Texto 29: Antiguas y Nuevas Estrellas. Capítulo 11 "Mi Kirito-kun" Año: 2020

—Es verdad... que fue... muy cruel... —bajó la mirada hacia si mismo, cual las palabras de su amada hubieran remembrado las sensaciones de las que ahora era presa.

—Fue muy duro para mí también... —le colocó la mano en la pierna, si no hubiera sido tan importante lo que debía hacer... hubiera dejado todo por seguir así contigo... —buscó acercarse un poco más hasta quedar sentada junto a él. —Te dije que iba a hacerte el amor... —pronunció suave sobre el cuello de su amado

—¿Ves a lo que me refiero?... quiero que lo sientas... como todo proviene del interior y me reclama...

Escucharla le transmitía los sentimientos que lo embargaron en aquel momento, sucumbir ante ella como su posesión... porque él mismo le había dado esa libertad... él sería suyo hasta el último de sus días. Y cuando la sentía acercarse de esa manera era imposible controlar sus reacciones, todo su ser la necesitaba. Notoria aparición de sus emociones cubierta por la tela expandida de su ropa interior que una vez más se hacía presente para ella.

—Déjamelo todo a mí esta vez... —pronunció suave aún husmeado en el cuello del que mantenía los ojos cerrados y separaba de a poco los labios sintiéndola besarlo entre pequeños acercamientos. —Mi Kirito—kun...

—¿Mm?... —descendió el rostro para enfocarla, al abrir los ojos para ella. ¿Cómo dijiste?...

—¡Ah!... —lo miró sin saber como pronunciarse por unos segundos, para entonces sonreírle y acariciarle el rostro. —Mi Kirito—kun...

—Eso me pareció escuchar... —la emoción en su mirada al ser reconocido como tal por ella, era notoria.

—Eres mío...

—Todo tuyo... —el sonrojo de compartir palabras en tono encantador se apoderó de ambos.

—Todo esto es mío... —mencionó recobrando la actitud de entrega al besar su hombro para entonces verlo esperando su reacción al posarle la mano con delicadeza en la saliente entre sus piernas.

—...Asuna... —contuvo la respiración. —Cuando haces eso... siento que algo se extiende dentro de mi pecho... que no me deja respirar...

—¿Es molesto?... —estaba por retirar la mano cuando su amado negó. —Muy por el contrario... creo que es... como una especie de deseo muy fuerte que se consuma... no tienes idea de la cantidad de veces que alucinaba con eso... desde hace tanto tiempo.

—Nunca me lo habías comentado... —tocó con suavidad el recorrido de su cuerpo atrapado en la tela tentativamente húmeda, sintiéndolo moverse hacia su mano con el roce.

Su amado apretó los dientes al verla ejecutar la acción sobre sí, para entonces continuar su explicación. —Para mí... todo lo que tuviera que ver contigo... era como un vuelco en el corazón...

—Igual para mí... —pasó de verlo a besar sobre su pecho.

—Creo que no logras dimensionarlo... tú eres el destello veloz... todos... absolutamente todos estaban enamorados de ti... Asuna es que... dios...

—Creo que lo comprendo... —dejó de besarlo para fijar su mirada en la de él. —Pero lo que no entiendes tú... es que podría haber miles de espadachines a mi derecha e izquierda... pero para mí... solo el de negro...

—¿Es verdad eso?... ¿Jamás te gustó nadie más?...

—¿Y esa pregunta?...

—Es solo curiosidad... o... un deseo por satisfacer mi propia necesidad de saber que soy el único desde siempre...

—Y para siempre... —afirmó pasando su mano con más fuerza sobre el camino marcado por su virilidad recubierta ante ella, adentrándose entre sus piernas para acariciar todo lo que ahí se encontraba, provocándole la reacción de estiramiento a la espalda de su amado, al que sujetó del costado para brindarle estabilidad.

—...Aa... —respiró por unos segundos con los ojos cerrados. —Creo que... el destino es impredecible... que cada quien labra su propio camino... pero a su vez... hay situaciones que están puestas a pasar... porque si no es así... no entiendo que clase de recompensa es esta...

—Pues... no sé si será el destino... pero sin duda la vida nos brinda una recompensa por tanto... y dejarla en mis manos para ti es como una bendición, por la que estoy tan agradecida... por tenerte aquí... junto a mí... entre mis brazos... y poder demostrarte todo el amor que te tengo... y hacerte sentir todo lo que deseo... quiero solo hacerte feliz y brindarte placer...

No pudo controlarse más y la tomó por el rostro con una mano mientras con la otra la apretó hacia si por el hombro, siendo recibido en el beso de unión, cual espíritu que los mimetiza y los siente, mientras transmitía entre ambos la radiación de las ondas eléctricas del amor y la necesidad.

—Kirito—kun... Kirito—kun... —lo llamaba en medio del beso, al sentirlo empezar a perderse en él. Al separarse lo sentía respirar con fuerza sobre ella. —Quiero hacerlo... quiero terminar lo que empecé... —se sorprendió al sentir el abultamiento que hace poco acariciaba con un aumento significante de tamaño y temperatura, tal como la última vez.

—Puedo... prácticamente verlo bajo la tela... —comentó asombrada mientras los delineaba entre su mano.

—...Vicecomandante...

—Estás temblando... —lo apretó más por la cintura hacia ella. —¿Es lo que me dijiste antes?...

—¿Antes?... —pensó sin recordar demasiado, guiado por lo que lo rodeaba de momento.

Al verlo sumido en la ansiedad de continuar sonrió, le encantaba saber que podía provocarlo de esa manera, que su amor podía transmitirse entre ellos de todas las formas...

—Que estaba apretado... —le susurró, comprobando como sus propias palabras la afectaban al acelerar su respiración.

—Sí... —respondió casi de inmediato, llevando una de sus manos a intentar descubrirse pero fue detenido por su amada, que le colocó la mano sobre la suya y esta sobre su intimidad, llevándolo a sentirse por si mismo.

—Oah... dios... mira como lo tienes... dijiste que era todo tuyo... por favor úsalo...

—Es como... cuando lo sumerges dentro de mí... —apretó sus propias piernas al mencionar, cual imaginara el momento de unirse con él sintiéndolo tan fuerte y radiante, capaz de hacerse con ella en un impulso, pero retenido por su amor... por complacerla, lo mismo que ella deseaba de él... por lo que introdujo poco a poco su mano bajo la tela negra que apenas y lograba estirarse con el movimiento de su mano sobre su amado, quien al sentirla exclamó sonidos entremezclados.

Acarició delicadamente en un principio, presionando entre sus dedos y su palma aquella porción tibia de piel, se sentía firme en su tacto, mientras continuaba subiendo y bajando, en un acto que comenzaba a invadirlos, que sumergía sus sentidos con el ronco sonido de sus gruñidos.

Sus reacciones entre movimientos y sonidos se transformaron en un deleite para ella, verlo feliz... sentirlo temblando entre sus manos... mojar su piel con el sudor que lo recorría... le provocaba querer adueñarse de él por completo cual el sonido que abandonada su garganta fuera un sonido dulce que a la vez pudiera degustar en el paladar, junto a las perlas que se deslizaban sobre la piel un tanto más oscura que la suya y las recuperar para sí con una lamida suave, el sabor de su amado era exquisito.

Por lo que buscó más... logrando atraparlo en un beso lleno de su sabor, entre sus gemidos retenidos.

—..As...u... —apenas y podía pronunciar al sentirla besarlo abandonando sus labios en el rumbo hacia su abdomen, donde al sentirla sus músculos se contrajeron.

—¿Vas... a terminar así?... preguntó con suavidad sin dejar de mirarlo, mientras bajaba por su vientre hasta posar los labios entre sus piernas. —¿Debería usar mi boca?...

Su pregunta lo dejó sin respiración provocándole un jadeo instantáneo. Deseaba sentirla aún más... suya... sin preocupaciones... mezclada con su ser... profundamente comprometidos y compartiendo el mismo sentimiento, por lo que asintió. Cerrando casi de inmediato los ojos y sintiendo su cuerpo revolverse al sentirse invadir el interior de la boca de su amada, quedando con el aire retenido y los innumerables sonidos que se le escapaban sin poder retenerlos al sentirse perder, cual estuviera realmente por terminar. Pero no podía ser así... la quería a ella... yacer dentro de ella...

—¡Asuna! —la llamó con todo su ser en una palabra. Encontrándose con los ojos ambarinos que lo miraban en medio del sonrojo de su propia estimulación. —Deja... de torturarme y ven aquí... que voy a hundirme dentro de ti... —cual mandato la tomó contra sí y la envistió con fuerza casi a la orilla de la cama, sintiéndola recibirlo en medio de las sensaciones desbordantes y su propio deseo por retenerlo, atrapándolo al instante entre sus brazos y piernas que lo rodearon de nuca, espalda alta, cadera y glúteos respectivamente, aferrándolo con suma necesidad a ella, mientras la unión se consumaba.

Estaba gritando... estremecida de tal forma que no podía controlarse, por lo que la besó con vehemencia, haciéndola sentir completa, mientras su propio ser parecía acapararla y envolverla en la plenitud, la unión de un corazón que yacía en dos pechos.

Nada había que pudiera separarlos...

Nada había que no hubieran hecho juntos...

Nada habría que quebrantara su paz...

Pensó el espadachín principal al yacer sobre los pechos de su amada que le acariciaba los cabellos luego de aquel acto.

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