Capítulo 68

Hemos estado esperando a que Iki y los demás lleguen.

¿Cómo pueden llegar tarde a una reunión como esta?

Digo, sé que Iki no es tan puntual; pero se supone que Claus es el encargado de que eso no pase.

A menos que...

—James, concéntrate —Dice Jorah —Ya llegaron —Miramos hacia la puerta antes de que alguien golpee.

Jorah y yo vemos como el alfa regaña a Claus por el atraso.

Ahí está Iki. Ahora puedo desechar la idea de que está muerto.

Llevo rato soportando las miradas de los grandes y el alfa. Los lobos son algo intimidantes; pero nada que no pueda manejar.

En cuanto Iki entra, todos posan su vista sobre él.

Mierda.

—Anda, muévete —Le insiste Claus.

—Iki... —El que sus padres intenten hacerlo reaccionar solo está empeorandolo.

¡No saben cómo ayudarlo!

Volteo a ver a los grandes de ambos lados. Solo Jorah me mira y niega con la cabeza.

Aprieto mis manos por unos segundos. Mientras más escucho a esos tres lobos, más quiero ir con Iki para calmarlo yo mismo.

—James, quieto —Musita Jorah.

—Lo que nos faltaba —Dice Claus con fastidio.

—Suficiente —Ahora todos me miran por ponerme de pie y caminar hacia Iki.

Quienes asumo son sus padres, me miran con recelo mientras me acerco.

—¿Qué estás...? —Dice el hombre.

—Oye —Ignoro a los demás y coloco mis manos en las mejillas de Iki —Hey, mírame, Iki.

Sus ojos pasan de ver a los grandes a verme a mí.

—Tranquilo —Murmuro.

—No puedo hacer esto —Está tan aterrado. No puedo imaginar lo que sienten los lobos ante sus superiores.

—Claro que sí —Sonrío —Estamos juntos en esto, ¿no? —Vuelve a mirar a los grandes —Iki, no tengas miedo de esto. Podemos hacerlo.

Iki coloca sus manos sobre las mías para luego tomarlas.

Parece un poco más tranquilo.

—Si tu lo dices... —Sonríe —Entonces tiene que ser verdad.

Ambos nos sonreímos y volteamos hacia los grandes, quienes llaman nuestra atención para dar inicio a la reunión.

Me sorprende un poco el que Jorah no me mire con seriedad. Más bien se ve... interesado.

—Bueno —Dice Jorah —Demos inicio a esta reunión de bestias.

—Iki Beck, perteneciente a la manada de Bergen; y James Moore, morador desde hace ya varias décadas en la ciudad de Londres. —Dice el lobo junto a Jorah —Han sido acusados de romper las reglas de sus respectivos grupos. En especial Iki Beck, a quien se le otorgó el permiso de salir de su territorio para ayudar a su famila —Todos lo miran —Pero por lo que sabemos, un humano conoce tu identidad,te expusiste en varias ocasiones en las que pudieron descubrirte, y le diste la espalda a tu manada para estar con un vampiro, quien se supone es un enemigo natural.

—Yo...

—¿Lo niegas?

—No, digo...

—¿Es mentira que fuiste en contra de nuestro código y te uniste con un vampiro?

—No...

—¿Es mentira que le confesaste a un humano que eres un lobo?

—No, yo solo...

—Las reglas nos mantienen a salvo; y tú las ignoraste por completo.

Esto no es justo. Los suyos solo lo acusan y su familia no hace nada.

—Ya basta —Los lobos me miran —Esto es injusto.

—¿Qué sabe un vampiro sobre nuestro estilo de vida?

—Absolutamente nada, señor. Pero es injusto que trate a Iki como un traidor cuando lo único que hizo fue gozar de su libertad. —Me pongo de pie por instinto. O quizás por mis años de abogado —No busco ofender a nadie, pero ustedes viven encerrados en el pasado al mantener sus reglas.

—Tú no entiendes nuestra situación —Gruñe.

—Quizás no lo suficiente. Quizás no conozco tanto a los lobos como para decir lo que digo —Miro a Iki —Pero lo conozco a él. Lo conozco lo suficiente como para darme cuenta de que no todos los lobos son bestias atrabiliarias.

El sujeto no parece muy feliz con mi repuesta. De hecho, se pone de pie para enfrentarme mientras Jorah hace lo mismo.

—Debo decir que tienes mas valor que un mismo lobo. Pero si vuelves a abrir la boca, sera la última vez que lo hagas.

—Te agradecería que no amenaces a los míos en mi presencia —Advierte Jorah. Por sus ojos rojos puedo decir que habla muy en serio. —James, vuelve a sentarte. —No hago nada —James...

—James —Miro a Iki —Cálmate.

—James —Insiste Jorah.

Vuelvo a sentarme sin dejar de mirar al lobo.

Sé que Jorah me dio instrucciones muy específicas. Pero no voy a dejar pasar el que intimiden a Iki de esa forma. No frente a mí.

La tensión en el ambiente se está intensificando cada vez más con tan solo la presencia de ambos grandes.

Jorah puede ser muy reservado; pero es otro sujeto cuando se enfada.

—Como grande de los lobos, ya tengo la sentencia del mío. Jorah, es tu turno de juzgar al tuyo.

Ambos nos miramos mientras los demás esperan a que Jorah diga algo.

—La situación la conozco perfectamente. No tengo nada que decir al respecto.

—¿No corregirás a ese chico?

—No tengo porqué hacerlo. Ya no es un niño, ni mucho menos un can para adiestrar.

—¿Te refieres a nosotros como perros?

—No digo eso. Solo digo que no encuentro necesario corregir a nadie por sus actos. Ni James ni ese lobo han hecho nada malo.

—Quizás para ti no sea nada de importancia. Pero para nosotros...

—Para ustedes es un desajuste en sus filas. Sus vidas son dirigidas por reglas. Entiendo que para ustedes es mucho más importante, aunque sean reglar de antaño.

—¡Suficiente! —El lobo alza la voz mientras los demás lobos se ponen de pie, incluyendo a Iki —Se aceptó hacer esta reunión en este lugar y bajo todas las condiciones habladas para evitar problemas. Si no quieres que esto termine como siempre, lleguemos a una decisión rápida.

—Entonces déjenos estar —Todos vuelven a mirarme —No le hacemos daño a nadie estando juntos. De hecho, esta misma reunión es una completa estupidez.

El sujeto no deja de gruñirme transformado en licántropo. Creo que ahora si lo hice enojar.

El lobo comienza a acercarse a mi mientras enseña sus colmillos.

Jorah no se mueve. Sé que para él, la violencia es el último recurso. O sea, que a menos que este tipo me agreda, Jorah no se va a mover.

Mierda.

—¡James!

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