9

Después de aquella agotadora tarde, Ochako permaneció los siguientes días encerrada en casa de Yaoyorozu, tenía miedo de salir a las calles. Su esposo era un hombre muy poderoso y tenía miedo de lo que era capaz de hacer por mantenerla a su lado. También temía de la seguridad de sus amigos y familiares. Principalmente sus padres.

— Ochako. — Llamó Yaoyorozu a la puerta.

— ¿Si? —

— ¿Puedo pasar? — Preguntó.

— Si, pasa. —

La azabache abrió la puerta y se dirigió rápidamente hacia la castaña con un semblante preocupado.

— Retiraron la demanda. — Comentó con impotencia.

— ¿¡Que?! — Exclamó perpleja.

— Si, lo siento tanto... —

— No puede ser... — Cubrió su rostro con frustración. — Tengo que volver o empezará a actuar como un maniático. — Se levantó rápidamente de la cama, la azabache la detuvo.

—No, ¿No te das cuenta? Eso es lo que quiere, te quiere a sus pies, quiere acorralarte como un gato a su presa, no dejes que lo haga. —

Ochako comenzó a temblar, en lo único que podía pensar era en lo aterrada que estaba. Y que la única manera de mantener seguros a los demás era sacrificando su vida por la de todos sus cercanos.

— No vamos a detenernos. — Exclamó una voz conocida entrando a la habitación, era Izuku. — Vamos a luchar por que se haga justicia. — Exclamo con firmeza.

Ochako lo observó, se veía tan decidió a ayudarla que una sensación agradable recorrió su cuerpo opacando su miedo.

La esperanza.

El peliverde se acercó y tomó entre sus manos a las hebras castañas. — Ochako, no voy a detenerme hasta que estés segura, hasta que puedas volver a ser tú. —

Ochako seguía en silencio, pero su mirada decía más, que mil palabras. Sus pupilas se dilataron y un pequeño brillo nació en su iris, haciendo aún más grandes sus párpados de lo normal.

Seguía teniendo miedo, pero este nuevo sentimiento la hacía querer hacer todo lo que estaba entre sus manos para salvarse. Volvía sentir esas sensaciones que Deku le provocaba desde jóvenes. Sin duda siempre era capaz de mover algo en ella, motivarla para que no se rindiera.

— Ochako, ayúdame a salvarte. — Volvió a hablar el de hebras verdes.

— Si. — afirmó la castaña.

En la televisión de Japón anunciaban las nuevas noticias: "Uraraka Ochako, había sido víctima de maltrato por su Esposo. El señor Hinomoto." Era un tema que estaba en la boca de todos, los programas de variedades hacían debates de esto, era un hecho mediático que todos conocían ahora.

Las redes sociales habían servido de mucha ayuda para Ochako, Kyoka la había convencido de contar su historia a través de una red social llamada WebTube. El video se hizo viral en cuestión de segundos y rápidamente se propagó por todo Japón y fuera de éste.

Mucha gente la apoyo, pero no toda le creyó. Era difícil vivir en un país como Japón, donde te juzgan hasta por respirar.

Ochako caminaba por el supermercado a lado de Izuku ambos cubiertos por una mascarilla y una gorra para evitar que les reconocieran.

— Llevaré pan tostado para el desayuno. — Exclamo Izuku.

— Deberías comer más sano. — Aconsejó la castaña.

— Mira quién lo dice, la que siempre tenía una reserva de Mochis en su habitación. — Emitió una risa después del comentario.

Ochako rio con él, recordar sus tiempos de estudiante en la prestigiada academia UA para súper héroes, le causaba cierta gracia.

— Por lo menos mi cuarto no estaba lleno de figuras de acción de All Migth. — Bromeó.

— ¡Golpe bajo! — Fingió sentirse dolido, para hacer reír a la castaña, logrando su objetivo. Ella comenzó a reír después de su acción.

Izuku la deleito por unos instantes, su risa era como la recordaba, era escandalosa y dulce que resonaba a una gran distancia. Cualquiera que la escuchara diría que realmente ella estaba bastante cómoda con ella misma, no todo el mundo se atrevía a reír así.

— ¿Pasa algo? — La voz de la castaña saco a Izuku de sus pensamientos.

—Eh, no nada. — Exclamo con un tono nervioso.

Escucharon a un lado a dos madres jóvenes que charlaban pasando a lado de ellos.

— ¿Si escuchaste las noticias de hoy?—

— ¿Lo de Uravity? ¡Si! La verdad no le creo nada. —

— ¿verdad? Yo pienso lo mismo, lo más seguro es que solo busca ganar fama ya que como heroína no pudo. —Ambas mujeres soltaron una pequeña risita.

—Si yo estuviera en su situación no me dejaría tocar por nadie. — Exclamo la otra mujer.

—Ya lo sé, ¿No se supone que es una heroína? Ella debería saber defenderse. —

—Yo no le creo nada, ¿Cómo pretendía proteger a los demás si era una mujer abusada en casa? Que se invente otro cuento. —

Ochako bajo la mirada, dirigió su vista a sus pies para ignorarlas, pero ya había escuchado suficiente para sentirse mal. Sabía que tendría que enfrentarse a esos comentarios al hablar sobre el infierno que estuvo viviendo con ese hombre, pero no imagino que eso la haría sentir aún más vulnerable de lo que ya se sentía.

Izuku poso su mano sobre su hombro, Ochako dirigió su vista hacia él. —Salgamos que aquí. — murmuro.

—Sí. —

Fue lo único que dijo, después ambos fueron a la caja pagaron lo que planeaban comprar, salieron del supermercado y se dirigieron juntos al auto para después quedarse un par de segundos ahí sentados mirando al frente. El ambiente se tornó tenso y silencioso para ambos Ochako otra vez se sentía ansiosa por estar afuera, sintiéndose tan vulnerable sabiendo que él podría hacer algo en cualquier momento para perjudicarla. Mas sabiendo lo que pensaba mucha gente de lo que le pasaba, él podría incluso usarlo a su favor para poner a todo el mundo en su contra, estaba sobre pensando demasiado toda la situación.

—Lamento que tuvieras que escuchar eso...—Hablo Izuku.

—Sabía que pasaría. —Murmuro la castaña sin verlo a los ojos.

—Nada de esto es tu culpa Ochako... —Intento alentarla.

—Tal vez sí. —Su voz se quebró, aferro una de sus manos a su cabeza, la ansiedad que la estaba consumiendo se estaba haciendo más grande. — ¿Por qué no me defendí? ¿Por qué no pedí ayuda? ¿Por qué no me di mi lugar? ¿Por qué no me aleje de inmediato cuando supe que algo estaba mal? — Comenzó a preguntarse a sí misma en voz alta su voz se escuchaba distorsionada y de alguna manera rota, no tardo mucho para que las lágrimas comenzaran a caer por sus mofletes redondos, Izuku lo noto se acercó a ella y le dio un abrazo para reconfortarla sabía que lo necesitaba.

—No te culpes por esto... el único culpable aquí es el, por hacerte daño. Pero lo vamos a arreglar y vamos a llevarlo a la justicia por todo el sufrimiento que te hizo pasar. — Dijo con firmeza.

Ochako seguía llorando en su regazo, pero de alguna forma, esa sensación de seguridad que estaba sintiendo últimamente cada vez era más grande en ella, confiaba en que Izuku la ayudaría, por algo era el héroe número uno.

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