Ese día en particular, Takumi estaba revisando un expediente de su trabajo y cómo hacía frío, aparte de haber prendido la calefacción de su departamento, se había puesto una chamarra con capucha, que en ese momento le cubría todo el pelo rubio, herencia de su madre.

Estaba tan enfocado en ese caso en particular que no escucho el ruido de la puerta ni de las llaves al caer en el cenicero, tampoco cuando su novia-prometida-casi esposa, dejó los comestibles en la mesa de la cocina, solo fue hasta que sintió sus brazos rodeándolo que reparó en su presencia.

—Con esas pintas todos creerán que eres terrorista y no un agente de la policía de casos especiales —Izayoi le quitó la capucha dejando que el pelo negro de ella se mezclara con el rubio de él—. Apuesto que ni has comido como se debe.

—¿Enserio vamos a hablar de los hábitos alimenticios? Porque la última vez saliste perdiendo —Él se giró para sentar a su novia en sus piernas.

Ella hizo un puchero.

—No es mi culpa que el hospital se desbordara de pacientes por las lluvias y tuviera que hacer varios turnos.

—Aún así debes comer Iza, tu familia me matará si algo te pasa —comentó el chico nerviosamente al pensar en su cuñada y suegros.

—¿Les sigues teniendo miedo? —río.

—¡Pues claro!

—¡Pero si son un pan de Dios!

—En tu presencia —Takumi solo se estremeció al recordar las amenazas.

"Ese día había ido por Izayoi a casa en su moto y sentía por lo menos una mirada taladrándolo, volteaba para todos lados en busca de su fuente y finalmente la encontró...el  aura matadora de su suegro.

—Buenas tardes señor, soy...

—No me importa quien seas, pero si veo una sola lagrima en mi hija, eres hombre muerto y yo siempre cumplo mis promesas.

No le quedo de otra más que asentir asustado"

Y ese solo fue su padre, su madre y hermana le dijeron algo parecido junto a una serie de maldiciones que incluían la castracion, Takumi volvió a ver a su novia y sonrió, ahora entendía porque la cuidaban.

"Después de todo era su trabajo proteger a alguien tan especial"