[29] RAFE CAMERON

—No parece que haya habido una tormenta allí —dijo Pope mientras navegaban por Figure Eight.

Después de una hora recorriendo las casas adineradas de Figure Eight para hacer entregas, June, Pope y JJ finalmente se dirigían a la última parada. Había sido una hora larga, sobre todo porque la mitad de los Kooks que habían visitado resultaron ser unos imbéciles, pero las propinas que habían recibido lo hacían valer la pena.

—Es porque tienen generadores, hermano —dijo JJ—. Acostúmbrate.

—Y dicen que en verano no habrá electricidad en El Corte —añadió June.

—Es lindo ser un Kook —murmuró Pope.

JJ asintió—. Malditos afortunados.

June suspiró—. Así es la vida —se giró para mirar a Pope—. ¿Qué sigue en la lista?

—Déjame comprobarlo —dijo Pope leyéndo la lista—. Ah, la señora Reynolds.

—¿Quién es la señora Reynolds? —preguntó JJ confundido.

—Una señora a la que le entregamos algunas cosas unos meses atrás —explicó June.

JJ asintió mientras Pope decía—: Primero tenemos que ir al Country Club a recoger un paquete de cerveza y luego ir a su casa.

Los condujo hasta el muelle del Country Club, amarrando el barco rápidamente y ayudando a June a bajar del mismo. JJ les dijo que iba a caminar por los alrededores mientras buscaban lo que necesitaban y se separaron.

Unos 20 minutos después de recoger todo, comenzaron a regresar al muelle. Pope llevaba las bolsas y el paquete de cerveza, oponiéndose a la idea de que June lo ayudara. Mientras caminaban por la cancha de golf, y June intentaba convencerlo de que le permitiera llevar al menos una bolsa, escucharon a alguien hablar.

—Hola, ¿qué tal?

June vio a Topper con Rafe Cameron, el psicópata número uno de Figure Eight, bajando la colina del campo con palos de golf en las manos. Pope se colocó ligeramente por delante de June de manera protectora.

—¿Cuánto cuesta una cerveza? —preguntó Rafe, deteniendo a Pope con el palo de golf.

Pope lo miró—. No están a la venta.

Intentó avanzar, pero Rafe lo empujó—. Espera, ¿puedes darnos una, ¿no?

—O puedes comprar una, como todos los demás —dijo June mientras veía a Topper acercarse—. Hola, Topper. ¿Cómo está tu espalda?

—Bueno, ¿a quién tenemos aquí? —dijo Rafe mientras la observaba—. June Maybank, ¿no? —se giró hacia Topper—. ¿No fue ella quién te golpeó con un trozo de leña?

—Sí —respondió Topper, fulminándola con la mirada—. Fue esa perra.

June sonrió—. Lo haría de nuevo.

—¿Lo harías de nuevo, eh? —repitió Rafe, y cuando Pope quiso moverse volvió a empujarlo—. Espera. No me estás escuchando —señaló las cervezas—. Tienes tantas, hermano, y nosotros, nada.

—Nada —dijo Topper.

—No son mías —exclamó Pope—. Ya están pagas.

Rafe se acercó a mirar la bolsa que sostenía—. ¿Pagas? ¿Qué diablos? Probablemente las robaste, ¿no?

Colocó la punta del palo de golf sobre la bolsa y la abrió, haciendo que el contenido de la misma cayera al suelo.

—¿Qué diablos? —gritó Pope, señalándolo—. Me debes pagar.

Rafe le pegó a la última bolsa que tenía con el palo, derribándola—. Amigo, no te debo nada, Pogue.

Topper se rió—. ¡Solo queremos una cerveza! Danos una...

—¡Están locos! —gritó June.

—¡Danos una cerveza! —exclamó Topper mientras Rafe forcejeaba con Pope por el paquete.

Lo agarró con fuerza y empujó a Pope hacia el suelo, haciéndolo rodar unas cuantas veces. Esa fue la gota que colmó el vaso para
June, quien no estaba dispuesta a ver cómo intentaban tomar sus cosas y tratar a su novio de esa manera.

—Mierda —dijo Rafe—. Mierda, es mi culpa.

June pasó junto a Pope en el suelo, con la ira hirviendo en sus venas, y empujó a Rafe tan fuerte como pudo, viéndolo tropezar hacia atrás.

—¡Compra tu mierda! —gritó June mientras veía cómo Rafe recuperaba el equilibrio y se reía como un loco.

—¡Oh, tienes mucha chispa! —gritó Rafe—. No me sorprende teniendo en cuenta quién eres, Maybank.

—Vete a la mierda —dijo June, dándose la vuelta para ayudar a Pope a levantarse.

Escuchó a Rafe decir—: Top, sostenla.

Topper se acercó tan rápido que June no tuvo tiempo de darse la vuelta, agarrándola por los brazos y reteniéndola contra su pecho.

—¡Suéltame! —gritó June, forcejeando.

Pope se levantó cuando escuchó a June gritar—. ¡No la toques!

Se abalanzó hacia donde estaban Topper y June, levantando su puño para pegarle, pero Rafe fue más rápido y balanceó el palo de golf, golpeándolo en el estómago. Pope se agarró al sentir el dolor, y June vio como Rafe levantaba el palo una vez más y lo golpeaba en su espalda, viéndolo caer al suelo con un grito de dolor.

—¡BASTA! —gritó June, sintiendo lágrimas comenzando a formarse en sus ojos—. ¿ESTÁS LOCO? ¡DETENTE!

—¡Oye! Rafe, ¡vamos! —dijo Topper, y June utilizó ese momento de distracción para proporcionarle un codazo en su costado, obligándolo a soltarla—. ¡Mierda!

—¡Quédate abajo, perra! —le gritó Rafe a Pope, quien se retorcía de dolor en el suelo.

June lo empujó, y mientras lo vio tambalearse para delante, le sacó el palo de golf de las manos. Lo levantó en el aire y le pegó de la misma forma que había hecho con Pope, observándolo caer. Pero Rafe se recuperó rápidamente, levantándose y dándole una bofetada tan fuerte que June sintió el sabor metálico de la sangre en su boca.

Le sacó el palo de golf y lo levantó para pegarle, pero Topper se interpuso entre ellos—. ¡Vamos! ¡Vamos, hombre! —empujó a su amigo hacia atrás—. ¡Ya basta, Rafe! ¡Vamos!

Rafe tenía su mirada asesina puesta en June—. ¡Perra, ven aquí!

—¿Se sintió bien, maldito psicópata? —gritó June, y Rafe se soltó del agarre de su amigo.

Se acercó hacia ella y la empujó al suelo con el palo de golf, viéndola aterrizar junto a Pope. June vio cómo balanceaba el palo nuevamente y cerró los ojos, preparándose para el impacto. Pero nunca llegó; Rafe golpeó el suelo y soltó el palo.

Topper dijo—: En serio, ¡basta! Rafe, escucha. ¡Vamos! Déjalos ir.

Rafe se paró sobre ellos—. No los queremos aquí, ¿entendido?

—Déjalos ir —dijo Topper.

—Aléjense de Figure Eight, Pogues —exclamó Rafe, comenzando a alejarse—. Nos vemos.

June se giró para mirar a Pope, que hacía muecas de dolor y tosía un poco de sangre. Rápidamente se puso de rodillas y evaluó sus heridas.

—Dios mío, Pope —murmuró June—. Dios mío.

—¿Estás bien? —preguntó Pope.

—¿Estás bromeando? —dijo June—. Debería ser yo quien pregunte eso, sólo mira tu cara. Voy a matar a ese maldito imbécil.

Se puso de pie y ayudó a Pope a hacer lo mismo, viéndolo hacer una mueca de dolor. Una oleada de ira la invadió; le recordó las innumerables veces que había visto a su hermano en un estado similar. Lo odiaba entonces, y lo odiaba ahora.

—Vamos, te ayudaré a llegar al barco, ¿sí? —dijo June.

Caminaron de regreso y June ayudó a Pope para que se sentara. Tomó algunos suministros del botiquín de primeros auxilios y limpió un pequeño corte en su frente antes de ordenarle que se quedara allí mientras recogía todo lo que Rafe había tirado al suelo.

Una vez que regresó, vio a Pope de pie junto al asiento del conductor, listo para irse. Suspiró mientras se paraba a su lado para acariciarle la espalda, estaba a punto de decir algo cuando escuchó la voz de su hermano.

—Pope, June, ¡no van a creer lo que me acaba de pasar!

—Mierda —susurró June.

—¡Fueron los mejores 100 dólares que me gané! —dijo JJ mientras se adentraba en el barco y Pope lo ponía en marcha—. Cuando digo que cuenten conmigo para las entregas de comida, lo digo en serio.

Pope lo ignoró por completo, su mirada fija en el camino; June estaba mirando hacia el lado contrario para que su hermano no notara su labio partido y enloqueciera.

—¿Qué les pasa? ¿Están bien? —preguntó JJ al verlos actuar tan extraño.

Se acercó a su hermana, tomándola desprevenida, y la giró en un movimiento rápido. June se maldijo a sí misma por no haberse limpiado la herida antes, demasiado preocupada por juntar las cosas que habían caído en el campo de golf.

La expresión de JJ se oscureció al ver el rostro de su hermana, la sangre seca en su labio fue suficiente para que la ira comenzara a brotar de él.

—JJ...

—June, ¿qué te pasó en la cara? —exclamó JJ, y antes de que pudiera contestar se dio vuelta para observar a Pope, levantando su gorra ligeramente y notando el corte en su frente—. ¡Cielos! Pope, ¿qué diablos pasó?

—Rafe y Topper nos atacaron —respondió Pope—. Dijeron que los Pogues no fueran a su lado de la isla.

—¿Ellos hicieron eso? —preguntó JJ, mirando a su hermana y señalando su labio.

—Rafe me tomó desprevenida —respondió June.

JJ se pasó las manos por el pelo antes de fijar su mirada en Pope—. ¿Qué vas a hacer?

—Nada, JJ —dijo June—. ¿No ves cómo lo dejaron? Nos mantendremos alejados de ellos.

—¡No! —exclamó JJ—. Estoy cansado de que ellos ganen —miró a Pope—. Te dieron una paliza, le pegaron a tu novia, ¿lo vas a dejar pasar?

—No —respondió Pope.

—Eso pensé —dijo JJ—. Entonces, te preguntaré de nuevo, ¿qué vas a hacer?

Pope lo miró—. Vengarme.

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