●Trabajo●
La mañana continuaba siendo agotadora para James, mesa tras mesa debía atender. Algunos sólo pedían bebidas, otros algo para saborear, pero habían familias que venían a desayunar al bar y ordenaban un gran desayuno. El rubio llevaba a la cocina los pedidos y regresaba con una orden ya hecha en sus manos. La bandeja que cargaba a veces iba repleta y otras veces media llena.
Sus horarios de trabajo eran algo cansadores, pero para su suerte tenía los domingos libres y los sábados debía ir por la mañana. Los días de semana entraba a las 5 p.m y salía a media noche, serían unas largas horas. Le gustaba servir mesas, más si en una de ellas se encontraban todos sus amigos sonriéndole.
Los chicos habían decidido ir a verlo, según ellos querían ver que tan bueno era James como mesero. Todos sabían que sólo aprovecharían para comer y reírse con él, así era su grupo.
—¿Qué van a tomar? —los miró unos segundos serio, pero al instante Tris comenzó a reírse y todos le siguieron.
James no era el único que trabajaba, Brad tenía un trabajo de medio tiempo al igual que Dev. Scott era el que más duro trabajaba, salvo en las vacaciones cuando su padre lo dejaba libre de labores. Tris y Connor, eran dos niños y los niños no pueden trabajar.
Ahora que tenía su nuevo empleo se sentía mucho más independiente y, aunque, la primera razón por lo que buscó un trabajo fueron las palabras del señor Ball, creía que esta era una faceta que necesitaba para madurar. Además, podría ayudar en la casa y su madre no tendría que esforzarse tanto en pagar las cuentas.
—Yo quiero un batido de durazno —dijo Tris mirando al rubió, se volteó a ver al rizado a su lado aún sonriendo— ¿Quieres lo mismo Braddy? —el nombrado asintió y el nuevo mesero anotó el pedido.
Tris y Brad eran muy unidos, vivían uno al lado del otro y pasaban casi todo el tiempo juntos. Por lo que James sabía, sus madres se conocían desde niñas y por esa razón sus familias eran tan unidas.
—Me gustaría un vodka extra grande —Todos miraron al universitario como si estuviera bromeando— Es broma, solo quiero agua.
—¿Para bajar la resaca? —agregó el moreno riendo. Todos sabían las leves borracheras que tenía Devon cada vez que su equipo jugaba y ayer por la noche hubo un gran partido.
—Callate.
Scott y Devon discutían muy seguido, pero jamás era enserio. Ellos se tenían mucho aprecio, ya que al ser los dos mayores fueron los primeros en tomar alcohol, salir a fiestas. Aún así eran muy diferentes, Scott era responsable y Devon era lo contrario. Por esa razón, es que el moreno siempre cuida demasiado de Dev, lo defiende como si fuera su hermano.
—Da igual, yo sólo quiero una coca —James anotó todo en su libreta mientras reía y miraba a Connor sonriendo.
Extrañaba a su chico y si, era un maldito cursi por decir eso cuando lo había visto hace tres noches. Sin embargo, extraña las noches que pasaban juntos, cuando se quedaban hasta tarde viendo películas o sólo pasaban las horas conversando. Extrañaba la forma en que Connor lo miraba, cómo sus ojos brillaban bajo la luz.
—Y tu bebé ¿qué vas a pedir? —dijo observando completamente enamorado al menor, este se sonrojó un poco ante la atenta mirada del rubio.
—Por favor, no empiecen con sus babosadas de novios.
—¡Devon! —Lo reprimió Scott, o intentó hacerlo ya que Tris no dejaba de reírse. El rubio siempre se reía de todo lo que decía Dev.
—Ya, ven que no quiero incomodar a estos anti-románticos —Connor tomó la mano de James y, dejando la libreta en el mostrador, los condujo al baño del local.
Pasaron junto a varias mesas de familias, los adultos los miraban confundidos o juzgándolos. James odiaba eso, las miradas tan horrendas con las que se cruzaban. Todos podemos amar y nadie tiene el derecho de juzgarnos por la persona que amamos.
—Bebé ¿por qué estamos aquí? —No pudo terminar de hablar porque las manos de Ball se enredaron en sus cabellos y tiraron de estos para unir sus bocas.
Al comienzo se sorprendió, pero le siguió el ritmo. Sus manos habían caído en la cintura del menor que lo besaba con pasión. Sentía sus labios mezclarse con los de Connor, eso no podía hacerlo sentir más vivo.
Se separaron unos segundos, pero volvieron a unirse al instante y esta vez, el castaño saltó enredando sus piernas en la cintura de James. Lo llevó hasta el lavamanos, apoyándolo en ese lugar y metiendo una de sus manos dentro de la remera blanca del joven.
James bajó sus labios hasta el cuello de su chico y comenzó a succionar, Connor apretaba la camisa roja del trabajo de su novio, aún mantenía sus piernas enredadas en la cintura del rubio. Abrió los ojos un instante, notando lo despeinado que lucía James.
—Vas a dejarme un chupón —susurró despacio concentrándose en no gemir, McVey rió en su cuello causándole cosquillas. Volteó un segundo al espejo detrás de él, efectivamente tendría un chupón en ese lugar.
—Mejor —James miraba a Connor sonriendo, este rió dándole un leve golpe en el hombro. Se miraron unos segundos antes de volver a besarse, esta vez era más suave y con cariño degustando sus lenguas.
No pudo evitar sonreír en el beso lo cual causó que el menor se separara confundido. Las manos de McVey aún seguían en las cinturas de Connor, aunque una estaba casi sobre su trasero.
—¿Qué sucede?
El rubio lo miraba con una sonrisa plasmada en su rostro, amaba al chico frente a él. Le encantaba cada faceta de Connor, desde sus caprichos hasta sus momentos melosos. Adoraba cada detalle de su cuerpo, la forma en cómo sus ojos adquirían cierto brillo cuando estaban juntos y cómo sus manos le acariciaban el cabello cuando se besaban. Amaba aquel acento tan pronunciado por el chico, cómo le daba otra contextura a las palabras. Y el sólo pensar en que lo tenía frente a él, todo despeinado y con la respiración agitada, lo hacía feliz.
Sólo Connor había logrado que James se enamorara de tal manera.
—Nada, estaba pensando en lo mucho que te amo —Las palabras retumbaron en el cuarto, llegando a los oídos del castaño quien tomó el rostro de su novio para besarlo en respuesta.
Connor quería trasmitirle a James todos sus sentimientos por ese beso, porque no sabía como expresar el amor que sentía hacia él. Había perdido la cabeza por James, porque lo amaba con toda su alma y perderlo sería como perderse así mismo. Necesitaba saber que tenían un futuro juntos, que no importara lo que sucediera, ellos permanecerían juntos.
Sin embargo, existía la posibilidad que James se cansara de él y lo botara. O que ya no quisiera luchar contra su padre por lo suyo, que dejara de intentar salvar su amor. Aún existía la posibilidad de que se rindiera.
Y lo entendería, porque todos tenemos un límite de intentos. Lo dejaría ir por el simple hecho de que lo amaba y querría verlo feliz, aunque su felicidad no fuera junto a él. Sabía que si James partía, eso lo destrozaría, que tal vez no tendría fuerzas para salir adelante porque él era sus fuerzas. James era su todo, tanto su felicidad como su tristeza, sin él su mundo se acabaría.
Se hubieran seguido besando sino fuera porque alguien entro al baño; al instante, ambos se separaron y voltearon a la puerta para saber quien había interrumpido su sesión de besos.
—¿Papá?
El señor Ball miraba la escena sorprendido, sus ojos vagaban entre su hijo y el novio de este. Mantuvo esta expresión hasta que pareciera que algo reaccionó en su cerebro y cambió su semblante a uno más severo.
—Connor, nos vamos a casa —sentenció sin quitar sus ojos de James, al ver que el castaño le iba a reprochar, dijo— Ahora.
El menor asintió, dejó un suave beso en la mandíbula de James antes de bajarse del lavamanos y paso por al lado de su padre, saliendo del lugar. El adulto se quedó mirando a McVey unos segundos, cómo si pudiera hacerlo desaparecer.
—No quiero que te acerques a mi hijo.
Comenzó a caminar hacia la salida cuando la voz prepotente del adolescente lo frenó.
—No puedo hacer eso.
Se volteó a mirarlo burlesco, nunca había visto a el rubio de aquella manera, tan duro y confiado frente a él. Siempre lucía tan atemorizado, tartamudeaba mucho y jamás lo miraba al rostro.
—¿Ah no? ¿Por qué no?
—Porque yo lo amo, ¿acaso no lo entiende? Connor me ama, ya superelo.
Simon soltó una risa falsa y se acerco al joven con lentitud. James no aflojaba su postura, lo miraba como si ellos fueran oponentes y esta fuera una de sus guerras.
—Eres tú el que no entiende que Connor es mi hijo y él aún es menor, no dejaré que mi hijo desperdicie su vida con alguien que no lo vale —Los ojos del mayor miraron de pies a cabeza al rubio, el cual fruncía el entrecejo— Y tu no vales la pena McVey.
Sin decir nada más, se retiró del bar dejando a un joven rubio con el corazón herido en el baño.
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