Capítulo 28

Tenía que admitir que en ocasiones olvidaba el hecho de que su hermana no estaba viva, en ocasiones incluso tenía pequeños momentos dónde pensaba que pronto se enteraría sobre alguna locura realizada por su hermana; pensamientos tras los cuales se rompía, había mañanas en las cuales se convencía completamente de que todo había sido una pesadilla, pero la realidad no tardaba demasiado en golpearla sin piedad alguna.

Frente a todos los demás tenía que pretender encontrarse bien, casi como si el fallecimiento de Genoveva no le hubiese afectado en lo más mínimo y pesé a que sabía que eso ocasionaría que la condenaran de insensible, no estaba dispuesta a otorgarles un arma que usar en su contra.

Se había mantenido alejada del trabajo, permitiendo que Anders se hiciera cargo de todo en Mystbelle, no creía encontrarse en un momento idóneo para desempeñar sus deberes como Reina, incluso pensaba que sería algo irresponsable de su parte, así que pasaba la mayor parte de su tiempo cuidando de su sobrino, ya fuera dentro de sus aposentos o paseando por los pasillos del palacio sin un rumbo establecido.

Evitaba cualquier retrato que incluía a su fallecida hermana, sin embargo cuando alguno se cruzaba en su camino lo miraba en silencio por un par de segundos, se aseguraba que el pequeño Thomas observase aquella pintura que representaba a quien le había dado la vida y después continuaba con su camino.

Por un par de semanas las cosas estuvieron tranquilas, puesto a que ella no se había tenido que preocupar por lidiar con el padre de su sobrino, quien se había mantenido ocupado embriagándose, sin el más mínimo interés en convivir con su hijo y firme en su decisión en que se iría del reino tan pronto como fuese prudente.

Sin embargo, un día el Príncipe extranjero se encontraba sobrio, recuperando su fachada de Príncipe de cuento de hadas, además de que había exigido que se le entregase su hijo; sin duda significaba problemas.

—No — Se negó Vivianna alejándose un poco del Príncipe mientras sostenía al bebé en sus brazos —. Jamás te ha importado este bebé, ya has dejado en claro que él es sólo un estorbo para ti, mejor ve a beber; es algo que claramente sabes hacer.

—Es mi hijo, no puede prohibirme verlo, cargarlo o siquiera pasar tiempo con él — Insistió Thomas.

— ¿Para qué quieres que te lo entregue? — Cuestionó la Reina, teniendo un mal presentimiento con respecto a aquello, además de que temía por la seguridad del pequeño, Thomas jamás había cuidado de él en el poco tiempo de vida que tenía Tommy, podría ocurrir algún accidente, quizá el hombre cometería algún desafortunado descuido o tenía malas intenciones.

—Es mi hijo, no tuyo — Respondió Thomas —. No tengo porque pedirle permiso a usted ni a nadie más, él es mío y tengo derecho a llevarlo conmigo si así lo quiero, no le debo ningún tipo de explicación.

—No confío en usted — Comentó algo que para Thomas ya era más que evidente.

Thomas soltó una carcajada.

—Eso lo ha mencionado previamente, Majestad — Le recordó —. Estoy al tanto del rechazo que siente hacia mi persona, pero eso me tiene sin cuidado, poco me importa si confía o no en mí, sin embargo nos guste o no, usted es la tía de mi hijo y debería ser amable conmigo, por el bien del pequeño.

—Hace unos días usted no deseaba ser padre — Le echó el cara al hombre — ¿Acaso ha olvidado que planea irse? — Preguntó

—Probablemente por eso mismo usted debería ser un poco más...considerada conmigo — Vivianna alzó una de sus cejas —, es obvio que usted siente aprecio por el niño, sería una lástima que por un problema entre nosotros, él crezca alejado de la única familia que le queda por parte de su madre.

— ¿Está amenazándome, Alteza? — Vivianna alzó su mirada, en un intento de mostrarse más imponente, le era frustrante verse en la necesidad de recordarle a ese hombre que ella era una de las máximas autoridades en Mystbelle, que él le debía respeto y obediencia sin cuestionarla, él tenía un título inferior al de ella después de todo.

—No me atrevería a hacer tal cosa, Majestad — Aseguró Thomas con un tono de voz que era lejos de ser respetuoso —. Personalmente considero que las amenazas tienden a caer en lo patético, puesto a que la mayoría de ellas no son más que palabras vacías.

Ella sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

—A todos nos afectó la partida de Genoveva, comprendo que mi comportamiento haya sido inapropiado y completamente desaprobado por usted — Comentó recuperando la calma —. Entiendo que usted crea que Thomas no me importa, sé que hice comentarios despectivos en su contra — Agregó refiriéndose al pequeño que Vivianna cargaba en brazos —, le aseguro que esas acciones; aunque injustificables, fueron impulsadas por el dolor ocasionado por la repentina muerte de Genoveva, necesitaba tiempo para aceptar el hecho de que ella ya no está aquí.

—Usted ni siquiera tuvo la decencia de presentarse al entierro sobrio, en realidad ni siquiera tenía intenciones de acudir, se le tuvo que ir a buscar y llevar prácticamente a la fuerza — Rememoró aquel día —. Me abstendré de repetir las palabras que lo he escuchado decir sobre la muerte de mi hermana — Le miró con recelo —. Príncipe Thomas, no espere que yo ignore todo eso fácilmente, ni que confíe en que cuidará de él — Alzó ligeramente al bebé para dejar aún más claro que se refería al recién nacido.

El castaño resopló, teniendo de concentrarse en permanecer tranquilo y haciendo un máximo esfuerzo para no perder la paciencia y estallar; dándole así cierta razón a la Reina de Mystbelle.

—Thomas no ha salido de palacio desde su nacimiento, tan sólo pensé que le gustaría ver algo distinto, sin mencionar que es importante que los súbditos conozcan al Príncipe de Mystbelle — Intentó convencerla con aquel argumento.

Vivianna dudó.

—Aún es muy pequeño, quizá sea demasiado pronto — Continuó negándose a la petición del Príncipe de Südseen.

—El pueblo aún se encuentra triste por la pérdida de su Princesa, pienso que ver al pequeño podría otorgarles un poco de alegría y esperanza, en estos momentos todos necesitamos un poco de eso ¿No lo cree, Majestad? — Insistió — Puede enviarme con toda una escolta o podría acompañarme si eso la tranquiliza — Propuso el hombre al percatarse de que Vivianna enserio estaba considerándolo (o quizá tan sólo pensaba en como declinar nuevamente la petición).

El cielo era azul y con una considerable cantidad de nubes, sin ser completamente nublado, era soleado y el viento fresco soplaba suavemente, era un día con las condiciones climáticas perfectas; una lástima que su paseo por el pueblo tuviese tan pésima compañía.

La Reina notaba la manera en la que eran observados, aun cuando las personas a su alrededor hicieran un esfuerzo sobrehumano para que aquella acción no fuese percibida por ella. Ella estaba algo acostumbrada a que las personas la mirasen con cierto temor cuando creían que ella no se daba cuenta, pero lo que le irritaba en ese momento era que parecía que sentían cierta simpatía por Thomas ¿En qué momento eso había sucedido?

Sus ojos se enfocaron en su sobrino para pensar en otra cosa; algo positivo. Tommy miraba todo a su alrededor con sus ojitos llenos de asombro, haciendo que la cotidianidad del pueblo de Mystbelle pareciera maravillosa.

—Le dije que es lo que Thomas necesitaba — Comentó el hombre —. Estar encerrado en palacio todo el tiempo no es lo idóneo para un niño — Añadió —. Eso no le hubiese gustado a Genoveva ¿No lo cree, Majestad? — Tuvo el atrevimiento de mencionar a la difunta Princesa sabiendo que era un tema delicado para la Reina.

La Reina permaneció en silencio unos segundos antes de decir algo en respuesta.

—Es probable — No sonrió ni mostró algún tipo de emoción al decirlo, pero ella sabía que su hermana no habría dudado en llevar a su hijo de paseo por el pueblo en cuando fuese prudente y le habría mostrado cada uno de sus lugares favoritos, hablándole sobre cada uno de esos sitios y contándole anécdotas personales, como si el pequeño pudiese entenderla o fuese a recordar aquellas historias al crecer.

Genoveva era dulce, aún conservaba cierta inocencia infantil, era alegre y solía emocionarse por cosas que otros considerarían simples; provocando que en ocasiones perdiera la compostura que le exigía su título y cometiera más de una indiscreción, a Vivianna también le sorprendía que su hermana hubiese sido una fiel creyente de que la vida podía ser incluso mejor que un cuento de hadas; tomando en cuenta de que básicamente había sido criada por una persona con un pensamiento completamente contrario al de ella, en ocasiones envidiaba a su hermana, alguna vez se sorprendió a sí misma deseando poder ser igual de positiva e ingenua, porque cuando confías tan fácilmente en los demás significa nunca te han hecho daño.

Sabía que ella hubiese sido una gran madre, que le cantaría canciones a su hijo sin importarle que otros la escucharan e hicieran comentarios hirientes sobre ello a sus espaldas, cometería mil errores pero en lugar de avergonzarse simplemente aprendería y se reiría, intentaría ser la mejor amiga de su pequeño, elegiría cuidadosamente la vestimenta del bebé como si de un asunto de estado se tratase, no querría dejar en manos de niñeras la crianza del bebé, sino que querría hacerlo ella misma y justo eso la haría la mejor madre que alguna vez hubiese existido en la corte Real.

— ¿Probable? — Repitió lo dicho por ella a modo de pregunta acompañada de una casi inaudible carcajada — Lamento informarle Reina Vivianna, que se encuentra en un error, puesto que no habría sido una simple probabilidad, sino un hecho.

Viniendo de cualquier otra persona, aquel comentario le habría parecido amable y un tanto reconfortante.

—Debo repetirle que soy consciente de que mi comportamiento tras el nacimiento de Thomas y la muerte de Genoveva ha sido reprobable — Comentó el castaño —. Sé que dejé muy en claro mis intenciones de marcharme y abandonar a mi hijo, dejarlo a cargo de usted y olvidarme del hecho de que existía y que lleva mi sangre, en ese momento quizá era enserio...

—Interesante forma de disculparse; si es que esa es su intención — Opinó ella haciendo uso del sarcasmo.

—La muerte de Genoveva nos afectó a todos, incluso a mí — Dijo —. Todos los planes que tenía la incluían a ella, al irse, sentí que no estaba listo para la paternidad, pensé que ver al bebé tan sólo me recordaría a ella y no quería odiarlo, no quería que cargar a mi hijo tan sólo provocara que yo pensara que Genoveva murió al darle la vida. Sin embargo, he estado sobrio, he pensado en todo y enserio ser parte de su vida, deseo que la convivencia entre nosotros mejore, es lo que mi esposa habría querido, siempre deseó que fuésemos una familia unida.

—Le agradecería que no usara la memoria de mi hermana para manipularme u obligarme a tomar ciertas decisiones — Habló con firmeza, interrumpiéndolo abruptamente —. Bajo los efectos del alcohol o no, usted siempre ha demostrado no tener interés en forjar una amistad o siquiera una relación cordial conmigo, tampoco olvido sus acciones que obligaron que yo no solo aceptase una alianza comercial con Südseen sino que también otorgase mi bendición para su boda, evíteme el mencionar vergonzosos eventos previos.

—Hay un dicho que asegura que en la guerra y en el amor todo se vale — Se excusó en aquella frase para justificar sus acciones, como si aquello le restase responsabilidad en lo ocurrido o como si eso mágicamente provocaría que sus erróneas decisiones fueran percibidas como buenas o necesarias.

—Príncipe Thomas, conozco lo suficiente sobre su familia y su reino de origen, es claro que para ustedes no existen los límites ni están dispuestos a aceptar una negativa por respuesta — Dijo la mujer —. Mystbelle pasó años evitando cualquier alianza y ahora gracias a usted, soy consciente de que en cualquier momento su familia puede sentir el deseo por invadir alguna nación y mi reino se vería involucrado en una guerra innecesaria, puesto que ahora somos aliados, un reino pacifico sin experiencia en el campo de batalla en décadas que fácilmente podría ser derrotado por un ejército fuerte y con experiencia en la guerra.

—Entiendo, créame que no estoy de acuerdo con ello, sin embargo no soy el Rey de Südseen, ni siquiera estoy en lo más alto de la línea de sucesión al trono, poco importa mi opinión en cuanto a conflictos bélicos se refiere — Mencionó —. Tampoco se me permite intervenir en esa clase de decisiones, pero le juro que mientras yo éste aquí me aseguraré de mantener al reino a salvo, tengo algo de experiencia en la guerra y podría ser de ayuda en caso de que Mystbelle se encuentre bajo amenaza, podemos ser un equipo Majestad.

Ella no quería involucrarse en más alianzas peligrosas, decían que a los enemigos había que mantenerlos cerca, pero eso era un arma de doble filo, un riesgo que podría costarle muy caro si no se iba con cuidado.

—Puedo ser un aliado muy importante para Mystbelle y para usted, Majestad — Continuó Thomas —. Lograríamos grandes cosas, juntos, le sorprendería la clase de cosas que podría hacer por usted, los problemas que resolvería; los que evitaría, si tan sólo me diera una oportunidad.

—Me ha amenazado en más de una ocasión, Alteza — Le recordó — ¿Espera que acepte tal ofrecimiento de su parte? ¿Cree que yo podría confiar en usted a tal grado de tomarlo como aliado? ¿Tan tonta cree que soy? — Cuestionó la Reina.

—Al contrario, Vivianna — Respondió —. Sé que tomará la mejor decisión para todos, puesto a que es su deber como la Reina de Mystbelle.

Anders se encontraba exhausto.

La ayuda de su esposa le hacía falta al momento de llevar las riendas del reino, durante el tiempo en que había desempeñado su trabajo como Rey mientras que ella cuidaba de su sobrino e intentaba sobreponerse de la muerte de Genoveva.

En momentos como ese, en que el escritorio parecía que terminaría por desplomarse debido a la gran cantidad de papeles que se continuaban apilando sobre él, su mano dolía de tanto escribir, sus parpados parecían pesar tres kilos cada uno y tenía que concentrarse en mantenerlos abiertos pese a que el cansancio le exigiese cerrarlos y tomar una siesta de entre 5 minutos y una eternidad.

Tenía que resistir, permanecer cuerdo y eficiente, Vivianna confiaba en él para hacerse cargo de Mystbelle y pese a que en más de una ocasión ella le había preguntado si estaba seguro de poder hacerlo solo, ofreciendo su ayuda, proponiéndole que descansara un poco mientras ella se encargaba de todo por un par de horas, sin embargo Anders siempre rechazaba tales ofrecimientos, sabiendo que Vivianna atravesaba un momento difícil.

Más aquel día le alegraba tenerla allí haciéndole compañía, la Reina se encontraba sentada sobre un sofá ubicado en la oficina mientras le hacía mimos al bebé, el Rey observaba de reojo la escena, pensando que Vivianna sería una estupenda madre y aquel pensamiento se tornaba agridulce al considerar la posibilidad de que ella no fuese capaz de concebir un niño.

También, le preocupaba un poco el vínculo que había desarrollado tan rápidamente con el pequeño Thomas, puesto a que eso era demasiado evidente para la mayoría y temía que alguien con malas intenciones intentase usar aquello en su contra.

Llamaron a la puerta y ambos dejaron de lado lo que estaban haciendo para girarse hacia la entrada de la habitación.

—Adelante — Dijo Anders.

La puerta se abrió y el nombre del Príncipe de Südseen fue anunciado, la mujer se aferró al bebé por mero impulso.

—Majestades — Thomas realizó una reverencia mientras que los monarcas lo observaban en espera de averiguar cuál era el motivo de su presencia allí. El castaño se irguió y posteriormente enfocó su mirada en Vivianna y al bebé en sus brazos —. Veo que mi pequeño hijo disfruta de un tiempo de calidad con su tía, Majestad, si me permite decirlo, me sorprende gratamente el ver que es buena con los niños, espero que pronto pueda tener al suyo propio para yo poder pasar tiempo con el mío — Dijo eso último a modo de broma, sin causar gracia en alguno de los presentes.

— ¿En qué podemos ayudarle? — Intervino Anders percibiendo la incomodidad en el ambiente.

—Tan sólo vine a decir que enserio me arrepiento del comportamiento que tuve durante los últimos días, fallé a mi deber como Príncipe, así como también le fallé a Genoveva, me comprometo a no volver a repetir dichas acciones — En ese momento alzó ligeramente una cesta con galletas que ninguno de los Reyes había notado hasta ese momento —. Acepten este pequeño obsequio como garantía de que hablo con total sinceridad y mis mejores intenciones.

Vivianna miró con recelo la cesta, algo que Thomas notó de inmediato y soltó una pequeña carcajada.

—Tan desconfiada como siempre, mi Reina — Comentó el Príncipe mientras dejaba la cesta sobre el escritorio del Rey, tras esto tomó una de las galletas y le dio una mordida mientras Vivianna lo miraba atentamente —. Sin veneno, no tiene de que preocuparse — Dijo él.

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