Capítulo 17
Todo ocurrió tan inmensamente rápido, que ninguno de los presentes dentro de la habitación supo cómo reaccionar.
Fubuki Shirou, el pequeño peli-plata de sonrisa adorable, yacía en el piso, desmayado, y sin dar señales de querer recobrar la consciencia.
- ¡Shirou! - Gritaron al unísono tanto Atsuya, como Shuuya, ambos con la misma cantidad de preocupación en su sistema.
Se abalanzaron hacia el cuerpo del peli-gris, siendo Goenji quien le tomó ligeramente por detrás de la nuca, sintiendo al instante el cuerpo de su amado a una temperatura demasiado baja, estaba casi congelado.
El menor de los Fubuki se arrodilló a un costado de su hermano, sin saber qué hacer, sus ojos estaban abiertos de par en par, cristalizados, tenía la boca ligeramente abierta y el cuerpo le temblaba, mientras apretaba las manos en forma de puño.
El shock estaba siendo demasiado fuerte, a lo lejos pudo escuchar como Hiroto marcaba en su celular para posteriormente pedir una ambulancia, pero vamos, que su mente estaba en otra parte en ese momento.
¿Había sido por eso que durante la tarde, se sentía ansioso? ¿Ese mal presentimiento que no le dejaba tranquilo?
Tal vez algo intentaba alertarle, solo que no supo cómo interpretar las señales a tiempo.
No supo en qué momento, pero en lo que se sintió como un pequeño pestañeo, la sirena de la ambulancia ya resonaba en sus oídos.
Su trance terminó al sentir las manos de otra persona sobre sus hombros, Ryuuji específicamente, alejándole del cuerpo de su hermano quien estaba siendo subido a una camilla.
— Suéltame. — Exigió aún sin saber muy bien qué era lo que pasaba, quería correr, quería ir con Shirou, sin embargo, el peli-verde no le hacía caso, al contrario, intensificó aún más el agarre, sosteniéndole de los hombros. — ¡Que me sueltes, maldición!
— Atsuya, escucha. — Se adelantó a hablar esta vez Goenji, acercándose al menor. — Ambos tenemos miedo, mucho miedo, pero — Hizo una pequeña pausa para tomar aire. — Debemos tratar de estar tranquilos, iré yo en la ambulancia junto a Shirou, le hablaré a mi padre en el camino para que nos reciba lo antes posible... Ellos estarán bien, Shirou y el bebé estarán bie-
— ¡¿Y eso cómo lo sabes?! — Interrumpió, dando un manotazo lo suficientemente fuerte como para librarse del agarre de Midorikawa. — ¡Dime! ¿Tienes alguna forma de ver el futuro? No, no la tienes, ¿Verdad? — A medida que iba hablando, se acercaba más y más hacia el peli-crema, prepotente. — No tienes ni maldita idea de cómo puede terminar esto, ¡La vida de mi hermano y sobrino puede estar en riesgo ahora! ¡¿Y todo por quién?! ¡Oh, claro! — Le apuntó con el dedo, estaba tan fuera de sí, tan exaltado, que su mano temblaba producto de la adrenalina. — Todo por tu culpa, si tú no hubieras aparecido en la vida de mi hermano, Shirou estaría bien, ¡Y ahora no estaría en una puta camilla esperando a ser transportado de urgencia al hospital! — Levantó el puño, con intensión de golpear a Shuuya, pero cuando estuvo a punto de tocarle, alguien con mucha más fuerza que él le tomó el brazo, separándolos al instante.
— Pelusa. — Nagumo había intervenido. — Escucha, o te calmas o de un solo golpe te dejo durmiendo en el piso y no podrás acompañarnos al hospital, tú decides. — Una vez logró captar la suficiente atención del peli-naranja, le hizo un gesto a Goenji para que se subiera a la ambulancia y partieran al hospital. — Mira, no sé si Shirou esté bien, no sé si vaya a salir bien y todo esto solo sea un susto, pero no sacamos nada con ponernos a discutir ahora, además... — Bajó el tono. — Si hay alguien aquí a quien debes golpear, no es a Goenji. — Extendió sus brazos. — Es a mí, yo le pedí a Shirou que vinieran hoy, sabiendo que no se negaría porque su buena voluntad es mucho más grande, es mucho más fuerte y aunque se sintiera pésimo vendría de igual manera.
Atsuya se quedó en su sitio, sin moverse, vamos, el tulipán tenía razón, su hermano hubiera ido a la casa de Masaki aunque su salud estuviera fatal, lo hubiera escondido con tal de asistir a ayudar a los que él también concideraba como familia.
Suspiró mientras miraba hacia el piso, la adrenalina y ganas de querer golpear a la pareja de su hermano se habían ido, y con eso, emociones de culpa y tristeza comenzaban a invadirle.
Tal vez, si hubiera estado más atento, la historia sería distinta.
Tal vez, si hubiera reaccionado a tiempo, Shirou no se habría desplomado en el piso.
"Tal vez..."
— Atsuya. — Sus pensamientos se vieron interrumpidos gracias a Hiroto, quien le miraba un tanto preocupado, aunque trataba de disimularlo bastante bien. — Irás con nosotros en el coche, junto a Ryuuji, Masaki y Kirino, ¿Bien?
— S-Sí, claro. — Su voz salió en forma de susurro, era todo tan extraño, su cabeza no dejaba de darle vueltas, era como si no supiera bien dónde se encontraba en ese momento, perdiéndose entre el todo y la nada.
— Kazemaru-kun. — El oji-jade se dirigió esta vez al recién nombrado. — ¿Ya te encuentras mejor del malestar? — Ichirouta asintió. — Genial, entonces necesito pedirte algo, algo muy importante. — Se dirigió al peli-azul, sacando unas llaves de su bolsillo. — Por lo que más quieras, por favor, no dejes que Endo conduzca. — Le entregó las llaves, éstas tenían dos pequeños dijes decorativos, uno en forma de llama y otro en forma de copo de nieve. — Son las llaves de Goenji, irán en su coche.
— ¿En su coche? — Kazemaru le miró confundido, ¿Por qué tendrían que ir en un carro que no era el suyo? — Mamoru, ¿Sucedió algo con el c-
— ¡No hay tiempo para hablar Ichi! — Interrumpió a su pareja lo más rápido que pudo. — ¡Vamos, debemos apresurarnos, el tiempo corre! — Dicho esto, salió corriendo de la habitación.
Por si se lo preguntan, no, Endo aún no le contaba a Kazemaru que la noche anterior había chocado el coche, ni que habían estado en el hospital, y tampoco planeaba hacerlo ahora.
Se había inventado una excusa con lo de Kirino, diciéndole que de pura casualidad habían pasado al hospital, para descansar un poco y buscarlo en caso de que este mismo hubiera decidido ingresar, o tal vez alguien lo habría encontrado y ahora se encontrara en dicha instalación, para después encontrarlo en los baños de ésta.
Vamos, que el hombre era algo tonto, pero sabía que si le contaba aquello a su pareja, sería igual a un suicidio, y él era muy joven para morir.
El viaje fue rápido, las calles estaban casi completamente vacías a pesar de aún no ser de noche, para suerte de los presentes, y tal como Hiroto pidió, Kazemaru fue quien condujo el coche de Shuuya hasta llegar al hospital, llevando consigo a Endo, Nagumo y Fuusuke.
Esta vez no hubo ningún accidente de tránsito.
Agradecido con el de arriba.
Apenas bajaron de los carros se dirigieron lo más rápido posible hasta la recepción, siendo Kiyama quien se encargó de preguntar sobre el peli-plata ya que era el adulto más calmado y sensato en ese entonces, mientras que los demás corrían hacia la sala de espera.
- ¡No corran, pueden tropezars- - Habló una chica de cabellos morado claro, piel clara y ojos azules.
Muy tarde.
Antes de que pudiera terminar la frase, Mamoru ya había caído de cara contra el piso, junto con Nagumo, quien cayó de espaldas.
¿Cómo terminaron así? Muy fácil. El castaño había intentado agarrarse de algo (o bueno, alguien) para evitar la caída, y lo primero que encontró fue el tulipán del peli-rojo, quien no contaba con que alguien a su espalda le jalaría del cabello, perdiendo completa estabilidad y equilibrio.
— ¡Nagumo, pesas mucho! — Mamoru trataba de levantarse, tenía a Haruya arriba de su espalda, mientras éste de frotaba la cabeza.
— ¡No te pesaría si no me hubieras tirado al piso! — Alegaba el oji-ámbar, vamos, algo de razón tenía. Antes de levantarse, por su mente pasaron múltiples torturas que podría aplicarle al moreno, inmovilizarlo con una llave que había visto en la televisión, por ejemplo.
Sí, esa sería buena idea.
— Endo, Nagumo, arriba, ahora. — Hiroto intervino, jalando a ambos adultos del cabello. — ¿Goenji?
Todos voltearon a ver al recién nombrado, quien ni cuenta se había dado de la presencia de los demás.
Levantó la cabeza, aparentaba estar tranquilo, con su típica faceta seria de siempre, pero vamos, que eso era solo una fachada, una máscara para esconder todo lo que pasaba dentro de su cabeza.
— ¿Dónde está Shirou? ¿Cómo está? ¿Por qué estás aquí afuera y no estás con él dentro de alguna habitación del hospital? — Atsuya y las mil y un preguntas. Se acercó a paso apresurado hacia el peli-crema, buscando respuestas que el contrario no le estaba dando. — ¡¿Por qué no respondes?!
— Goenji. — Nagumo abrió los ojos de par en par, acercándose también hacia Shuuya, dándose cuenta de algo que, al parecer, el menor peli-naranja había pasado por alto. — Tu camisa. — Apuntó con el dedo. — Está manchada, ¿Es sangre?
Goenji suspiró, bajando la mirada, para luego asentir levemente.
— Sí, es sangre... — Hizo una seña para que todos a su alrededor de sentaran. — Cuando veníamos de camino en la ambulancia, Shirou despertó por un corto periodo de tiempo, estaba mareado, muy mareado, desconcertado, no entendía qué era lo que estaba pasando y se desesperó... — Apretó los labios. — Luego de eso comenzó a toser sangre, es por eso que tengo las manchas... Después volvió a quedar inconsciente, le administraron un calmante para no poner en riesgo su vida ni la del bebé, aún así, la razón de porqué tosió sangre es un misterio, así que ahora le están haciendo una resonancia, para descartar lesiones que pudo haber producido la caída y todo eso.
Los ojos de Atsuya se cristalizaron. Miró a su alrededor, todos tenían la misma cara de preocupación, observando las baldosas del piso como si fueran la cosa más interesante del mundo, cuando en realidad, no les estaban prestando ni la más mínima atención.
Su mirada se posó en el peli-rojo oji-ámbar, aquel supuesto adulto con cabello en forma de tulipán quien cuidaba de Shirou como si también fuese su hermano, como si fuesen familia biológicamente. Tenía los puños apretados y los codos sobre sus rodillas, sabía que apretaba las manos con fuerza, ya que éstas temblaban ligeramente.
¿Acaso todos estaban pensando en lo peor?
Todos temían por aquellas dos vidas...
Pero, la preocupación es normal, ¿No?
Luego todo se resolvería, en un futuro cercano todos estarían hablando de aquella escena como una anécdota graciosa, cosas como "¿Recuerdan la vez que Endo y Nagumo cayeron en el piso del hospital?" "¿Recuerdan el susto que Shirou nos hizo pasar?"
Todo saldría bien, ¿Verdad?
— ¡Abran paso, abran paso! — La voz de dos enfermeras corriendo hacia el área que separaba la sala de espera con la restringida para el resto del público le sacó de sus pensamientos.
La piel se le herizó y un escalofrío le recorrió todo el cuerpo, no tenía buenos recuerdos de los hospitales, a fin de cuentas, siempre eran tan fríos, con familias a la espera de resultados que definirían su futuro, los cuales podrían ir desde cosas tan banales como confirmar alguna enfermedad pasajera, a otra mucho más grande; otras personas llorando por alguna pérdida, una batalla que algún ser querido perdió en el transcurso.
Joder, si es que ahí se jugaba a diario la vida o la muerte.
— ¿Familiares de Fubuki Shirou? — Un señor de bata blanca y edad algo avanzada salió por la puerta. Atsuya y Goenji se pararon de golpe.
— Aquí. — Dijeron al mismo tiempo.
— Soy su pareja, ¿Qué sucede? — Se adelantó a decir Shuuya, observando que el doctor venía con una carpeta y papel en mano.
— ¿Están casados? — El peli-crema asintió. — Bien, necesito que tome una decisión por su pareja, su salud está muy inestable y la vida de él y el bebé corren riesgo, tenemos que realizar una cesárea de emergencia, pero-
— No es seguro que ambos se salven, ¿Verdad? — La voz de Shuuya salió apagada, sabía muy bien a lo que el médico se refería, por esa misma razón fue que él mismo se adelantó a terminar la frase, como si de esa forma la realidad fuera un poco menos dura. Suspiró, sintiendo su garganta apretarse al instante que tomaba un lápiz para firmar sobre la vida del peli-plata. — Salven a Hyo...
Apenas terminó de firmar los papeles, el médico se retiró, llamando a un par de enfermeras para que preparan todo lo necesario lo más rápido posible.
Atsuya sacudió la cabeza, aún sin poder creer lo que estaba pasando, dirigiéndose hacia Goenji con los puños apretados y el ceño fruncido.
— ¡¿Cómo que "salven a Hyo"?! ¡¿Y Shirou?! ¡¿No te interesa la vida de mi hermano?! — Las lágrimas fueron cayendo por su rostro a medida que hablaba, lágrimas de impotencia, furia, miedo.
¿Era real todo lo que estaba pasando?
¿De verdad estaba a punto de perder a la única familia biológica que le quedaba?
— ¡Responde, maldita sea! — La actitud de Goenji hacía que se enfureciera aún más, Shuuya estaba de brazos cruzados y la mirada fija hacia la puerta por la cual se había ido el doctor, con el ceño fruncido, sin importarle aparentemente las palabras del peli-naranja. — ¿E-En verdad tomaste esa desición?... — Su voz se quebró. Unas ganas inmensas de golpear al oji-negro le invadieron, sin embargo, las fuerzas le faltaron, cayendo de rodillas al piso mientras se abrazaba a sí mismo, llorando.
— No tomo la decisión por mí... — Susurró. — Tomé la decisión que Shirou hubiera querido...
¿Por qué la vida tenía que jugarle esta horrible pasada? ¿No bastaba con haber perdido a sus padres a tan temprana edad? ¿Qué acaso con ello no era ya suficiente?
Pues al parecer no.
Y ahora le quitaban lo único que le quedaba.
Se quedó en el piso mucho más de lo esperado, sin dejar que nadie se le acercara o tratara de llevarlo de vuelta a algún asiento, no quería estar con nadie, no se lo permitía, el caos en su cabeza y recuerdos de su infancia eran mucho mayores.
Sintió una mano sobre su hombro, pero antes de poder apartarla, un aroma inconfundible entró de lleno a sus fosas nasales, la fragancia de una de las únicas personas que sabían cómo tratar al menor, la única persona capaz de consolarle en esos momentos.
— Atsu... — El mayor se inclinó hasta quedar a la altura del peli-naranja. Una vez captó la atención del oji-gris, le abrazó de forma delicada, suave, acomodando la cabeza de Atsuya sobre su hombro, acariciando sus cabellos.
El menor de los Fubuki desahogó todo lo que sentía en ese momento, su llanto se intensificó, hasta que finalmente pudo calmarse, estaba exausto, dejándose guiar por el recién llegado hacia un asiento cercano.
— Lamento haber tardado tanto. — Besó la frente de Atsuya, quien se le acomodó en su pecho. — Hiroto me mandó un mensaje y vine cuanto antes.
— ¿Tú le llamaste? — Preguntó Ryuuji, Hiroto asintió. — ¿En qué momento hiciste tantas cosas?
— Déjalo. — Se adelantó Mamoru. — Merecía tener algo de protagonismo en la historia, ¿Verdad que sí, autora-kun?
Efectivamente.
— ¿Estás seguro de que estás bien? — Fuusuke pasó una mano por sobre la frente del castaño. — ¿Estás seguro que no quedó ninguna secuela del accidente de ayer?
— ¿Accidente de ayer? — Kazemaru miró a su pareja, quien apartó a Suzuno y se congeló al sentir la intensa mirada del peli-azul sobre sí.
— N-No es nada Ichi. — Rascó por detrás de su nuca. — No le hagas caso, últimamente no ha dormido bien, está loco. — Su risa nerviosa le delataba.
— Mamoru, lo repetiré solo una vez más, ¿Qué accidente de ayer? ¿Hay algo que no me hayas contado? — El oji-avellana se cruzó de brazos, levantando una ceja y con el rostro serio.
— ¡No es nada mam-, digo, Ichi! — Desvió la mirada, más Kazemaru seguía observándole de la misma forma. Suspiró, sabía que de ésta no se escaparía tan fácil. — Es una larga historia... — Murmuró.
— Pues fíjate, tengo tiempo. — Se inclinó hacia atrás, esperando las explicaciones de su pareja.
Mamoru tomó aire, resignado, Kazemaru no se conformaría con ninguna excusa barata que pudiera inventar, y de todas formas, sabía que la verdad de aquel suceso saldría tarde o temprano a la luz.
En fin, que él mismo prefería cavar su propia tumba.
— Verás... Cuando estábamos buscando a Ranmaru, yo iba conduciendo, y, pues... Me distraje un poco, creo, y un auto nos chocó, ¡Juro que yo no tuve la culpa! Iba distraído, pero no en exceso, ya sabes, lo normal. — Sonrió, dejando ver todos sus dientes.
— ¿Y el otro conductor? ¿Resultó muy herido?
— Esto... Sí, resultó más herido, creo que en coma, fue trasladado a este mismo hospital antes de nosotros. — Se encogió de hombros. — En fin, que cuando estábamos a punto de irnos, fui a los lavabos para poder despejarme un poco, ahí fue donde encontré a Ranmaru, ¿Verdad? — Miró al peli-rosa, quien al principio se tensó, sin embargo, a los pocos segundos volvió a reaccionar, asintiendo algo avergonzado por la situación.
— Bien, creo que entiendo... Ahora, te tengo una sola pregunta. — Jaló al castaño de una oreja, tirándola, Endo solo trataba de no quejarse demasiado. — ¿Por qué no me contaste de todo esto ayer por la noche?
— Ichi, ¿Lo preguntas en seri- ¡Auch! — El peli-azul había vuelto a jalar de su oreja, esta vez más fuerte, Kazemaru no quería más preguntas, quería respuestas, y se lo estaba haciendo saber al moreno. — I-Ichi, ayer por la noche ni siquiera podías mantenerte de pie, estabas totalmente fuera de sí, aunque te lo hubiera contado, hoy ya no lo recordarías.
— Mm... — Se quedó pensando unos segundos. — Vale, tienes un punto. — Soltó la oreja de su pareja, quien al instante se llevó una mano al área afectada. Ichirouta volvió a cruzarse de brazos, cerrando los ojos.
Al parecer, lo peor había pasado.
El tiempo transcurre lento, demasiado para mi parecer.
Mis ojos duelen, probablemente estén hinchados de tanto llorar, los párpados me pesan, pero aún así, no quiero dormir, no quiero cerrar los ojos y arriesgarme a quedarme dormido, no quiero que algo pase y yo no estar para Shirou.
No, no me lo permitiría, por nada del mundo.
Debo admitir que al menos estar con Terumi me ha relajado un poco, acaricia mis cabellos, sabe que eso me calma.
Su otra mano descansa sobre mi pecho, tenemos las manos entrelazadas, y sin que él se dé cuenta, mi mirada se fija en el reloj de su muñeca.
Joder, solo han pasado tres minutos desde la última vez...
No quiero pensar en negativo, quiero pensar en que todo estará bien, Shirou es fuerte, lo sé, ambos sobrevivimos a un accidente demasiado fuerte para nuestra edad, incluso él fue quien salió menos herido aquella vez, aún así... Aquella sensación de hormigueo en mi estómago no deja de estar presente.
Aquel mal presentimiento sigue ahí.
Y sinceramente, me da miedo.
— Atsu. — El dios de segunda me saca de mis pensamientos, cosa que internamente agradezco. Le miro algo somnoliento, joder, llorar cansa mucho, vaya fastidio. — Sé que estás nervioso, aún así, no sirve de nada calentarse la cabeza ahora, solo esperar a lo que digan los profesionales. — Besó mi frente. — Anda, no me gusta verte así.
— ¿Quién dice que me estoy calentando la cabeza con todo esto? — Chasqueé la lengua.
— Atsu, a mí no me engañas. — Rió. — Haz estado mirando mi reloj cada vez que puedes.
Que te partan, Afuro.
Me crucé de brazos, genial, me descubrió.
Bueno, de todos modos, en algo tiene razón... No debería calentarme la cabeza ahora... Los médicos saben lo que hacen.
— ¡Rápido, del banco de sangre! — Una enfermera salió corriendo desde la puerta que conectaba a la sala de espera. — ¡Está perdiendo mucha sangre!
Bueno, eso puede ser de cualquier persona, no significa que se trate de Shirou.
Sí, eso, debo permanecer calmado.
Eso no significa nada.
Veo pasar a la enferma una vez más, esta vez de vuelta, con dos bolsas llenas del líquido carmesí entre manos.
Tipo O negativo... Según lo que sé, ese es uno de los tipos más poco comunes, no hay muchos casos en comparación al resto de los tipos de sangre.
Mierda.
Mis ojos se abren de par en par, parándome de golpe de mi asiento.
Shirou es O negativo.
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