ɪx.- ʙᴏʀɴ ᴏꜰ ʟɪɢʜᴛ ᴀɴᴅ ᴅᴀʀᴋɴᴇꜱꜱ
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La noche había caído sobre Storybrooke y el hogar de la alcaldesa estaba envuelto en un tranquilo silencio. En la habitación de invitados, la chica dormía profundamente, su rostro relajado en una forma que hacía mucho tiempo no se veía. Después de tantos años separadas, tener a su hija bajo su techo de nuevo parecía casi irreal.
Regina estaba sentada junto a la cama, observando a su hija con una mezcla de emociones difíciles de describir. Sus dedos acariciaban suavemente el cabello oscuro y suave de su "pequeña" mientras le susurraba palabras que no se atrevía a decir en voz alta.
—No puedo creer que estés aquí.—murmuró la alcaldesa, inclinándose un poco hacia adelante.—Después de tantos años . . . pensé que nunca tendría la oportunidad de verte otra vez.
Barton murmuró algo entre sueños, moviendo la cabeza ligeramente, provocando que su madre sonriera con ternura y siguiera acariciándole el cabello.
—Eres tan fuerte . . . ni siquiera se como sobreviviste, a lo que sea que viviste.—murmuro la mujer recordando el día que la separaron de ella.—Me enorgulleces más de lo que jamás podrías imaginar.
Sin embargo, el momento de paz se vio interrumpido por el sonido agudo de un teléfono vibrando repetidamente. Regina frunció el ceño y miró hacia la mesita de noche donde el teléfono de su hija estaba encendido.
—¿Quién demonios puede estar molestando a estas horas? —pregunto Regina, con un tono de irritación, inclinándose para tomar el teléfono, mirando la pantalla. Los mensajes del mismo remitente: Emma Swan.
—¿Enana dónde estás?
—Nisha, por favor, responde. Necesito saber si estás bien.—Adreanna Nisha Barton, si no contestas en este momento te juro que estarás en problemas.
La alcaldesa frunció el ceño, molesta de que esa 'intrusa' le hablara así a su hija y con un gesto decidido, apagó el teléfono.
—No necesitas esto ahora.—dijo Regina con un tono apenas audible, esperando que no se despertara.—No después del día que tuviste.
Sin embargo, esa sensación de calma y paz que tenían madre e hija no era un sentimiento compartido para el resto del pueblo.
La cafetería de Granny estaba en su estado habitual de calma al final del turno. Ruby limpiaba las últimas mesas, con movimientos mecánicos y la mente lejos del trabajo. En el apasionado beso que tuvo con la hija de la alcaldesa para ser exactos mientras su abuela estaba detrás del mostrador, organizando tazas y platos con una precisión que solo los años de experiencia podían brindar.
—¿En que piensas niña?—pregunto la anciana, azotando un trapo al notar como se mordía el labio de manera nerviosas.
—Nada es que . . . solo pienso . . . no es nada importante.—murmuro la joven con un poco de titubeo, debido a que dudaba a que entenderían lo que sentía.
—Habla de una vez.—ordeno Granny creyendo que algo malo pudiera estar ocurriendo, algo como un embarazo no deseado.
—Abuela, ¿Cómo crees que manejarías si te dijera que . . . bueno, que me siento atraída por una chica en lugar de por un chico?—pregunto la castaña intentando sonar lo más hipotéticamente que se pudiera.
—¿Una chica? Oh, Ruby, ¿Ahora qué tonterías estás diciendo?—la abuela dijo soltando una gran carcajada, aunque había una rigidez en su tono.—Tú cambias de novio tan rápido que apenas puedo seguirte el ritmo.
—Eso no tiene . . . eso no tiene nada que ver con mi pregunta.—se quejo Ruby ante el 'pequeño' recordatorio de su vida amorosa.
—No sé por qué habrías de preocuparte por algo tan . . . poco natural.—resumió Granny con una mueca de disgusto, como si mencionara algo desagradable.
—¿Poco natural?—cuestiono la castaña con cautela, quedándose congelada por un momento, apretando el trapo en su mano.
—Sí, querida . . . Es que Dios nos hizo para estar con alguien del sexo opuesto. Es así como debe ser, como siempre ha sido.—contesto la anciana segura de lo que estaba diciendo, ese 'tipo' de personas era algo que no quería cerca de ella.—Las cosas deben mantenerse en el orden que él dispuso, no debemos desviarnos de eso.
—Oh, claro . . . tienes toda la razón.—murmuro Ruby bajó la mirada hacia la mesa, su corazón latiendo más rápido.—Solo preguntaba por que escuche . . . a una chica decir que . . . bueno, eso.
—Ya se de quien hablas.—interrumpió Granny con un aire de seguridad antes de hacer contacto visual con su nieta.—¡Las hermanas locas!, diferentes apellidos, ningún parentesco y aún así compartieron habitación.
—No creo que ellas sean . . . —la castaña intento defender a las mujeres en cuestión. Sin embargo su abuela no iba a ceder tan rápido.
—Eso da igual, solo . . . te quiero lejos de ellas.—ordeno la abuela creyendo que la orientación sexual fuera contagiosa.
Ruby solo asintió viendo que posiblemente contarle a su abuela de los sentimientos que tenía por Nisha, no sería una buena idea después de todo. Así que solo esperaría a que poco a poco esas tontas creencias desaparecieran.
A mañana la mañana siguiente, el ambiente era diferente. Podían sentir la brisa gélida que soplaba suavemente por las calles de Storybrooke. Adreanna caminaba al lado de Swan, quien tenía una expresión de ligera molestia en su rostro. Ambas avanzaban en silencio hasta que la rubia rompió el mutismo con un tono de voz que denotaba su preocupación.
—¿Sabes? Me preocupé mucho anoche.—informo Emma, cruzándose de brazos mientras miraba de reojo a su 'hermana'.—Cuando no llegaste a casa, pensé que algo te había pasado.
—Lo siento, Em.—la azabache suspiró, frotándose el cuello con algo de culpabilidad.—No pensé que lo fueras a notar, me quedé la casa de Regina y . . . supongo que se me olvidó avisarte.
—Ese es el problema.—Swan se quejo sintiendo esa pequeña pizca de celos en su pecho.— Sé que reencontrarte con tu madre es algo grande y lo entiendo, pero . . . no puedes simplemente hacerme a un lado porque apareció . . . ella.
—No estoy haciéndote a un lado. Solo fue una noche.—aclaro Barton viendo lo dramática que podía ser su amiga.—Estuve agotada después de todo lo que pasó, y Regina insistió en que me quedara. Eso no significa que de repente deje de importarme todo lo demás.
—Escucha, lo único que digo es que tú y yo hemos pasado por muchas cosas juntas.—menciono la mayor como si fuera lo más casual en el mundo.—Yo te ayudé a salir adelante, solo . . . no quiero que eso cambie.
—Swan, siempre serás una parte importante de mi vida. Eso no va a cambiar, solo fue una noche, lo prometo.—aseguro Nisha con una sonrisa, recordando que fue ella quien la ayudo a salir de su 'mundo oscuro'.
La rubia suspiro aliviada antes de mirarla con un rostro serio, lo que provoco que ambas soltaran una carcajada, que atrajo miradas ajenas.
—Supongo que estoy exagerando un poco, ¿no?—Emma pregunto de manera muy obvia antes de cubrirse la cara, no podía creer que estuviera celosa de que su 'hermana' encontrara a su madre.
—Solo un poquito.—respondió la azabache, recordando el apodo de 'Reina del Drama'. Sin embargo, esa diversión desapareció cuando recibió un mensaje.—Lo siento Em . . . tengo que ir a buscar el libro de Henry, tal vez lo dejo en el consultorio de Archie.
—¿Aún sigue perdido?—pregunto Swan, recibiendo una mirada incrédula sobre lo que dijo.
—No sabe donde lo dejo.—expreso Adreanna intentando recordar todos los lugares a los que asistieron.—Supongo que tendré un día pesado.
—Suerte.—murmuro Emma dándole leves palmadas en su hombro, como si se tratara de un perrito.—Ohhh, oye . . . si te topas con el chico misterioso, avísame.
—¿Chico misterioso?—cuestionó Nisha mientras levantaba una ceja, claramente confundida.
—Sí, según Mary Margaret, anoche llegó un motociclista al pueblo.—informo la rubia antes de mirar a su alrededor, creyendo que por alguna casualidad mágica apareciera de la nada.—Nadie sabe quién es ni de dónde vino . . . Solo apareció como si nada, con una chaqueta de cuero y actitud misteriosa.
—¿Y eso lo convierte en "misterioso"? Suena más como un cliché de película de acción.—se quejo la azabache, viendo que hacían una tormenta en un vaso de agua.
—Tal vez.—Swan le dio su voto de confianza encogiéndose de hombros.—pero en Storybrooke, nadie llega sin un motivo.—menciono las mismas palabras que citaba Henry solo para molestarla.
—Si, claro . . . muy graciosa.—murmuro Barton, dándole un ligero empujón para que se dejara de juegos.—Bueno, si me topo con este "chico misterioso", te aviso.
—Gracias.—la rubia comenzó a caminar un poco más rápido, siendo consiente que tendrían que tomar rumbos diferentes.—Y no olvides que todavía tienes a una sheriff cuidándote las espaldas.
—Lo sé, Emma. Lo sé.—respondió la azabache negando constantemente la cabeza.
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Cafetería Granny's
La campanilla sobre la puerta de Granny's resonó suavemente cuando un hombre desconocido entró en el acogedor café. Lucía una chaqueta de cuero desgastada, cabello desordenado y un par de botas que resonaban a cada paso, captando algunas miradas curiosas. Sin hacer caso, caminó hacia la barra, esperando obtener algo de energía.
—Buenos días, ¿Qué puedo servirte?—preguntó Ruby, evaluando discretamente al recién llegado.
—Un café solo, por favor.—respondió el castaño con un tono de voz grave, dejando un billete sobre el mostrador.
Y mientras la joven preparaba su pedido, el hombre echó un vistazo alrededor del café. Sus ojos se detuvieron brevemente en un niño sentado solo en una mesa cercana, absorto en un cómic. Sin embargo, su atención se desvió cuando su orden quedo lista, así que solo tomó su café y se dirigió a una mesa en la esquina opuesta, buscando privacidad.
Al sentarse, colocó una mochila sobre la mesa y tras abrirla, sacó un libro grande y familiar: el libro de cuentos del pequeño Mills. Esperando que pronto pudiera atraer su atención y no pasó mucho tiempo antes de que cumplir su objetivo.
—¡Oye! Ese es mi libro.—dijo Henry, señalando el volumen en manos del extraño.
—Tranquilo, solo . . . lo encontré por ahí.. . . y aproveche para agregarle un par de cosas que faltaban.—mintió el castaño invitando al niño a tomar asiento, esperando que él pudiera ayudarlo con su problema.
—Gracias señor.—mustiso el pequeño sentándose del otro lado de la mesa antes de extender su mano—¿Puedo recuperarlo?
—Es todo tuyo.—expreso el hombre antes de tomar un enorme sorbo de su café.—Y no me digas señor, me haces sentir como de 80 años . . . Puedes llamarme August
—Yo soy Henry, mucho gusto.—dijo el niño, devolviendo la sonrisa antes de recordar que Nisha debía de estar en el consultorio de Archie.—Mi tía hermana, debe estar buscándome como loca.
—¿Tía hermana?—el hombre pregunto notando la buena vibra que tenía el pequeño, justo lo que necesitaba para su cometido.—¿Cómo funciona eso?
—Es complicado . . . Mi madre adoptiva, es su madre biológica, pero para mi madre biológica es su hermana adoptiva . . . Una tía hermana.—contesto el pequeño Mills como si fuera lo más obvio del mundo antes de comenzar a hojear el libro.
—Vaya, eso sí que es una familia complicada.—murmuro August riendo de lo irónico de la situación.
—Dímelo a mí.—respondió Henry con una sonrisa.—Pero nos las arreglamos.
Ambos se quedaron en un silencio mezclado de incomodidad y tranquilidad. Hasta que Henry se dio cuenta del nuevo cuento agregado. Sin embargo, desapareció al ver que no era la historia que tanto ansiaba.
—Este es un pueblo pequeño . . . y las personas hablan mucho.—informo el hombre tratando de buscar las palabras exactas para decir lo que quería.
—Hablas del hechizo.—corrigió el niño mirándolo fijamente, tratando de averiguar si se estaba burlando de él o no.
—Es sumamente interesante.—expreso August, inclinándose en su asiento. Considerando que el niño era el mejor recurso que tenía a la mano.—Necesito tu ayuda para que ese . . . hechizo se rompa.
—Si quieres mi ayuda . . . tendrás que decirme . . . ¿Qué es lo que tratan de ocultar?—exigió el pequeño señalando una sección de su libro donde la pagina 20, pasaba a la 45.
August negó con la cabeza, un poco incrédulo ante la postura que Henry había tomado. Podía ver lo testarudo que era y que posiblemente no accedería al menos de que se cumplieran sus demandas. Así que tomo asiento en el banco más cercano para poderle revelar ese misterio.
—Estoy seguro de que cuando el hechizo se rompa, todos estarán molestos por contarte esto.—confeso Booth recordando exactamente lo que había escuchado hace años.
—¿La reina malvada se aseguro de mantenerlo oculto?—pregunto el niño apretando con fuerza su libro de cuentos.
—No . . . En realidad quien hizo algo inmoral . . . fueron los héroes.—corrigió el castaño antes de sacar un par de hojas de su mochila, acomodándose mejor para contar lo que tanto había esperado.—Esto paso antes de Emma . . . incluso antes de que me crearan.
Bosque encantado, año desconocido.
El bosque emitía un ambiente tranquilo aquella tarde, el aire lleno de susurros de hojas y el canto lejano de los pájaros que regresaban a su nido para descansar. Mientras Blancanieves caminaba cuidadosamente entre los árboles, llevando una pequeña canasta con hierbas que había recogido junto con una espada para su protección. Todo parecía en calma, hasta que un débil sonido de llanto llegó a sus oídos.
—¿Quién anda ahí?—pregunto con un tono que fingía valentía, deteniéndose para escuchar mejor.
El sonido se repitió un par de veces, volviéndose cada vez más claro hasta que un lamento débil y desesperado se pudo reconocer. La mujer siguió el ruido, su corazón acelerándose con cada paso. Hasta que finalmente, encontró a un pequeño venado atrapado en una trampa de metal.
—Oh, pobrecito.—la azabache susurró, dejando sus cosas a un lado mientras se arrodillaba junto al animal.—Tranquilo, te sacaré de aquí para que puedas volver con tu familia.
El venado la miró con ojos brillantes y llenos de 'miedo' antes de sentir unas suaves caricias, que intentaban mostrarle que todo iba a estar bien y después de unos momentos de gran esfuerzo, el metal finalmente cedió.
Haciendo que el venado diera un pequeño salto hacia atrás, tambaleándose un poco debido a la fuerza que se usó en el momento. Blancanieves sonrió ante su éxito de ayudar a un animalito en graves problemas.
—Ahí tienes, estás a salvo ahora.—dijo en un susurro, esperando que el cazador o responsable de esa trampa estuviera lejos.—No te metas en más problemas.
Sin embargo, antes de que pudiera levantarse por completo, el animal comenzó a comportarse raro, acompañado de un leve temblor. Una nube de humo púrpura lo envolvió y haciendo que el pequeño venadito desapareciera en un parpadeo. Dejando a la Reina Malvada, con una sonrisa triunfal en el rostro.
—¡Regina!—exclamó Blancanieves quedándose congelada un par de segundos antes de intentar correr hacía su espada.
Sin embargo, sus movimientos fueron inútiles, debido a que la reina levantó una mano con una concentración absoluta, haciendo que las ramas y raíces de los árboles se movieron como si estuvieran vivas. Envolviendo los brazos y piernas de la fugitiva con fuerza, sujetándola en su lugar.
—Sabes . . . Fue más fácil de lo que imaginé.—dijo Regina con un tono burlón, dando un par de pasos hacia la chica inmovilizada.—Siempre tan noble, tan ingenua y tan torpe.
—¿Qué quieres de mí?—preguntó Blancanieves, luchando contra las raíces que la sujetaban.
—¿No es obvio?, te traje hasta aquí para tomar una tasa de té.—la reina malvada hablo con una voz llena de sarcasmo, para ella esa pregunta era más que estúpida.—Quiero que pagues por todo lo que me has quitado.
—¿Vas a matarme?—Snow cuestiono con una seguridad fingida, esperando que en cualquier momento alguien de su corte apareciera.
—¡Oh, no!, yo sería incapaz de matarte.—su majestad pauso sus palabras antes de verla con desdén.—Eso sería demasiado fácil, prefiero que sientas por carne propia lo que es al amor de tu vida.
La reina se acercó sin vacilar, sacando un pequeño cuchillo de una cinturilla que traía, provocando que la otra mujer intentara huir del lugar inmediatamente. Sin embargo, las raíces la mantenían inmovilizada.
—¿Qué estás haciendo?—Blancanieves intento averiguar con urgencia, sus ojos fijándose en la hoja del cuchillo.
—Devolviéndote el favor.—murmuro Regina recordando el trágico final de su amado Daniel.
Con un movimiento rápido, enterró la punta del cuchillo en uno de sus dedos, provocando que la fugitiva emitiera un gemido de dolor mientras pequeñas gotas de sangre brotaran sin algún destino o propósito fijo.
—Perfecto.—Regina susurró, guardando la sangre en un frasco con cuidado.
—¿Qué estas . . .?—Blancanieves intentó preguntar, pero su enemiga ya había comenzado recitar un hechizo, apenas audible.
El frasco de vidrio se ilumino y sin titubear ingirió el liquido viscoso de un solo trago. Haciendo que un humo púrpura la envolviera una vez más y cuando desapareció, frente a Snow apareció un reflejo perfecto de ella misma.
—A veces, para destruir a alguien, necesitas convertirte en lo que más aman.—dijo la transformación con la voz exacta, demostrando que el verdadero objetivo era David.
El reflejo sonrió, disfrutando del horror en los ojos de su enemiga antes de girarse para desaparecer entre los árboles, dejando a Blancanieves atrapada en el bosque.
Un par de kilómetros alejados del lugar, donde ocurrió el 'secuestro' de Snow, se encontraba el campamento donde se ocultaban sus aliados.
—¿Blancanieves?—pregunto David notando como una figura familiar emergió entre los árboles, confirmando que era su 'amada'.—Blancanieves . . . ¡Estás aquí! . . . ¿Dónde estabas? . . . todo mundo te esta buscando.
—Escuche un ruido y creí que era algún guardia de la reina.—mintió la mujer tratando de utilizar las palabras y el tono de su enemiga.—No me di cuenta lo mucho que me aleje.
—Creí que te había perdido.—Nolan la atrajo rápido para abrazarla con fuerza y en ese momento sintió como un frio recorriendo su cuerpo.
El castaño se separo abruptamente, no entendía ese sentir en su amada. Sus ojos recorrieron minuciosamente todo su cuerpo intentando encontrar algo fuera de lugar. Sin embargo, no hallo nada fuera de lo normal.
—Tu siempre me encontraras.—respondió la transformación intentando no vomitar por tal cursilería que acababa de decir.
David quedó más tranquilo de escuchar su frase, como si lo que presintiera, estuviera solo en su cabeza. Tal vez un intento desesperado de encontrar algo malo donde claramente no lo había. Como si, sintiera un peso de sus hombros desaparecer, beso el dorso de su amaba antes de guiarla con los demás, pero la mujer se resistió.
Sin pensarlo dos veces la reina lo beso con tal pasión que no cabía dudas de hacía donde quería llevar esa conversación. El plan de Regina era simple y doloroso, quería que Blancanieves viviera por el resto de su vida sabiendo que su gran amor, había estado con otra mujer.
—Espera, si Nisha nació antes que Emma . . . ¿Por que es más joven? ¿La reina envió a su hija al mundo sin magia? ¿Cómo es que . . . —Henry intento preguntar, pero August lo interrumpió, demostrando que había más allá que esa introducción.
—El resto de la historia te la cuento después de que se rompa el hechizo.—el hombre prometió antes de soltar un pequeño quejido, el dolor en su pierna había regresado. Sintiendo la madera rodear su cuerpo.
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