Capítulo 15

Christopher

Me despierto y cojo el teléfono para llamar a Ashley. Ayer en la mañana decidió darme otra oportunidad y esta vez cueste lo que cueste no la desaprovecharé. Le prometí que le demostraría que Edgar no es quien piensa, espero poder hacerlo antes que me delate.

—Buenos días— saludo con la voz ronca.

—Buenos días, ¿te acabas de despertar?— indica al escucharme.
—Sí—

—Vale, yo ya casi voy a salir para el trabajo— los nervios me ponen los pelos de punta, me prometió que le iba a decir a Edgar sobre lo nuestro, pero no sé cómo reaccionará él, si le dice algo será mi fin.

—Ah vale, entonces te dejo—

—Vale, que pases buen día—

—Hoy en la noche quisiera que vinieras a cenar, tengo muchas cosas por decirte—

Había retrasado mucho este momento, pero ya no puedo más, necesito decirle todo lo que siento cuando estoy con ella, lo que me hace sentir, lo que provoca en mí. Necesito decirle que la quiero, que no puedo quitármela de la cabeza, porque es la chica con la que quiero estar, ella y solo ella. Y sobretodo, no puedo aguantar más esto que siento por dentro, debo liberarlo, tengo que decirle que me estoy enamorando, que no sé en qué momento se ha robado mi corazón.

—Claro, ¿qué cosas tienes que decirme?— esperaba que me hiciera esta pregunta, se veía venir.

—Solo aguarda un poco más, te lo diré en la noche—

—Vale, entonces nos vemos— dice desistiendo de su intento por saber.

—Nos vemos— cuelgo el teléfono y voy directo al baño.

La mañana transcurre bastante tranquila, hago las compras de todo lo que necesitaré para la cena de esta noche. Realmente se me da muy bien cocinar, puesto que estoy acostumbrado a la soledad.

Son alrededor de las cuatro de la tarde cuando veo que me llega un mensaje de Ash a mi teléfono:

Nos vemos dentro de 30 minutos en Palm Street, cerca de la industria que está en construcción, necesito hablar contigo.

Enseguida las alarmas se prenden en mi cabeza. Quizás se ha enterado de todo, Edgar se lo ha dicho, seguramente es una trampa para arrestarme.

Vacilo entre ir o no, pero debo presentarme en ese lugar, no puedo huir, aún así ese sea mi final.

Finalmente, con las ideas claras, le escribo de vuelta:

¿Está todo bien? Qué pasa?

Aguardo unos cinco minutos, aunque no obtengo respuesta, por lo que me apresuro y voy hacia el coche, solo me quedan veinte minutos para estar ahí. En el camino es imposible no darse cuenta de lo nervioso que estoy, no quiero perderla, no de esta manera.

Llego en un cuarto de hora, el lugar está despejado, prácticamente no hay casas alrededor. Me bajo del auto y recorro la zona, no hallo rastros de Ashley, aunque sí observo la industria que dijo. Camino hacia ella, quizás esté esperando allí. Parece un lugar abandonado, se puede notar que ninguna persona ha estado aquí por un buen tiempo.

Como me temía, la puerta está cerrada, es remota la posibilidad de que pueda estar aquí, quizás me haya equivocado de dirección. Justo cuando empezaba a creer que había conducido hacia el sitio erróneo, siento un sonido a mi espalda. Reconozco al instante que alguien me está apuntando, es evidente que ese ruido corresponde al de la recarga de un arma. Percibo el contacto de la pistola sobre mi cabeza, lo cual me pone tenso. Instintivamente, levanto las manos como señal de rendición, no sé quién esté detrás de mí, y es precisamente eso lo que me hace sentir más nervios.

—¿Por qué lo hiciste?— una lámpara en mi cerebro se activa, iluminando las ideas.

Su voz está grabada en mi mente, tengo certeza de que es él.

—No pude, no fue mi intención— lentamente me doy la vuelta, sus ojos delatan furia, rabia. No tengo la más mínima duda de que es capaz de apretar el gatillo.

—¿Por qué volviste con ella? ¡Solo debías alejarte y olvidarte de ella!— grita descontrolado, está fuera de control.

—Lo sé, pero no pude, no soporto vivir sin su presencia, yo la quiero— trato de calmarlo, siento que una palabra equivocada de mi parte podría volverse en mi contra.

—Esto no tenía que llegar hasta aquí, no debería de haber pasado. ¡Entiende de una puta vez que Ashley es mía y de nadie más! ¡Solo yo puedo tenerla!—

Obviamente se puede dar el lujo de gritar, el lugar es muy apartado, nadie lo puede escuchar, ni siquiera si me llegara a disparar podría venir alguien en mi ayuda.

Pienso en todo lo que me quedó por decirle a Ash, no quiero irme sin decirle que la amo, sin hacerle saber lo importante que se ha convertido para mí. Tengo miedo de morir sin despedirme de ella, me conformaría con tenerla frente de mí solo un minuto, que sepa lo mucho que la quiero.

Siento terror de pensar en el futuro, cuando yo haya muerto. Seguramente nadie sabrá nunca lo que me pasó. Edgar estará a su lado, le dará el amor que yo no pude darle, le hará las cosas que no tuve tiempo de hacerle. Se casarán, tendrán hijos, yo quedaré en su pasado, solo como un recuerdo.

—Por favor, no quiero morir así— digo sin pensar, jamás me había sentido de esta manera, la voz se me quiebra, el temor empieza a ganar la batalla.

—Ya es muy tarde, debiste haberme hecho caso. Cuando ya no estés, ya no habrá obstáculos entre ella y yo, la haré olvidarte, será mía— el enojo me consume, es un idiota cínico.

—¡Ashley no te quiere, me quiere a mí!—

Siento tres impactos demoledores contra mi pecho, invadiéndome un dolor desgarrante, la mente se me queda en blanco. Poco a poco mis piernas sucumban hasta que hacen contacto con el suelo. Quedo desplomado boca arriba, retorciéndome como cuando una hormiga se está muriendo. En mis oídos llega el sonido de unos pasos, los cuales se hacen cada vez más intensos. Edgar va a terminar conmigo, acabará con lo que en algún momento empezó.

Mi visión se dilata a medida que pasan los segundos, pero no lo suficiente como para evitar que lo observe apuntar con su pistola hacia mi cabeza. No puedo hacer nada, solo observar mi final.

Comprendes que la vida es parecida a una línea del tiempo, nunca va hacia atrás, siempre hacia delante. Debes disfrutar de los momentos más insignificantes, pues no podemos volver al pasado, pero sí tenemos la habilidad de vivir el presente y cambiar el futuro.

Y así sangrando en el suelo, mis ojos se cerraron cuando en mis oídos resonaba un único sonido.

¡PAM!

Mmmm, no diré nada. ¡Buona giornata para ustedes!

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