Capítulo 10
NOTA: No olvides leer hasta el final :)
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Elíseos
Dos años después
Los primeros días fueron largos y un poco complicados para Caria por pensar en Thanatos todo el tiempo. Lo más difícil fue disimular que estaba bien.
Melínoe tardó algunos días para recuperarse pero su memoria seguía deteriorada; no recordaba cómo se golpeó ni seguía inconsciente de lo que hacía por las noches. Lo único que recordaba fue cuando tenía los brazos heridos y cubiertos de sangre y estaba muy firme en negar que ignoraba a su atacante. La ninfa Iliel la curó de inmediato cuando se reunió con ellas esa noche, como cuando se había golpeado la cabeza. Aunque las heridas no eran muy visibles en el momento, seguían doliendo y ardiendo.
Caria comenzaba a sentir mayor aversión por las mentiras pero por exigencia de Melínoe, nadie dijo nada sobre lo sucedido. Ni siquiera Ralen y Ariadna se enteraron, de ser así, Ralen pegaría un grito tan fuerte que hasta su padre Hades se habría enterado en un segundo. Por fortuna no fue así.
Los demás días habían pasado tranquilos. La tensión entre Melínoe, Ralen y ella había disminuido considerablemente. Los breves enfrentamientos que tuvieron se esparcieron en el pasado poco a poco. Sin embargo, las noches eran muy diferentes. Al menos Caria así lo sentía. A ella se le dificultaba dormir bien por las noches. Los ruidos fueron más comunes; risas, conversaciones y otro tanto de palabrerías que erizaban la piel.
Había ocasiones en las que Caria salía de la habitación y daba vueltas por el castillo para identificar de qué se trataba. Los ruidos provenían de la habitación de Melínoe. Caria quiso indagar sobre qué decía o si estaba con alguien pero nunca comprobó nada. Sólo una noche abrió la puerta de la habitación con el miedo latente en su garganta, dispuesta a enfrentarse al lado más espeluznante de Melínoe o a quien sea que estuviera con ella. Fue inevitable no escarbar en sus recuerdos cuando era una niña y Melínoe...
Melínoe estaba dormida cuando abrió la puerta. Se llevó las manos a la cabeza comenzando a suponer que comenzó a volverse loca desde que tuvo esa horrible pesadilla. Le daba muchas vueltas al asunto pero es que todo la llevaba al mismo punto, algo no le cuadraba bien sobre su hermana. Tenía que sincerarse consigo y misma y aceptar que Melínoe cambió desde el golpe en la cabeza, desde entonces esos sucesos en la noche surgieron. Caria juraba que la escuchaba reírse por las noches de una manera espantosa pero sólo eran por pocos minutos y luego desaparecía. Lo que impidió que se aferraba a indagar más era la razón de qué sólo ella escuchaba aquello.
¿Cómo era posible?
Agradeció infinitamente a los dioses que al cabo de unos días, Hades y Perséfone volvieron a los Elíseos y desde entonces dejó se angustiarse por las noches.
Ellos llegaron con una botella pequeña de algo que Caria desconocía. Hades le pidió a Melínoe que lo bebiera. Su hermana dudó por algunos segundos y luego lo bebió con demasiada lentitud. Las gesticulaciones que hizo daban entender que era lo más horrible que había probado y que no tenía intenciones de beberlo de nuevo.
Después de esa intervención, Hades se marchó al Inframundo y Perséfone se quedó con ellas en los Elíseos hasta antes de su partida.
Pasaron los meses, Caria mantenía una mejor comunicación con Ralen y Ariadna, incluso se llevaban mucho mejor y compartían varios pasatiempos. Desde su acuerdo con Ralen, él no se dejó llevar por sus impulsos y ella no le dio razón para ello.
El tiempo pasó más rápido de lo que ella pensaba y el dolor que habitaba en su corazón su extinguiéndose poco a poco hasta creer que lo que sintió por Thanatos era sólo una ilusión. El recuerdo de Thanatos estaba impregnado en su corazón, eso era verdad, no podría olvidarlo pero dudaba que sintiera amor. A parte de todo, seguramente él la odiaría por haberle mentido y dejado plantado, eso sí fue a esperarla. ¿Para qué iba a aferrarse a lo contrario? Se prometió que no lo haría.
Aquellos pensamientos permanecían y a veces olvidaba que estaba hablando con alguien.
—¿Estás prestando atención Caria? —Caria se hizo hacia atrás con todo y silla, tuvo que parpadear varias veces para visualizar la realidad. Por un momento, creyó que Thanatos estaba regañándola como en el pasado.
—S-Sí...sólo estaba recordando ciertas cosas—Respondió con rapidez. Hypnos suspiró sosteniendo su paciencia; era la quinta vez que llamaba la atención de la chica ese mismo día.
—En estos momentos es importante que estés concentrada, podrás analizar las situaciones cuando haya tiempo establecido o haya finalizado la clase. ¿De acuerdo?
Caria asintió acomodándose en la silla, a pesar de que intentaba sobrellevar los cambios en su vida, el peor de los momentos para concentrarse era en clases.
Melínoe estaba a lado con una actitud aislada y silenciosa, sin embargo, si interior estaba alborotado. Respiró hondo y mordió su lengua para contrarrestar las punzaciones que incrementaban en su cabeza. Con discreción comenzó a sobarse las sienes; todo esto no sirvió de nada. El punto de alarma para ella fue cuando comenzó a sentir que estaba por perder la conciencia y en algunos segundos la mente se le puso en negro cuando ni siquiera cerró los ojos.
Melínoe se levantó poniendo con firmeza las manos en la mesa, clavándola la mirada en ella.
—Hypnos...¿Puedo retirarme? —Hypnos se giró a verla y la vio con fragilidad, parecía que apenas podía sostenerse.
—¿Estás volviendo a sentirte muy mal?
—La cabeza me da vueltas, sólo quiero recostarme por un rato...estoy segura que se me pasará en algunos minutos—Dijo tratando de sonar normal con gran esfuerzo, Hypnos no le creyó mucho.
—Necesitarás ayuda para regresar a tu habitación.
—No...yo puedo sola—Dijo con aspereza.
—Melínoe, podemos ayudarte a que llegues bien a la habitación, podría quedarme contigo por si necesitas algo más—Dijo Caria levantándose y dándose cuenta de que la debilidad de su hermana regresaba, como si los años no hubieran pasado.
—Quiero estar sola, confíen en mí por favor...estaré bien —Casi suplicó. Caria volvió a sentarse, Hypnos se llevó las manos a la espalda y asintió con la cabeza.
—Está bien, descansa y cuando te sientas mejor, vuelve —Melínoe no pudo sonreír y se fue caminando con paso inseguro. Caria se arrepintió de inmediato no haber ido con ella a pesar de que Melínoe se haya negado, Hypnos por otro lado se mostró confiado en la decisión de su hermana —. ¿Se ha sentido mal constantemente?
—No como antes o al menos no lo sabemos...se sigue encerrando por las noches. Lo que si he extrañado son las pláticas que teníamos por las tardes. Prefiere encerrarse en su habitación y pocas veces sale de ella antes de anochecer. He querido hablar con ella pero Melínoe no lo desea o me ignora.
—Entonces has dado por sentado que es mejor no molestarla ¿no?
—Pues sí. Mis padres le dieron un líquido que la haría sentirse mejor, de hecho, ellos fueron por más.
—Recuerdo que se sintió mejor después de beberlo —Caria asintió.
—Al principio funcionó pero desde hace unos días atrás que vuelven sus malestares. Muy similares a los que tuvo cuando se golpeó en la cabeza —Hizo una pausa —. Tengo la esperanza de que sea temporal de nuevo.
—Quizás sea parte del cambio —Dijo Hypnos debatiendo sus palabras con sus pensamientos. Él temía que se tratara de otra cosa.
Macaria sonrió en grande por la respuesta de Hypnos lo que aseguró que ella estaba exagerando. Hades y Perséfone regresarían de su viaje ese mismo día. Caria sintió la mirada profunda de Hypnos sobre ella, como si fuera a reprenderla por algo.
—¿Qué ocurre?
—Sé que sé la respuesta pero me atrevo a preguntar. ¿Tus padres saben algo de lo que pasó con Melínoe?
Caria negó con vergüenza. Hypnos cruzó los brazos y suspiró. Por supuesto que no habían mencionado nada, de lo contrario se habría enterado años atrás y Hades contemplaría la opción de ejercer castigos en los Campos Elíseos.
—Nunca es tarde para decir la verdad —Caria abrió de golpe sus párpados. La culpa azotó su corazón y su mente por mentirle a sus padres y a Thanatos. Thanatos otra vez estaba en su cabeza.
—No creo que ella desee hacerlo.
En vista de que Hypnos no haría cambiar ni la decisión de Caria ni el temor que ella sentía por la reacción de Melínoe. ¿Desde cuándo había adquirido ese sentimiento hacia su hermana?
***
Mientras tanto en la Tierra.
Hécate terminaba de introducir una sustancia acuosa de apariencia desconfiable dentro de una botella de cristal, había que mencionar que llevaba así casi una hora por el sumo cuidado que le estaba dedicando.
Hades al borde de la impaciencia ya se había cansado de dar vueltas por toda la casa de Hécate mientras esperaba que la posición estuviera lista para llevarla a los Elíseos y el sólo hecho de observar la delicadeza con la que trabajaba Hécate le enfurecía.
—¿Con esa poción bastará esta vez? —Preguntó Hades respirando hondo.
—Será como la anterior—Respondió Hécate sin mirarlo siquiera.
—Entonces, tendrá el mismo resultado—Sus palabras sonaron más a una afirmación decepcionante que a una pregunta con esperanza.
—La última funcionó —Le reclamó Hécate enojada pero sin desprender la vista de lo que verdaderamente le importaba.
—Pero sólo por un tiempo cuando debía ser para siempre —Ante el reproche de Hades, Hécate le dedicó una fría y asesina mirada. Perséfone percatándose de que Hécate estaba llegando a su límite, le puso un alto a su esposo.
—No deberías hablarle así a Hécate —Hades observó a su esposa asombrado por la manera en cómo le habló. Tan dura y con una voz alta. Como cuando le profesaba sus palabras de odio cuando recién la llevó al Inframundo —. Ella está haciendo su mejor trabajo por ayudarnos como para que tú te comportes como un verdadero cretino.
Hades no caía en sí por lo que escuchaba. Miró a Hécate quien ahora estaba sonriendo por lo bajo. Lo estaba disfrutando la muy maldita.
—Pero mi dulce flor...no lo hice con esa intención —Se excusó con sumisión, motivo por el cual Hécate se burló más de él. Hades frunció el ceño y la señaló con descaro —No voy a permitir ser la burla de esa anciana. Soy Hades, dios del Inframundo y...
—Discúlpate con Hécate —Puso las manos en la cintura.
Se escuchó una risa suprimida por detrás de él. Hades puso los ojos en blanco y trató de negociar con su mujer quien no parecía acceder a sus peticiones.
—Amor mío, no me hagas esto —Le murmuró para que no escuchara Hécate una vez que se acercó lo suficiente a ella —. Me estás dejando en ridículo frente a ella.
—Ahora —Siguió esperando su respuesta. Enfadado y con una cólera que acrecentaba en el estómago, rechinaron sus dientes y se giró hacia Hécate quien se divertía con ese glorioso momento. Lo único que ella lamentó fue no contar con más testigos que compartieran la diversión.
—Lo siento —Dijo con todas las fuerzas del Universo. Disculparse con ella no tenía el más mínimo sentido y detestaba que Perséfone lo pusiera en ese aprieto.
Hécate lo miró de arriba abajo y perdió interés de repente para volver a hacer lo que tenía pendiente.
—Perséfone, mi niña...ya está lista la poción. Acércate.
Hades tenía un tic en el ojo. ¿Qué había pasado? Le costó mucho reunir las fuerzas necesarias para disculparse sin motivo...¡Y lo había ignorado! Jamás se había sentido tan humillado. Hécate deberá temblar cuando se le ocurra visitar el Inframundo o pedirle un favor. Existían un millón de cosas divertidas en cada uno de los círculos que ya se impacientaba por poner a la mujer en uno de ellos.
—Muchas gracias Hécate. ¿Con esto mi hija ya se sentirá mejor? —Preguntó Perséfone con preocupación.
—La he perfeccionado durante este tiempo. Sus malestares desaparecerán por más tiempo o, si tenemos a Tique de nuestro lado, será para siempre.
Perséfone suspiró motivada y colocó la botella contra su pecho con extremo cuidado. Hades se acercó a Perséfone y le colocó las manos sobre los hombros.
—Debemos irnos. Melínoe debe beber esto cuanto antes —Hades miró a Hécate conteniendo su ira —. Gracias. Espero verte pronto por el Inframundo.
Hécate sonrió de oreja a oreja.
—Y yo espero que llegues con bien a él —La pronunciada sonrisa de la mujer inquieto a Hades pero se mantuvo firme. El tic comenzaba a aparecer de nuevo ante una sutil advertencia.
Sin más ni menos, Hades y Perséfone salieron de la casa. Hécate suspiró y sonrió levemente.
—Ese viejo loco es muy divertido —Hécate confiaba que esa poción resultaría. Por dos años se propuso ayudar a Melínoe por completo. Era una manera de enmendar un poco el daño que había ocasionado cuando cometió el error de aliarse con Deméter —¿Qué habrá pasado con Macaria?
Se preguntó cuándo en sus recuerdos apareció la petición de Caria respecto a Thanatos. Desconocía cómo le había ido en el mundo humano pero estaba segura que nada malo ni grave le había ocurrido. Por otro lado, no era complicado asimilar que no logró su cometido por el simple y lógico detalle de que Thanatos seguía en la Tierra.
Hades miró de reojo a Perséfone en el preciso momento en que salieron de la casa de Hécate.
—Estás enfadado —Afirmó Perséfone sintiendo la mirada de Hades sobre su cabeza.
—¿Tú crees? —Fue sarcástico. Perséfone se detuvo y se puso frente de él para tomarle ambas manos.
—Sí lo creo y para que te enteres, lo hice porque si te dejaba continuar molestándola, se negaría a ayudarnos y Melínoe seguiría sintiéndose mal. Un riesgo que no pienso permitir.
—Pero me dejaste en ridículo —Dijo a modo de reproche.
—Mis hijas son más importantes que un solo momento en que pierdes el ego —Terminó la frase y al parecer, la conversación.
Hades estaba enojado pero tras escuchar la razón por la que había hecho eso, no pudo sentir más amor por ella. Le encantaba que Perséfone defendiera a sus hijas y se preocupara tanto por ellas.
La besó en la frente.
—Lo siento amor mío pero ella me saca de mis casillas...yo también estoy estresado al darme cuenta que la poción con la que tardamos tanto tiempo en investigar no funcionó como pensábamos.
—Estoy consciente pero Hécate dijo que la perfeccionó durante estos dos años. Yo confío en ella y tú confía en mí.
Perséfone le sonrió de la manera más hermosa. Borró aquellos rastros de enfado y la abrazó con amor. No se imaginaba que hubiera sido de él si la hubiera perdido.
—Volvamos a casa y ayudemos a nuestra hija.
***
—No puedo...no puedo.
Melínoe estaba encerrada en su habitación totalmente arrinconada. Temblaba de miedo. Se abrazaba a sí misma y respiraba agitadamente. Sus piernas no estaban tranquilas. Comenzó a sudar frío.
Una voz violenta e insistente azotaba en toda su cabeza. Hace mucho tiempo que no se sentía así. Quería llorar. Era insoportable escuchar una voz desconocida en su cabeza todo el tiempo. Dormir no ayudaba, lo había intentado pero consiguió tener pesadillas. Esas pesadillas eran tan realistas...la sangre...¿Por qué le estaba pasando eso a ella?
Alguien llamó a la puerta y ella brincó en el suelo. Una lágrima necia resbaló por su mejilla, una perfecta representación del terror que estaba resguardando en su interior.
—Quiero estar sola —Dijo Melínoe llevándose de nuevo las manos a la cabeza.
—Corazón, necesito que me abras.
Melínoe apartó sus manos y observó la puerta con alivio. La voz de Perséfone acariciaba su alma atormentada. Se limpió los ojos y las mejillas con el peplo y se levantó lo más pronto que pudo para recibir a su madre.
Perséfone al entrar no dijo nada y se acercó a ella poniendo una mano sobre su mejilla.
—Estabas llorando —Intuyó y Melínoe tragó saliva. A pesar de la oscuridad de la habitación, su madre fue capaz de darse cuenta que sus ojos estaban cristalizados por el miedo y el dolor pero ella no se atrevería a confesárselo.
—Es sólo por el dolor de cabeza. He querido dormir pero no puedo hacerlo.
Perséfone le dio un beso en la mejilla y le acarició los rizados cabellos de su cabeza.
—Te hemos traído de nuevo un antídoto, mejor que el que te dimos a beber la última vez.
Melínoe frunció el ceño. Sabía de qué hablaba y recordaba muy bien el olor y el desagradable sabor. Habría negado a beber de no ser porque su dolor era más fuerte que su capricho. Perséfone le dio la botellita y Melínoe la tomó con ambas manos.
—Esta vez me cuidara ¿Verdad?
—Claro que sí amor —Reconfortó. Perséfone la abrazó —. Iré a ver a tu hermana y luego volveré. Bébetelo todo. Te sentirás mejor —La animó.
—No te preocupes mamá. Lo beberé y me acostaré. Mañana por la mañana nos veremos.
Perséfone entendió su condición y la costumbre que empleaba su hija. Respetó su decisión a pesar de que no era lo que deseaba y le sonrió antes de salir.
Melínoe respiró hondo y abrió la botella sin pensárselo dos veces. Iba a colocarla sobre sus labios cuando una tensión golpeó su cabeza tan fuerte que la hizo tambalearse. Desafortunadamente, la botella cayó al suelo y se desintegró en diminutos pedazos. El líquido se evaporó. Ella lo comprobó porque se agachó para tantear con sus dedos el espacio húmedo; todo estaba seco. Lo púnico que encontró fueron los pedacitos del cristal desintegrado.
Con toda desesperación, pasó sus largos cabellos atrás de su cabeza y lloró con impotencia y lamentaciones.
"Eres una idiota" Escuchó que decía la voz en su cabeza. Melínoe negaba con frenesí mientras se tiraba al suelo.
Sentía que estaba gritando. Su garganta se estaba desgarrando pero de su boca no salió ningún sonido. Absolutamente nada. De pronto, su vista se mezcló con la oscuridad de su habitación y su cuerpo dejó de tener movilidad propia.
Caria abrazó a su madre en el momento en que la vio caminar por el pasillo. Cuando Hades se acercó, también lo abrazó. Sentía gran confort cuando lo hacía y pena por haberle fallado varias veces. En su corazón ya no existía ningún rencor hacia él. Ella todo se guardaba en su corazón.
—¿Todo bien por aquí? —Le preguntó Hades. Cari asintió con media sonrisa.
—Sólo por Melínoe que estaba sintiéndose mal —Respondió. Hades miró a sus espaldas.
—Voy a verla —Perséfone le tomó del brazo.
—No. Ya le he dado la poción. Dejémosla descansar, por la mañana veremos cómo está.
Hades no sonrió con lo que decía Perséfone.
—No podré verla mañana...ni en unos días.
—¿Por qué? —Cuestionó Perséfone. Hades echó un vistazo a Caria que estaba muy interesada en escucharlo.
—Hay unos asuntos pendientes en el Inframundo. No dije nada antes porque lo de Melínoe era más importante.
—¿Qué está pasando? —Insistió su mujer. Perséfone sabía muy bien cuando algo tenía angustiado a su marido. Quizás por eso estaba tan de mal humor.
Hades tomó una de sus manos y se la llevó a la boca, besando sus dedos con extrema ternura.
—Mañana te lo contaré. Te veo en el Inframundo, hoy descansa aquí. Ya debo irme.
Hades se despidió tiernamente de su esposa y luego abrazó a su hija una vez más. Caria tragó saliva. No tenía ni idea de qué estaba pasando pero estaba consciente de que no debía involucrarse en sus asuntos. Eso se lo había dejado muy claro su padre desde que era una niña con la finalidad de protegerla.
—Regresan y tan pronto se van —Comentó desilusionada. Perséfone le acarició la mejilla.
—Prometo que será sólo unos días. Ve a descansar, podré despedirme de ti por la mañana.
Caria asintió pero no estaba de acuerdo. No los juzgaba pero era muy cierto que sus padres trabajaban mucho atendiendo asuntos del Inframundo y que ya debía estar más que acostumbrada a no verlos todo el tiempo, sobre todo a Perséfone. A Hades lo veía más veces que su madre por lo que extrañarla todo el tiempo era habitual. Se entristeció cuando supo que mañana no estaría de nuevo con ella.
***
Perséfone descansaba sobre su gran lecho desde hace un buen rato. Estaba muy pacífica. Entre su sueño, deslizó su mano al costado sintiendo un frío de ausencia. Abrió sus ojos con acidia y contemplo la soledad a su lado. Sintió un vuelco repentino. Las ocasiones en la que ha dormido sola eran cuando estaba con Deméter y cuando se quedó unos días con Hécate pero siempre extrañó la compañía de Hades. Su aroma tan único y su contacto tan sutil. Si había algo que odiaba en su vida era no estar con él siempre.
Escuchó que el rechinido de la puerta surgía despacio. Frunció el ceño. Lo más lógico era pensar que Hades cambió de idea y regresó con ella. Se recargó sobre su codo poniendo mucha atención en quien iba a entrar y no se animaba a hacerlo.
—¿Hades? —Preguntó en voz baja pero lo suficiente para que la escuchara. Alno escuchar respuesta, Perséfone se inquietó. No era propio de él hacer ese tipo de bromas —. No es gracioso. ¿Quién está ahí?
Con el corazón en un puño, estaba por levantarse de un brinco y agarrar lo primero que encontrara para defenderse. Sorpresivamente, Caria asomó la cabeza. Perséfone al verla apenas en la oscuridad, suspiró largamente. Un alivio directo a su corazón.
—Lo siento mamá...por si te asusté —Caria se oía avergonzada.
—¿Qué sucede cielo? —Le preguntó dulcemente, demostrándole con su voz que todo estaba bien.
Caria se mordió los labios y se adentró más en la habitación con las manos frente a ella.
—No puedo dormir —Confesó con un rastro de tristeza en su voz —. ¿puedo quedarme contigo?
Perséfone parpadeó de par en par y por un momento le pareció que su hija volvía a ser una niña, cuando era más común su falta de sueño. Sin embargo, sintió un dolor punzante cuando el recuerdo más amargo de sus hijas apareció sin piedad. Cuando escuchó que Caria la llamaba y cuando despertó, la tenía frente a ella sangrando a un costado del estómago. No sabía cómo describir lo que sintió y no quisiera volver a repetirlo. Creyó que no volvería a verla y completamente asustada por lo que había pasado, fue corriendo a ver a Melínoe y esta tenía sangre en sus manos y en su camisón; sangre que no era de ella.
Melínoe tan sólo tenía siete años.
Agitó su cabeza alejando lo que se había decidido a olvidar y estiró su brazo frente a ella, una clara invitación.
Caria asintió y cerró la puerta para luego ir hacia su madre. Perséfone se deslizó al lado frío de la cama y alzó las mantas para que Caria se acostara junto a ella. Se acostó de lado viendo a su madre y ella hizo lo mismo.
—¿Qué ocurre? —Le preguntó delicadamente. Caria infló su pecho.
—Me siento rara. Como si fuera una niña temerosa de nuevo.
Perséfone sonrió al escucharla, era lo mismo que ella pensó pero no le molestaba en absoluto.
—Extrañaba que hicieras esto —Confesó —. ¿En qué piensas tanto?
"En muchísimas cosas que no puedo decirte" Pensó con dolor.
—No pienso en nada. Intento tener mi mente en blanco cuando voy a dormir pero no lo logro...a veces siento que algo me recorre por el interior y quiere hacerme llorar. Quizás sea miedo.
—¿Miedo? ¿De qué amor? —Estiró su mano para tomarle la mano a Caria. El simple contacto casi la hace llorar.
¿Por dónde comenzaba? El confort que sentía cuando estaba con su madre y sobre todo cuando hablaba, la animaban a contarle todo lo que se guardaba en el único lugar donde nadie le haría daño. En el corazón.
Sin embargo. ¿Cómo decirle lo que había hecho sin que fuera a contárselo a Hades? ¿Cómo confesarle que en un arrebato de culpa fue a buscar a Thanatos? ¿Cómo decirle que se besaron y ella se enamoró de él?
Aunque creía que ya no sentía lo mismo por él, lo cierto era que aún habitaba en sus pensamientos. Era la culpa llamando.
Era una situación difícil pero en vista de que Melínoe la había hecho a un lado debido a sus malestares y cambios repentinos de humor, necesitaba hablar con alguien.
Se llenó el pecho de aire y su corazón latía rápidamente. Era mejor comenzar con lo que primero le aquejaba.
—Te extraño tanto mamá. Extraño cuando estabas con nosotras por meses. Entiendo que tienes asuntos importantes que atender pero cada vez te vemos menos —Caria parpadeó varias veces para no permitir que las lágrimas brotaran —. Quisiera que te quedaras con nosotros todo el tiempo.
Esas palabras golpearon el corazón de Perséfone hasta hacerla llorar. La oscuridad no dejaba ver bien la transparencia de las lágrimas pero el sentimiento estaba a flor de piel. Ella igual quería estar con ellos para siempre pero era algo imposible y lo odiaba.
—Yo también cielo...todo el tiempo...pero no puedo. Sólo puedo estar la mitad del año aquí.
—¿Por qué? Nunca nos has explicado bien la razón. Ni tu ni papá.
Y era cierto. Jamás se detuvieron a explicarles cómo surgió el amor entre Hades y Perséfone y es que se habían limitado a confesárselos tal cual por la reacción de ambas. Con el paso del tiempo, el tema quedó en el olvido hasta ahora. Los únicos que sabían sobre su historia eran los demás dioses y héroes que estuvieron en contacto pero debido a que Macaria y Melínoe vivían exclusivamente en el castillo dedicado a Hades en los Elíseos, lejos de almas victoriosas que vivían ahí y de los dioses del Olimpo, nadie había mencionado algo. Ni siquiera en el Inframundo.
—Se los contaré y prometo que lo haré cuando regrese. Lo que me preocupa ahora mismo es que tú estés así. ¿Qué ocurre?
Era el momento de la verdad. Tenía su confesión en la garganta al igual que el temor a su reacción.
—¿Prometes que no vas a enojarte? —Preguntó como si la respuesta fuera un consuelo.
—Es sobre Thanatos. ¿Cierto?
Caria se quedó helada, la había tomado por sorpresa. ¿Cómo es que vio a través de su alma? La intuición de su madre la tenía más que espantada.
—Sí...en parte.
—¿Aún no aceptas que él no esté?
—Quizás. Lo que más me mortifica es que por mí...—Perséfone la silencio apretando su mano. Caria creyó que ya se había enfadado por retomar el tema de Thanatos y se arrepintió enseguida por ello.
—No te culpes hermosa, ya ha pasado tiempo desde que ocurrió y no es correcto que te sigas atormentando por eso.
Se sorprendió de encontrar calma en la voz de Perséfone.
—Nunca me disculpé. Tuve la oportunidad y no lo aproveché. Fui egoísta mamá, con él y con Melínoe.
—¿Qué tiene que ver Melínoe? —Frunció el ceño.
—Ella hace dos años me dijo que se sentía sola, que yo no estaba con ella cuando más me necesitaba...ahora que le doy tiempo y quiero estar con ella me rechaza. Me hace a un lado y se encierra en su habitación. Me está castigando.
—Entiende que Melínoe no está pasando por el mejor de los momentos pero estoy segura que a partir de hoy, eso cambiará y volverá a ser la misma de antes.
Eso esperaba porque no le gustaba para nada su actitud. Cuando la encontró con los brazos heridos le prometió que estaría con ella y desde ese momento, Melínoe la rechazaba como quería. De alguna manera, Caria sentía que se estaba desquitando por lo que le pasó cuando estaba ausente. Esas heridas, el golpe en la cabeza...
—¿Crees que Thanatos me haya perdonado? —Cambió el tema.
—Por supuesto que sí aunque si volvieras a verlo, te aconsejo que lo hagas de nuevo si eso te hace sentir mejor. Él no es malo y tu padre menos.
"Yo sé que no" Pensó.
—Mamá...si existiera la forma de verlo y poder disculparme. ¿Me apoyarías?
—Por supuesto que sí. Haz lo que dicte tu corazón.
No se lo podía creer todavía. O su madre cambiaría de opinión tarde o temprano o la juzgó mal todo ese tiempo. Se arrepentía de no haber tenido esa conversación desde hace tiempo atrás.
—¿Aunque eso signifique ir a la Tierra y buscarlo?
Perséfone sonrió y se estiró para besar su frente y apartarle los cabellos oscuros del rostro.
—Claro que sí. Porque así sabría que fue por hacer lo correcto. Nunca te arrepientas de hacer algo con el corazón.
Caria sonrió. Abrazó a Perséfone y una lágrima necia salió por la comisura del ojo. La amaba tanto.
—¿Puedo quedarme a dormir contigo? —Perséfone asintió con la cabeza y la abrazó más fuerte —. Te quiero mamá.
—Y to a ti.
Perséfone besó la frente una vez más de su hija. La apoyaría porque sabía que era lo que Caria quería. Esperaba que los asuntos en el Inframundo no fueran graves para regresar con sus hijas a los Elíseos y hacer algo por ellas. Indagaría con Hypnos sobre el paradero de Thanatos para ir con Caria a verlo. Le cumpliría ese pequeño y secreto deseo.
Mientras Perséfone pensaba en cómo ayudar a Caria, ella ya estaba haciéndose otra idea en la cabeza. Una idea que había desechado hace tiempo; regresar con Thanatos. Pero esta vez no sería aparentando ser alguien sino ella misma.
Afuera de la habitación, estaba Melínoe con semblante sombrío. Había escuchado todo lo que conversaron haciendo uso de algunos poderes. Apretó la mandíbula por el coraje que sentía.
¿Se estaba burlando de ella?
No lo iba a permitir. No sería la burla de Caria ni de nadie. Tenía que hacer algo pronto.
***
Al día siguiente.
Caria buscó entre sus cosas una cajita donde había guardado el anillo que le dio Hécate. Recordaba que le había dicho que las luces del anillo se extinguirían en cierto tiempo. Dudaba mucho que siguiera funcionando pero quería corroborarlo para descartarlo y buscar otras opciones. Estaba más segura de ello.
Tomó la cajita y la estrechó contra su cuerpo. Respiró hondo antes de abrirla y corroborar el anillo. Abrió la caja y tras observar el anillo se dio cuenta que tenía dos luces en él. A pesar de los años, no se habían extinguido. Iba a colocárselo en el dedo pero prefirió hacerlo después. Primero tenía que despedirse de su madre quien estaba por partir al Inframundo.
***
Perséfone estaba fuera del castillo hablando con algunas ninfas antes de partir.
—La extrañamos mucho señora Perséfone. Desearíamos que su estadía fuera más larga —Confesó una ninfa de nombre Bruna. Perséfone sonrió ante el comentario.
—Quisiera hablar con ustedes como antes, espero que en unos días regrese para retomar la normalidad de mi estadía.
—Le hemos hecho un regalo —Añadió Julissa, una ninfa un poco mayor que las demás.
Las ninfas presentes le mostraron a Perséfone un hermoso vestido de flores que ellas mismas habían hecho. Perséfone se llevó las manos a la boca y luego tocó el vestido con sutileza.
—Es muy hermoso, no sé cómo agradecérselos.
—Nos alegra que le haya gustado —Dijo Tabitha, una tercer ninfa —. Esperamos que a su regreso, se lo ponga.
—Por supuesto que sí.
—¿Quiere que lo guarde en algún sitio en particular?
—Puedes ponerlo en mi habitación sin ningún problema —Dijo Perséfone. Tabitha asintió y se dirigió de nuevo al interior del castillo.
Ralen y Ariadna fueron acercándose a ella inclinándose con el debido respeto. Perséfone se giró hacia ellos en cuanto notó su presencia.
—Señora Perséfone, es un placer verla de nuevo. Ayer no tuve la oportunidad —Dijo Ralen con total respeto y admiración en su voz.
—No hay problema.
—¿Está lista para partir? —Preguntó Ariadna.
—Sólo me falta despedirme de mis hijas —Ralen sonrió de lado. Lamentaba escuchar eso. Perséfone notó el cambio en el semblante del joven —.¿Hay algún problema?
—Mi padre me informó que el señor Hades requiere su presencia enseguida.
—Entiendo. Sólo me despediré de ellas.
—Discúlpeme pero debo insistir. Es urgente.
Perséfone comprendía que era urgente pero desconocía porque. Hades actuó muy rara desde ayer y tenía un mal presentimiento de eso. Miró hacia el casttillo y se mordió los labios.
—Por favor, cuando regreses, despídeme de ellas —Ralen asintió haciendo otra inclinación con la cabeza.
—Yo lo haré. Me quedaré con ellas hasta que Ralen regrese. Ellas estarán bien —Dijo Ariadna tratando de hacer sentir mejor a Perséfone.
Perséfone dejó de ver el castillo y se despidió por última vez de las ninfas. Tanto ella como Ralen desaparecieron de los Elíseos.
***
Melínoe fue acercándose a la habitación de Perséfone para despedirse de ella. Iba caminando con una daga en mano, la misma con la que se había lastimado años atrás. Vio la puerta abierta y entró enseguida. Vio a una ninfa en lugar de a Perséfone. Ella estaba colocando el vestido sobre la cama y levantó la vista al presenciar a Melínoe.
—Buenos días señorita. ¿Cómo se encuentra? —Saludó con gran amabilidad. Típico en esa ninfa alegre.
Melínoe torció la boca ignorando el saludo.
—¿Dónde está mi madre? —Demandó saber.
—Afuera, a punto de irse —Respondió con perplejidad. Inconscientemente, bajó la mirada hacia la mano de Melínoe y notó la daga que llevaba consigo. Abrió losojos de golpe y su nerviosismo se hizo visible —. Debo irme.
Melínoe se percató de que la descubrió con la daga. Cuando pasó a su lado, la tomó del brazo con fuerza. La ninfa la vio con miedo en sus ojos.
—No vas a ir a ningún lado —Le dijo la joven diosa. Sin esperar alguna respuesta, le enseñó la daga y quiso herirla con ella.
Tabitha se resistió con todas sus fuerzas y logró hacerla de lado para poder escapar. Desgraciadamente, Melinoe la tomó del brazo nuevamente y le clavóla daga por debajo del pecho. La ninfa ya no tuvo más fuerzas para defenderse pero seguía con vida. Melínoe presionó más la daga y arrastró a Tabitha dentro de la habitación donde se pudo escuchar levemente el último malestar de la ninfa.
En esos momentos, Caria iba saliendo de su habitación para reunirse con su madre antes de que se fuera. Quería volver a agradecerle por lo que hizo por ella y decirle cuanto la amaba. No podía ser más afortunada de tener una mamá como ella. Caminó rumbo a la habitación de Perséfone y se detuvo en seco al ver en el suelo unas manchas rojas muy pequeñas. Parpadeó para aclarar la imagen y frunció el ceño mientras se agachaba y pasaba un dedo sobre la mancha. Sintió escalofríos y un miedo inminente cuando descubrió que era sangre fuera de la habitación de Perséfone.
Negando con la cabeza y con la aceleración en su interior, abrió la puerta de un golpe y cayó de espaldas al ver la horrorosa imagen.
Melínoe estaba de pie con las manos llenas de sangre y a sus pies estaba Tabitha, una ninfa del bosque y parecía estar muerta.
Melínoe se giró a ver quién había irrumpido en la habitación y se encontró con su hermana con la mirada llena de miedo y confusión. Pasó por encima de la ninfa y fue acercándose a Caria. Ella se arrastró hacia atrás por el suelo manteniendo la distancia entre ellas sin embargo, Melínoe en un rápido e inexplicable movimiento, se acercó a Caria y le tomó de los tirantes del vestido, manchándolo de sangre.
—Es una lástima que hayas visto esto...es el día de las desgracias —Dijo Melínoe con ira contenida en sus ojos. Caria colocó sus manos sobre las de ella, intentando zafarse.
—¿Por qué lo has hecho Melínoe? Mataste a Tabitha...¿Por qué? —Demandó saber. Melínoe sonrió con malicia; ella no era su hermana.
—Porque cometió el mismo error que tú...meterse donde no le llaman.
Melínoe alzó la daga y estuvo a escasos centímetros de clavársela en el pecho.
—¡No! —Ariadna apareció justo a tiempo y logró apartar a Melínoe de Macaria sin lastimarla. Melínoe furiosa, se abalanzó contra Ariadna pero ella fácilmente le quitó la daga para que no volviera a hacer daño. Ahora Melínoe estaba desarmada —. Tranquila Melínoe...¿En serio piensas hacerle daño a Caria? Esta no eres tú.
Melínoe sonrió entonces. Rio a carcajadas mientras movía sus manos a los costados y luego hacia enfrente. Caria incrédula, no siquiera se movía de donde estaba. Reconocía ese movimiento cuando la vio; estaba por realizar la transición divina.
—Todo lo contrario Ariadna...Esta soy yo realmente —Dijo Melínoe antes de desaparecer sin dejar rastro.
Caria cerró los ojos de golpe y escaparon dos lágrimas de sus ojos. Ariadna se acercó a ella e intentó ponerla de pie no sin antes asegurarse de que no la haya lastimado.
—¿Está bien? —Le preguntó al verla muy asustada. Caria señaló el interior de la habitación.
—Acaba de matar a Tabitha...la mató —Sollozó. Ariadna se levantó y fue hacia la ninfa. Colocó sus dedos a un costado del cuello y en su muñeca para sentir sus pulsaciones.
Al contrario de los héroes y algunos otros dioses que vivían del otro lado de los Campos Elíseos, las ninfas podían morir en cualquier momento y se convertirían en hermosos árboles. Ninguna había muerto de esa manera. Los dioses eran los únicos que podían matar a las ninfas.
—Tiene pulso muy débil. Iré por ayuda.
Caria no tenía consuelo alguno. Había visto a su hermana matar a alguien. ¿Por qué en la habitación de su madre? ¿Acaso ella...?
Dolor y un sentimiento fuerte y ácido surgía dentro de ella de sólo pensar que sus verdaderas intenciones eran más oscuras de lo que parecía. Preferiría mil veces que Melínoe la atacara por sobre sus padres, sobre todo su madre.
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Hola!! ¿Cómo están? Espero que bien porque yo...
WTF!!! ¿QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ?
No pude contenerlo. En serio. ¿Qué ha pasado?
La parte más oscura de Melínoe ha surgido y de una manera muy cruel.
¡Necesito saber qué opinan sobre este capítulo!
Y existe otra pregunta que ha surgido desde el inicio del capítulo...Han pasado dos años desde que Caria y Thanatos se vieron.
¿Qué pasó con Thanatos en ese tiempo? ¿Se lo imaginan?
Por cierto, Perséfone es un encanto de mamá.
Espero ansiosa sus comentarios.
En otras noticias....
¡Por fin lo tengo conmigo!
Lo increíble es que... ¡Tú también puedes tenerlo!
¿Quieren saber más al respecto?
No olvides comentarlo y pondré más información al respecto en la siguiente actualización.
Nos vemos pronto!! Abrazos y besos!!
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