20) Exceso P.1

Jeca

El lugar estaba lejos y no solo eso, también lucia horrible, nada que ver con lo que había imaginado; Era una casa grafiteada, pequeña y llena de gente; parecía más una fiesta en un manicomio que cualquier cosa. Según, el micrófono había fallado y tuvieron que hacer el plan B, pero todo era una locura. La gente parecía que se estaba comiendo a otra en lugar de besarse, algunos bailaban como si se aparearan, la música era horrible y Adam no parecía darse cuenta de nada. Yo observaba el lugar mientras él hablaba.

—¿Es tu novio? —preguntó una chica de cabello negro, perforaciones en el rostro y un horrible labial que la hacía ver más fea.

—No, solo vine a acompañarlo.

—¿Entonces no te molesta si te lo robo un rato? —me preguntó. Claro que me molestaba, pero no creía que Adam sería capaz de caer tan bajo.

—Adelante —exclamé intentando no verme nerviosa, ella sonrió y se fue en otra dirección, pensé que estaba drogada como la mayoría.

Buscando a un amigo de Adam, nos encontramos con Jessica, ahí supe que la chica anterior y ella iban juntas. Eran en total un grupo de cuatro mujeres que me miraban con asco y hacían comentarios entre ellas. De pronto creía que cualquier persona que me veía, se burlaba de mí. Me sentía fea, incómoda, estaba arrepentida de haber ido. La ropa me apretaba, las manos me sudaban, respirar era difícil, la música me tenía aturdida y el hueco en el estómago se volvía más grande.

Jessica abrazó a Adam, le dio un beso muy cerca de la boca y se colgó de su cuello cual chango. No supe qué pasaba, pero ella terminó yéndose y eso me hizo tranquilizó, aunque no por mucho. La impresión de no pertenecer seguía alojada en mi pecho.

Encontramos a Malcom y Pato. Saludamos, y después Adam se fue a hacer negocios, me pidió quedarme con el par de tontos, no había otra opción para mí; La noche parecía ir empeorando cada vez más. La combinación de mala música, olores mezclados y gente aturdida e intoxicada me provocaba salir corriendo. Estaba tan sofocada que no escuchaba bien, solo veía a todos en cámara lenta. Adam le dijo algo a Malcom, Malcom asintió y el hombre pareció reprenderlo, después de eso se perdió entre las personas.

—Hoy te ves mejor que nunca  —me dijo Malcom levantando el pulgar, pato estaba del otro lado de mí y asintió.

—No tengo nada diferente —aseguré acercándome a él para que pudiera escucharme y de paso para no sentirme tan alejada de todos.

—¿Cómo no? Tu ropa es diferente y eso te hace ver totalmente distinta.

Antes de que pudiera siquiera responder sentí algo frío y líquido en la espalda. La sensación me hizo arquearme y voltear; alguien me había arrojado cerveza, supe por el olor.

—Ay, perdóname, es que me tropecé —se disculpó una chica alta, de cabello castaño corto. Era del grupo de amigas de Jessica.

—Pues has de estar bien pendeja para tropezar sin nada en el piso —reclamó Malcom, la chica empezó a reír y lo abrazó.

—¿Vamos por cerveza? Necesitamos un hombre que nos acompañe —pidió. Él hizo una mueca, Pato se acercó hablar, yo me puse a ver a la mujer. Era guapa tenía un cuerpo de reloj de arena, comparada con ella, yo era insecto.

—Ahorita vengo, quédate con pato por favor —me pidió Malcom. Asentí extrañada.

Mientras se iban empecé a sacudir la espalda de mi playera porque lo mojado me estaba incomodando.

—No les hagas caso, están celosas porque Adam ya no está con ellas —explicó Pato. Sonreí sin ganas.

Estábamos en un grupo como de seis personas, no conocía a nadie, me sentía sola y muy rara. No entendía de qué hablaban, tampoco me importaba, quería irme. Pato me sonrió con ternura.

—¿Aburrida?

—Abrumada. Nunca había estado en un lugar así.

—Tranquila. Quédate conmigo, cuidaré de ti. —Levantó su brazo para que me acomodara bajo el. Lo hice sin pensarlo, quería sentirme protegida. Abracé a Pato por la cintura y nos quedamos más tiempo en el círculo de gente.

—¿Faltará mucho para que Adam vuelva? —pregunté desanimada.

—No sé. ¿Te sientes mal? Te ves mal.

—No me siento cómoda.

—Vamos a la cocina, hay menos ruido.

—No puedo moverme, Adam me dijo que esperara aquí... Ya no debe tardar.

—Ay sí, papá Adam... Debe estar cogiendo con alguien ahora mismo, ¿por qué crees que vino tan tarde? Él no puede vivir sin sexo —aseguró. De pronto me reduje a un grano de arena—. Aparte aquí están las amigas de Jessica. Yo le aviso a Adam que estaremos en la cocina no te apures.

Pato sacó su celular y yo me confié. El lugar era muy pequeño, solo tuvimos que caminar poco para entrar a la cocina; Era un cuarto más estrecho, tenía una estufa, una mesa, un refrigerador y un mueble. El ruido molestaba menos y eso era lo único que me interesaba, ni siquiera me importó que hubiera una pareja metiéndose mano sin pudor en un rincón.

—¿Ya le avisaste? —pregunté.

—Sí, pero no sé porque te importa tanto... Adam no debió traerte aquí, eres muy linda para estar entre esta gente. No es tu lugar, ni siquiera te ves feliz.

—Se supone que sería otro evento, no una fiesta... —expliqué apenada

—Sí eso dice, pero no es así. Te está exponiendo a quién sabe qué. Algo quiere —aseguró el hombre viéndome a la cara.

—Nunca ha intentado sobrepasarse. Ni siquiera cuando... —Me quedé callada recordando la vez que se quedó dormido en mi casa.

—¿Cuándo? —preguntó Pato recargándose a mi lado junto al refrigerador.

—Cuando estamos solos. Incluso me defendió.

—Nadie hace eso sin buscar algo a cambio, ¿no has notado cómo te mira?

—No. Bueno sí. Es que, no sé, me gusta estar con él, estoy bien a su lado —admití. De pronto me sentía juzgada por mí misma. Como si aquella cercanía estuviera mal.

—¿No te da miedo que te lastime?

—Mucho. —Pato sonrió con pena y me abrazó despacio. Tenía mucha vergüenza de hablar el tema con él.

—No te confíes de él, es un tigre esperando atacar. Puede parecer amigable, pero una vez que te coma, te hará a un lado, pasarás a ser una más. —Después de ese consejo, Pato empezó a forjar un cigarro de mariguana. Lo que decían me estaba afectando mucho. Mi cabeza se había vuelto una maraña de ideas.

Malcom se asomó a la cocina, nos vio y sonrió.

—Los estaba buscando. —Un silencio se formó al estar los tres juntos, extraño e incómodo.

Nadie dijo nada, los hombres se limitaron a encender el gallo y turnarse. Pato estiró la mano ofreciéndome una calada.

—No fuma. Adam no quiere que lo haga —advirtió Malcom sin vernos.

—¿De verdad? ¿Eso por qué?

—Supuestamente porque él no era amigo de ella y simplemente no quiso, ¿verdad? —Volteó a verme para que afirmara, pero lo único que hice fue abrir los ojos de más y luego ver a pato.

—No tiene nada malo. Al contrario te relaja, es natural, no te hace daño. Además no es tu dueño, no tienes que rendirle cuentas —me reprendió Pato.

—Pero él... —intentó explicar el rubio.

—¿No piensas que es hipócrita prohibirle  hacer a alguien lo que tú haces sin permiso y no estás dispuesto a dejar? —inquirió el chico cuyo nombre no sabía. Sentía que tenía lógica lo que decía.

—Pues sí, es hipócrita eso. Pero de igual forma, la que decide es ella. —Malcom me cedió la palabra y por tanto la decisión. De pronto los segundos se sintieron eternos entre ambas miradas.

—Prefiero no, nunca lo he hecho y estoy lejos de casa... Me da miedo.

—No pasa nada, estamos en confianza. Miedo si lo hicieras con Adam, nosotros te cuidamos. Es solo una planta, no causa adicción como te hicieron creer —insistía mientras fumaba. Malcom parecía nervioso, mas permanecía callado.

»Además hay personas a las que no les hace efecto por no saber fumarla, no lo sabrás hasta probar.

Me negué un par de veces, pero estaba curiosa. Recordaba ver la tranquilidad que parecían tener después de fumar, como si nada les afectara. Terminé accediendo, quería saber que se sentía, quería estar relajada.

Tomé el rollo con dudas, Malcom abrió la boca, pero la cerró cuando notó que ya estaba aspirando. Fumé una calada, empecé a toser, el humo era muy denso. Pato, que estaba a un lado de mí, me pasó su cerveza.

—No bebo —mascullé con dificultad, seguía ahogándome.

—Solo un trago para que dejes de toser. —Le hice caso porque sabía que iba terminar vomitando.

—Ya no quiero intentarlo, es horrible —sentencié agobiada.

—Fumaste mucho, es poco a poco —explicó Malcom dándome unas palmadas en la espalda. Pato volvió a estirar la mano con el porro—. ¿Vas a intentarlo otra vez? Creo que mejor lo dejas para después.

—Hazlo ahora, ya estás aquí. —Se adelantó moviendo la mano.

Accedí a volver a intentar, pero algo no sentía bien, había pasado mucho tiempo y Adam no aparecía. Mi teléfono empezó a sonar.

—Debo responder.

—Sí —se apresuró Malcom levantando ambas manos.

—Seguro es Adam para avisarte que se tardara más porque se quedó pegado como los perros. No le hagas caso, estás con nosotros, somos sus amigos, está todo bien.

Sonreí dudando en si confiar en pato. Ver a Malcom así de ansioso era raro, parecía que quería decir algo, pero no se animaba. Levanté los hombros restándole importancia y volví a fumar, estaba centrada en no ahogarme, solté el humo apresurada y antes de poder siquiera decir algo sentí un jalón en el brazo que me hizo mover unos centímetros.

—¿Acaso estás tonta o qué? Te pedí que no te movieras. —Era Adam, se veía enojado. Me arrebató el cigarro y lo aventó al piso.

—¿Qué pasa, Adam? ¿Qué chingados traes? —reclamé, intentando quitarme de su agarre.

—Cálmate, Adam, no estaba haciendo nada malo. —Se metió Malcom intentando acercarse a nosotros, Adam con una mano y de un solo golpe lo aventó contra un mueble que estaba a sus espaldas.

—Sabes perfectamente lo que intentabas. No te acerques a ella o te voy a partir la cara. ¿Entendieron los dos? —advirtió, Pato solo alzó las manos y Malcom guardó silencio sin levantar la vista.

Salimos de la casa, me llevaba tomada de la muñeca casi a rastras.

—¿Qué putas te pasa? Casi me lastimas el brazo —reproché una vez estuvimos en la calle.

—¿A ti qué te pasa? Te dije que no te movieras de ahí y te encuentro drogándote. Piensas que ellos son tus amigos, pero no lo son, solo quieren cogerte.

—Eso mismo dijeron ellos de ti. —Adam soltó una carcajada agria.

—Créeme nena, si yo quisiera cogerte, lo hubiera hecho desde el primer momento y te hubiera dado hasta el por culo. Sube a la moto, no vamos —ordenó señalándola.

—Estás muy seguro de ti —analicé con coraje.

—Claro que lo estoy, ¿sabes que a la mayoría de personas que mezclan alcohol y marihuana les termina dando un efecto excesivamente relajante? Ellos solo buscaban que te pusieras cómoda para turnarse.

—¡¿Y eso a ti qué más te da?! —le grité mientras lo empujaba—. Tú dices que me quieres, pero me dejas sola. Además Malcom no hizo nada y lo atacaste sin motivo. Con quienes me meta o quiera meterme no es asunto tuyo, Adam. Finges cuidarme, pero ni siquiera sabes cuidarte a ti mismo.

»Yo la estaba pasando bien con ellos, no tenías porque ponerte como un puto animal. Después de mucho tiempo empezaba a divertirme con personas diferentes, y tú ni siquiera pudiste detenerte a razonar nada. Quizá yo quería quedarme ahí y olvidarme incluso de mi nombre.

—¿Qué mierda? ¿Estás consciente de que te iban a usar? Tienes el autoestima por el suelo y aún estabas dispuesta a dejar que unos desconocidos te cogieran por unas fumadas... ¡Por dios Jeca, puedes ser todo para alguien, pero te conformas con ser una cualquiera!

Las palabras de Adam me atravesaron. Fue como si algo se hubiera roto dentro de mí. La ira se esfumó, la valentía, el coraje, todo se convirtió en tristeza y arrepentimiento. Intenté aparentar que no me dolía, aunque quería hacerme ovillo y quedarme quieta esperando que mis sentimientos me tragaran. Asentí y empecé a caminar.

—Gracias por traerme a esta porquería de lugar.

—¿A dónde vas? Jeca, perdón. Fui demasiado...

—¡Púdrete, pedazo de imbécil!

—¡Como quieras, no te voy a rogar... Vas a llegar mañana a tu casa! —respondió mientras arrancaba la moto.

Me sentía fuera de mí, tenía tantos pensamientos atacando mi cabeza y me pesaba hasta respirar. Caminé sin rumbo, los sollozos empezaban a brotar. Estaba perdida, me había perdido hace mucho tiempo atrás y a veces no podía reconocer a la persona en la que me iba convirtiendo.

¿Qué piensan de la actitud de Pato? ¿Se quería aprovechar realmente de Jeca?

¿El comportamiento de Adam está fuera de lugar? ¿Jeca se está rindiendo?

Espero que hayan disfrutado la tensión, la segunda parte trae cosas muy... interesantes 😈

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