La Triada de Aritina

Rorak, el hijo del medio, y el actual Rey del Reino de Aritina.

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Sí, el Rey Rorak no es el primogénito del difunto Rey Athalar, pero desde que cumplió los quince años que se supo que él sería el heredero al trono, una anomalía dentro de la dinastía pero con una explicación muy lógica.

Rorak demostró en su adolescencia que poseía una... peculiar habilidad, poco común entre los Maestros de Tierra e irónicamente, tremendamente amplia en su utilidad. Rorak podía controlar los minerales, desde cristales hasta metales de diverso tipo, porque la tierra es en su parte más fundamental, un conjunto de metales. Se dio cuenta cuando sus padres, en celebración del cumpleaños de su hija mayor Vala que estaba pasando a ser una adulta y que podría al fin heredar el Reino, les regalaron a cada uno de sus hijos un amuleto de jade; fue entonces que Rorak descubrió que podía controlarlo, haciéndolo flotar sobre su mano mientras estudiaba los grabados de oro en la piedra.

Con práctica diaria y con entrenamiento directo de su padre y del Consejo de los Cinco, Rorak desarrolló su control hasta el punto de volverse un brillante guerrero que cualquiera habría esperado se transformaría en el próximo gran General de Aritina; pero la amenaza permanente de guerra de otros reinos, cambió los planes que los Reyes tenían para sus hijos.

Tradicionalmente, y lo que todos esperaban, era que Vala fuese la próxima monarca, y la muchacha era una Maestra de la Tierra excepcional sin duda alguna. Pero podía hacer lo mismo que cualquiera de los Generales de sus padres, controlar las rocas, la tierra, lo estándar; mientras que Rorak podía controlar virtualmente todo lo que lo rodeara y que fuese sólido. Athalar sabía que sus enemigos eventualmente llegarían a Omashu y a Ba Sing Se, porque el avance de sus feroces tropas y de la devastación que traían consigo era imparable; y parecía ser que Rorak era el que mejor podría defender el Reino, mejor que su hermana mayor.

Así que armaron un plan. Cuando Rorak cumplió dieciocho, juntaron a sus dos hijos mayores, y les contaron la situación. Por el futuro del Reino, lo más sabio era que Rorak se transformara en Rey, pero que sus enemigos no supiera nunca de la verdadera razón detrás del cambio de heredero; porque si se llegaban a enterar del poder que tenía Rorak, nada de lo que estaban haciendo para asegurar el futuro del Reino tendría sentido. Así que la historia pública sería que Vala había renunciado al trono para dedicarse a ser una guerrera, dejando a Rorak como el futuro Rey, manteniendo sus poderes como un secreto entre la familia y el círculo más cercano de los monarcas.

En su momento fue difícil para los dos aceptar el cambio con el que sus padres insistieron tan fervientemente; Vala se había preparado toda su vida para reinar, y ahora le faltaba un propósito, mientras que Rorak sentía que colapsaría bajo el peso de tanta responsabilidad. Tuvieron varios años, sin embargo, para ajustarse a los nuevos roles de cada uno dentro de la familia Real, hasta que otro reino atacó. Rápidamente Vala se hizo cargo del área militar, habiendo destacado desde el principio como una brillante estratega, y a veces acompañada del arma secreta que era su hermano, lograron frenar el avance de las tropas durante años. Hasta que llegaron a Ba Sing Se, y cuando atacaron el muro, hasta los Reyes salieron a la batalla; el problema fue que nunca volvieron, y que finalmente se tomaron la ciudad.

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Nunca pensaron que Rorak tendría que asumir el trono con apenas treinta y cuatro años de edad, sin una esposa, y sin sus padres para que lo guiaran; y para volverlo todo todavía peor, con dos hermanas con visiones muy opuestas con respecto a la resolución del conflicto. Desde que se convirtió en Rey, las opiniones con respecto a él han variado enormemente a lo largo del Reino; muchos lo consideran un cobarde y un pusilánime, un hombre sin voluntad que jamás debería haber heredado el trono, dejando que Vala, la Montaña del Este, dura y firme se transformara en la Reina. Otros piensan que lo está haciendo bien, considerando que desde sus comunicaciones y encuentros con el Señor del Fuego, los ataques y la destrucción han disminuido considerablemente.

La verdad es que Rorak no tiene idea de qué está haciendo. Es un excelente Maestro de su elemento, un muy buen guerrero y una persona con carisma y habilidades blandas; pero no sabe qué es lo correcto. No considera que la Nación del Fuego sean buenas personas, en absoluto, pero la propuesta de Aerith y del propio enemigo de llegar a la paz y dejar el conflicto suenan demasiado tentadores, por más que Vala le insista que esos imbéciles nunca los dejarán existir como iguales. Insiste que apenas bajen la guardia se transformarán en una parte más del Imperio del Fuego, que exterminarán a la gente y de seguro que a ellos como familia Real también. Su lado idealista quiere creer que se puede llegar a un acuerdo, que pelear con sus iguales no vale la pena, que la guerra solo trae destrucción; pero la parte de Rorak que aún llora a sus padres caídos, que odia a su hermana "muerta" por haberse metido con un Maestro del Fuego y haber separado a su familia de forma tan irreversible, quiere creerle a Vala y darle la orden de ataque total.

Vala, La Montaña del Este

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Vala, como hermana mayor, fue la primera opción de los Reyes para que heredara el trono; pero claramente, eso no ocurrió. También es la que peor se lleva con sus dos hermanos, producto de las flamantes diferencias de opinión que tiene con Aerith, y de la brecha que el cambio en la línea de sucesión generó entre ella y Rorak. Porque le tiene celos y envidia, sin duda alguna, por haber tenido todo tan fácil; por haber simplemente nacido con una capacidad superior a la de ella como es el control de los minerales, mientras que Vala comenzó a entrenarse en el Tierra Control desde los cuatro, mientras que ella dejó de jugar y de ser una niña para poder algún día ser Reina. Porque Rorak le quitó todo solo por su suerte.

Pero el papel que Vala juega dentro de Aritina sigue siendo crucial; es una de los cinco generales del Consejo, la más joven y la única miembro de la familia Real, con sus módicos 37 años. Sin embargo, fue nombrada por el mismo Rorak apenas asumió el trono, cosa que le molesta profundamente y que en lugar de acercarlos más, como él habría querido, solo los separó; porque desde su nueva posición de poder, Vala tiene la autoridad para presionarlo a atacar, cosa que solo estresa a Rorak, y porque la rubia detesta que haya sido él quien la haya nombrado. Como una especie de premio de consuelo por haberse quedado con lo que a ella le correspondía, como una forma de decirle a todo el Reino que Vala estaba ahí solo por nepotismo y no porque realmente se mereciera el puesto.

Las habilidades de Vala a diferencia de sus dos hermanos, no tienen nada de particular además de que las tiene profundamente entrenadas; tan entrenadas que es famosa por sus líneas y barreras impenetrables en batalla, que han sido capaces de salvar y de proteger a cientos de civiles en las invasiones enemigas (hasta que llegaron a Ba Sing Se y todo se fue a la mierda, por supuesto). Es capaz de mover la tierra con tanta fuerza, que rompe el suelo y la levanta como creando montañas que luego lanza sobre el enemigo; este movimiento es el que le ha ganado su apodo de la Montaña del Este, aunque cuadra muy bien con su personalidad férrea y más bien fría.

Es curioso, porque aunque la filosofía de Aritina ha sido siempre pacífica, y fue esa la filosofía que le enseñaron en un inicio a Vala, desde que era pequeña que sus tendencias agresivas y su carácter intenso la marcaron como una guerrera en potencia en lugar de una protectora de la paz. Quizás lo más fácil de toda la transición de ella a Rorak, fue que sus padres ya se habían dado cuenta de que conservar las ideologías del pasado no los protegería; y la dejaron investigar más y desarrollar más otras técnicas de combate más frontales y agresivas, menos defensivas, y que finalmente hicieron un mundo de diferencia contra los volátiles Maestros del Fuego. Pero no sin un costo.

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Exigirle a un grupo de valientes soldados, que siempre se han regido por la idea de la paz y del equilibrio, que se transformaran en destructores no fue fácil. Mucho menos el prácticamente forzar a su chi a deformarse, a convertirse en otra cosa que no se esperaba del Tierra Control. Todas estas cosas, sumadas al saber que si ella hubiese nacido con las habilidades de Rorak, probablemente habría sido una mejor Reina de lo que él es Rey por su personalidad decidida y valiente, y por sus hazañas superiores como guerrera, solo la llenan de más rabia; rabia que luego desata en batalla, rabia que usa a su favor con su Tierra Control, y rabia que solo la pudre por dentro.

Vala ha sido capaz de hacer cosas que muchos Maestros de la Tierra creían imposibles, pero eso no es necesariamente bueno, por más que le ha traído fama. Porque Vala puede sentir el desequilibrio en sus chacras, el poder que lentamente la carcome, deformado y corrompido. Pero no se detendrá; no se detendrá hasta volverse la mejor guerrera, hasta librar a su pueblo de las garras del enemigo, hasta hacer aquello que siempre quiso y debió hacer como Reina.

Donde Rorak es débil e indeciso, donde es manipulable y conciliador, Vala es feroz; tiene más que claro lo que corresponde, lo que está bien, lo que se debe hacer, y no descansará hasta que se haga. Le importa un carajo con quién folló su hermana, le da igual que la hayan desterrado, para ella es una traidora y deberían haberse desecho del niño que cargaba en el vientre también; la Nación del Fuego es un cáncer en el planeta, un grupo de fascistas locos que han tenido rienda suelta durante mucho tiempo. Así como ellos exterminaron a los Maestros del Aire, y llevaron a las Tribus del Agua a casi extinguirse también, es el turno de borrarlos a ellos de la faz de la tierra. Ver la destrucción de su Reino, la devastación de su gente, y la esclavitud a la que han sometido a los más desprotegidos, la han llenado de un desprecio irrevocable hacia la Nación del Fuego; los mata apenas se los encuentra, o eso hacía antes, pero ahora que su hermano está tratando de establecer un diálogo con el enemigo, le ha ordenado que se detenga. Cosa que la tiene muy, pero muy de malas.

Aerith, la Avalancha.

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Aerith es la hermana menor de los tres y la perfecta representación de lo que los Monarcas de Aritina siempre fueron, hasta el gran conflicto. O bueno, ahora es la hermana menor de los tres, luego de que desterraran a Gaia quedar embarazada de un bastardo.

Aerith fue la primera en enterarse. Como ambas hermanas eran muy cercanas en edad y bastante parecidas de carácter, la confianza entre las dos abundaba, y cuando Gaia cedió ante la angustia de ocultarle un secreto tan grande a su familia, le contó la verdad a ella primero. Guardaron el secreto entre las dos hasta el quinto mes, cuando ya ni siquiera los kimonos y la ropa holgada podían ocultar la panza que le crecía a la princesa, y sus padres se dieron cuenta. Inevitablemente la deshonra llegó, primero que nada porque había tenido relaciones fuera del matrimonio, y segundo porque había sido con ni más ni menos que un sirviente del palacio. Es decir con una casta social radicalmente distinta. Ni hablar de cuando se enteraron de que el sirviente había sido en realidad un espía de la Nación del fuego.

Como castigo, desterraron a Gaia, y quedó una llaga en la familia Real que hasta la actualidad, casi veinte años después, no se ha podido sellar.

Mientras sus hermanos desarrollaban sus habilidades de Tierra Control, la atención de Aerith cuando era pequeña fue directamente a las Guerreras Kyoshi; le parecía fascinante la elegancia de su modo de combate, y como cualquier persona, incluso ella que no poseía los músculos de Rorak o la fuerza bruta de Vala, podía hacerlo. Así que entrenó con ellas durante un largo tiempo, tres o cuatro años, hasta que ella misma decidió que era hora de aprender a dominar su elemento. A los catorce se transformó en Maestra de Tierra, y comenzó a buscar formas de especializar su Tierra Control.

Fue en una visita al Desierto que hizo con su padre, para observar el desarrollo de algunos puestos militares para defenderse del ataque enemigo, que Aerith descubrió su gusto por el Control de la Arena. En la devastación y desolación del lugar, que había sufrido ya múltiples ataques, lo único hermoso y pacífico era mirar el horizonte; donde el intenso sol tocaba el suelo y hacía brillar la arena como trocitos de oro, donde pasaba el viento que la levantaba formando espirales y adornos en el aire con ella. Apenas regresaron a Ba Sing Se, Aerith comenzó a aprender más sobre el Arena Control, a afinar sus habilidades hasta que se volvió capaz de hacer arte con ella; hay varias esculturas de arena hechas por la princesa regadas no solo por el palacio, sino que en los templos de las Guerreras Kyoshi también y en algunos de los monumentos de la Capital. La cultura y la sabiduría se le dan mejor que la guerra, cosa que explica también el que mientras sus hermanos se pelean y piensan en estrategias militares, a Aerith le viene mucho más natural el pensar en diplomacia, en conservar la historia, en encontrar formas de defender monumentos y de escribir y dejar constancia de todo lo que ha ocurrido en los últimos cien años en su Reino.

Mientras que a Rorak lo tortura la indecisión y el miedo al fracaso, y a Vala la mueve la ira, la venganza y el orgullo, Aerith es el perfecto equilibrio entre los dos. Erguida y orgullosa, es un pilar de fortaleza en el trio, incluso siendo la menor y la única que no tiene una participación directa en el aspecto bélico, pero posee un sosiego y templanza que es muy propio de las Guerreras Kyoshi que la entrenaron de pequeña. Le gusta la diplomacia y el diálogo, la paz, y cree firmemente que la violencia solo es justificable en un contexto de defensa, cosa que es parte de la razón de por qué siempre le gustó tanto el estilo de combate de las Kyoshi.

Sin embargo, es muy sensible, y es por eso principalmente que quiere ponerle fin al conflicto llegando a un acuerdo; porque ha visto el sufrimiento y la devastación que la guerra ha causado y que seguirá causando si no empiezan a disponerse a ceder, a llegar a acuerdos, a dialogar con el enemigo que en realidad no es enemigo. Siempre le dolió lo que ocurrió con Gaia, y el como todos siguieron con sus vidas como si nada hubiese ocurrido; porque ella vió, de primera mano, la luz y la alegría en el rostro de su hermana que estaba enamorada de un hombre, no de un espía del enemigo ni de un sirviente. Aerith quiere que la gente empiece a ver a los demás, sean de donde sean, por lo que son; como personas únicas e irrepetibles. Sabe, claro está, que el enemigo justamente ha hecho lo contrario; que han visto a cualquiera que no se les una voluntariamente como un medio en lugar de un fin, como máquinas para industrializarse y crecer. Pero cree que con la paz, con la legislación y la justicia, todo eso podrá acabar.

Ciertamente se lleva mejor con Rorak que con Vala, porque por lo menos su hermano está siempre dispuesto a escuchar sus ideas, e incluso pareciera que lo está convenciendo. Mientras que con Vala simplemente ya no se puede hablar. A veces le da la impresión de que su apodo, la Avalancha, se lo pusieron casi como si supieran de su compleja relación con su hermana; como si ella fuese la Avalancha que pasa rápida por encima de la Montaña, que nunca la podrá tumbar pero que puede taparla. Pero en realidad se lo pusieron por su capacidad de generar tormentas de arena tan grandes, que se sienten tan densas como si fuesen nieve.

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