Llevaba allí toda la puta mañana mirando la pantalla del ordenador y no podía centrarse.

Podía oírla moverse por el pasillo, hablando con el cocinero, riendo, bromeando con Sally... Se estaba volviendo loco.

¿Cómo iba a soportar trabajar con ella cuarenta horas a la semana?

Y ahora encima, ella ya no tenía novio. Como si necesitase más motivos para desearla.

Su teléfono vibró en el bolsillo.

-Dime James.

-Suenas agotado.

-Estoy bien. Estaba poniéndome al día con los horarios.

-De eso quería hablarte. Este fin de semana hay un evento en el club de campo.

-¿Y?

-Tienes que acudir para controlarlo. Ya sabes, baja por paternidad.

-De acuerdo.

-Todos los detalles están en el ordenador en la carpeta de EVENTOS.

Muy listo Sherlock.

-Vale- se frotó el puente de la nariz con el índice y el pulgar.

-Me ha fallado una camarera así que habla con las chicas por si quieren hacer horas extra.

-Entendido.

-Creo que es más posible que sea Audrey quien acepte. Necesita el dinero.

Joder, no.

-Vale.

-Pues eso es todo. Gracias de nuevo.

-Sin problema.

Mataría a su hermano. Ya lo había decidido. Esto era una puta tortura y acababa de empezar.

Por supuesto que su hermano no tenía bastante con un negocio. Había tenido que asociarse con su mujer y llevar, además, una empresa que organizaba todo tipo de eventos. Y ahora él, era responsable de las dos,porque evidentemente ellos iban a traer a un bebé al mundo.

Salió del despacho desesperado por un café.

Miró alrededor y la vio sentada en la mesa con sus dos amigas, las que estaban en el club con ella, y dos chicos.

Uno de ellos la tenía rodeada por los hombros, abrazándola mientras reían.

¿Quién cojones es este?

Sin embargo se obligó a contener la oleada irracional de celos que estaba experimentando y respirar hondo.

Poco después ella se despidió, afortunadamente con besos en la mejilla y volvió a la barra.