Capítulo XI
La comida, estuvo saturada de anécdotas de su vida como oveja negra de la familia. Hasta que el padre decidió retirarse para pasear por el mundo junto a su madre. Él siempre decía: "Empezamos al revés, nos casamos muy jóvenes y ahora estamos de novios". Fué entonces cuando Ignacio se hizo cargo de los negocios inmobiliarios y las inversiones familiares; ya que su hermana mayor preferías ocuparse de la educación de sus hijos y dejaba los negocios y la confianza a su hermano. A Ignacio todo lo divertía, la palabra estres le era desconocida. Cuando no trabajaba, jugaba al futbol , navegaba o conocía gente. Como era muy sociable, su optimismo contagiaba. ¿Cómo conoció a Gonzalo? En un partido de futbol, por casualidad —o eso creía él-—porque según yo recordaba, a Gonzalo no le gustaban los deportes y mucho menos la vida al aire libre. Así que yo descarté la casualidad y pensé que aquel encuentro había estado cuidadosamente planeado, esperando la oportunidad. Ya era calculador y con el tiempo se fue transformando en un maestro de la manipulación. Ignacio, fuera de los negocios, desconocía todo acerca de Gonzalo, pero cuando éste le habló de mí acabó por decidirse e iniciar la sociedad.
Por mi parte, fuera de Laura nunca me permití otra compañía que no fuera estrictamente por negocios. Sin embargo; hoy me había sorprendido riendo francamente, sin poses ni afectaciones. Hoy, después de muchos años me sentí auténticamente yo. De pronto, recordé un compromiso.
—Tengo que pasar por el estudio. Me espera un cliente.
—Dale, te acompaño, me queda de paso.
—Mañana tengo que retirar el auto. ¿Venís conmigo? —pregunté sin haberlo pensado— tan inesperadamente que hasta me sorprendí y después algo turbada me disculpé:
—Perdón, estáras ocupado: Lo que pasa es que no entiendo nada de autos y vive en el taller.—era una excusa tonta, pero a Ignacio le pareció bien y aceptó con gusto.
—Claro. Para mi socia...TODO y enfatizó el "todo" con una expresión infantil que le quitaba parte de su poder abarcativo. Nos despedimos hasta el día siguiente.
En el estudio, ya me esperaban los clientes citados y un nuevo prospecto para la primavera siguiente. Cuando llegué a casa, empezaba a oscurecer. El auto de Gonzalo estaba estacionado en la puerta; al verlo salí del taxi con las llaves en la mano, caminando rápidamente en un intento de evitarlo; pero él fue más rápido y bajó, flanqueándome el paso.
—Quiero hablar con vos.
—Ya no tenemos nada de que hablar, lo dejaste muy claro. Al finalizar el contrato no quiero volver a verte.
Pareció muy molesto y cuando intenté abrir la puerta, me tomó del pelo con fuerza y me empujó contra la piedra rústica del frente. En un intento por no caer al suelo, me doblé la muñeca y me torcí el tobillo. Afortunadamente llegaron unos vecinos riendo y comentando una película. Entonces, aproveché la oportunidad para introducirme rápidamente con la gente y lo vi salir a toda velocidad.
Esta vez había sido mucho mas agresivo que la anterior y yo no sabía que actitud tomar respecto a Ignacio. ¿Le contaría lo sucedido? Y si le arruinaba el negocio ¿Cuáles podrían ser las represalias que debía esperar?
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