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- Jae eres un bebé hermoso, vamos, muestrale a papi como te queda la ropa nueva. - Dije y esperé a que él saliera con todo su conjunto... Se veía tan adorable; sus cachetes estaban inflados por la vergüenza y sus manitos estaban cerradas en puños, sin embargo, sacó su mejor sonrisa y me mostró sus hoyuelos. - Ves. - Lo cargué y le di un beso en la frente. - Feliz cumpleaños bebé precioso.
- Papi, ¿papá llegará tarde?
- No, tiene prohibido hacerlo. Se lo dijimos, ¿no?
- ¡Sí!
Él siempre suele ser expresivo, tal vez no con muchas palabras pero sí sabe dar mucho cariño.
Mientras Jae jugaba con unos bloques, yo escribía con cuidado el número cuatro en el pastel; gracias al cielo, casi todo viene en partes para poder armar, porque con un niño tan pequeño preparar un cumpleaños sería una tarea titánica.
- ¿Qué le pediste a papá de regalo?
- Secreto. - Dijo colocando su dedito índice sobre sus labios.
- ¿No piensas decirme? - Negó. - Bueno, entonces... - Jaehyun comenzó a bostezar; miré el reloj, se estaba haciendo tarde. - Ni se te ocurra... - Dije en voz baja y fui hasta la sala. - ¿Dónde estás? - Interrogué a travez teléfono.
- ¿Sehun?
- ¿Dónde estás?
- Estoy en una reunión...
- No era para que respondas... - Toque mi frente. - Le prometiste a tú hijo que llegarías temprano para su cumpleaños. - El silencio desde la otra línea confirmaba lo que creía. - ¿Cuándo llegarás?
- En unos minutos... Lo siento.
- Espero que vuelvas con buen humor y saludes como corresponde. Nos vemos. - Este hombre me sacará de mis casillas uno de estos días.
Volví hasta la cocina. Jae seguía acomodando los cuadraditos de colores, estaba imitando el tamaño del televisor.
- Vamos a guardar las cosas y las podrás usar mañana. - Él asintió y comenzó a acercarme los juguetes.
Luego, me siguió hasta el comedor y lo ayudé a acomodarse en su silla; poco a poco fui llevando a la mesa cada uno de los platillos que había preparado, algunos vegetales asados, carne con salsa, panes y arroz. Los platos eran blancos y de diferentes tamaños pero, el mantel tenía todos los dibujos animados que le gustaban a Jaehyun.
- ¡Pastel!
- No, eso es para después de la comida, ¿recuerdas?
- ¡Sí! - Comenzó a aplaudir.
- Estás muy despierto hoy, hijo. - Escuché a mis espaldas, por fin había llegado. - ¿Cómo estás campeón? - Lo levantó de la silla y le dio un fuerte abrazo.
- ¡Bien! ¡Bien! ¡Quiero pastel!
- Después de la cena. - Respondí llamando la atención de ambos.
- Ya escuchaste, tenemos que esperar.
Regresé por el último plato a la cocina y Bohyun llegó detrás.
- Vine lo más rápido que pude.
- Lo bueno es que él no lo notó.
- Es un buen niño.
- Definitivamente voy a ponerte un horario fijo para todo.
- Y voy a seguirlo, lo prome... no, lo juro.
- Voy a confiar en su palabra por esta vez.
La noche transcurrió tranquila, al final, padre e hijo terminaron dormidos en el sofá.
- Bohyun, tienes que llevar a Jae a su cama. - Le dije con cuidado.
- Sí... luego, voy a ayudar con...
- No, solo ve a descansar y, ten cuidado, debes arroparlo bien o se puede resfriar.
- Sí, buenas noches.
- Buenas noches.
Limpié el comedor, lavé los platos y acomodé las cosas para el día siguiente. La casa estaba segura y bien cerrada.
Subí las escaleras y fui, primero, hasta la habitación de mi bebé. Estaba durmiendo abrazado a su osito.
- Dulces sueños, mi amor. - Besé su cabecita y cerré la puerta con cuidado.
Pase por la habitación de mi esposo y, lentamente, saqué un traje del armario y lo dejé colgado del lado de afuera; ojalá no lo ensucie antes de salir.
Caminé con cuidado por el pasillo y abrí la puerta de mi cuarto, su tamaño era similar a la habitación matrimonial y, por suerte tenía una puerta que comunicaba con la habitación de Jae. Me acerqué a las ventanas y cerré las cortinas; encendí mi computadora y cargué en el disco cada una de las fotos y vídeos que había tomado esa noche. Con cada una de ellas pude notar qué tan terrible fue la idea de dejar que el padre cortará el pastel, habían mutilado la torta; el mantel estaba manchado por todas partes y los envoltorios de los regalos flotaban por el piso. Quería reír, pero mi felicidad, desde que la conozco, no se caracterizaba por ser silenciosa.
Desperté temprano por la mañana, preparé el desayuno y corrí hasta el cuarto de lavado para buscar el uniforme de jardín de Jae.
- Adiós mancha de pintura. - Corroboré; planché el uniforme y fui hasta la habitación del pequeño.
- ¡Papi! ¡Papi! - Oí desde el final del pasillo.
- ¿Fuiste hasta mi habitación? - Sonreí.
- Hoy lo llevaré.
- ¿Ah? - Me detuve; Jae estaba en los brazos de su papá.
- Voy a llevarlo al jardín.
- ¿Y el trabajo?
- Puedo llegar unos minutos tarde, no tengo jefe, bueno... - Miró a su hijo. - Solo a este cachorro.
- Bueno...
Bohyun bebió su café y mi pequeño comió todo su desayuno; es terrible, cada vez está más grande...
- No olvides pedir su cuaderno.
- Sí.
- La maestra avisará cuando sea la hora de salida, no llegues tarde.
- Sí.
- Revisa que no olvide su mochila.
- Sí.
- Y...
- Sehun, voy a estar bien... ¿Dónde es el jardín? - Le quité las llaves del auto. - Era una broma.
- Bien... - Se las devolví con algo de desconfianza; caminé hasta el auto y le coloqué el cinturón de seguridad. - Asegura las puertas...
- Sí, lo cuidaré con mi vida.
- Por favor, agradecería que volvieran ambos con vida.
- Entendido.
- ¡Adiós, papi!
- Adiós, amor. Cuidate mucho.
Con unas ansias terribles dejé que el auto, y el padre, se llevaran a Jae. Volví a la casa cuando atravesaron el semáforo, estaba aturdido, siempre ocupaba una parte del día para ir y volver del jardín. ¿Qué haría?
En una esquina, unos paquetes estaban amontonados y algo desordenados; recordé que eran sábanas, cortinas, es decir, un equipo nuevo para la habitación de mi bebé; tomé algunos y los coloqué sobre la mesa, el timbre atrajo mi atención y pensé que era Bohyun.
- ¿Olvidaste algo?
- Buenos días. - Un hombre esperaba una respuesta.
- Buenos días. Disculpe, ¿busca a alguien? - Atiné a preguntar.
- Sí, busco a Bohyun. Me llamo Park Chanyeol, soy... el tío de Jaehyun.
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