160. Una joya bipolar

Sigo buscando a David por el pasillo, guiada por lo que me dice mi corazón, hasta que me choco con Graham y vuelvo a la realidad.

―¡Estúpido viejo feo, fíjese por dónde va! ―le grito molesta.

Raro, pero él sonríe.

―¿Ibas a algún lado? Quizás, ¿huir?

Me sobresalto.

―¡Nada que ver!

―¿Segura? ―Veo cómo mueve su chaqueta, dónde debajo se encuentra oculta su arma.

―Muy... segura ―Levanto la vista y frunzo el ceño ―. No me amenace porque me va a conocer.

―¿Y qué puede hacer la Reina de un simple imperio de ropa?

―¿Tienes algún problema con la marca Deluxe? ―Me río ―No creo que un Lovelace llegara a nada, ni siquiera lograrían vender una remera ―me burlo.

―He escuchado que tu hermano tiene más ventas.

―Obviamente, porque me secuestraron, vuelvo a Argentina ―Chasqueo los dedos ―y en un segundo levanto todo. Cuando se trata de negocios, yo soy la tendencia ―Sonrío con superioridad.

―Supongo que estoy frente a una joya de los negocios, entonces.

―Supones bien ―Asiento ―no se llega hasta arriba haciendo buena letra. Si me entiende, ¿no? ―Me acerco hasta él desafiante ―Así que más le vale no amenazarme, porque mis venganzas son las peores.

―Ciertamente eres una muy interesante nuera, pero no para mi David.

―Lo sé ―Sonrío ―los sentimentalismos son para otras personas. Mejor dicho, para los idiotas ―Muevo mi cabello ―como su hijo ―Me giro ―. Me voy a terminar de arreglar ―Camino hasta el cuarto.

―Te estaré vigilando ―lo oigo decir antes de cerrar la puerta de la habitación.

Estúpido viejo feo, usted es el idiota. Sentimentalismos, ¿eh? Ya me puedo considerar bipolar. Siento mis mejillas arder y suspiro.

―David.

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