Capítulo 1
Capítulo 1
~Encuentro de lo imposible ~
Caminaba por la acera de la calle, oía como cada tanto sonaban las llantas de los vehículos derrapar por el pavimento, obviamente, solo me estaba guiando por el sonido. Estaba pasando por las mismas calles, ya conocía este lugar, desde muy joven me hacían caminar de mi casa al teatro - algunas veces me decían que fuera solo - no es algo de lo que preocuparse- que un menor de seis años caminara 5 cuadras casi todos los días, era algo casual en mi familia.
Seguía el sendero, pasando por los mismos locales que, al pasar de diez años nunca cambiaron, la cafetería Coffee Wink era uno de mis lugares favoritos y más recurrentes de mi diario vivir, ahí iba cuando me estresaba o solo quería descansar, se me hacía sumamente relajante. La biblioteca pública era otro de mis lugares favoritos, era silenciosa y cautivadora, me permitían tocar el piano de cola del lugar, un Bechstein de 1963, era un clásico y una belleza. Aunque sabía tocarlo, no era mi profesión, lo mío era el violín. Magnífica creación hecha por los dioses del Olimpo, un pequeño instrumento que aliviaba todos mis dolores y lamentos, cuando tocaba sus cuerdas mis sentidos se agudizaban y me hacían sentir como un ser incomprendido - aún que eso era toda la vida -.
Seguía caminando, solo faltaban unas casas sin importancia y llegaba a mi destino, no era de esperarse que casi todo el mundo me saludara; vivíamos en un ciudad - casi pueblo- pequeña, donde todos se conocían. Yo, por obvias razones, saludaba de vuelta, lo mío era ser un príncipe o eso creía mi familia, no era el cien por ciento educado, pero me las arreglaba.
Según mi familia "todo por la imagen" odiaba esa parte, creyéndose como si fueran superiores a todos, como si fueran reyes del mundo. La verdad es que a mí me incomodaba eso, no estaba muy de acuerdo con sus ideales,
Pero... ¿Qué podía hacer?, era mi familia después de todo.
Me faltaba cruzar la carrera, estaba esperando a que el semáforo cambiara de color, era muy aburrido esperar aquí.
Suspiré desinteresado, no había nada interesante, mis ojos buscando algo entretenido se desviaron a todo mi campo de visión.
Niños jugando; personas hablando; ancianos sentados, disfrutando lo que sea que disfrutaran; nada interesante.
Cuando por fin cambió, retomé mi caminar. Mis pasos eran sencillos, igual que la expresión de mi cara; no estaba muy interesado en lo que me rodeara, todo se me hacía simple, excepto por...
Mi violín.
Llegué a mi segundo hogar, al lugar donde he pasado una gran parte de mi vida metido, podría decirse que hasta más que él colegio. El teatro Evans, uno de mis grandes aliados, aquí es a donde iba - y seguiré yendo - a practicar. El edificio era de mármol pulido con tanta delicadeza y lujo de detalle, que siempre quedó impresionado cada vez que lo miró. Entre pasando por la recepción, la señora que atendía ahí, ya pasaba los 60 años, pero seguía con ese entusiasmo de seguir trabajando en este lugar.
-Querido - habló suave la señora Blanca - que bueno es volver a verte - dijo juntando sus manos en su pecho.
-Igualmente, señora Blanca - me inclino levemente - ¿Puedo pasar? -
-Esta es tu casa cariño, toma-me entrega un carnet, este me sirve para poder pasar a la sala de ensayo.
-Gracias, señora Blanca - esbocé una leve sonrisa.
-Con mucho gusto cariño, pero ¿Cuántas veces te he dicho que solo me llames Blanca? - se quejó - Me haces sentir vieja - reí levemente ante su comentario.
-Okey señora Blanca - salí de ahí, pero se escucha los gritos de Blanca.
-CARIÑO! - Dijo lo más alto que pudo - ¡HAY OTRA PERSONA PRACTICANDO! ¡NO LA REGAÑES, ES SU PRIMERA VEZ! - podía ver perfectamente la sonrisa que colocó al final de la explicación.
-¡NO PROMETO NADA SEÑORA BLANCA! - terminé de decir, pude oír su pesado suspiro desde la distancia.
¿Quién será esa persona?
Por lo general nadie se acerca a este lugar debido a que les parece "aburrido", ojalá lo conocieran en realidad.
Los pasillos del teatro eran como los de la Catedral, con grandes paneles que dejaban entrar la claridad haciéndolos más brillantes; los paneles de estas eran de diferentes colores, que hacían que el ambiente cambiara, sus paredes color crema le daban el toque rústico al lugar, igual que su crujiente piso de madera de roble.
El sonido del piano se oía a la distancia. No había nadie en el pueblo que le gustara tocar el piano o cualquier otro instrumento. El sonido se intensificaba con cada paso que daba; empecé a andar más rápido, hasta que terminé inevitablemente corriendo.
Llegué ante la puerta donde salía aquel hermoso sonido, podía identificar la pieza que estaba tocando, ballede No. 1 de chopin en G menor.
¿Qué hacía un pianista tocando una canción de dúo?
No resistí más y entre.
Oh, divina sea la gracia de Dios...
La persona que tocaba el piano era una joven de cabellos rubios y ondulados, los cual eran tan cortos como los de un chico, con una pañoleta de color rojo simulando un cintillo que le recogía el cabello dejando caer sus rulos más largos en su rostro. Se atisbaba la pasión con la que acariciaba las teclas. Decidí tocar con ella, saqué mi violín de mi estuche y me apresuré en afinarlo.
Ella todavía no notaba mi presencia.
Cuando terminé de ajustarlo, comencé a tocar con ella.
-minuto 1:28-
Vi cómo se sorprendió al oír el sonido de mi violín tocar junto al suyo, era una armonía perfecta. A pesar de haber comenzado podía seguir sus pasos, ver la pasión que salía de aquella joven al tocar.
1...
2...
3...
Era mi conteo para seguir tocando, suave y delicado al principio. Mi mano tocaba las cuerdas lentamente, mientras que la otra agarraba el arco con firmeza, se esforzaba en ir lento con la canción y no sobrepasarse.
Mis manos firmes se empezaron a moveré más rápido con el avanzar de la pieza, no podía invitarlo. Era mi pasión tocar el violín y descargar todos mis sentimientos, toda mi furia.
Gotas de sudor pasaban por mi sien, nunca había sentido algo como esto. La pieza aumentaba su ritmo, expresaba todo aquello que tenía guardado para mí.
Mi mano se movía de una manera rápida, detallando cada parte de la pieza; me encantaban estas partituras, gracias a que detonaban un montón de sentimientos ocultos dentro de nosotros. El sonido agudo se las cuerdas chocaban con mis oídos, era simplemente...
Hermoso, eso era.
Los movimientos bruscos pero elegantes, resaltaban el arduo empeño que dedique en aprenderme todo esto. Los sonidos combinados de nuestros instrumentos parecieron creados para que estuvieran juntos, una melodía perfecta.
El tono lúgubre de la sinfonía resaltaba los sentimientos que ambos hemos guardado, nuestra música era nuestro medio de expresarnos o así sentía yo.
Volteé a verla, quería ver la fuerza y la engatusada mirada que le proporcionaba a las teclas, parecía que me quería seguir el ritmo. No podía pensar en otra cosa más que "¿qué es este sentimiento de... Fascinación?", nunca lo había sentido, pero...
Espero que nunca acabe.
Su pasión al tocar el último pedazo era increíble, ¿cuántos fue la última vez que sentí pasión al tocar una de esas partituras?
-minuto 2:36-
-Te equivocaste - Le dije tranquilo.
-¿Eh? - me veía con cara de confusión, estaba jadeando ferozmente gracias a la adrenalina del momento.
-Por eso paré, te habías equivocado - en su cara se veía con una expresión tipo "¿Qué te importa?" - aunque me gustó el resto, no había conocido un tipo de talento como el tuyo por estos lugares- reí levemente al final.
Creo que encontré lo que he estado buscando para entrar al concurso de las regionales este año.
Por fin la encontré...
Mi pianista.
Dios me costó mucho la parte del video, ósea tenia que estar parando y escribiendo y retrasándolo para que este concuerde con todo lo que escribí.-Editora Marianitta60 -
Espero que les guste, será una historia corta - maybe - pero sustanciosa :3
Gracias por leer, chau <3
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