51.


Le encantaba estar con aquel imperio, era lo más precioso que tenía, porque estaba enamorado del japonés.

—Mira nuestros dedos. ¿Qué ves?

—Tienes dedos muy delgados y largos... como flautas.

USA hizo una mueca desaprobatoria y el Imperio Japonés río divertido.

—Hablo en serio, dear.

—No puedo ver algo más.

—Son nuestros dedos unidos... como nuestras almas, nuestra vida, nuestro futuro —entrelazó sus dedos.

Sonrió con dulzura, conectando su mirada con la ajena.

—Confías demasiado en tus palabras... y en mí... No entiendo por qué.

USA le acarició la mejilla.

—Es porque confío en ti —le dio un besito.

—Querido...

—Y porque estoy muy enamorado de ti —le sonrió con dulzura.

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