CHRIS

Joder. Estaba duro como una piedra. Podría partir diamantes con la polla.

Se pasó la mano por la cara y abrió la carpeta de PERSONAL en el ordenador.

Buscó su ficha y la abrió para actualizar el teléfono y después guardó el papel en su propio bolsillo.

Si, definitivamente estaba enfermo y muy salido.

Y, por descontado, tenía que gustarle el helado de menta con chocolate. Refrescante y dulce. Exactamente como ella. Y si a eso se le añadía que ella olía a menta fresca...

Era como un jodido soplo de aire.

Había tenido que hacer un esfuerzo sobrehumano para no abalanzarse sobre su boca.

¿Ella era consciente del efecto que tenía en él?

Tenía que dejar de verla como mujer porque siendo ahora su jefe, aquello solo complicaría las cosas.

Ojeó por encima sus datos. Nombre, dirección, fecha de nacimiento...

¡Tenía veintiuno!

¡Sácatela de la cabeza ya!

Tenía doce años menos que él. Realmente era una niña.

Cerró la ficha y se centró en el evento de aquel fin de semana.

Por lo visto comenzaba a las ocho de la tarde.

Bueno, otra excusa para hablar con ella.

Se levantó y fue a buscarla. Otra vez.

No estaba en la cafetería.

Miró en la cocina.

Ella le sonreía a Tom diciéndole que estaba bien.

-Me preocupo por ti enana.

-Ya lo sé. Y te lo agradezco un montón, pero Dan y yo no éramos él uno para él otro. Ahora lo sé.

Tom la envolvió en sus brazos y la besó en la frente.

-Tienes razón y celebro que finalmente te dieses cuenta. Eres joven aun Audrey. Tómatelo con calma.

-Eso haré. Por ahora solo me centraré en el día a día.

-Esa es mi chica. Ahora deja eso en el lavaplatos y llévate la basura por favor.

-De acuerdo.

Tom se alejó hacia la zona de los fogones mientras Audrey enjuagaba algunos vasos y platos, cuando uno de ellos le estalló en la mano.

-¡Ay, mierda!

Chris estuvo a su lado al momento.

-Tranquila. Vamos a lavar la herida.

Le cogió la mano y pasó el pulgar despacio por el corte para comprobar si había quedado algún cristal dentro. Luego puso la mano bajo el agua y limpió la sangre.

Ella hizo una mueca y apartó la mirada.

-¿Te duele?

Asintió.

-Ven, tengo un botiquín en el despacho.

La llevó hasta allí de la mano. No quería soltarla. La dejó en la silla en la que había estado sentada poco antes y cogió el botiquín.

-¿Audrey?-no contestó-Ey...¿Qué pasa?

-No puedo ver sangre. Por favor, solo, tapa la herida para que pueda abrir los ojos.

-Mírame Audrey.

Ella negó con la cabeza varias veces.

-Solo céntrate en mí. No pienses en la herida. Mírame a mí.

Asintió antes de abrir un ojo y luego el otro.

Chris le sonrió y ella le devolvió la sonrisa.

-Ahora voy a cubrir la herida. No es profunda por lo que no necesitarás puntos. Lo estás haciendo muy bien.

-¿No quieres que me desmaye otra vez?

-No. No quiero. Bebiste mucho Audrey. Fuiste temeraria al irte con un desconocido.

-Lo sé.

-Podría haberte pasado algo de no haberte ido conmigo.

Sinceramente, yo tampoco tenía buenos pensamientos en cuanto a ella ese día.

Ese solo pensamiento le estaba volviendo loco. Ella con otro. En peligro, sin que pudiese protegerla.

-Yo también me recrimino eso. Y doy gracias porque fueses tú y no otro.

-Pienso lo mismo.

-Aunque me quedase sin helado.

Ambos sonrieron.

-Esto ya está. Por favor, ten cuidado.

-Gracias. Por todo- le besó en la mejilla, se levantó y volvió al trabajo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top