Despertar en el hospital no fue agradable.
La enfermera que estaba con ella en la habitación le explicó pacientemente que habia sufrido un ataque de ansiedad.
Eso explicaba algunas cosas sin embargo no resolvia nada.
Se estaba consumiendo lentamente.
Se habia alejado de los hombres que amaba.
Habia huido como una cobarde.
-Señorita por favor. No se altere. Su familia esta fuera. Tiene que tranquilizarse.
El constante pitido de la máquina que controlaba su pulso se estaba volviendo loca.
Cerró los ojos y respiró hondo.
Necesitaba tranquilizar a su familia.

Algo más tranquila, la enfermera salió momentáneamente dejandola sola.
Aprovechó eso para quitarse de encima cada aguja que la conectaba a algo, se puso en pie y salió de la habitación.
Abrir la puerta de la sala de espera y verles alli...

Las lágrimas volvieron. El dolor. El miedo. Todo. De golpe.
Que ambos corriesen hacia ella para consolarla no la ayudaba pero fue incapaz de alejarse en cuanto la tocaron.
Ellos eran su mayor debilidad.
Y una que no podia permitirse porque contra mas se dejase llevar, mas daño les haria.
Tenia que dejarles.

Aspiró con fuerza el olor de ambos que se habian negado a alejarse de ella.
Antes de darse cuenta, Tyler la llevaba en brazos hasta la habitación.
No quería estar alli.
Levantó la mirada hacia ellos.
-¿Puedo quedarme a solas con mis padres un momento?
Uno a uno, salieron al pasillo.
James era el último.
-Espera, por favor. Solo será un minuto.
-Puede esperar, Audrey.
-No puede, James. Quiero que sepas que dejo el trabajo. No puedo seguir en él.
-Esta no es la forma...
-Mantenlo lejos de mi, por favor.
-Audrey...
-A la larga, ellos olvidarán. Esto solo fue una aventura. Una locura.
-Esta bien. Como quieras.
Salió de la habitación dejandola sola con sus padres.
Tal y como la puerta se cerró, su corazón acabó siendo solo polvo.
Y fue peor cuando escuchó un grito al otro lado.