ᵀʷᵉⁿᵗʸ⁻ᵗʷᵒ⠃ᴇꜱᴛʀᴇʟʟᴀꜱ ʏ ᴘᴇɴᴀ
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—Te ves tan hermosa mami. —La alago Diana con corazones a su alrededor y brillos en sus ojos, a un lado de ella estaba Elizabeth con sus mejillas sonrojadas y su corazón acelerado.
—¿Lo crees? —Dio una vuelta aún en el aire —Yo digo que me veo igual. —Su sonrisa era más brillante de lo normal.
Los chicos no escuchaban lo que hablaban, su mirada estaba fija en el cuerpo de su capitana jurando que a su alrededor había un aura angelical con diversos brillos que decoraban su rostro que parecía estar en cámara lenta al momento de dar la vuelta. Aunque en realidad la ropa era la misma, pero lo que la hacía brillar y resaltar era su larga cabellera suelta con una corona de flores que decoraba la trenza en su cabeza.
—Chicos, chicos, ¡chicos! —Grito el cerdito saltando en frente de ellos.
—¿Ah? ¿Quién dijo eso? —Pregunto Ban mirando hacia todos hasta que su mirada choco con el animal.
—Fui yo.
—¡Un cerdo que habla!
—¡¿Qué? ¡Eso no debería ser algo normal!
—¡Claro que no! ¡Eso es una locura! ¡Los cerdos no hablan!
—Ya, cálmense los dos. —Kaida descendió hasta tocar el suelo. —Zorro, esta hermosura de aquí es Hawk. —Se agachó abrazándolo. —Cerdito, él es Ban el zorro.
El zorro de la avaricia miraba lo cariñosa que era con aquel animal sacando una conclusión. —Ah, ya entendí, tú eres King, ¿no es cierto?
—¿Qué no escuchaste lo que te dije?
—¡Ah, claro! Te embrujaron y por eso ahora eres un cerdo. —Continuo especulando, ignorando lo que dijo su capitana.
—No seas idiota, mamá lo dijo, él no es King. —Le dijo la gigante.
—King está muerto, o eso se dice. —Continuo Meliodas.
—Ash...
—Te lo advierto, no soy cualquier cerdo, ¡soy Sir. Hawk capitán de la orden de las sobras!
—¡Increíble! ¡Jamás oí hablar de esa orden! —Exclamo Ban emocionado.
Kaida soltó una fuerte carcajada que contagio a los demás, menos a Ban y a Hawk que los miraban sin entender el porqué de sus incontables risas, hasta que la voz del doctor Dana los hizo detenerse para voltear a mirarlo.
—¿Ya terminaron? Vengan, coman de una vez porque se les enfría.
La noche se la paso entre risas, bebidas y conversaciones cálidas que hace mucho los pecados no tenían. Elizabeth y Diana formaron una amistad calentando el corazón de Kaida que miraba todo bebiendo de su cerveza hasta que una estrella fugaz se reflejó en sus ojos alzando la mirada. Miles de estrellas fugaces caían en el cielo formando una cruz, la sonrisa desapareció e ignoro las palabras del doctor.
Debía disfrutar estos momentos que no durarían para siempre.
[...]
La noche había llegado y en la habitación lo único que se escuchaba eran las respiraciones agitadas del zorro y la corona junto a los sonidos lascivos de sus bocas mezclarse, un tanto impaciente el albino le comía la boca su capitana acorralándola contra la pared y pasando sus manos por su cintura masajeando su trasero de vez en cuando haciéndola temblar con su tacto.
Sujetándola con firmeza la alzo haciendo que sus piernas le rodearan la cintura y juntaran sus intimidades, la ropa se fue perdiendo y sus cuerpos desnudos suplicaban por más que solo tacto superficial, Ban se restregaba con su vagina mojando su miembro con los fluidos de su capitana mientras la miraba fijamente disfrutando de sus gestos.
Kaida entreabrió uno de sus ojos el cual conecto con la mirada del zorro, Ban le dio una sonrisa lasciva mostrando sus colmillos aumentando la velocidad de sus movimientos, Kaida llevo su pecho hacia al frente juntándolos para sujetarse de sus hombros y subir para bajar con rapidez introduciendo toda su virilidad en ella.
Ban gruño y la sujeto de su gran y firme trasero par que no callera al ya no tener la pared de soporte, las piernas dejaron de rodearlo y ahora solo colgaban a sus lados mientras él la subía y bajaba con su propia fuerza. Soltó una de sus manos y la agarro del cuello para que levantara la mirada y pudiera besarla explorando con su lengua cada parte de su boca.
[...]
Al día siguiente, Kaida se removió en su lugar al no sentir el cuerpo de Ban a su lado, cuando se sentó lo vio en el suelo mirando hacia el techo con sus ojos perdidos teniendo una pequeña corazonada de lo que pensaba.
—¿Aún la recuerdas? —Pregunto en un susurro apoyando su cara en la cama, dejando solo sus ojos al descubierto.
—¿Cómo olvidarla? Fue la primera amiga que tuve y gracias a ella pude conocerte. —A pesar de seguir mirando el techo, pudo ver por el rabillo del ojo como sus manos se aferraron al borde de la cama y un pequeño sonrojo se instalaba en su rostro.
—Fue el hada más maravillosa del mundo. —Su tono desanimado lo hizo sentirse mal. —Será mejor bajar a desayunar, Meliodas ya abra hecho la comida y no quiero que la princesa se intoxique.
Con un chasquido, el uniforme del sombrero del jabalí apareció cubriendo su cuerpo, abrió la puerta y salió de la habitación dirigiéndole una mirada a Ban, que al ver el reflejo de sus ojos soltó un fuerte suspiro echando su cabeza para atrás.
Los gritos de Hawk la recibieron al llegar a la taberna y el olor a comida inundo sus fosas nasales soltando un suspiro para poner la mejor de sus sonrisas ante los demás.
—Ya es tarde para hacer el desayuno, que mal... —Su voz resonó por las paredes.
—Buenos días, Kaida. —Saludaron al mismo tiempo el cerdito y el rubio, notando su ánimo un poco decaído.
—Buen día. —Fue lo único que dijo para adentrarse en a la cocina y agarrar una botella de vino sirviéndose un poco en una copa.
—¡Buenos días, mamá! —La dulce sonrisa y su simpática energía hicieron que Kaida sonriera un poco.
—Buenos días, Diana.
En ese momento llego Ban ya vestido con el traje rojo que la capitana le había conseguido —Capitana, quiero un trago.
—¿No es temprano? —Lo acuso Diana mirando a su mamá adoptiva, siendo también una indirecta para ella al estar tomando vino tan temprano.
—Así es, zorro. —Le hablo firme para salir de la cocina dejando de lado su copa cayendo en cuenta de su error. —No beberás a menos de que comas algo antes.
—¿Esperas que coma algo de la asquerosa comida del capitán?
—Entonces levántate temprano y hazlo tú. —Murmuro con cierto toque de enojo para abrir la puerta de la taberna. —Iré a dar una vuelta. —Y sin esperar respuesta salió del lugar, comenzando a levitar para perderse entre los árboles.
—¿Ahora qué le hiciste? —Pregunto Diana mirándolo mal.
—¿Yo? No le he hecho nada, gigantona. —Respondió mirando el plato en frente de él con remordimiento.
[...]
Mientras volaba por el bosque alrededor de la mamá de Hawk no pudo evitar empezar a recordar a Elaine, quien fue una vieja amiga la que tenía en común con Ban siendo su primer encuentro aquel día en el que fue a robar la fuente de la juventud en el bosque del rey hada.
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