diecisiete
Lalisa
Comencé a caminar a la par de Hoseok en silencio. Las luces de los focos eran lo único que iluminaban en la estancia haciendome colocar la piel de gallina. Hasta me animo a decir que por un desesperante instante, me replanteé la decisión que habia tomado. E incluso comencé a tantear en mi mochila el gas pimienta.
—No voy a dejar tu cadáver en un río, si eso es lo que piensas.—soltó el, aún de espaldas a mí.
Y decir eso es lo mismo que esperar que luego de un piropo mágicamente caigas rendidos a sus pies: imposible. Me tensé más.
Ambos seguimos caminando. Pero yo ya no lo hacia con la misma confianza que hace segundos atrás.
Respiré hondo y decidí seguir, después de todo no podía echarme atrás ahora, estando tan cerca de la meta.
De pronto entre la nube de mis pensamientos paranoicos y las calles desoladas que le daban un aire horrible al ambiente, comence a oír a murmullos que provenían de concentraciones de personas. También oí el ruido de motores y ruedas chirriando contra el piso. Mi corazón salto en un latido lleno de exaltación.
Motos. Adivinó la voz de mi mente. Hoseok se dio media vuelta y me miró con una sonrisa ladeada.
—¿Ves? Nada de ríos—dijo, para luego seguir hacia adelante.
Hoseok se metió por un callejón y yo adelante el paso más rápido por el hecho de que mis piernas no daban los mismos tramos largos que Hoseok. Lo seguí hasta el final casi corriendo, y justo en el preciso instante en que lo insulté por dejarme atrás, lo siguiente que vi me dejó anonadada:
Gente.
Mucha gente.
Unas 300 personas al menos. Personas de todo tipo y con ropa de todo tipo, tomando cerveza y charlando. A un lado de la gran calle que tenía una distancia de 5 cuadras largas al menos, había una fábrica abandonada, donde arriba de ella había una bandera y una chica parada ahí arriba vestida toda de negro, con sus ojos gatunos grises resaltando entre la gente. Hizo sonar una bocina que tenía en la mano derecha y todos callaron de inmediato.
—¡Bienvenidos otra vez a las carreras clandestinas de Ódquel!
Todos aplaudieron y gritaron instantáneamente, emocionados por oirla. A mi lado había un chico punk con el cabello verde que me dejó casi sorda por el grito. Me tapé los oidos de inmdiato.
—¿¡Están listos para demostrar que tienen huevos!?—la chica volvió a hablar gritando, por medio de un meģafono. Sujetó la bandera roja y la alzó en el aire. Todos gritaron más—¡¡Los quiero en la línea de meta niñitas lindas!!
Todos se dieron media vuelta y comenzaron a caminar para el lado contrario. Yo, más que pérdida, comencé a buscar a Hoseok entre la gente, hasta que de repente sentí que jalaban de mi muñeca y me llevaban a algún lado.
Cuando pude darme cuenta, Hoseok me soltó y comenzó a hablar con un amigo. "Jackson" oí que le dijo. "¿me prestas tu moto, viejo?"
Parece que le dijeron que si porque terminó subiendose a la moto de su amigo justo en la línea de meta. Lo miré detalladamente sin ser muy obvia. El amigo de Hoseok tenía cabello negro azabache y piel clara como la luna. Sus tatuajes en el cuello le daban un aire intimidante y el aro en su labio lo hacia ver más atractivo. Eso no lo iba a negar.
—¡Ahora quiero a todas las muchachitas detrás de sus novios!—gritaron de nuevo.
—¿Recuerdas que te ofrecí diversión?—me susurró Hoseok.—bueno, esta es la diversión.
Me entregó una soga y yo fruncí el ceño. ¿Qué demonios? ¿que se supone que haría con ella?
—No soy tu maldita novia—recordé con una ceja alzada. El se carcajeó ignorando mi mirada llena de advertencia.
Todos los chicos que estaban con la moto en la línea de meta encendieron los motores haciendome sobresaltar. Las chicas comenzaron a colocarse de espaldas a los chicos y se sentaron en el asiento de la moto. Luego comenzaron a atarse la soga en la cintura al mismo tiempo que ataban con ellas a los hombres. Abrí los ojos como platos y trague saliva. Esto era extremista.
—¡Vamos!—gritó Hoseok y yo, temblorosa por la adrenalina que sentía, comencé a imitar a los demás. Era muy tarde para salir corriendo.
Una vez terminado me vi de espaldas a Hoseok con la vista a todos los espectadores. Gritando y festejando. Respiré hondo. No podía creer que fuera a hacer ello.
—No me mates—fue lo que le pude decir a Hoseok.—o juro por lo que más quieras que saldré de mi tumba y te mataré yo.
No dijo nada, más pude sentir su pecho vibrar por la risa.
Entonces, la chica arriba de la fábrica abandonada comenzó a hacer el conteo hasta 0. Pude ver como otra chica rubia se posicionaba frente a las motos con la misma bandera y una sonrisa llena de picardía. Mierda, mierda, mierda.
¡Diez!
¡Nueve!
¡Ocho!
¡Siete!
Los espectadores seguían alentando a las personas. El amigo de Hoseok, Jackson, me miró de reojo, como intentando adivinar de donde había salido. Me aferre con más fuerza al estómago de Hoseok, pues no quería caerme hacia adelante, que sabía que por el impulso de la moto y el hecho de que estuviera de espaldas, era probablemente lo que pasaría.
¡Seis!
¡Cinco!
Lo único que empecé a oir en ese momento eran las palpitaciones aceleradas de mi corazón. Martilleando contra mi pecho como si quisiera salir corriendo.
¡Cuatro!
¡Tres!
¡Dos!
Y ahí fue cuando todo por un segundo se detuvo.
Y de repente, la chica hizo sonar la bocina. La otra chica que alzaba la bandera la bajó permitiendo que la carrera iniciara y la moto arrancó.
¡Uno!
¡¡Salgan!!
Mi cuerpo, por producto de la gravedad se inclinó hacia adelante y grité, mientras sentía como el cabello se me colocaba en el rostro impidiendome ver con claridad lo que había a mi alrededor. Todo se volvió borroso y como si estuviera transitando un sueño, pero cuando pude alzar la vista pude ver las demás motos alrededor de nosotros. Muchas chicas más también se encontraban como yo. Ninguna pálida del miedo como yo, porque suponía que ya estaban acostumbradas. Hoseok se impulsó más aumentando la velocidad. Entonces, miré a mi derecha y pude ver como una moto se acercaba a una velocidad alarmante a otra moto que se encontraba casi rozando los limites de la pista y la hacia chocar contra uno cestos de basura. Donde la caída era realmente grave desde mi punto. Intenté controlarme y me aferré más al asiento. La luz del día ya se comenzaba a ver. Y me estaba cagando de miedo.
Afortunadamente fueron pocos los roces que tuvo Hoseok con las otras motos. Tenía que admitir que manejaba bien esto de las motos.
Para cuando pude darme cuenta, ya estaba de nuevo cerca de la linea de meta y las personas. Hoseok entonces apagó el motor y se detuvo de repente.
—Mierda.—susurró, pero estaba muy agitada como para decirle algo.—tercer lugar. Bueno, ya habrán oportunidades mejores.
Luego de que me desataran las cuerdas rápidamente bajé de la moto con el cuerpo temblando. Estaba aterrada, pero era divertido. Es como ver una película de terror. Apagas las luces, pones el ambiente más tenebroso posible y miras el filme para que te de miedo. Porque te divierte. Pero una cosa no quita la otra. No significa que por divertirte no tiembles como gelatina.
Hoseok rió al ver mi reacción. Jackson se acercó y se aseguró de que su moto estuviera en buen estado y me miró con curiosidad.
—¿De dónde sacaste a esta niñita?—preguntó su amigo.
—¡Hey! Tengo nombre.
—Es Lalisa.—Hoseok me presentó prendiendose un cigarrillo—podría decirse que es un intento de amiga.
Sonreí hacia el chico. El ofreció su mano.
—Un gusto chica, soy Jackson.
Mi sonrisa aumentó mientras tomaba su mano.
Por detrás de él vino la chica que se paró en la línea de meta y anunció el inicio de la carrera. Abrazó al chico por detrás y le dio un sonó beso.
—Hola, cariño.
La chica me miró detenidamente con curiosidad.
—¿Quien es ella?
—Amiga de Hoseok. Lalisa.—me presentó
—Oh, que adorable. Soy Somi.—me ofreció su mano—no creo que me recuerdes, pero yo si te recuerdo a ti.
—¿Cómo te llamabas?—repetí curiosa por adivinar quien podría ser.
Ella al hablar me sonrió con malicia.
—Somi.--anunció—Jeon Somi.
Mi sonrisa vaciló hasta casi desaparecer.
No podía creerlo.
Tragué duro y decidí hablar. Fingiendo que la sorpresa no me había paralizado por completo.
—Wow, no te reconocí. Pasó mucho tiempo... hermana.
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