ARIN
No sé como hacer para que Jones se tranquilice.
Entiendo perfectamente que esté preocupado. Yo estoy preocupada. No todos los días, una se entera de que su hija no solo está en una relación con un hombre mayor, sino que también con el que hasta hace un par de días, era su primo.
He hablado de mis miedos con Samantha. Ella y Bruce están pasando por lo mismo que nosotros, de modo que comprenden.
Solo, creo, que me hubiese gustado que Audrey acudiera a nosotros.
No sé si hubiésemos llegado a impedir esta locura, pero quizá sería más consciente.
Todo esto le ha causado un ataque de ansiedad, por el amor de Dios.
Sin embargo al verles... Es imposible no darse cuenta de que ambos la aman y que ella les corresponde.
Conocer que es posible que Chris Harrison vaya a la cárcel por mantener una relación con un menor, debe haber sido el motivo por el que ella intentó alejarse de lo que la hace feliz.
Me gustaría poder hacer algo. Decirle que todo saldrá bien, pero no puedo.
A menos que mantengan lo suyo en completo silencio hasta que Tyler cumpla la mayoría de edad, no sé que más se puede hacer.
Alejarlos solo les hace daño.
Y entiendo eso.
Yo me alejé una vez del amor de mi vida y acabé casada con quien yo creía que amaba.
El destino tuvo la amabilidad de dejarme corregir ese error.
No quiero que mi hija sufra. Ninguna de las dos, aunque sé que es pronto aun para Lex.
Preparo la cena aun sumida en mis pensamientos.
Jones lleva encerrado en su despacho desde que Audrey se fue con Dan.
No sé cuales eran las intenciones de mi hija, solo espero y confío en que no cometa ninguna tontería, como volver con ese chico.
Capa tras capa de pasta y luego la carne con el tomate, hasta la última lámina de lasaña me mantienen entretenida.
Luego la bechamel y el queso rallado y al horno.
Hacia tiempo que no preparaba lasaña. Es el plato favorito de Audrey y también de su padre.
Supongo que ese es el motivo por el que me decidí por este plato.
Cuarenta y cinco minutos después, apago el horno y pongo la mesa.
Espero que Jones esté más tranquilo.
Llamo a la puerta de su despacho y me asomo.
Me sorprende ver que efectivamente parece más relajado. Incluso me sonríe, y yo hago lo mismo.
-Veo que estás más tranquilo.
-Si. Vamos. Tengo hambre.
Me besa y salimos de su despacho camino a la cocina.
Suspiro agradecida.
Ahora, a esperar a que nuestra hija vuelva a casa.
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