2. Jefe X
—Este pastel es... sencillamente delicioso —expresó el jefe de Daniel con una sonrisa de oreja a oreja —. Soy muy feliz comiendo esto, ñam, ñam, ñam.
—Gra...gracias, señor —A Daniel le era difícil disimular su gran incomodidad.
Su jefe era el padre de su ex novia. Era un tipo que parecía estar de buen humor la mayor parte del tiempo. Solía decirle a Daniel que lo mejor era mostrar siempre una gran sonrisa; quien no lo conocía podía tacharlo de un hombre amable y cálido, pero Kang Daniel sabía en realidad lo aterrador que podía llegar a ser. Desde que lo conoció, lo ha llamado en su mente: "Jefe X", pues nunca pudo aprenderse su nombre, y cómo no podía llamarlo por su nombre, no había problema.
Cuando su ex novia lo presento con su padre por vez primera, "Jefe X" lo intentó intimidar.
—¿Crees que eres suficiente hombre para mi hija?
—¿En dónde estudiaste?
—¿A qué se dedican tus padres?
—¿En serio ese es tu propósito en la vida?
—No creo que un muchacho tan débil como tu haya ganado esa competencia.
—No la gane —había respondido apretando los dientes en su esfuerzo de mantener la sonrisa.
—¡Ja! te lo dije.
Siempre, siempre ¡Siempre! con su gran sonrisa.
—Ñam, ñam, ñam, que rico pastel.
Sin embargo, su ex novia le había ayudado para que su padre lograra darle un trabajo en su empresa, algo que sabía que le traería un gran beneficio.
Había hecho un gran trabajo, sabía que ahora tenía la oportunidad de pedir algo.
—Por favor, Daniel, ya no soy tu suegro, así que puedes llamarme solo jefe.
Daniel forzó una sonrisa.
—De acuerdo, jefe.
—¡Así me gusta! con una sonrisa, ñam, ñam, entonces —"Jefe X" se repuso en el asiento de su oficina. Se acercó una servilleta para limpiarse—. ¿Qué me decías?
—Bu...eno. Es sobre el intercambio que solicité.
—Ah, creo que lo recuerdo, sobre qué quieres huir del país, ¿no es así?
—Bueno, jefe, yo no le diría huir. Simplemente me gustaría conocer otro lugar diferente. Ya lo sabe, sobre mi sueño.
—¿Hablas de ese sueño ridículo? —"Jefe X" comenzó a picotear en el plato vació con el tenedor.
Daniel volvió a forzar la sonrisa.
—A-así es, je-fe.
"Jefe X" hizo un gesto con la mano en el mentón, en modo pensativo.
—Está bien.
—¡¿Eh, en serio?!
—Sí. Pero también, no puedo dejar de pensar en todo el trabajo que se ha acumulado, en los demás trabajadores, pobres trabajadores que no tendrán la misma oportunidad que tu, en mi pobre hija que se encuentra destrozada por la ruptura con su novio, en mi pobre cuerpo viejo al que le hace falta ta...anta energía.
—Jefe —Daniel forzó una tercera sonrisa—, por favor, dígame de una vez lo que me va a pedir.
—¡Agh! ¡Maldición! —refunfuñó Daniel mientras caminaba hacia la pastelería.
"No puedo creer que me haga esto" pensaba, recordando la condición que le había puesto su jefe.
—Durante tres meses quiero que me traigas un pastel como este. Todos los días.
—¡¿Todos los días?! Jefe, ¡esa es demasiada azúcar!
—Ah, ¿ahora si te preocupas por mí? ¿Ya se te ha olvidado aquella vez que me tiraste por las escaleras?
"Usted se me atravesó".
—Fue un accidente, ¡pagué lo de la pierna!
—¡¿Cómo te atreves a alzarme así la voz?! ¿Ya se te olvido que alguna vez fuí tu suegro?
—...De acuerdo, jefe, le traeré el pastel todos los días.
—¡Perfecto! pero sonríe Daniel, vamos, muéstrame una gran sonrisa.
Kang Daniel tenía nuevamente el pie en la puerta, en realidad, ya llevaba más de dos minutos así, dudando.
—Buenos días —habló Jihyo, quien apareció a su costado.
Daniel seguía mirando su pie mientras dudaba.
—Buenas —contestó sin voltear a verla. Luego se dio cuenta de que era ella y quitó su pie. La puerta se cerró cuando él volvió hacia ella, mirándola con cara sorprendida. Le fue inevitable pensar que se encontraba tan hermosa esa mañana también.
—¿Va a entrar?
—Eh...no, digo, sí, bueno, no, sí, no, sí, no, quiero decir, sí.
Jihyo se le quedó mirando.
—Muy...bien, entonces, cuando lo decida, estaré adentro para atender su pedido —Jihyo dio un paso más al frente, Daniel le cerraba el paso, ambos se miraron, estaban muy cerca el uno del otro, esa cercanía le provocó a Daniel un latido. De pronto se puso nervioso. Trató de contener la respiración. Los ojos de Jihyo reflejaban un brillo realmente hermoso, todo en ella le parecía, sin lugar a dudas, perfecto.
—Tu... —comenzó Jihyo. Daniel sintió el sonido dulce de su voz sacudiendo la romántica escena.
“¿Y...yo? ¿Yo qué? ¿Qué vas a decirme?” pensó Daniel, con la ilusión de que fuera a mencionarle algo de cuando ella llegó a estar enamorada de él, o que al menos fuera algo del pasado.
—Tu pie.
“Mi pie, ¡¿mi pie?!”.
Salió de sus pensamientos notando que Jihyo señalaba hacía abajo; así se dió cuenta que había vuelto a colocar su pie en la puerta, pareciendo como si el pie hubiera actuado por su propia cuenta.
—Lo, lo siento —dijo al quitar el pie y dar un paso atrás para cederle el paso a Jihyo.
Estaba demasiado apenado, estaba tan apenado que decidió ir a comprar el pastel en una pastelería diferente, pero su jeeeeefe...
—¡¿Cómo que lo compraste en una pastelería diferente?!
—Huy, perdóname por no especificar que lo quería del mismo lugar.
—Recuerdo haberte dicho un pastel cómo este ¡Este! Mira la foto que le tome.
—¡Nunca mencionaste que solo lo tienen en esa pastelería!
—Ahora entiendo por qué mi hija te dejo.
—Estoy muy enojado, pero me como esto para que no se desperdicie.
—Ñam, ñam, ñam, ñam, ñam, ñam.
Siempre, siempre ¡Siempre! con su gran sonrisa.
🍰🍰🍰
Daniel tomó el teléfono celular y llamó a Ji Sung.
—Amigo, date por muerto.
—¿Y ahora que hice?
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