ojos y respirando profundamente para no echarse a reír cuando abrió los ojos vio que Goku la miraba fijamente–. ¿Por qué te obsesiona tanto la ropa interior de encaje? ¿No sabes que no tiene nada que ver con lo lejos que está dispuesta a llegar una mujer?

–¿Quieres decir que tú irías más allá que el aburrido sujetador que llevas?

–¡No! –saltó ella.

–Así que llevas un sujetador aburrido.

Goku era incorregible, pero Milk no pudo evitar reírse así que decidió coquetear con él.

–Sin encaje.

–¿Por qué?

–No tengo un novio que me lo compre –dijo con picardía, antes de dar media vuelta y alejarse, haciendo sonar los tacones.

–Eres demasiado independiente como para dejar que un hombre te compre
caprichos –comentó él y tenía razón y a ella le gustó que lo intuyera pero se volvió, y para evitar que creyera que lo sabía todo.

–La verdad es que el encaje es muy incómodo.

–¿De verdad?

–Ninguna mujer aguanta esa ropa interior más de cinco minutos.

–Si estuviera en mi presencia, no la necesitaría.

Ella decidió pasar por alto el comentario.

–Soy muy sensible y el encaje me pica –respondió y observó, sorprendida, que había conseguido desconcertar a Goku hasta le pareció que se ponía rojo.

–¿Muy sensible? –el rubio avanzó por la barra para llegar a su altura–¿Aguantas que te toquen?

En ese momento, ella supo que el rubor no era de vergüenza, sino de excitación, y, a su vez, sintió que el cuerpo le ardía.

–No.

–¿Tan sensible? –preguntó Goku, pensativo–. ¿Tienes otras partes del
cuerpo igual de sensibles?

Milk no pudo apartar los ojos de los de él, que la atrapaban con un brillo provocativo, sus íntimas palabras la hipnotizaban, ella solo había pretendido bromear, pero en aquel momento, las partes más sensibles de su cuerpo estaban ardiendo y se derretían bajo el calor de Goku.

–Debe resultarte difícil supongo que por eso llega un momento que te echas atrás como conmigo –comentó él, con gesto especulativo.

Milk sentía tal calor que no pudo articular palabra y él tenía razón.

–Quizá necesites más experiencia para superarlo –añadió él.

Ella sacudió la cabeza.

–No soy inexperta – comentó molesta y sobre todo, no pensaba practicar tonteando con él.

Goku esbozó una sonrisa.

–¿Ah, no?

–He tenido novios –confesó ella, con gesto digno, un par de idiotas, de hecho.

–Sí, pero nunca has estado conmigo.

–Y supongo que eres increíble –exclamó ella con indiferencia lo que fue todo un mérito, dado que sus hormonas lo único que querían que dijera era: "Sí, seguro que eres increíble".

Goku continuó mirándola intensamente.

–Tendrás que comprobarlo tú misma.

–Eres insoportable – gruñó Milk, recuperando el desparpajo, más decidida que nunca a bajarle los humos–. ¿Por qué iba a querer acostarme con un hombre que ha estado con casi todas las mujeres de la ciudad?

–No exageres –protestó él–. No hay ningún mal en compartir el amor, si tienes demasiado sexo con una sola mujer, esta empieza a imaginarse cosas es mejor tener relaciones con muchas. Más seguro.

–Sobre todo seguro –ironizó Milk, poniendo los ojos en blanco al menos, no negaba que era un donjuán.

Goku alargó la mano y le acarició el brazo, haciendo que saltaran chispas en cada milímetro de su piel y él lo intuyo era demasiado evidente como para negarlo, así que Milk no se tomó la molestia.

–Esto es pura lujuria –expresó dando media vuelta y abriendo el congelador para sacar hielo.

–¿Y qué? –preguntó él con calma–. Vale la pena explorarlo.

–Aunque reconozca que hay química entre nosotros, no sé si estoy
dispuesta a alimentar tu desmesurado ego.

–Siempre te arrepentirás de no haber aceptado la oferta.

–O de aceptarla.

–Si cualquier situación puede tener un mal resultado –comentó él sonriendo con picardía–, ¿por qué no disfrutar del momento?

–¿Solo un momento? –preguntó Milk obligándose a ignorar la reacción de
su cuerpo a la mirada de Goku–. ¿En singular? ¿Qué quieres: un exageración de orgasmo?

–No debes preocuparte cuidaré de ti.

–No necesito que nadie cuide de mí –replicó ella molesta.

–¿De verdad? –preguntó él, inclinándose hacia ella y observándola–. Puede que no pero intuyo que no dejas de pensar en el beso de antes –antes de que ella protestara, le puso un dedo en los labios para callarla–. Lo veo en tus ojos y a mí me pasa lo mismo. Quiero volver a besarte.

–Goku...

–Acepto que me rechaces por ahora –continuó este, irguiéndose–. Pero no
niegues que me deseas.

–Hacía tiempo que no besaba a nadie –admitió, a modo de justificación.

–Estabas tan interesada como yo –la contradijo Goku–. Pero en la vida apuestas a todo o nada y mientras que yo voy a por todas, tú has optado por nada.

–¿Alguna vez te has quedado con nada?

–Ahora mismo.

–¿Y podrás soportarlo? –bromeó la pelinegra riendo a la vez que le sujetaba la muñeca a él como si fuera a tomarle el pulso para ver si le fallaba.

–Eso espero –dijo él, poniendo la mano sobre la de ella–. Pero necesito
cuidados intensivos.

–Pues no esperes que te los dé yo –cuestionó ella, manteniendo el tono de broma.

–¿Qué orgasmo fue tan decepcionante?

Milk intentó no sonrojarse.

–¿Es eso lo único que buscas, el placer del instante?

–No niego que es una prioridad –Goku llevó la mano de Milk a su pecho y continuó–: Me gustas. ¿Puedes ser tan sincera como yo?

La pelinegra no pudo contestar porque estaba fascinada por el latido del corazón de Goku bajo su mano pero aunque el orgasmo pudiera ser maravilloso, ella sabía bien que el instante después no siempre lo era. Cerró el puño y liberó su mano.

–No tengo por qué someterme a un examen.

–Eres una cobarde. ¿Qué hay de malo en pasarlo bien?

En esa ocasión, ella contestó con toda sinceridad:

–No es malo, solo inconveniente.

–Creo que tienes que revaluar tus prioridades.

Milk sacudió la cabeza, riendo.

–Al contrario, cada vez las tengo más claras.

Y ninguna distracción pasajera, por más tentadora que fuera, iba a desviarla de su objetivo.

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