Capítulo 23
NOTA: Wattpad está teniendo problemas, por eso está en mantenimiento constante, por eso, posiblemente les llegue la notificación de que actualicé pero no podrán ver el capítulo o les aparecerá en blanco. No se preocupen, tarde o temprano se arregla y podrán verlo sin problema.
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Melanie ha estado colaborando con la investigación. Desde que descubrieron que el apellido del culpable era proveniente de su familia, armaron un gran operativo en cubierto para poder lograr obtener algo más de información.
Mi amiga ha estado nerviosa estos días, tiene que actuar con normalidad frente a su novio y sé que es difícil. Mientras que yo, no tuve oportunidad de enfrentarme a él, me advirtieron que no lo hagan porque alertaría al responsable, por ende, debo contenerme.
Estoy esperando que Meli salga de su clase, sé que lo tendré que ver y conté varias veces hasta cien para controlar mi impulso.
—Sebas ¿vamos? —escucho a mi amiga.
—Amor, ¿cenaremos esta noche? —Esa voz; respiro y mantengo la postura, no quiero verlo a la cara porque arruinaría todo.
—No lo creo, tengo que terminar unos planos para la semana que viene, además que con el trabajo no tengo mucho tiempo —responde con tranquilidad.
—Está bien, hermosa. —Se acerca a darle un beso. —Nos vemos en un rato entonces.
—Sí, nos vemos después amor. —Toma mi mano al notar mi puño. —Vamos Sebas.
Miro a Federico con mi mejor cara y me despido, no quiero arruinar el plan, pero no soporto no saber si él es el responsable.
—Cálmate por favor, relájate un poco —susurra mientras caminamos por los pasillos.
—¿Acaso tú lo estás?
—No, claro que no. —Se para frente mío. —Pero trato de ayudar para descubrir al asesino de tus padres, y quiero verte bien. —Nuestras miradas se encuentran, hacía tiempo que no observaba su oscura mirada, sin duda extraño pasar tiempo con ella.
—Tienes razón, todo esto me tiene estresado. —Acaricio mi cabello.
—Yo te entiendo, pero te necesito concentrado y alerta, ¿sí? —Toma mi rostro en sus manos. —Bruno necesita de nosotros, en algún momento tendrá la edad suficiente para preguntar de ellos y debemos contarle lo que en verdad sucedió, no lo que trataron de ocultar.
—Eres la única que me puede hacer entrar en razón. —Beso su frente.
Juntos nos dirigimos a la casa, allí nos esperando los oficiales para continuar con el plan.
En el camino, hablamos de los trabajos que debemos realizar para la próxima semana, cuando nos mantenemos juntos, tratamos de hablar de otros temas para no tensar nuestro ambiente y distraernos.
Estos últimos días nos hemos mantenido más unidos, de a poco volvemos a ser la pareja de amigos que siempre fuimos. A pesar de todos los problemas, sabemos cómo salir adelante.
En la puerta de mi casa, ya se ve el auto del oficial Acuña, siempre puntual.
—Señor García, señorita Romero, me alegro verlos —dice Acuña al entrar.
—César, ya le hemos dicho que nos llame por nuestros nombres —contesta mi amiga dejando su mochila.
—Meli tiene razón, deje la formalidad por un momento.
—Lo siento muchachos, el oficio es más fuerte que yo. —Busco a mi hermano que viene a mi encuentro. —Hola hermanito. —Planto un beso en su mejilla.
—La señorita Ana tuvo que marcharse de urgencia, me quede cuidando a su hermano.
—Sí, me ha mandado un mensaje informándomelo. —Juego con mi hermano. —Vayamos a la cocina, allí podremos hablar mientras cocino.
En la cocina, dejo a mi hermano en su silla y mis acompañantes se sientan. Me pongo a buscar que cocinar; a su vez escucho las indicaciones de César.
—Lo que tratarás es buscar cuantas y cuáles son las personas que tienes el apellido Da Silva Gonzales, tú administras la parte del hotel así que debería ser bastante fácil.
—Y yo, ¿qué debo hacer? —Los miro.
—Tú tienes un hermano que cuidar, deja que nosotros nos encarguemos —ordena.
Sin duda tiene razón, pero me fastidia tener que quedarme de brazos cruzados, sin poder hacer nada. Me gustaría ayudar de alguna forma.
—Ahora bien, llega la parte más difícil que es buscar información con Federico, tienes que tratar de sacar el tema del accidente de los señores García y, analizar con cuidado, su comportamiento.
—Estuve pensando en hacer eso y me di cuenta de algo. —Se acomoda en su silla. —Una vez, hablamos de ese tema, no recuerdo por qué, pero, lo noté algo tenso por momentos y por otro lado interesado, es como que quería saber si en verdad creías que fue un accidente.
—¿Estamos ciento por ciento seguro que él no es el culpable? —Comienzo a ponerme nervioso.
—Él no tiene el apellido Sebastián, por ende, debe ser alguien de su familia. —Trata de explicarme. —Mira, yo sé que quieres saber quién causó la muerte de tus padres, pero esto es un proceso largo y necesito que estés con la mente fría y no actúes impulsivamente.
Suspiro, no me queda otra que continuar haciendo lo de todos los días. Solo espero, que Meli no salga perjudicada y se haga justicia.
En la oficina estoy distraído, saber que pasan cosas de las cuales no me entero, por estar trabajando, hace que mis nervios aumenten. La pelota de goma para el estrés me ha servido de mucho, a pesar del leve ruidito que hace, mi compañera ya se acostumbró.
—Prometo regalarte una nueva cuando la rompas —bromea al verme organizando las tareas en la computadora con una mano.
—Me ayuda a poder estar un poco tranquilo. —Inhalo.
—Debes calmarte, están haciendo todo lo posible para solucionar esto y veras, que tarde o temprano estará preso.
—¿Y si es Federico? No puedo imaginar cómo reaccionaré si llega a ser él —Me paro. —Se atrevió a ser el novio de mi mejor amiga sabiendo que él causo la muerte de mis padres.
—¡Hey! Tranquilo. —Se para frente mío. —El oficial Acuña te ha dicho que es imposible que fuera él.
—Lo sé, pero nunca confié en Federico y no cambiaré de parecer ahora. —Me fijo en ella. —Si no fue él, es alguien de su familia y no me sorprendería que lo supiera.
Nos quedamos mirándonos unos instantes, no sé por qué, pero comienza a acercarse a mí; trato de mantener la distancia entre nosotros, sin embargo, el leve choque con mi escritorio me lo impide.
—Ame, estamos en el trabajo —interrumpo su intención.
—Lo sé, perdón no sé qué me pasó. —Vuelve a su silla.
Voy a su lado y me pongo de cuclillas frente a ella. —No quiero que confundas las cosas, eres una buena amiga y excelente compañera de trabajo, y me gustaría que siempre sea así.
—Perdona, en verdad, todo el tema con Mauro me ha tenido algo confundida —confiesa con algunas lágrimas en sus ojos.
—No dejes que ningún chico te haga sentir inferior, eres una bella chica con una hermosa personalidad, te mereces alguien que te sepa valorar. —Acomodo un mecho de pelo tras su oreja.
—Gracias por ser mi amigo. —Me abraza. —¿Te puedo preguntar algo?
—Claro, ¿qué pasa?
—¿Te gusta Meli? —Me quedo sorprendido por su pregunta. —No me mires así, quiero saber porque ustedes se llevan tan bien que cualquiera pensaría que hay algo entre ustedes.
—Somos grandes amigos de varios años, no te voy a negar que tuvimos una oportunidad de estar juntos en el paso, pero decidí que sería mejor ser amigos.
—¿Y no te arrepentís de eso?
—Claro que no. —Camino a mi escritorio.
—Sí el destino quiere que estemos juntos como amigos o pareja, decidirá cuando sea el momento.
El día se termina y con Bruno volvemos en autobús; todo el camino trato de disfrutar de su compañía. He estado tan pendiente del asunto de nuestros padres que olvide que jugar con él. Amo ver que cada vez está más grande, enseñarle palabras nuevas y pasear con él. Sin duda, este fin de semana debemos salir a pasear, la primavera llego con días dignos para ir al parque.
—Hemano ¿Meli? —pregunta con claridad cuando llegamos a casa.
—Está en casa esperándonos. —Sonrío al verlo caminar agarrado de mi mano. Cada vez camina más metros sin cansarse.
Entramos a casa y nos encontramos con Federico sentado en el sillón.
—Hermanos García que bueno verlos. —Sonríe con amabilidad. —Sebastián, espero que no te moleste que este aquí, ya que mi querida novia no cenaría conmigo quise traerla hasta tu casa.
Lo observo, está relajado como si nada pasará, si llega a ser él, el culpable, sin duda lo disimula bien.
—No claro que no, iré a mi cuarto. —Alzo a Bruno y me marcho.
Cambio la ropa de mi hermano, lo dejo en su cuna para que descanse del día y me preparo mi ropa para dormir. Hago todo con lentitud, trato de tardar para no tener que encontrarme con su rostro, nuevamente.
Mi celular anuncia que me llego un mensaje, pero no de cualquier persona.
Oficial Acuña: Tenemos algunas novedades, mañana volveré a pasar por tu casa y te las comentaré. Trata de descansar.
—¡No puedes enviarme ese mensaje y pedirme que descanse! —le grito al celular como si fuera que él me fuera a escuchar.
Me siento en la cama frustrado, todo este tema me está consumiendo las energías que tengo. Acostado, observo el techo, pienso en todo lo que pasó. El accidente, la llamada, los médicos diciéndome que ya no habría nada que hacer, preguntarme que hacer con mi pequeño hermano y qué podría hacer yo para darle una buena vida.
Pasaron tantas cosas en estos meses que creí haber superado, pero ahora, me doy cuenta que las heridas siguen abiertas y que cada vez, las abren más. Sin embargo, el tener a Bruno conmigo hace que sanen poco a poco, mi vida no sería la misma si lo hubiese perdido a él también, sin duda hoy no sería el que soy.
Escucho la puerta de la entrada cerrarse, por fin se ha ido.
Voy para el living y me veo a Meli apoyada contra la puerta, como si estuviera cansada.
—¿Te pasa algo? —pregunto con suavidad.
—Todo esto me está matando. —Camina al sillón y se desploma. —Tengo varios familiares de él con el apellido Da Silva Gonzales, pero hay algo que me llamo mucho la atención.
—¿Qué cosa? —Me quedo a su lado.
—Es el apellido de soltera de la madre y, lo más extraño, es que solo la hermana de él tiene ese apellido —dice con seriedad.
—No entiendo que es lo extraño.
—Él tiene el apellido de su padre, pero la hermana, tiene el de su madre, ¿no te parece extraño?
—No le veo lo raro, quizás se lo cambio cuando tuvo la mayoría de edad. —Elevo mis hombros.
—No sé, para mí es algo llamativo.
Continuamos sacando nuestras deducciones, aunque ninguna tiene sentido. Cansado de seguir pensando, comimos lo que sobró del mediodía, ninguno tiene energías de cocinar.
Mientras me lavo los dientes, Meli entra sin avisar al baño.
—Meli me emtoy lanamdo los diemtes —digo con la boca llena de pasta dental.
—No entiendo nada de lo que dijiste.
Escupo el contenido de mi boca. —Que me estoy lavando los dientes, ¿qué pasa?
—¿Y si fue la madre de Federico? —pregunta con seriedad.
—Meli, dijimos que no hablaríamos más de eso, por hoy.
—Si lo sé, pero no puedo dejar de pensar.
—Tendrás que hacerlo. —Lo tomo por los hombros. —Ve a descansar, mañana hablaremos con César y veremos que tiene de nuevo.
—¿Puedo dormir contigo? —Me mira con ternura. —Hace días que no puedo dormir y me gustaría algo de compañía.
—Creí que ese es el trabajo de tu novio —bromeo.
—Sabes que no necesito de su compañía en este momento. —Se cruza de brazo.
—Está bien, vamos a dormir.
Ambos caminamos para mi habitación, apagando las luces y revisando que la puerta, esté cerrada.
Me acuesto cerca de Bruno, hace un rato que el sueño gano la batalla y descansa sin ninguna preocupación. Mi amiga, apaga la luz y se acuesta a mi lado; le doy la espalda así puedo cuidar de mi hermano y ella, me abraza por la cintura. A pesar de haber dormido con ella, es la primera vez que me pide permiso y sé, que está a mi lado.
Trato de relajarme, de acurrucar mi cuerpo en el colchón y dejarme llevar por la comodidad, hasta poder caer en un profundo sueño y así, descansar de todos los problemas que hay, cuando mantengo mi mente despierta.
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Hola bellos lectores ¿cómo están?
Siguen aparecieron sospechosos en el caso, ustedes que dicen ¿quién es el culpable? Sin duda, me encanta leer sus comentarios y teorías que tiene.
Espero que les guste el capítulo y, no olviden comentar y/o votar si en verdad lo merece ♥
Además, recuerden que tenemos un grupo de lectores, allí subo curiosidades y datos de la novela (Y cuando hay algún problema con wattpad :v)
GRACIAS por todo el apoyo que recibe está pequeña historia, nada de esto es posible sin ustedes ♥
¡Un beso desde Argentina!
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