challenge 04

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❝ baile sensual ❞
(感性舞蹈)

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Día cuatro en el apartamento de Jeon.

—Ah... Cómo desearía que estés aquí —pronunció Jungkook, por medio de una llamada telefónica con Jimin.

—Ya, hyung —rió leve—. Estoy volviendo, no se preocupe. Espero no perderme por estas calles —murmuró, viendo a su alrededor con algo de nervios.

—Yo dije que te iría a buscar, pero tú te negaste —bufó Jeon—. Te necesito, ahora. Vuelve ya —Park tembló al escuchar eso.

—E-Estoy a punto de bajar hacia la estación de metro, no se preocupe —mencionó, viendo que en la manzana siguiente se encontraban aquellas escaleras hacia abajo con un cartel iluminado.

—¿Tan lejos son tus clases de baile? —dudó el mayor, despeinando sus cabellos.

—Eh... Sí, Kookie. A-Algo así —respondió nervioso.

Jungkook pudo percibir su inquietud, sabiendo que ocultaba algo.

—¿Estás mintiendo? —frunció el ceño.

Jimin suspiró.

—N-No, Jungkookie hyung... —intentó excusarse—. Solo por hoy tu-tuvimos la clase en un estudio m-más lejos —rió.

Jeon siguió sin creerle.

—¿A dónde mierda fuiste? —preguntó ahora enojado.

—N-No se enoje conmigo, h-hyung —mordió su labio inferior—, fui a comprar u-una cosa q-que necesito —comenzó a bajar las escaleras.

Jungkook golpeó su mejilla interior con su lengua, como signo de su harta posesividad.

—¿Qué cosa? —dudó ahora un poco más tranquilo.

—Ya lo verá —sonrió—. Debo cortarle, nos vemos luego, Kookie —tiró un besito al celular y colgó la llamada.

Mientras tanto Jungkook maldecía y tiraba su teléfono al suelo con brusquedad.

El rubio entro al metro, sentándose al lado de una anciana. Comenzó a pensar los pasos que había ideado cuando estaba comprando la ropa, intentando agregarle más cosas para seducir en mayor intensidad al alfa.

—Tengo que excitarlo... —murmuró para sí mismo.

La mujer a su derecha lo miró sorprendida, frunciendo el ceño.

Jimin abrió su boca para justificarse, pero nada coherente salió.

—E-Es el guión d-de una obra. Sí —rió nervioso, rascando su cuello—. Estoy actuando e-en "Alicia en el país de las maravillas", señora.

La nombrada asintió, alejándose un poco del pequeño omega.

Park rió en su interior, repitiéndose que no debía pensar en voz alta cuando estaba en público.

Una vez llegado a su destino, bajó del transporte apurado y corrió al edificio del más alto, el cual estaba a unas dos manzanas.

Entró corriendo, recibiendo una mirada extraña del personal de seguridad, y entró al ascensor.

Las puertas se cerraron y suspiró con alivio.

—Okay. Es solo un baile, Jimin. No te pongas nervioso —susurró, al estar solo.

La pantalla del elevador anunció que ya se había llegado al último piso, y el bajito salió, apretando en su mano la bolsa que tenía con él.

Sacó la copia de las llaves de su bolsillo de forma nerviosa y abrió la puerta del apartamento.

Caminó por el pasillo de entrada y llegó a la sala, donde pudo ver a Jungkook sentado en el sofá. Su camisa blanca tenía los primeros cuatro botones desenganchados, las mangas estaban dobladas hasta un poco antes del codo y el cinturón de su pantalón estaba abierto. En su mano derecha tenía un vaso casi vacío de whisky con hielos, sus cabellos estaban revueltos, y sus ojos lo miraban fijamente a él.

Jimin se sintió muy intimidado por aquella penetrante mirada, por lo que bajó la mirada al suelo y mordió su labio inferior.

—¿Se puede saber por qué me has mentido?—preguntó con una voz ronca el pelinegro.

El Omega del menor tembló por completo, al igual que él.

—Ya casi son las ocho de la noche. Respóndeme —mencionó otra vez.

Jimin subió su mirada nervioso y comenzó a jugar con la tela de la bolsa.

—E-Es que, hyung...—comenzó a decir, mas Jungkook lo interrumpió.

—Muéstrame lo que has traído. ¿Qué ha sido tan importante como para mentirme de esa manera? —se puso de pie, caminando hacia el rubio—. No quiero ponerme así de serio, pequeño, pero te tengo que cuidar. Y si te llega a pasar algo yo... —Jimin lo cortó.

—Lo sé, K-Kookie. Lo siento —pasó un mechón de su cabello por detrás de su oreja—. Solo compré algo que usaré para el reto de hoy —mencionó seguro de sí mismo, intentando alejar aquella faceta tímida.

La mirada de Jeon cambió a una mucho más oscura.

—¿Recuerdas qué desafío tienes que cumplir hoy? —dudó, tomándolo de la cintura.

—Claro, Kookie—sonrió, jugando ahora con uno de los botones de la camisa del nombrado.

Jungkook sonrió ladino, olvidando su enojo por completo.

—Más te vale que tu baile sea tan bueno como para perdonar lo que hiciste, ¿mhm? —bajó sus manos al esponjoso trasero de su menor, apretándolo mientras su boca se dirigía a su oreja—. O sabes que hyung puede castigarte, y no quieres eso... —respiró pesado allí, en tanto Jimin apretaba la camisa del más alto, arrugándola—. ¿O sí? —lamió el lóbulo de su oreja.

El omega gimió nervioso, sintiendo que Jungkook separaba sus labios de su oído y juntaba sus frentes.

—Ve a cambiarte. Ahora —mandó el azabache, dejando un beso húmedo en su cuello donde iría la marca.

El bajito asintió temblando y caminó torpemente hacia su habitación, donde se encerró.

Quitó su ropa de manera rápida y tomó el contenido de la bolsita: unas bragas blancas que eran grusas de la parte de arriba llegando hasta su cintura, pero tanga en la parte de abajo con encaje. Y en la parte de arriba, usaría un crop top lila con breteles —sin mangas— que tenía dos botoncitos blancos en el pecho. Por último, agregó sus medias blancas de red que llegaban solo hasta sus muslos.

Se miró en el gran espejo de su pared y se colocó de costado, viendo que en la parte de su trasero no parecía estar usando ropa interior, puesto que la franja de tela fina blanca se perdía entre sus nalgas.

Sonrió satisfecho y se acercó al tocador, colocando una exagerada cantidad de brillo labial —el cual tenía, también, un poco de glitter— y sus aretes colgantes plateados.

Salió de su cuarto y caminó hacia la habitación del alfa. Sacó de su armario una de sus camisas blancas colocándosela abierta y arremangada, tapando hasta sus muslos traseros.

Ahora sí, estaba listo. Se dirigió a la sala y entró con una sonrisita coqueta, viendo cómo había cambiado la apariencia del lugar.

Lo único que iluminaba la sala eran las luces led que se hallaban en los límites inferiores y superiores de las paredes, cambiando los colores de violeta a rojo, de naranja a azul, y así sucesivamente. También estaba la fogata del hogar prendida.

El azabache estaba sentando en uno de los sofás, aún tomando más whisky.

Cuando Jeon sintió el aroma de Jimin, volteó a verlo. Y dios, casi pierde la cabeza.

Nunca en su vida había visto una cosa tan sexy, al punto de llegar a enloquecerlo, como lo era Park Jimin.

Apretó el vaso en su mano, casi rompiéndolo de no ser por el pequeño rubio, quien se movió y caminó —como si estuviera ignorándolo— al reproductor de música que tenía el mayor.

Con su teléfono, se conectó vía Bluetooth a aquel aparato y colocó algo de música lenta. Una mezcla de jazz y hip-hop, podría decirse.

Sonrió ladino y se colocó delante de Jungkook, de espaldas.

Y comenzó.

Inclinó su cuerpo, de la cintura para arriba, hacia adelante, colocando su mano izquierda en su rodilla derecha, y su diestra paseándose sobre su piel en los muslos traseros.

A Jungkook ya se le había parado, sin embargo.

Sus caderas comenzaron a menearse, aún haciendo lo anteriormente dicho. No obstante, Jeon no tenía una vista directa de su trasero. No sabía lo que se le venía.

El rubio volvió a colocarse recto, para luego llevar sus manos a sus caderas y comenzar a menearlas, arqueando su espalda hacia dentro y su gran culo sobresaliendo hacia fuera.

—¿Le gusta, hyung? —preguntó con un tono inocente.

—Sigue, pequeño. Eres perfecto —relamió sus labios el más alto, apretando su gran erección sobre sus pantalones.

—Como usted ordene, hyung —rió meloso.

Volteó, ahora estando frente a Jungkook, y se fue agachando hasta quedar en cuclillas. Una de sus piernas estaba a una altura más alta que la otra, por lo que movió ahora sus hombros de forma lenta, provocando que una de las mangas de la gran camisa se saliera de lugar. Todo despacio, enloqueciendo al contrario.

Sus ojos no se despegaban de los de su hyung.

Se puso de pie y volvió a voltear, pero antes de que pudiera hacer algo, el mayor lo interrumpió.

La camisa. Quítatela, ahora —ordenó, usando por primera vez su voz de mando.

El cuerpo de Jimin tembló de manera exagerada e intensa, pero terminó obedeciendo al instante. Lentamente fue quitando ambas mangas, hasta que la camisa cayó al piso.

Jungkook sintió su lobo aullar necesitado de aquel omega.

Por dios, en lo único que podía centrarse el más alto ahora era en aquel relleno trasero y lo bien que se veía aquella ropa interior en él. Nunca en su vida había sentido lo que sentía en ese momento.

Park siguió, ahora poniéndose en cuclillas nuevamente, de manera lenta, con las piernas bien abiertas, hasta llegar al piso. Comenzó a menear su trasero, arqueando su espalda de forma repetitiva para hacer un lento y pequeño twerk.

Jimin ladeó su cabeza hacia un costado y miró de reojo a su mayor.

El cual ya había desabrochado sus pantalones y se encontraba tocando su miembro por encima de la tela del bóxer.

Siguió con aquel paso, agregándole también algunos movimientos de sus brazos y manos sobre su piel y cabello, hasta que se levantó de una manera demasiado sexual —según Jeon—.

La música seguía reproduciéndose, en tanto el rubio decidió rodear el sofá en el que se encontraba su alfa, pasando una de sus manos por el pecho ajeno. Hasta que se colocó detrás suyo.

Jungkook elevó un poco su cabeza para mirarlo, y Jimin comenzó a masajear su cuello y hombros, hasta que dejó su mano de nuevo en su pecho, y plantó un beso en la comisura de sus labios, y otro en su firme y tensa mandíbula.

Luego se colocó entre sus piernas —las cuales estaban un poco abiertas— y de espaldas, y tomó las manos del nombrado, ambas poniéndolas en su cadera.

Jeon podría babear.

El omega contoneó sus caderas, bajando sus propias manos a los muslos musculosos del mayor y masajeándolos al ritmo de su baile.

La mano derecha de Jungkook subió por su torso, metiéndose por debajo del crop top y acariciando uno de sus pezones. Jimin gimió agudo.

Y ya no aguantó más, se subió a horcajadas del azabache, haciendo movimientos circulares con sus caderas, apegando su trasero justo en la erección de este.

Tomó el brazo derecho del alfa, el cual estaba lleno de tatuajes que simulaban una manga, y notó que había una nueva parte cubierta de esa tinta permanente.

Su mano.

Tenía tatuada allí un águila, con rosas y espinas rodeándola. Y en sus dedos índice, mayor, anular y meñique, además de estar decorados con líneas raras, decía "1989".

—Nuevo tatuaje, hyung... —sonrió coqueto, lamiendo los grafiteados dedos bajo la embobada mirada del mayor—. Me gusta —murmuró, para después meterlos en su boca y llenarlos de su saliva, mientras continuaba con su contoneo.

—Mierda, me estás volviendo loco —gruñó el más alto.

Simuló una embestida hacia su trasero, lo cual provocó que este chillara sorpresivamente y soltara sus dedos.

—Vamos, bebé. Síguete moviendo para hyung —ordenó con la voz muy ronca, pasando sus manos por las caderas del menor y apretándolas.

Jimin obedeció y volvió a moverse, aumentando la velocidad. Él también estaba excitado, mucho. Lo demostraba con los chillidos agudos que soltaba cada vez que ejercía presión hacia abajo.

Jeon bajó hacia su trasero, metiendo sus manos por debajo de sus bragas para así apretar y amasar todo lo que podía.

Dios, parecía que estaban follando, pero con ropa.

Jimin jadeaba y Jungkook gruñía, ambos sonidos y aromas acoplándose y formando un ambiente mucho más sexual de lo que el rubio quería.

—¿No prefieres que dejemos todos estos jueguitos y que te folle en serio? No aguantaré más así, pequeño —murmuró grave el alfa.

Pero cuando Jimin volvió a sentir que su celo se adelantaba, junto con el lubricante natural en su entrada bajando por sus muslos, decidió parar.

—H-Hyung, para... —gimió, sintiendo su cuerpo mucho más acalorado.

—¿Qué pasa ahora, pequeño? —dudó el alfa, algo frustrado por querer seguir con aquello.

—Mi-Mi celo... S-Se va a-a adelantar —jadeó, arrugando la camisa del azabache.

Jungkook suspiró y quitó sus manos del trasero del bajito.

—Ve a ducharte entonces, bonito, para calmarte un poco —aconsejó, acariciando los cabellos rubios de su nuca y besando su sudada frente.

—Gracias p-por... por entender, hyung —susurró, bajando su mirada. Rápidamente se levantó y corrió al baño, terminándose por encerrar.

En tanto Jeon pasaba sus mano por su rostro, sintió algo raro en sus muslos, bajando la mirada y notando que aquel viscoso lubricante del rubio estaba en sus pantalones.

Y bueno, para qué mentirles. Volvió a masturbarse mientras olía ese frutal líquido.

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