AUDREY

Dan estaba volviéndola loca con tanta llamada.

A este paso estamparía el teléfono contra el suelo.

Bueno, no lo haría, pero la idea la tranquilizó.

Se puso los auriculares del iPod y cerró los ojos tratando de pensar.

Tras superar con éxito la resaca, ya recordaba más acerca de su noche con las chicas.

La imagen del chico misterioso se hizo más clara y pensar en su boca seguía provocándole temblores. Definitivamente no le importaría besarle.

Sin embargo, ¿Cómo llegó hasta aquella cama? Y además desnuda. ¿Se habrían acostado?

Pensar en eso la molestó, porque, sinceramente, desearía poder recordarlo.

También era consciente no solo del riesgo de irse con un completo desconocido y además ebria, sino que de haberse quedado un poco más, quizá las lagunas que aún permanecían en su mente, podrían haber sido resueltas.

Suspiró. Quizá lo mejor sería olvidar.

Bajó del autobús un par de paradas más allá. Miró hacia ambos lados antes de cruzar y corrió hasta la puerta.

Quince minutos antes de la hora. ¡Bien!

-¡Conseguido!-levantó los brazos hacia el techo y dio un pequeño gritito de victoria.

-Bien hecho enana.

Se volvió hacia Tom, el cocinero, con una sonrisa que él le devolvió.

-Buenos días Tom.

-Buenos días.

-¿Y Sally?- la expresión de Tom se suavizó al oír el nombre de la chica.

-Cambiándose.

-Entonces voy a cambiarme yo también. Hasta ahora.

Se despidió con una sonrisa y se dirigió al almacén.

Golpeó la puerta y esperó a que su compañera abriese.

Cerró la puerta tras ella y empezó a desnudarse.

-Oh, Audrey, tienes que ver al tío que ha venido con el jefe.- Audrey rodó los ojos. Para Sally todos los hombres eran... ¡Oh, Dios mío!

-¿Qué tiene este de especial?

-Un cuerpo para morirse- se abanicó con ambas manos parpadeando a la velocidad de la luz haciéndola estallar a carcajadas.

Unos golpecitos en la puerta la detuvieron.

-Vamos chicas, quiero hablar con vosotras antes de abrir.

-Ya vamos-respondieron a la vez.

Terminaron de cambiarse y regresaron a la parte de la cafetería.

James y Tom estaban en la barra junto a otro hombre.

Ese debía ser al que se refería Sally. Visto desde atrás sí que tenía buen cuerpo.

James reparó en ellas y se levantó del taburete.

-Chris, ellas son Sally Mason y Audrey Jones.

El desconocido se giró entonces y la boca de Audrey se secó.

Si, definitivamente le recordaba muy bien.

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