Corre
No me podía creer que hubiera aceptado seguirla. Era un riesgo innecesario aunque mi mayor temor era llevarnos una buena bronca de la directora si nos pillaban. Nos dirigimos al bosque más cercano. Miércoles caminaba tan relajada y calmada como siempre. Admiraba su tranquilidad para esas cosas.
—¿Qué estamos buscando exactamente?
—Pistas sobre el monstruo.
Al decir aquello, mis ojos se abrieron de par en par. Tragué saliva, me coloqué delante de ella y le pare los pies.
—¿Qué pasa?
—Es muy peligroso, y ni siquiera vamos armados
—Siempre puedes regresar y esconderte en la habitación como una gallina—dijo mientras pasaba por mi lado.
El silencio en el bosque era tan aterrador que helaba la sangre de cualquiera. Solamente escuchaba mi respiración. Pero notaba que algo no iba bien, era una sensación extraña. Y pronto me di cuenta de algo, no cantaban los pájaros, ni los grillos ni ningún insecto.
—Miércoles...algo anda mal, no hay ruido—susurré.
—La muerte se encarga de matar en silencio—aquellas palabras no ayudaron en nada.
Caminamos por el silencio de la naturaleza sin mediar palabra alguna, yo solamente la seguía mientras miraba los árboles. A medida que avanzaba, parecían más siniestros y oscuros, como si algo contaminase el lugar. Miércoles parecía estar disfrutando de la experiencia, todo lo contrario que yo que solamente podía rezar por regresar pronto.
—Mira—dijo señalando un lugar más adelante.
Al acercarme, mi corazón se encogió. Era un rastro de sangre.
—Parece reciente—dijo con una pequeña sonrisa siniestra—estamos cerca.
Seguimos la sangre hasta llega a un cuerpo cubierto por hojas que estaba más adelante. Era de uno que había visto aquel día en Jericho pues reconoció su cara. Había sido muy amable con él mostrando su tienda muy feliz, y ahora estaba muerto.
Casi vomito por la escena mientras que escuche algo de la boca de mi compañera.
—Fascinante.
Cuando por fin mi cuerpo me dejo hablar, me dirigí a ella.
—Miércoles...llamemos a la policía...y...salgamos de aquí—no podía mirar la escena.
En ese instante, algo se rompió cerca. Al voltear, ambos vimos a una espantosa criatura cerca, era un poco más grande que nosotros, de grandes ojos y un aspecto terrorífico. Las piernas me temblaban por el puro miedo que invadía mi cuerpo.
Aún tenía rastro de sangre en su boca. Al mirar a Miércoles, asentimos y enseguida echamos a correr por el bosque, poco importaba la dirección. Mis pies no paraban de correr sin descanso, deseando salir de allí. Escuché un grito seguido de un golpe. Miré y vi a Miércoles ser alcanzada.
Por instinto, grite y una especie de onda salió de mí alejando a la criatura de su cuerpo, cayendo al suelo. Enseguida se levantó y me miró, yo caí asustado, sin comprender que pasaba. ¿Había usado mi poder?, pero no sabía muy bien como.
—¡Corre!—me dijo ella.
La bestia le miró y se acercó a ella.
Un fuerte sonido irrumpió en la escena. Un hombre armado apareció disparando a la criatura que echó a correr mientras este siguió disparando.
—¿Estáis bien?—era un cazador de la zona.
—Sí—respondí poniéndome en pie y luego viendo a Miércoles.
Ella rechazó mi ayuda y se puso en pie. Informamos al hombre de que habíamos encontrado un cuerpo y enseguida llamó al sheriff de Jericho. Él nos dijo que nos fueramos, que ya se encargaba él. Así mejor porque sino tendríamos que testificar.
La criatura había ido en otra dirección por lo que no había peligro. Me fije y vi que cojeaba un poco de su pierna derecha. Ella me miró un par de veces pero solamente me dijo que dejará de mirarla o de lo contrario me sacaría las tripas y me las haría comer. Armándome con algo de valor me puse al frente y la detuve.
—Estás herida
—Esto no es nada, puedo aguantar un gran dolor de tortura. Así por lo menos sentiría algo de felicidad en mi vida.
Suspiré pensando en lo fría que resultaba incluso en aquellas ocasiones.
—Sube—dije agachándome.
—¿Cómo dices?
—Te llevo, no puedes andar y te harás daño
—Eres un completo idiota si crees que voy a subirme a tu espalda. Si subo te voy a apuñalar.
Siguió por su propio pie y pronto vimos la academia. Tendríamos que usar una de las ventanas y ya era muy tarde, pronto sería el toque de queda y a ese paso no llegaríamos a tiempo.
—No queda otra—pensé.
No supe como me atreví a hacerlo, pero la cargue en brazos y comenzó a amenazarme. Pero me daba igual, eché a correr en dirección a la ventana. Al llegar, la baje y nos colamos dentro, subimos por las escaleras y llegamos al dormitorio.
Enid estaba feliz por algo.
—Bueno, ¿qué tal ha ido?—su sonrisa casi hace vomitar a Miércoles según ella.
—¿A qué te refieres?—pregunté confundido.
—Oh venga, os he visto llegar a la academia por la ventana del piso de arriba. ¡Que romántico!—dijo imitándome mientras cargaba una almohada de colores entre sus brazos.
Pude sentir la ira y la furia de la joven a mi lado. Me agarró del brazo y me hizo voltear.
—Si vuelves a hacer eso te corto los brazos y te pego con ellos, ¿entendido?—yo asentí aterrado—y deja de hacer eso.
—Perdona—Enid se sentó en su cama.
Cuando Miércoles se fue a ducharse y curarse, me preguntó sobre ello y al contar todo casi llora por el ataque. Pero suspiró aliviada al ver que todo había acabado bien.
—¿Qué has sentido?
—¿Cómo?
—Al cargarla en brazos. ¡Quiero publicarlo en mi página!
—¡No!—dije—¿acaso quieres morir?.
Ella reconsideró el asunto y tuvo que darme la razón. Yo me duche después de ella y me tumbé en la cama. Enid nos anunció que pronto sería la carrera en canoa, deseaba ganar a toda costa.
—Esta bien, te ayudaré porque Bianca compite—Enid dio saltos de alegría.
Enid fue a darse una ducha que era su turno. Miércoles se acercó y me miró fijamente, como sólo ella sabía hacer. Me quedé de piedra, sin saber que hacer, esperando que ella hablase.
—¿Por qué has hecho eso?
—¿El qué?
—Cargarme cual bebe
—Para llegar a tiempo
—Te dije que no necesitaba tu ayuda.
Yo suspiré, estaba cansado y tenía ganas de dormir.
—Pero evitamos problemas al llegar a tiempo
—Ahora Enid piensa que estamos saliendo
—No lo creo.
Ella me miró fijamente, aún más si era posible.
—Mira—empecé—puede que no seamos tan amigos, pero me preocupas
—¿Por qué?
—Somos compañeros de cuarto
—¿Y qué?
—Pues...ay dios...no quiero que te pase nada malo
—¿Por qué?.
No sabía que decir así que me fui a la cama y me tumbe mientras la ignoraba cuando ella me hizo voltearme. Creí que me iba a pegar.
—Oye, no creo que lo entiendas. Pero somos amigos, nos ayudamos y protegemos mutuamente—aquellas palabras parecieron calar un poco en ella.
—No necesito tu ayuda—replicó fríamente.
Harto, me puse en pie y la miré, haciendo frente a su personalidad.
—¡No quiero que te pase nada malo!—grite.
Enid salió de la ducha en ese momento y al vernos esbozó una sonrisa.
—¡Que declaración!—dijo con una sonrisa antes de volver a meterse por la cara de Miércoles.
Ella me miró con esos preciosos ojos.
—Yo...es igual, te guste o no te ayudaré—ella puso una cara rara pero seguí—así que por favor, no me dejes a un lado, puedes contar conmigo.
La joven y fría compañera de piso dio media vuelta y se fue a dormir. Enid salió al cabo de un rato y me guiñó un ojo antes de irse a dormir.
Finalmente dormimos no sin antes ver que la noticia del cuerpo salió a la luz. Pero estaba tan cansado que no quise recordar la escena. Me fui a dormir enseguida mientras hacia oídos sordos a Enid y Miércoles.
Y el día de la carrera de canoas llegó antes de lo esperado.
Continuará...
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