El golpe
03 de Octubre del 2017
Narrador omnisciente:
El día era otra más que cualquier otro. Incluso, daba la idea que era normal, aunque no lo sería siempre.
La familia Phantomhive se encontraba en el comedor de la enorme mansión, terminando de almorzar. Todos tenían una larga lista de tareas pendientes, desde los estudios del joven Lapiz, hasta los trabajos del señor Vincent... Pero serian interrumpidos por una horrible tragedia.
...CRASH...
Sonó desde la sala, un objeto de vidrio que había impactado contra el suelo. Rápidamente, los integrantes de la familia Phantomhive y el mayordomo, quien se encontraba a todo momento junto a la familia, se pusieron de pie en dirección al lugar de los hechos. Al llegar, solo se encontraron con una de las criadas con el teléfono en la oreja, y un florero roto en el suelo. Ella volvía de llenar aquella pieza de vidrio, la cual, ahora estaba hecha pedazos y con un charco de agua a su alrededor. La mirada de la mujer plasmaba espanto y sorpresa a la vez... No pudo evitar el que una silenciosa y rápida lágrima se escapara de sus ojos para correr libremente por su mejilla.
Vincent: Maggie ¿Sucede algo? ¿Quien es?
Ella no podía deja de temblar, soltó el teléfono, y calló de rodillas al suelo.
Maggie: Bedlam... Está en llamas.
~○~
Pocas horas después de la noticia, el señor Vincent Phantomhive junto con los agentes de la Scotland Yard se alistanban para salir en dirección a el palacio de Bedlam.
Lapiz: Quiero ir contigo.
Le dijo el joven azulino a su padre.
Vincent: Es peligroso, tú y tu madre se irán a la casa de madame red.
Lapiz: Pero es mi hermano.
Vincent: Sin "peros", Lapiz... Obedece.
El menor, con sus ojos llorosos, dio media vuelta en dirección a su madre, quien estaba lista para salir. Parece cruel, pero en realidad, el señor Phantomhive estaba más aterrado que su hijo, pero claro, no podía demostrarlo.
El hombre de azules cabellos se acercó a su mayordomo.
Vincent: Tanaka, cuida la casa... Y si te llaman o saben algo más, me avisas.
Tanaka: Entendido, señor.
Dicho esto, salieron uno tras el otro en búsqueda del segundo hijo de los Phantomhive.
Las horas pasaban... Más, más y más, y menor era la probabilidad de encontrarlo. Lo que antes había sido una hospital psiquiátrico, ahora no era nada más que un edificio en ruinas lleno de escombros. Cada pared que estaba mostraba el horror, los pocos cuerpos hallados reflejaban una locura inmensa.
El detective Randall se paseaba cerca del hospital con sus hombres... para ser más exactos, en el jardín. Mientras tanto, Vincent y sus hombres estaban un poco más alejados del edificio. El señor Phantomhive piso un par de flores, pero no les daremos importancia, nada es importante cuando la vida se un ser que amas esta colgando de un fino hilo que podría llevarlo a la muerte.
Diederich: Encontré un par de pisadas, pero parecen de lobos.
Bernard: Si no lo mato el fuego, seguramente fueron algunas de las bestian que viven aquí.
La mirada del conde se volvió una tan fria, la clavó contra de su propio compañero.
Vincent: ¿Como puedes decirme algo así?
Bernard: Porque quiero ahorrarte todo el dolor, Vincent. Se fue.
Terco y orgulloso, el conde Phantomhive comtinuo caminando, buscando la forma de mentirse a sí mismo.
Estos dos hombres, Diederich y Bernard, eran socios y los amigos más cercanos que Vincent tenia, al igual que Undertaker.
Mientras tanto, nos dirigimos a la cuidad para ver al resto de la familia. Rachel se encontraba en casa de su hermana, junto con su hijo y su sobrina, quien había ido a ver a Lapiz. La pequeña de rubios cabellos trataba de animar a su primo, o al menos manterlo pensando en otra cosa ¿Pero como? Era imposible... Y por más que no se vieran todos los días, o que sean opuestos, o incluso que ya no existe el mismo vínculo... Era su hermano, y podía perderlo.
En cuanto su madre, ella había estado encerrada en la habitación principal, arrodillada en el suelo junto a la cama, llorando sin control alguno, mientras su hermana acariciaba su espalda.
Rachel: Siento como si lo maté yo... Mi bebé, pobrecito...
Ann: No, no es así... Él está bien.
Rachel: ¿Como sabes? Yo no lo sé... ¡Yo no lo sé y soy su madre!
Dejo caer su rostro en una de las almohadas, mientras dejaba salir un jadeo de dolor.
Rachel: He pasado tantos años pensando que era lo mejor, que necesitaba ayuda... Cuando lo que realmente necesitaba era a mi, a su familia. No tomas a un pequeño niño y lo arrancas de su familia para ayudarlo, no es bueno. Tan bonito que era, se murió por los medicamentos, por el estrés, por su corazón hecho mierda.
Hablaba la mujer, entre suspiros y arcadas.
Ann: Tu ni siquiera estabas de acuerdo el día que se lo llevaron.
Rachel: Pero tampoco hice nada para impedirlo.
~○~
El atardecer dejaba un arrebol en el cielo, y los hombres seguirán buscando, las mujeres llorando, los niños pensando, y Tanaka... Esperando.
De pie junto a la puerta, como su de un perro guardián se tratara. Le bastaba con malas noticias, seria feliz con buenas noticias... No importaba, pero deseaba saber que estaba pasando.
Para su suerte, él estaba ahí... De lo contrario, se hubiera perdido la llegada más majestuosa de cualquiero hombre, perdón ¿hombre?
Los ojos del anciano se ilumuanron al ver, cómo desde mo profundo del bosque, llegaba una manada de enormes lobos, un sujeto de oscuros cabellos, y todos siguiendo a su pequeño y azulino líder.
Con sus prendas rasgados, sus rodillas lastimadas, y su cuerpo lleno de tierra... Él se veía como todo un rey, uno que partió, ganó y regreso de una guerra.
Apenas dio unos pasos en el territorio de la familia Phantomhive, los discípulos que lo seguían se quedaron en sus lugares, haciendo una reverencia a su líder. Bueno, casi todos, el hombre de rojos ojos y oscuros cabellos siguió caminando un par de pasos detrás de su amo.
Subio los primeros escalones de la mansión, y al estar junto a el mayordomo, este se inclinó, de modo de saludos formal.
Tanaka: Bienvenido a casa.
~○~
Ya se habían dado por vencido, no quedaba otra que afrontar la realidad. Tenían que pensar en si era lo mejor era realizar o no un funeral en memoria del pequeño.
El señor Phantomhive llevaba a su hijo cargado en sus brazos, y una vez entraron a la casa... Quedaron totalmente perplejos, como si hubieran visto un fantasma.
Sentado en el sillon, vestido como todo un pequeño conde, con su compañero oscuro parado junto a él.
Ciel: Me da gusto estar de regreso.
~○~
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