Tercera carta

Querida Muerte:

Es hermoso este paraíso. El paseo de los mismos pies en estos blancos pasillos, el olor a desinfectante de la habitación y el constante sonido del monitor cardíaco a mi lado: este se ha convertido en mi paraíso.
No sé cuanto tiempo llevo aquí, o si estoy vivo, o siquiera consciente. No recuerdo nada la mayoría del tiempo, pero asumo que así ahorro el dolor, porque no sé quienes son los que me visitan a diario y lloran a los pies de mi cama, o me dicen que todo mejorará.
Es lindo oír mentiras de la gente que me quiere si eso me hace llegar al final más feliz de la historia, pero es raro tratar de tragarme la lástima de los que me son ajenos, o a lo menos extraños. Es un trago agridulce de calidez. No sé si confiar, a que sonreír, que tanto tragarme el dolor. El bloquear la lástima, el ignorar el insomnio, los ataques, los medicamentos, la amnesia del segundo anterior al que vivo. Esta sonrisa es lo único que me queda y el repetir: este es el paraíso, el único que me queda este instante.
Este paraíso es hermoso, amargo y cruel, pero es mi hogar. El lugar de los que penden de un hilo, que exhalan el alma al respirar, que esperan tu beso de amor. Este es el pantano de la soledad en compañía de los que aún existen, para comprender que yo ya no lo haré, para saber que eres la única amiga que recuerdo y no me es ajena, la que me sonríe y no me llora, la que no me miente por compasión, la que vive mi dolor como la cura que no existe para mí, la que me da el dulce sueño y la paz. Esa eres tú, el ángel de mi paraíso, la muerte de mi afligido teatro, la novia que sé que no ha extinto su amor, el camino que no se agota de esperarme hasta el final.
Este es mi paraíso: la dulzura de tu aliento, tu frío abrazo, este espacial silencio, la luz que a ratos veo antes de estar rodeada de personas que no reconozco, tu figura quieta. Por eso, haz eterno el paraíso, arrullame con tu apasionado canto la dicha frágil y dime con tu dulce voz: "el final es más dulce si ha sido eterna la espera, cuando estos labios profanos te arrebaten la vida". Solo entonces sabré que debo recordarlo todo para decir adiós, gritando y pidiendo ayuda, porque no he amado más este paraíso que ahora me muestras. Por eso dime muerte ¿Tal paraíso está cerca? Necesito saber si el vuelo se lleva también mi incurable dolor y ahoga de una vez por todas mi enfermedad.
-Daniel

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