Capítulo 3

Capítulo 3
~¡¿El rojo me persigue o qué?!~

«Estaba corriendo por mi vida en un sitio que no conocía, todo era de color negro, podía sentir el palpitar de mi corazón».

"¡¿Qué está pasando?!"

«Me tropecé con mis propios pies y fui cayendo a un oscuro e infinito abismo».

Desperté exaltado debido a mi sueño... Y pensar que decía que las pesadillas ya no me darían de grande.

Una risa suave salió de mis labios, empecé a arrastrar la mirada buscando el reloj.

Son las 4:35 a.m.

Me di una palmada en la mejilla, solté un leve quejido. Me posicioné para volver a dormir, lo cual fue imposible, no podía reconciliar el sueño y me senté al borde de la cama.

Di un pesado suspiro.

Me estiré y con ello todos los huesos de mi columna traquearon. Cerca de mi estaba Dante, agitando su cola como diciéndome "Buenos días". Le acaricié la cabeza.

-¿Cómo amaneciste muchacho? -una sonrisa ladina se posó en mí cara, un ladrido que entendí afirmativamente. -No hagas mucho ruido o te regañarán. -Volví a caricia su cabeza.

Me levanté somnoliento, tocando el helado piso con mis pies, agarré mi celular de la mesita de noche y me dirigí al baño. Hundí el pequeño interruptor de la luz, encontrándome con mi enorme espejo; me acerqué a este, abrí el lavamanos y me eché agua en la cara.

Levanté mi rostro, observando mi reflejo.

"¿Cuándo pasó todo esto?".

Empecé a tocar el pircing, mis manos empezaron a bajar pasando la yema de mis dedos el fuerte morado que resaltaba en mi mejilla derecha y terminando en mi labio, el cual estaba roto.

Otro suspiro escapó de mis labios.

Hice rápido todas mis necesidades, coloqué mi celular a un lado y reproduje música, con ello di inicio al baño.

El agua corría por todo mi cuerpo, la música se oía de fondo. Restregué mi cabeza con el shampoo con esencia de café mientas tarareaba la canción. Duré unos minutos más, hasta que toda la espuma ya había desaparecido de mi cuerpo, cerré la llave y salí.

-¡Rayos! -me quejé a lo bajo, se me había olvidado traer la toalla. -Al menos que siempre guardan una acá. -Me acerqué al lavamanos y saqué la toalla que había debajo de este.

Salí con la toalla enredada en la cintura; Dante me empezó a seguir por todos lados mientras buscaba las cosas para vestirme en el armario.

-¡Dante sentado! -dije mientras sonreía, el me obedeció enseguida moviendo su cola de un lado a otro. - ¡Ve! -lo eché, él se fue corriendo, sus pisadas se oían por el roce de sus garras contra el suelo. Se acostó en mi cama, mirándome-Eso es acosar, ¿sabes? -comenté con gracia, vi cómo se tapaba los ojos con su pata. Que buen entrenador tuvo, quiero decir, yo.

Saqué un jean oscuro, con rotos en las rodillas y un suéter de color mostaza, lo cual combiné con un gorrito tipo Bennie negro.

-¿Qué tal? -le pregunté a Dante con mis brazos extendidos, el solo ladró. -¿Está bien así? O el gorro es demasiado, ¿no? -lo único que recibí fue otro ladrido y lo tomé como afirmativo. -Lo sabía -chasqueé la lengua contra mis dientes. -Gracias por el consejo -aun así, sonreí y empecé a jugar con él.

Me detuve al ver la hora.

-Ya son las 5:32, ¿eh? -me levanté, dejando a Dante con más ansias de jugar. -Tranquilo muchacho, jugaré contigo cuando venga -me despedí agarrando mi mochila junto al estuche.

-Nos vemos.

Salí de mi habitación, abriendo la puerta para que salga de ahí, este se fue corriendo desapareciendo de mi vista; camine por el largo pasillo lleno de cuadros con diversos recuerdos de mi vida, la de mis padres y abuelos, fui bajando lentamente la escalera agarrándome del barandal con mi mano libre.

-Buenos días, papá. -Saludé, el solo frunció el ceño. -Gracias. -Comente sarcásticamente.

-¡Oh, cariño! -llamó mi madre con su dulce voz, se notaba la incomodidad de la situación en su rostro y en su actuar. -Creo que están mejor las heridas. -Dijo al acercarse y tomar mi cara entre sus suaves manos.

-No te debes preocupar -aparté mi cara y al instante se formó un silencio incómodo. Podía cortarse fácilmente. -¿Qué hay para desayunar? -pregunté intentando alivianar el ambiente.

-Para ti no hay. -Comentó mi padre viéndome casi que con desprecio.

-¡Joseph! -regañó mi madre pegándole una palmada en el pecho -¡Es tu hijo!

-No... -Pausó. -Ese no lo es. -dio media vuelta, ignorándome como de costumbre.

Entonces me limité a dar un suspiro de frustración y a mirar los ojos de mi atónita madre, abrió la boca para rebatirle, pero solo sonreí con la intención de interrumpirla; apreté con mucha fuerza mis labios, tenía mis ojos clavados en el piso, me sentía terriblemente impotente.

Seguí mi paso a la puerta ignorando los llamados de mi madre y cerré con fuerza la puerta cuando salí.

Era temprano, el recorrido duraba mucho así que solo me esforcé por dar pasos rápidos.

Estaba tan metido en mi mente que ni siquiera sabía cómo había llegado al teatro.

"¡Ahhh, me olvidé de pasar por un café!"-pensé quejándome.

Resignado empujé la puerta del recibidor, encontrando una vez más a la señora Blanca.

-¡Buenos días, Axel! -me sonrió serena. -Tan puntual como siempre, querido. -Habló acomodándose en la silla de cuero, esa en la que todos los días estaba.

-Buenos días igualmente, señora Blanca, -le devolví la sonrisa. -Solo es la costumbre. - expliqué y me dispuse a entrar con pasos lentos, hasta que escucho que me llama otra vez.

-¿Qué te paso en la cara? -preguntó mirándome preocupada, yo únicamente levanté mis hombros para que entendiera que no era tan importante. -Acércate. -se paró de su silla y salió de la pequeña recepción en mi dirección.

Coloco su mano en mi mejilla y la empezó a examinar.

-¡Ese Joseph! -chilló de la rabia. -¡Nunca aprenderá! -escupió, no de forma literal, -Sígueme. -comencé a seguirla hasta terminar en su pequeña oficina, apartada del resto del mundo, en una esquina desconocida para cualquiera.

La observé buscando entre los cajones de su escritorio, abriendo uno tras de otro, cerrándolos bruscamente.

-¡Lo encontré! -me miró, moviendo su mano diciendo que me acercara; silenciosamente lo hice, sentándome en el viejo escritorio de cedro. Entre sus arrugadas manos se encontraba un pequeño botiquín de emergencias. --Sabía que algún día lo utilizaría, -dijo con obviedad dando un suspiro. -Algunas veces me dan ganas de partirle la cara a Joseph, después recuerdo que es policía y me retracto. -Una leve risa sale de mis labios. -Bueno, vamos a sanar esta mejilla inflamada. buscó una pomada para aplicarme en el sitio afectado, logró encontrarla fácilmente.

Yo me limité a estar callado, no me gustaba decir aquellas cosas que más me dolían y herían a otras personas, no importaba quien.

-Ya terminé muchacho, -me miró con una cara de pena, la cual no quería recibir ni en broma. -Ve... Te está esperando, también acaba de llegar. -palmeó mi hombro y sin mirarla asentí para luego bajar de aquel escritorio.

-Gracias. -Mencioné en un susurro estando ya en el marco de la puerta, salí completamente, sin mirar atrás.

Agarré el carnet en el mesón del living. Pasé Sin hacer ruido alguno, apreté con fuerza el estuche de mi instrumento y me detuve abruptamente.

"¡¿Por qué esto solo me pasa a mí?!"-pensé mientras fruncía el ceño, golpeé el muro que estaba a un costado mío.

-¿Por qué a mí...? -se escapó de mis labios aquella mísera frase, te puede hacer sentir tan miserable.

Miré mis nudillos.

Rojos por el golpe.

Rojos como el moretón de mi mejilla.

Moví mi cabeza a los lados, intentando enfriar las aguas.

"No te dejes pisotear por esos pensamientos" -me motivé a mí mismo, apreté fuertemente el puño de mi mano y seguí mi camino al salón de prácticas.

A mi salón de estudio, bueno... a nuestro salón de estudio.

Ignorando todo aquello que me pasaba me adentré a la gran puerta roja.

"¿El rojo me persigue o qué?" -pensé burlona mente, ese pensamiento estúpido me hizo tener una sonrisa otra vez.

"A veces agradezco las estupideces que se me vienen a la mente" -sin más espera me encuentro, con una Perse muy cómoda leyendo en el banco tranquilamente.

-¡Buenos días estrellita la tierra te dice HoOla! -saludé al entrar, yendo a acomodar mis cosas para iniciar. -¿Qué lees? -pregunté sin mirarla.

-"Alegre anécdota de un bipolar" -dijo sin más preámbulos. -Ah, y buenos días a ti también. -Giré mi cabeza para volver a verla, no despegó la mirada ni un segundo del libro desde que entré, pero vi una pequeña risilla escaparse de sus labios, tal vez por el raro saludo que le proporcioné.

-¿Tan interesante es que ni si quiera me miras?

-Si - dijo simplemente mientras dejaba de sonreír.

"Aunque su sonrisa es linda"

-Eso me dolió -la vi detalladamente desde mi posición, pude notar sus pequeñas pecas casi imperceptibles y volver a ver sus ojos color negro, los cuales son del mismo color que aparece en el final del mismo abismo en el que caí cuando tuve la pesadilla de esta mañana.

Espera.

Mi cara se tornó de un fuerte carmesí.

"¡¡¿Qué es lo que me pasa?!!" -esquivé su mirada a toda costa, aunque no me estuviera mirando. -"! Axel deja de pensar cosas estúpidas por una vez en tu vida!" -estaba nervioso, pero ignoré todo eso y me dediqué a lo que vine.

Carraspeé mi garganta para que me prestara atención.

-Bueno, -alargué la "o". -iniciemos nuestra práctica -me acomodé en el suelo y me la quedé viendo fijamente, esperando una respuesta.

Vi como rodó los ojos y se sentó de una forma más aceptable; fue tocando tecla por tecla, probándolas.

-Mira y aprende. -tronó sus dedos y empezó a tocar.

-Minuto 1:48-

Empezó a tocar desde la parte en que todos mis sentidos se pierden y no me puedo concentrar.

Cerré mis ojos para concentrarme en el sonido, en cada pieza, en cada detalle.

La música que producía, me hacía sentir como si estuviéramos en un complejo baile; pasos rápidos, giros y vueltas, que en un pequeño descuido pisabas a tu compañero y todo terminaba.

-Minuto 2:32-

-Impresionante, -aplaudí un par de veces. -¿Lo improvisaste?

Ella bufa y me mira.

-¿Qué te paso en la mejilla? -me miro incrédula. -No me había dado cuenta... -Se produjo un silencio entre nosotros. -No sabía que eras un chico busca pleitos. -tenía una mirada sin expresión mientras hacía sonrisa se posa en su rostro, su sonrisa era de falsa emoción.

-No soy ese tipo de persona en primer lugar y en segundo... No contestaste a mi pregunta, ¿Es improvisado?

-No, -pausó, -lo hizo mi madre. -se levantó del banco y camino en mi dirección. -Ella era grandiosa, pero no venimos para hablar de mi vida, -agarró las partituras y comenzó a leerlas, -¿Qué son todos estos garabatos? -preguntó.

-¿No sabes qué son? -me miró contestando un "Nop" -Dios santo padre celestial, esto será muy agotador. -La llevé al banco nuevamente y tuve que explicarle todo, aunque una que otra cosa quedará para la siguiente clase.

Pude ver su cara de confusión al terminar de explicar.

Este será el día más agotador de mi vida y eso que he tenido muchos.

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Buenas, buenas!!!!

Otro capítulo terminado!!
Espero que la halla gustado mucho todo esto. recibo ayuda de muchas personas para organizar y crear ideas. Gracias a esas personas!!

Y mi editora estrella @Marianitta60 es una gran ayuda para mi, y para poder tener sus capítulos claro.

Gracias por leer!!

Bye.

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