(15) La lanza
La Navidad siempre es una fecha bastante ajetreada; como que la gente se contagia de una alegría infantil o, por el otro lado, se sume en un mundo de amargura purulenta.
Es decir, sin el Grinch no hay Navidad como no hay dos sin tres.
O como no hay SeokJin sin NamJoon.
—¿Lo invitaste?
Miro a mi hermano que apareció con una copa de vaya a saber qué trago. Estamos celebrando en su casa, junto a su esposa y amigos. Son de esas fiestas de adultos que terminan con ligues raros y algunos arrepentidos corriendo con la ropa a medio vestir.
—No lo invité.—aclaro—: quiso acompañarme porque teme que me vaya con alguno de tus compañeros de snowboard.
Lo cual, si se me da la oportunidad no voy a desaprovechar.
—¿Piensas ser sincero con él? —inquiere con voz amable el mayor de los Kim y vaya que me hacía sentir pequeño.
Como en la niñez cuando me regañaba por haber escondido las llaves del auto de papá o arrojar al retrete su colección de tazos.
—Él no me ama. —explico. No es la primera vez que se lo digo y, a pesar de eso, no resulta fácil expresarlo.
—No me parece que sea así. —Se lleva la copa a la boca y bebe sin dejar de mirar a NamJoon que se dirige hacia nosotros—; tal vez...
—Los sentimientos no pueden controlarse...
...como amar no es una decisión.
No supe que lo dije en voz alta hasta que mi dongsaeng me preguntó.
—¿Y tú me amas? —habla incrédulo NamJoon.
—¿Qué dices? No, no te amo. —miento.
Porque los sentimientos no pueden controlarse.
Aún así, la mentira es una elección.
Nota:
Esta escena en realidad fue la primera que escribí de la historia. Onda, si no se me ocurría nada para antes probablemente hubiera quedado en borradores... y sí jaja
N/E: Bye :)
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