ᶠᵒᵘʳ⠃ᴍᴇʟɪᴏᴅᴀꜱ ʏ ᴋᴀɪᴅᴀ

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El dolor impregnó todo su cuerpo, la habia protegido sin pensarlo y su cuerpo sufrió las consecuencias. Actuo por impulso y eso no era bueno, le sonrio de manera forzada ante el inmenso dolor en todo su cuerpo.

Todo va a estar bien... —Hablo con la poca voz que tenía en ese instante. —Yo te protegeré. —Y repetio aquellas palabras que le habían dicho hace mucho tiempo atrás, pero estás si eran verdaderas.

¡¡Kaida!! —Escucho el grito del rubio, su nombre no debía ser pronunciado ante personas ajenas a ellos en aquellos tiempos de fugitivos, pero ya era muy tarde.

¿Q-qué? —La princesa la miraba perpleja. —T-tu nombre. . . —Puso su dedo índice sobre sus labios indicándole que no digiera nada, gracias a Caos, el caballero no escucho su nombre o simplemente ignoro aquel grito.

Se tambaleo y al estar a punto de caer, el rubio pervertido la sujeto teniendo cuidado con la herida en su espalda. La princesa calló de rodillas, estiro su mano, pero no pudo hacer mucho cuando comenzó a llorar.

Por favor... —Comenzó a suplicarles. —Pueden huir ahora mismo. Intentaba quitarse las lágrimas con sus antebrazos, pero era inútil.

Te lo encargo, pervertido. ▬ Lo miro seriamente al principio, pero al final para que le hiciera caso le sonrio. La ayudo a sentarse delicadamente en el suelo y se puso frente a ellas de manera amenazante con un rostro completamente serio. —No llores. —Le hablo con suavidad. —Las princesas no lloran.

Acerco su mano a su mejilla quitándole las lágrimas.

¿Por qué...? —Su llanto aumentó, así que se acercó más a ella arrastrándose e ignorando el dolor de su espalda. —Estaba, tan feliz de hacer esto... —Se comenzó a restregar los ojos para quitar sus lágrimas. —Inicie, la búsqueda de los ocho pecados capitales yo sola. Agarro sus brazos para que no se lastimara más los ojos, aunque aun los tenía cerrados. —Jamás había viajado así, tenía mucho miedo. —Decidio abrazarla escuchando sus sollozos contra su pecho. —Camine con esa armadura hasta el cansancio para que nadie me reconociera.

Y nadie te ayudo... —Decidio hablar para que respirara un poco. La apretó un poco más entre sus brazos reprimiendo sus propias lágrimas del dolor.

Si, y ustedes han sido tan amables conmigo. —Miro de reojo como el caballero se acercaba a pasos lentos mientras el rubio le hacía frente. —Por eso, no quiero que se involucren en esto, ni siquiera sé sus nombres, sus verdaderos nombres. —Al parecer no les creyo.

La capitana recordo lo que paso con su pueblo y el cómo corrio huyendo de sus problemas, pero ella en vez de huir prefirió buscar ayuda y enfrentarse a ellos, de verdad es una princesa. Sonrio con tristeza para separarse de ella y mirarla a los ojos.

Princesa. —Solto con una diminuta risa. —Ese sonso te dijo mi nombre, soy Kaida, la corona de la insuficiencia. —Sus ojos se expandieron sorprendida. —Y ese mismo sonso de allá, es Meliodas.

Ese es mi nombre. —Hablo sonriendo de la misma manera que ella.

No puede ser. —Murmuro sorprendida. —¿Meliodas? ¿K-kaida?Alterno su vista viéndolos a cada uno. —Esto no puede, ser cierto. —Un hilo de voz apenas y podía salir de su boca.

Alioni, el caballero que Kaida había salvado, se levantó exaltado buscando algo con la mirada hasta que conecto con esos ojos violetas mirándolos fijamente, atontado y sonrojado.

La capitana alzo una ceja confundida.

Ella es su líder, la más peligrosa de todos. —Sonrió un poco, al parecer estaba feliz de verla. Algo raro. —El símbolo entre sus pechos la delato. —Comenzó a fantasear, al parecer recordado algo, supongo que cuando lo cargo no estaba del todo desmayado.

Chasqueo su lengua nerviosa.

Giro su vista para ver a la princesa, aparto el pañuelo y abrió los botones dejando a la vista su símbolo como capitana y corona de los siete pecados capitales.

Ese símbolo... —Hablo mirando fijamente en donde se encontraba su símbolo. —¡Es una corona! —Al parecer el caballero se acercó lo suficiente a Meliodas que le mando un ataque para apartarlo de su camino.

Por la fuerza del impacto y la fuerte rafaga de aire decidio abrazar a la princesa para que no saliera lastimada. Cuando el peligro paso se giro para ver a ambos hombres que luchaban, Twigo se tambaleó hacia atrás agotado.

No puede ser... —Atónito ante el ataque que no tuvo efecto en su contrincante. —Estoy seguro de que mi espada consiguió tocarte, pero fui yo quien recibió el golpe. —Hablaba confundido y desorientado con una cortadura sangrante en su mejilla.

Solo acábalo de una vez Meliodas, me estoy aburriendo. —Se levantó junto a la princesa por lo demorado que se estaba volviendo esto.

Como ordene, capitana. —La miro de reojo guiñándole un ojo.

Ante un ataque de desesperación por parte de Twigo decidio mandar otro ataque, pero Meliodas se lo devolvió con su contraataque mandándolo a volar, Kaida miro a lo lejos poniendo una de mis manos sobre sus ojos y silbar.

Bien hecho, lo mandaste lejos y como bonus le destruiste la armadura. —Levanto un pulgar aprobando su cometido. —¿Uhm? ¡Ah! M-Meliodas. —Se sorprendio poniendose nerviosa porque de manera desprevenida la agarro de las piernas y de la cintura para cargarla en sus brazos al estilo nupcial.

No quiero que tu herida empeore. —Le sonrió viéndola a los ojos, asintio con la cabeza y le devolvio la sonrisa. Notaron que la princesa los miraba fijamente.

Parece, que encontraste a los primeros. —Le sonrió a Elizabeth.

¿No, Elizabeth? —Le pregunto al ver que estaba en su mundo.

¿Ah?

Con respecto a los otros seis pecados... —Miro al cielo pensando un poco y recordando a ciertos amores. —Tengo algunos asuntos que quisiera discutir con ellos. —La volvio a mirar con un sonrojo y una sonrisa en mis labios.

Yo también tengo asuntos con ellos, por eso los hemos buscado viajando en la taberna para reunirlos. —Le sonrió mostrando sus dientes.

Kaida lo miro y él la miro, se sonrieron con los ojos cerrados, ella paso sus manos por su cuello y se giraron hacia la princesa.

¿Vienes con nosotros?

¿O qué dices? Completo su pregunta.

Una lágrima recorrió la mejilla de la princesa.

¡Iré! —Respondió emocionada.

La mamá de Hawk cayó a su lado levantando tierra y polvo, al igual que destruía algunos árboles. Kaida chasqueo sus dedos y los hizo flotar a los tres llevándolos hasta su lomo.

Bien, vayamos al siguiente pueblo. Hablo sintiendo la leve emoción de tener a una chica más entre ellos y no cualquier chica.

¡Llévanos allá, mamá de Hawk!

¡Y así, comienza la gran aventura de Los Ocho Pecados Capitales!

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