01 | El lobo
12 de enero del 2003
7:10am, Busan - Corea
Era su quinta mudanza desde que tiene memoria, había recorrido cuatro ciudades diferentes de Seúl y la capital de Japón, debería estar acostumbrado y no sorprendido pero sin embargo seguía emocionándose. Tal vez es por eso que sus papás no se molestaban en desempacar todas las cajas con sus pertenencias o darle la mascota que había deseado desde los cuatros años pero que nunca pidió.
Sus padres trabajan con ropa, era lo único que tenía entendido, traían ropa de otros lugares y la vendían en grandes cantidades a empresas famosas. Eso estaba bien para él, no estaba muy interesado, le gustaba más el trabajo de fotógrafa de su tía Hanna, ella recorría el mundo sacando fotografías que les mandaba por correo, sus principales destinos siempre solían ser en algún lugar de Lationamérica.
Aún así, esta mudanza fue diferente, estaban en Busan, no había pasado ni una semana desde que llegaron y Seungmin ya fue matriculado en una escuela primaria, eso no lo sorprendería tanto si no fuera porque esta vez su madre desempacó su última caja por la madrugada, ella se veía muy emocionada, había puesto música en la sala desde temprano y su ajetreo lo despertó.
Seungmin estaba extrañado, pero no menos emocionado, supuso que eran buenas noticias que no hubiese otro viaje programado por algún tiempo.
Era lunes y sus padres lo llevaron en el auto temprano a su nueva escuela, se encontraba nervioso, su padre le dió palabras de aliento, su mamá le regaló un beso, ambos lo despidieron en la entrada y el caminó extasiado por los pasillos buscando su salón y viendo interesado sus alrededores, había un señor con un balde y un trapo al final del pasillo y dos profesores que no lograron notarlo charlando en un aula.
— Es una nueva aventura. — pensó.
Tarareó una vieja melodía que aprendió de su papá, un vals del que no recuerda la letra pero que tenía algo que ver con aves y cazadores y un sonido de trompeta pegajoso.
its flutter is sharp~
Cuando encontró su salón no vio a nadie dentro, el reloj colgado en el centro del salón por encima de la blanca pizarra le mostró que faltaba aún cuarenta minutos para el inicio de las clases, encontró un sitio en el centro del aula y dejó su mochila sobre la carpeta mientras pensaba en si recorrer el colegio o sentarse y dormir un rato esperando a los demás.
Como buen aventurero e inquieto niño se decidió por la primera, quería por lo menos encontrar el baño por su cuenta y teniendo eso en mente salió del salón dispuesto a atravesar cada pasillo que encontrara.
Luego de dar vueltas entre corredores diviso el patio, había que pasar por una cúpula de cemento, bastante bonita a su parecer, para llegar a el, pero aún no tenía ganas de ir. Encontró la cafetería y a una señora que empezaba a acomodar leches de plátano en el estante de vidrio que se mostraba como exhibición, vio los rostros de algunos niños que se sentaban en grupos pequeños en las mesas, hablando con escándalo, por alguna razón eso puso tímido a Seungmin, por lo que no ingreso.
Cuando pensaba regresar al salón en su camino encontró el baño, ingresó a este para lavarse la cara pero sin embargo se quedó quieto en la entrada al percibir a dos niños, ambos altos, uno un poco más que el otro y de cabellos negros como la noche que brillaban por la luz que ingresaba de una pequeña rendija en la esquina superior del baño.
Seungmin es asustadizo con frecuencia, le dan miedo los balones y las muñecas, le teme a las olas grandes en el mar y a los insectos que pueden volar, se asusta fácil ante una mala primera impresión pero luego lo supera.
Aquellos dos niños que lo veían con intensidad y expresaban emociones distintas, que sin embargo no parecían ser buenas, definitivamente causaron una primera mala impresión en el, se veían como personas malas.
Se sentían como personas malas.
— ¿Que tanto ves? — cuestiono uno de ellos, lo observaba con una diminuta sonrisa ladeada que lo hacía ver cómo si tuviera curiosidad de él.
Seungmin se sonrojo, conciente de que se había quedado parado como bobo mirándolos fijamente, ellos también deben haber tenido una primera mala impresión de él.
— Nada — contesto tardíamente y con algo de vergüenza —, me perdí.
Dio una ligera reverencia con la cabeza y se dirigió a los lavabos, abriendo este con rapidez y mojando sus manos para llevar el agua a su rostro.
Trato de ignorar la presencia de los chicos detrás de el mientras se lavaba, sin embargo podía verlos a través del espejo frente a el, por lo que cuando sacudió sus cabellos, que también había mojado, vio como salpicó al chico más alto y como este se giró a verlo con una imperceptible arruga en su ceño.
Parecía un poco enojado, por como lo miraba de arriba a abajo Seungmin podría decir que con desdén pero su rostro no expresaba casi nada.
Con miedo de hacerlo enojar Seungmin se giró y pronunció con anticipación — Lo siento. — no estaba seguro de que más decir, el chico era claramente mayor que el, más alto, se veía más fuerte, el podría golpearlo.
Hubo silencio por un tiempo hasta que el chico mayor respondió con una voz que podría congelar el desierto.
— Sal de aquí — Seungmin estaba gustoso de obedecerlo, fue una gran oportunidad de escapar. Mientras se iba lo último que pudo escuchar fue un apodo que hizo que sacudiera su cabello con algo de frustración, se lo habían dicho antes. —. Cachorro.
Cuando llego a su salón vio nuevas caras esparcidas por el lugar, poco a poco todos empezaban a llegar y ocupar sus sitios en el aula por lo que tomo una respiración profunda, borro los sucesos anteriores de su mente, al menos por un rato, y se adentro en el aula dirigiéndose a su sitio. No había llegado a sentarse cuando la profesora entro en el aula y lo vio, lo llamo con la mano y el se acercó contando hasta diez en su mente, sabría lo que vendría.
— Niños, ¡buenos días! — todos en el salón corearon un saludo que hizo que la profesora sonriera extensamente. —. Cómo verán hoy tenemos un estudiante nuevo entre nosotros — ella apretó con gentileza su agarre sobre sus hombros, como para darle ánimos, Seungmin lo sintió reconfortante y por eso sonrió cuando ella lo miro a los ojos. —, ¿quieres presentarte tú? — Seungmin asintió y ella le dió el pase.
Miro al frente del salón, a nadie en específico.
— Buenos días — hizo una perfecta reverencia de tres segundos antes de erguirse en su sitio —. Mi nombre es Kim Seungmin y tengo ocho años, espero llevarme bien con todos.
Hizo otra reverencia mientras escuchaba los aplausos de bienvenida. La maestra lo felicito y le dió las gracias por su encantadora presentación, luego lo dejo irse a su lugar y Seungmin lo hizo aliviado, tomando asiento sobre su pupitre y sacando su cuaderno y cartuchera contesto con calma algunas preguntas que sus compañeros sentados cerca de él le hacían.
— ¿De dónde eres? — pregunto una niña sentada a su derecha, ella llevaba dos trenzas que se enredaban para hacer un moño.
Seungmin susurro mientras veía a la profesora sacar también sus materiales. — Soy de Seúl, pero no pase mucho tiempo ahi, me mudé a los dos años.
— ¿Te has mudado varias veces?
— Con esta son cinco veces.
La niña abrió la boca impresionada, ella quiso preguntar más sin embargo fue parada por el chico sentado a la izquierda de Seungmin.
— Guarda silencio Haseul, la profesora empezará la explicación.
Seungmin vio a Haseul hacer una mueca triste y luego decir con desgano. — Sí, presidente.
Giró a ver al chico, que al parecer era el presidente de la clase, su cabello era castaño, sus mejillas abultadas y sus ojos redondos fue lo que llamo la atención de Seungmin, lucia como una linda ardilla, lo encontró adorable y lindo.
Seungmin quería ser su amigo.
— Oye — susurró, tratando de llamar su atención, no vio movimiento en el chico pero supuso que si lo estaba escuchando. —, ¿te han dicho de que te pareces a una ardilla? porque-
— Te agradecería que nunca me llamaras así — Seungmin estaba sorprendido por la velocidad de sus palabras y su leve tono osco. —, mi nombre es Han Jisung, úsalo.
Se sintió apenado por haberle causado enojo al chico de mejillas lindas por lo que hizo una reverencia con su cabeza.
— Lo siento, Han Jisung.
El castaño asintió y luego volvió a prestar atención a la clase, Seungmin lo imitó, sin embargo no pudo entender nada de lo que la profesora decia, solo podía pensar en como arreglar su error y tener la amistad del niño sentado a su lado, lo quería.
Para cuándo llegó el receso había tenido la solución, se disculparía de nuevo y le pediría directamente al chico ser su amigo, su padre siempre decía que ser directo con tus intenciones era la mejor cualidad que alguien podría entender, así la persona no causaría confusiones o malas impresiones, sería claro desde el inicio.
Seungmin estaba decidido, pero cuando quiso poner en marcha su plan descubrió que Han Jisung ya se había ido.
Trato de buscarlo en la cafetería pero no lo encontro, busco en los baños y en el patio pero seguía sin aparecer y el recreo estaba por terminar.
No lo hayo.
Cuando volvió al salón junto con los demás descubrió a Jisung sentado en su sitio luciendo impasible y tranquilo. Seungmin puchereo mientras lo veía y fue a sentarse a su lado.
Aprovechando que la profesora aún no llegaba se inclino hacia el.
— Quería hablar contigo en el receso.
Jisung lo miro de reojo. — Estaba ocupado, ¿tienes alguna duda?
— Más bien tenía una propuesta para ti. — contesto emocionado.
El castaño no parecía contagiado por su emoción — Y de que va esa propuesta si se puede saber. — ni siquiera parecía curioso.
Seungmin pincho su brazo con un puchero, Jisung lo giró a ver con cansancio.
— Quiero ser tu amigo.
Su tono lastimero habría convencido a cualquiera.
— ¿Y que ganaría yo? — pero no parecía convencer a Han Jisung. Él lo veía con una ceja alzada, como si lo que dijera no tuviese valor.
— Amistad incondicional y origamis como regalo dos veces a la semana.
— Nada de eso me sirve — Jisung volvió su atención a la pizarra, en el momento en que la profesora ingresaba y tomaba el plumón. —. No seré tu amigo.
Seungmin se sintió triste y su expresión decaída lo puso en evidencia, pero Jisung no le hizo caso y tampoco le prestó atención. Seungmin se preguntaba porque era tan arisco.
Tal vez ya tiene muchos amigos. — pensó, y eso tendría sentido hasta cierto punto, no lo había visto hablar con nadie en el salón y todos ahí parecían hablarle con formalidad, por lo que tal vez tenía amigos mayores, eso explicaría que no lo encontrara en el receso, tal vez había estado con sus amigos mayores.
Jisung simplemente no parecía de su edad, tal vez si por su apariencia aniñada y su estatura promedio, pero no por su personalidad y forma de hablar.
Aún así el quería ser su amigo y no se iba a rendir tan fácil.
Cuando llego el segundo receso no perdio de vista en ningún momento a Han Jisung, lo siguió con sutilidad por los corredores hasta que vio que se dirigía al patio, estaba pasando por la cúpula de cemento cuando fue interceptado por un niño que Seungmin pudo reconocer, era el mismo niño que había visto en los baños y que lo había mirado con una sonrisa.
Se acercó más para escuchar lo que decían pero se aseguró de no ser visto por ninguno de los dos.
— ...te escondiste de nuevo en el primer receso y hoy me encontraba de buen humor — Seungmin se asomo por la esquina del muro para poder ver pero solo lograba divisar al chico de cabellos negros, Jisung estaba apoyado en la pared así que no podía verlo sin tener que sacar toda la cabeza. —. Espero que tengas esos deberes listos, Jisung-ah...
— N-no...
Seungmin reconoció por fin el sonido de bajos sollozos, eso lo preocupo. Jisung estaba siendo usado por un chico mayor para realizar sus deberes.
— Por eso siempre te los pido un día antes de presentarlos, siempre haces lo mismo de querer revelarte — el sonido de una cachetada resonó en la vacía cúpula, el único espectador presente abrió los ojos con impresión mientras oía el llanto de Jisung. —. ¡Ya Sung! ¡cállate! Sabes lo que pasa cuando haces estás cosas y sigues quejandote ¡Aish! — el pelinegro gruño mientras agarraba a Jisung por el cabello. — Será mejor que traigas esos deberes mañana si no quieres que vaya a buscarte a tu salón con la maldita regla — su mano libre limpio algunas lágrimas del chico menor y luego bajo hasta tener la mano del chico entre las suyas, entrelazando sus dedos. —, recuerda que te di tiempo para sanar esas heridas, no quieres que las abra de nuevo, ¿verdad?
Jisung lo observo con la visión borrosa y negó, el chico asintió corto con el inicio de una sonrisa mientras apretaba sus dedos juntos, el menor sintió náuseas, odiaba que él tratara de hacerlo sentir seguro para seguir obligándolo a hacer más cosas por él, sin embargo antes de que el mayor pudiera hacer algo más fue empujado con fuerza lejos de él. Jisung observó con los ojos abiertos y las manos temblando al pequeño niño de cabellos marrones que se colocaba en medio de él y el pelinegro.
— ¡Ya déjalo! — exclamó con fuerza Seungmin, Jisung llegó a él antes de que el otro pudiera hacerlo.
— ¡Cállate Seungmin! — reprochó en voz baja haciendo que los ojos furiosos de Kim Seungmin cambiaran a unos de sorpresa.
El chico de cabellos negros sacudió sus ropas con el ceño fruncido. — Otra vez tú, andar de mirón es lo tuyo, ¿no es así? — él se acercó amenazante, dispuesto a golpear al chico para darle una lección, pero fue parado por una cuarta voz.
— Minho — un escalofrío recorrió la espalda del mencionado quien giro a ver al chico que se acercaba a ellos. —, la clase va a comenzar y estás aquí desde hace rato perdiendo el tiempo.
Minho bufó mientras regresaba su vista al dúo frente a el. — Tengo dos problemas que resolver.
Seungmin extendió sus brazos, dejando detrás de él a Jisung, queriendo protegerlo, la acción hizo reír a Minho, su risa no era encantadora. Asustaba a Seungmin.
— Lo siento, Minho, traeré tus deberes mañana, lo prometo — Jisung cubrió la boca de Seungmin antes de que el pudiera decir algo. —. Déjalo por favor, es nuevo. — los ojos de súplica de Jisung parecieron convencer a Minho, Seungmin estaba enojado y sorprendido.
Entonces el otro chico hablo. — Será mejor que le enseñes lo que le pasa a los pequeños cachorros aquí, Jisung — Seungmin miro al chico sin nombre con el ceño fruncido, tenía la boca tapada y la misión de no dejar que Minho se acercara a Jisung, pero estaba siendo complicado y eso le frustraba, mientras tanto las palabras de aquel chico le ponían los pelos de punta, él si lucía aterrador en todo el sentido de la palabra. —. Si no lo haces tú, le enseñaré yo.
Minho frente a ellos carcajeo antes de hacer un gesto de despedida con la mano y camino con dirección al chico que lo esperaba con las manos en los bolsillos, una vez estando a la par ambos dieron la vuelta y caminaron hacia el corredor, alejándose de ellos.
Solo una vez que se perdieron de sus vistas Jisung lo soltó y lo empujó.
— ¿¡Tienes idea de lo que acabas de hacer!? — reprochó Jisung con los dientes apretados y una arruga entre las cejas.
Seungmin se cruzó de brazos con indignación. — Estaba protegiendote ¡y no me dejaste! — pateó una piedra invisible mientras gruñia con frustración. — ¡eres sonso!
— ¡Nos metiste en un problema a los dos! ¡tú eres el sonso!
— ¡No iba a dejar que ese chico siguiera pegándote!
Jisung grito mientras se agarraba el cabello. — ¡Tu eres tan! — no pudo terminar su frase antes de que volviera a gritar. — ¡Sonso! ¡Sonso! ¡Ahora estás metido en esto por tratar de ayudarme! — el chico cayó al suelo de rodillas mientras soltaba lágrimas de frustración y miedo, no sabía que tanto había molestado la intervención de aquel metiche niño a Minho, el siempre era impredecible, a veces las cosas le importaban lo suficiente como para castigarlo y otras simplemente las pasaba de largo, Jisung no podía estar seguro de cuando estaba a salvo, y ahora el otro chico se había metido, el problema era mayor. —. Estás en la mira de Hyunjin ahora, nadie puede con el, es casi peor que Minho y él ya es bastante malo por si solo. — eso era lo que más aterraba.
Minho era un terremoto para Jisung, destruía todo a su paso, pero Hyunjin era algo mucho mayor, él era un hoyo negro, no dejaba nada... Ni a nadie.
— No me importa que pase — Seungmin miro a Jisung desde su lugar, le preocupaba más que el niño dejara de llorar que la amenaza implícita de aquel chico Hyunjin. Extendió su mano hacia Han, esperando que esta vez aceptara su ayuda. —, yo te voy a proteger.
Jisung dudaba de sus palabras, sea lo que sea que intentara Kim Seungmin o cualquier otro no cambiaría para nada su situación, lo sabía.
Nadie podía escapar una vez que estaban en las garras del lobo.
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