10. Destino
New se encontraba muy preocupado por Gun después de que Off le dijese que la última vez que lo había visto era cuando salió corriendo del bar a donde lo llevó. Bueno, a donde lo llevó el espíritu que se había apoderado de su cuerpo. Sus amigos evidentemente no podían creer lo que les había contado.
Al propio Off le costaba creerlo.
—Pero ¿Cómo es que un espíritu se metió en tu cuerpo? ¿Estás consciente de lo que dices? ¿Seguro que no alucinaste? ¿No estabas soñando? —preguntó New.
—Amor, Gun salió intacto de una tumba enterrada por más de tres mil años —habló Tay que estaba sentado en el sofá de su habitación con los brazos cruzados escuchando la historia de Off— que un demonio se haya apoderado del cuerpo de Off ya no me parece extraño, además si tenemos en cuenta su carácter...
—¡Esto no es un broma Tay! —lo interrumpió el tailandés— le dije cosas horribles a Gun, cosas que en realidad no siento y que mucho menos pienso, lo hice llorar estoy seguro, vi sus lágrimas acumuladas en sus ojos —Off pasó su mano por su cabello en señal de que estaba desesperado.
—¿Sabes quién era ese espíritu que dices, cómo se llama o qué quería exactamente dañando a Gun? —New podía notar que su amigo estaba muy preocupado y se sentía culpable de algo que no había hecho.
—No tengo la menor idea, solo dijo que por fin estaba consumando su venganza —respondió Off— no estoy seguro del tiempo que estuvo Gun en el poder, en realidad sabemos muy poco de él porque la información sobre su persona ha sido borrada a propósito, pero pude haber tenido mucho enemigos sin realmente saberlo y joven e hijo de un faraón que estaba rompiendo con muchos paradigmas a los que estaban acostumbrados los miembros antiguos de la élite.
—Y ese alguien, evidentemente supo del destino que sufrió Gun en su época, de lo contrario no estaría molestándolo en la actualidad —apuntó Tay. Segundos después, se escuchó como alguien llamó a la puerta.
—Hola a los dos —saludó Tay a los visitantes en cuanto abrió la puerta— creo que no es un buen momento para visitas —se rascó la nuca pues no quería echarlos realmente.
—Necesito hablar con el joven Off respecto al espíritu que lo poseyó —indicó Akhenaten que venía acompañado de Singto.
—¿Cómo sabes que un espíritu se apoderó de mí? —preguntó Off acercándose a la puerta— ¿Qué tanto sabes de esto?
—El espíritu que ocupó tu cuerpo era un medjay como yo —confesó Akhenaten y todos lo miraron sorprendidos— él estaba enamorado del faraón, y aunque por su condición de medjay Khafra Fouad Atef tenía la posibilidad de pedir la mano del joven Deia en matrimonio, el joven príncipe estaba enamorado de otra persona —explicó— cuando Deia inició su reinado como faraón, Khafra le pidió directamente a Deia que correspondiera sus sentimientos pero éste se negó.
—¿Quién es Deia? —preguntó un Singto muy confundido con lo que decía su padre, no entendía porque le había pedido que fueran inmediatamente con Off para hablar de algo urgente con él, pero ahí estaba escuchando el relato de su progenitor.
—Yo me preguntó lo mismo —se escuchó una voz proveniente de la puerta de la habitación que permanecía abierta— me interesa saber sobre ese faraón del que tus amigos hablan —para casi todos el sujeto que estaba sonriendo en la puerta era un extraño. Pero para Off, esa era la inconfundible voz de su ex cuñado y amigo Krist Perawat Hoffman.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Off.
—Vine por dos cosas —el recién llegado entró a la habitación y cerró la puerta tras de sí— la primera es porque mañana es tu cumpleaños cuñadito, y la segunda y más importante, dentro de una semana es tu boda —respondió Krist.
—¡Es verdad! —gritó New— mañana es tu cumpleaños —tantos sucesos extraños lo habían hecho olvidarse del cumpleaños de Off.
—Eso no me importa —le dijo Off a su amigo— y no habrá boda —se dirigió a Krist— lo único que me interesa en estos momentos es encontrar a Gun.
—¿Alguien puede responderme quién es Deia? —volvió a preguntar Singto— si mal no recuerdo y por lo que dicen fue un faraón que gobernó el antiguo Egipto...
—Y ese faraón ha regresado —respondió su padre.
—¿Cómo... cómo que ha regresado? —a Singto Munra le costaba un poco creer lo que su progenitor decía. ¿A qué se refería con "volver"? ¿Debía tomarse literalmente aquel verbo?
—Es Gun —informó New.
—¿Cómo que es Gun? —la reacción de Singto sorprendió a todos. Se encontraba molesto.
—Hijo —Akhenaten se acercó a él— ¿Recuerdas que en alguna ocasión te conté que nosotros descendemos de una prestigiosa y milenaria familia de medjay que servimos a la familia imperial egipcia?
—Lo recuerdo, pero eso fue hace siglos padre, además ¿Qué tiene que ver con Gun?
—Nuestros antepasados cuidaron de él y su familia, y generación tras generación hemos estado esperando su regreso, Deia Mon I es el faraón que fue maldito por su propia familia en complot con los sacerdotes —explicó Akhenaten.
—¿Estás diciéndome que el cuento que me contabas en la infancia es... es real? —preguntó Singto Munra— ¿Dices que el faraón dormido es Gun y que ahora ha despertado?
—Sí —fue la respuesta que le dio su padre— y ese medjay, en realidad es tu antepasado.
Hubo un silencio sepulcral en la alcoba en la que todos trataban de asimilar las palabras de Akhenaten. Él lo sabía todo desde un principio, él en realidad sabía mucho más cosas de las que les había comentado. ¿Cuánto más ocultaba?
Singto se quedó estático como una piedra cuando escuchó la confesión de su padre. Su adorado chico no podía ser el mismo del cuento que escuchaba de su padre de niño. ¡No! Gun no podía ser el bello faraón que su familia, generación tras generación, esperaba que regresara. Era imposible de creer. No lo aceptaba. Además, su antepasado no podía estar buscando hacerle daño al faraón, si lo amaba no debía dañarlo.
Todo debía ser un error.
—¿Quién... quién fue el responsable de romper su maldición? —cuestionó Singto con temor.
—Off —respondió Tay.
—¡¿Tú?! —señaló molesto el hijo de Akhenaten.
—Cálmate Singto —indicó su padre— han sido los designios de Ra
—¿Cómo demonios quieres que me calme? —gritó Singto— el imbécil de Off no quiere a Gun lo que significa que Gun se irá para siempre, ¡Mi Gun partirá al mundo de los muertos y no podrá volver jamás! —terminó de decir con lágrimas en los ojos.
—¿Qué fue lo que dijiste? —preguntó Off alterado.
—¿Qué no lo sabías? —Dijo Singto con desprecio— ¿Siquiera te ha importado acercarte a él y preguntarle cómo se siente estando aquí? ¡El pobre está en una época muy diferente a la nuestra! Todo es desconocido a sus ojos —estaba a punto de soltarle un puñetazo a Off— ahora entiendo tu ingenuidad ante muchas cosas que para mí eran obvias, me duele pensar que lo hice sentir mal.
—¿Cómo es eso de que se irá para siempre? —volvió a preguntar Off— él mencionó algo parecido antes, pero sigue aquí, así que la maldición no se cumplió del todo.
—El faraón debe consumar su unión con su alma gemela —empezó a explicar Akhenaten— no solo se trata de despertarlo y ya, ambos deben amarse y entregarse en cuerpo y alma para que el hechizo se rompa por completo.
—También he leído sobre esa maldición —Krist era un famoso egiptólogo con basto conocimiento de la cultura— y es infalible, puede que aún no lo reconozcas pero tú en realidad amas a Gun —le habló directamente a Off— las almas gemelas, sin importar el tiempo siempre se encuentran, se supone que al verse por primera vez la conexión surge de inmediato y no hay fuerza en el universo que rompa esa poderosa unión, pero en ocasiones pueda que una despierte antes que otra.
Off había sentido algo extraño cuando vio a Gun por primera vez, pero no sabía explicar lo que era.
Estaba confundido.
—Puede que el espíritu de Khafra sea un obstáculo para que tu corazón pueda reconocer al faraón como tu alma gemela —indicó Akhenaten— inclusive, estoy seguro que tú también tienes un antepasado que vivió en la misma época que Gun.
Todos miraron sorprendidos a Akhenaten, especialmente Off que no pudo evitar sentirse ofuscado al imaginar que era una de tantas encarnaciones de una persona del pasado. ¿Se debía a eso su fascinación por Egipto? ¿Era ese el motivo por el cual se sintió familiarizado con las ruinas en dónde encontró a Gun? ¿Realmente él y Gun se conocieron en el pasado?
De pronto, la puerta de la habitación de abrió dando paso a un muy mojado y triste faraón, que miró asombrado que todos estaban ahí. Él quería hablar con los amigos de Off, pero ahí adentro estaban todos los hombres que conocía desde que despertó, todos salvo uno.
—Deia Mon —Singto fue el primero en correr a su encuentro.
—¿Tú sabes quién soy? —preguntó sorprendido de que lo llamase así.
—Acabo de enterarme —respondió Singto— y no quiero que me dejes Gun, no quiero que te vayas al reino de los muertos, ¿Por qué no soy yo el merecedor de tu amor?
—¿Dónde estabas Gun? Nos tenías muy preocupados —comentó New al ver que Off no lo estaba pasando nada bien al verlo entre los brazos de Singto.
—Fui al desierto y... me desmayé —susurró con voz cansada.
—¿Por qué mejor no te acompaño a cambiarte de ropa para que te sientas mejor? —New se acercó a él y Gun asintió con la cabeza.
—Yo lo haré —trató de insistir Singto, sin embargo, el faraón se negó.
—Iré con New, no tardó —le dijo Gun en voz baja.
—Los esperaremos aquí ya que creo que es importante que vayamos a mi casa para tratar de limpiar el alma de Off de los restos del espíritu que lo poseyó – comentó Akhenaten haciendo que Gun detuviera su caminar.
—¿Qué un espíritu qué? —preguntó el antiguo monarca pensando que había escuchado mal.
—Lo que pasó hace unas horas en el bar no fue responsabilidad de Off —respondió Krist— un malvado y vengativo espíritu hizo posesión de su cuerpo con la única finalidad de lastimarte, tú y no Off era su objetivo —Singto bajó la mirada al saber que había sido su antepasado el que había ocasionado dolor al antiguo rey con tal de cumplir una estúpida venganza.
—¿Quién eres tú? —cuestionó Gun al hombre que había explicado la terrible situación.
—Lo siento faraón —Krist se hincó ante él— soy Krist Perawat Hoffman, amigo de Off y hermano de Bas— terminó de decir besando la mano de Gun.
—No tienes porqué hacer eso, ya no soy un faraón —Gun pensó que el hombre hincado ante él, era mucho más agradable que su hermano.
—Como usted diga señor —Krist se puso de pie y le sonrió de manera amable.
El único que no había dicho una sola palabra era Off. Se sentía demasiado confundido. Como si alguien hubiese estado viviendo su vida desde Gun apareció en ella y ahora esa presencia en su interior lo dejaba ver poco a poco sus propios sentimientos. Y la realidad era que se sentía un miserable por lo que le había hecho a Gun, que aunque realmente no había sido él, tampoco había podido hacer nada para impedirlo.
Una vez que Gun y New volvieron de la habitación del rey, todos salieron del hotel y se dirigieron a la casa de Akhenaten. El medjay egipcio quería hacer un ritual para estar completamente seguro que el cuerpo de Off estaba limpio de la presencia maligna del antepasado de su hijo.
Akhenaten iba manejando el vehículo mientras que Krist iba de copiloto. En los asientos centrales estaban Singto y Gun, el primero no dejaba de abrazar al faraón mientras acariciaba su cabello y en los asientos traseros iban Off, Tay y New, con un Off mirando por la ventana inerte en sus pensamientos y en memorias que no reconocía como suyas propias.
El recorrido a la casa del egipcio fue tranquilo. Los únicos que habían intercambiado palabras habían sido Krist y Singto que habían congeniado bien a pesar de las circunstancias en las que se habían conocido.
—Hemos llegado —anunció Akhenaten.
—Vamos a buscar los escritos padre —indicó Singto que dejó a Gun al cuidado de Krist.
Akhenaten hizo pasar a sus invitados a la sala principal de su casa. Era una residencia hermosa, sin tantos lujos pero linda y acogedora. La sala estaba repleta de antigüedades egipcias que a los ojos de Gun eran auténticas.
Padre e hijo, les indicaron que podían tomar asiento en lo que ellos iban a buscar los antiguos escritos para poder ayudar a Off, y aunque Singto no deseaba hacerlo, por el bien de su amado faraón haría de lado su enemistad con aquel hombre extranjero y lo ayudaría en lo que estuviese en sus manos. No obstante, mientras buscaban en el estudio de Akhenaten ambos escucharon el grito de New proveniente de la sala.
—¿Qué pasa? —Singto fue el primero en llegar con los demás y se quedó boquiabierto cuando notó la presencia de una hermosa mujer de cabello corto negro, piel nívea y ojos oscuros. No era la insuperable belleza de la mujer lo que lo dejó anonadado, sino que ésta estaba flotando y la transparencia de su ser dejaba al descubierto que era un ser de otro plano astral.
—Pero si es... —comenzó a decir Akhenaten.
—Mi madre —terminó Gun.
Era tradición en el antiguo Egipto que los faraones gobernaran con un corregente. El trono de Egipto jamás podía pertenecer a un solo soberano. Así que Amón I, había desposado a Isthar y la había convertido en su reina para que juntos llevasen las riendas de su amado país. Por eso, a la muerte de Isthar, Deia había asumido el cargo de faraón compartiendo con su padre la tarea de gobernar Egipto. Siendo la primer dinastía en llevar a cabo dicha práctica de estar padre e hijo en el poder.
No obstante Gun, había sido el único que no había cumplido con tal precepto después de la muerte de su padre, y es que, para ese entonces estaba tratando de conquistar a cierto hombre que no se creía digno de él. Pero esa parte de la historia no la recordaba muy bien el hijo de Amón I e Isthar.
—Creciste y te convertiste en un joven muy atractivo —dijo la mujer que había dejado de ver a su hijo cuando éste tenía apenas doce años.
—Mamá ¿Qué haces aquí? —preguntó Gun confundido. ¿Acaso era ella la que se lo iba a llevar al reino de Osiris?
—Parece que no te da gusto verte cariño —Isthar sonrió ante la pregunta tan inocente de su amado hijo.
—No es eso madre, es solo que estoy muy sorprendido de verte una vez más —las lágrimas se acumularon en los ojos del menor.
—Acércate —pidió la antigua reina. Gun se acercó a su madre que lo rodeó entre sus brazos con todo el amor que sentía por él— te extraño tanto mi niño —susurró en su oído.
—Yo también madre —dijo Gun con tristeza— pero pronto estaremos reunidos los tres.
—Me temo que no pequeño narciso —aseguró la mujer.
—¿Por qué no? —cuestionó el menor sorprendido por las palabras de su madre.
—Amor, es necesario que sepas que el espíritu que poseyó a Off fue el antecesor de Munra —Singto no pudo evitar mirar con resentimiento a la mujer por haberle dicho aquello a su querido Gun, ahora iba a odiarlo.
—¿Qué dices? —el antiguo monarca no daba crédito a lo que había escuchado.
—La mayoría de las personas tienen una vida pasada —comenzó la mujer con su relato— la vida pasada de Munra estaba enamorado de ti, pero tú jamás correspondiste sus sentimientos, así que él decidió usar magia prohibida para obligar a tu corazón a que lo amaras, pero no resultó —Singto bajó la cabeza sintiéndose enojado— tu padre lo descubrió y lo exilio de Egipto, jamás volvimos a saber de él.
—¿Y por qué se apoderó de mi cuerpo? —Off se atrevió a dirigirse a la madre de Gun exigiendo una respuesta.
—Los espíritus que vagan penando tienen la habilidad de percibir la tristeza y la confusión de los mortales —Isthar dirigió su mirada a Off— él pudo notar que estás confundido respecto a lo que sientes por mi hijo y eso no es más que tu verdadera esencia aún dormida.
—¿Mi verdadera esencia? —volvió a cuestionar Off.
Isthar se alejó de su hijo y se acercó a Off para colocar sus manos en la sien de éste.
—Ya es hora de que despiertes y puedas recordar tu pasado —susurró la mujer.
—No... —susurró Off pues algo dentro de su ser lo decía que aquello no era algo bueno.
—No había manera de que supieras lo que iba a pasar Imhotep —expresó la madre de Gun— y entregar tu alma a Anubis para acompañar a mi hijo fue el mayor sacrificio que pudiste hacer por él y por el gran amor que siempre le has tenido.
Nadie podía escuchar las palabras entre Isthar y Off, pero podían ver la angustia en la cara del arqueólogo. La reina antigua le había revelado que él era famoso cuidador de tumbas que existía en los recuerdo de Gun, del cual éste estaba enamorado y viceversa pero, Off que en aquel entonces llevaba el nombre de Imhotep, no se creía digno del amor de su faraón, además de que era varios años mayor que él.
Cuando Imhotep se enteró de lo que los sacerdotes le había hecho al faraón, coludidos con la familia tolemaica, éste se volvió loco, mató a todos los sacerdotes y entregó voluntariamente su alma a Anubis para acompañar a Deia Mon en su viaje a la otra vida. Sin embargo, Imhotep no sabía que el faraón no estaba muerto y en cada reencarnación que tuvo se dispuso a encontrarlo, hasta que el destino quiso que fuera en esta vida cuando ambos volvieran a reencontrarse.
El reloj de la sala indicó que la media noche había llegado. Era un nuevo día y al parecer un nuevo comienzo para Off, que con la ayuda de la reina Isthar había recordado todo su pasado.
—Feliz cumpleaños Off Jumpol —dijo la mujer dándole un abrazo a éste siendo correspondida de inmediato— es hora de que me vaya, por favor cuida de mi pequeño hijo, nadie más que tú puede hacerlo.
—Lo haré mi señora —respondió éste haciendo una reverencia ante la antigua soberana.
Isthar volvió con su hijo y después de abrazarlo y despedirse desapareció.
—Olvidé por completo que es tu cumpleaños —New se acercó a Off pero éste no reaccionó— ¿Off?
Pero Off solo observaba a Gun como si fuese la obra arquitectónica más bella que había visto en su vida. Sus ojos negros brillaban con anhelo y en su semblante se podía apreciar alivio.
—¿Está todo bien Off? —cuestionó esta vez Tay que observaba preocupado la expresión de Off.
Gul también veía como Off no le quitaba la vista de encima y es que él tampoco podía dejar de hacerlo. Una vez que su madre terminó de hablar con Off, todo quedó claro para él. El hombre que había podido despertarlo era el mismo sujeto del que se había enamorado en el pasado y que de alguna u otra manera siempre lo rechazó con la patética excusa de qué él era un cuidador de tumbas que no tenía que hacer nada con el faraón.
Imhotep Tarek Ezzat, era al antepasado de Off Jumpol. Un honorable y respetable sacerdote al servicio de la dinastía Mon, cuyo único y exclusivo deber era cuidar de las tumbas de los antiguos faraones y los templos destinados a Anubis y Osiris.
Imhotep era un muchacho serio y solitario de veintitrés años cuando un hermoso y joven príncipe de quince se presentó ante él. Como era de esperarse, quedó fascinando con la jovialidad, ingenuidad, dulzura y la simpleza del heredero al trono de Egipto, y sabía que él no le era indiferente al futuro joven monarca. No obstante, y aunque el mismo faraón Amón I le concedió el permiso para cortejar a su hijo, Imhotep jamás se sintió digno para gobernar la nación a lado del perfecto semidiós Deia Mon I.
—Feliz cumpleaños Off —susurró Gun acercándose al hombre y rodeándolo por el cuello con sus brazos. Sin poder evitarlo, sus lágrimas empezaron a empapar sus mejillas.
Y cuando todo mundo pensó que Off rechazaría el abrazo del faraón, éste los sorprendió correspondiendo el gesto de Gun con mayor intensidad. Apretó su delicado cuerpo y lo estrechó contra el suyo para poder sentir su calor.
—Lamento haber arruinado tu cumpleaños —le dijo Gun al oído.
—Mi faraón —salió de los labios de Off, luego se separó un poco de Gun para colocar un dedo sobre sus labios— no digas nada, no tienes porque disculparte.
Ambos guardaron silencio mientras se miraban a los ojos. Ya no había más dudas. Ellos eran almas gemelas y se habían reencontrado porque así era su destino. Off le dedicó una sonrisa tímida a Gun y éste devolvió el gesto. No había nada más que decir. Ellos se pertenecían, habían pasado muchas pruebas pero ahora estaban listos para la intensidad y la entrega que requiere su maravillosa conexión.
Se habían encontrado después de miles de años y ahora estaban cómodos. Su comunicación fluía desde su corazón. Algo se había activado en ellos y ahora podían recordarse. Era como si hubiese regresado a casa después de largo viaje. Eran ahora la mejor versión de sí mismos.
—Ya no soy un faraón —susurró Gun sin dejar de perderse en los ojos negros de Off.
Pero por parte de éste no hubo una respuesta en forma de palabras. Off acercó su rostro al de Gun y lo besó en los labios. Todo alrededor de ellos comenzó a brillar y de pronto ya no estaban en la sala de Akhenaten rodeados de sus amigos. Todo a su alrededor dejó de existir y solo la arena dorada del hermoso desierto de Sahara era testigo del magnetismo y el amor que emanaban.
—Te amo Gun —dijo Off sin separar completamente sus labios de los de Gun— te amo mi hermoso faraón.
𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top