cuarenta y uno

Lalisa

—Jisoo, ¿sabes que le ocurre a Jimin?

Intenté que sonara como una pregunta casual, incluso me tiré el cabello hacia atrás intentando que no se notara mi nerviosismo. Sin embargo no fue posible porque Jisoo ya supo de antemano la verdadera intención detrás de mi cuestionamiento. Sonrio y alzó una ceja, a lo que bufé.

—Si tan preocupada estas por el, pregúntale Lalisa.—respondió con simpleza con hartazgo de mi insistencia. Siguió corriendo las vueltas que le quedaban y yo la imité por detrás.

—¡No me dejes atrás, perra!—grité sintiendo como me faltaba el aire.

Algunos hombres pasaron por detrás de mi y silvaron mirando mis piernas.  Les lancé mi dedio medio y maldecí.

Jisoo paró de correr para mirarme desde la distancia, comenzando a arrepentirse de haberme dejado atrás.

—¡Bien, reina del drama! Es fácil. Si no le hablas, nunca lo sabrás. ¿no?

Rodé los ojos en direccion a Jisoo y corrí hasta eliminar la poca distancia que nos separaba a ambas. Entonces, le hablé bajo;

—Creo que me esta evitando.—confesé, con angustia.

Me desesperaba no saber porque lo hacía. ¿Acaso estaría enojado conmigo?

—Pues no veo el porqué.—me alentó Jisoo—tú tranquila, al final del día seguro se le aclaren las ideas en su tonta cabecita y se digne en hablarte.

—Eso espero.

Pero no lo creo.

—Aunque... oí que está muy pegado con Chaeyoung, la amiga de tu hermano.

Había algo muy al fondo de mi ser que me decía que eso solo era el principio del caos. No de todo a mi alrededor, si no de mi propia mente.

Las horas pasaron y el resto del día pasó. Comencé a notar con molestia e incomodidad que nadie me despegaba los ojos de encima. Eso era muy extraño. Tanto que nisiquiera se me ocurría un porqué detrás de tantos ojos acusatorios.

Jimin tal como lo dije, me evitó lo que quedó del día. Comió solo, hizo sus tareas con Chaeyoung y se fue solo a casa. Yo en todo el tiempo que lo tuve en frente y lo miré buscando una respuesta a su actitud, lo unico que descubrí era que había algo diferente en su mirada. Algo mas oscuro, más frío.

Me sentía triste. No podía mentirme a mi misma.

El sentimiento me sorprendió. Jamás creí que su indiferencia me afectara de la forma en que lo hacia. Mi corazón latía fuerte y se me habia hecho un agujero en el pecho. En el camino de vuelta a casa Jisoo habló conmigo intentando dispersarme. Me contó cosas de Jin y de la extraña relacion de amigos con derecho a roce que tenian. Cosa que para ser honesta poco oí y que poco me importó.

Para cuando llegué a casa creí que mi día mejoraría. Pues hasta ahora habia estado de la mierda. Las ganas de llorar en mi cama confundida por el sentimiento que me embargaba me inundó de repente. Y por un estúpido instante creí que Jungkook podría mejorarlo.

Pero no fue así.

Apenas abri la puerta de la casa, lo primero que me resultó extraño fue verlo sentado en el sofá pensando en algo que lo tenía muy concentrado. Y entonces, mi vista fue rápidamente a la chica frente a mí.

Y no era cualquiera chica.

Era Jeon Somi.

Mis labios se fruncieron, y algo similar a una puñalada por la espalda se instaló en mi ser. Quise gritarle, golpearlo y decirle lo idiota que era. Expresarle que ya no confiaba en él porque lo único que sabía hacer era mentirme, usarme como su trapo y reirse en mi cara justo como lo hacía ahora.

—Prometiste que no volverías a verte con ella...—mi voz salió dura, pero todo dentro de mí explotó dejando a un manojo de nervios. Mi cuerpo comenzó a temblar y mi garganta comenzó a quemar por las lagrimas que aún no soltaba— y tu...

Mire a Somi. En su mirada vi... ¿tristeza?

Maldita falsa de mierda.

Tristeza era lo último que podría haber en ella y justo allí, en esos ojos cafés que me hacían acordar a papá. Manipuladores. Mentirosos.

La odiaba.

Pero no hice nada. No grité ni la golpee, ni siquiera la insulté.

Sólo corrí.

Corrí de la casa tan rápido como me dieron las piernas. Oí a Jungkook gritar mi nombre pero lo ignoré. Solo me fuí y deje que mis piernas me llevaran lejos.

Una vez que paré y deje que las lagrimas siguieran brotando de mis ojos, me permití sentarme sobre la acera y sollozar como una niña pequeña. Estaba confundida. Estaba asustada. No debia tener esta clase de sentimientos dentro mío. ¿cuando fue que siquiera pasó esto?

De repente, como si fuera un ángel que vino de repente a salvarme, sentí dos manos sostenerme los hombros. Una chaqueta fue instalada en ellos y aunque reconocí el aroma de la prenda que inundó mis fosas nasales, me di la vuelta sorprendida para comprobar que no era un sueño.

Y que se trataba de él.

—Lalisa.—me dijo, parecía agitado. ¿me habia seguido?—oí los gritos y tuve el impulso de venir.

Hizo una pausa.

—Pero s-si quieres estar sola... me voy.

—¡No! ¡Espera!—chillé tomandolo del brazo. Entonces él me miró.—Jimin... por favor quédate conmigo.

Nisiquiera le pregunté porque me ignoro y me miró como si fuera un bicho raro. Él tampoco quiso abordar el tema. Se dedicó en silencio a posarse a mi lado. Entonces sin preguntar recosté mi cabeza en su hombro. Lo noté tenso, pero luego con el pasar de los segundos eso fue disminuyendo.

—Tranquila. Estoy aquí.—dijo. Su mano comenzó a acariciar mi brazo delicadamente y su cabeza también se recostó en la mía.

—No entiendo como no me odiaste como los demás hasta ahora—confesé—n-no entiendo como a pesar de todo eres el tipo de chico que deja todos sus pendientes para consolar a una estúpida y egoísta chica como yo.

—No digas eso, Lisa—susurró, regañandome—sé que no eres la mejor persona que se me ha cruzado en la vida, pero te volviste importante importante para mí aún así.

—¿Porque?—inquirí confusa. Lo miré a los ojos y permití que viera mi fragilidad en ellos—¿porque me ayudaste, aún cuando yo lo unico que hice fue menospreciarte?

Jimin me sonrió levemente con cierta lástima. Corrió un mechon de mi cabello que me molestaba en la vista y me sujeto las manos con firmeza.

—Porque mi abuela me enseñó que siempre hay que desear el bien incluso aunque no recibas nada a cambio.—confesó. Me miró directo a los ojos y sentí como la respiración se me entrecortaba de repente—y porque cuando yo te vi, Lalisa, no solo vi a una chica muy bonita y malhumorada. Vi a alguien que escondía más de lo que decía, vi a alguien que estaba muy asustada para emprender su propio vuelo y vi a alguien que se ocultaba en ser mala cuando realmente no todo era negro en su interior.

—Jimin...—susurré—no me digas esas cosas. N-no...

—¿No querías la verdad?—insistió, me sentía demasiado débil con el tan cerca de mi rostro.—esa es mi verdad Lisa. Te quiero. Te quiero tanto.

Su mano acunó mi rostro y cerré fuertemente los ojos por la sensación que este me producía. Y que me permití disfrutar.

—Pero tengo miedo—finalizó—Por eso he estado distante. Por miedo, Lisa.

Fruncí los labios y miré al suelo.

Mi corazón dolía. Dolía tanto que me era casi imposible respirar. Cerré fuertemente los ojos en un intento desesperado de controlar mis emociones. Y entonces cuando tuve las agallas suficientes, lo observé.

Y hablé con la verdad.

—Jimin, no te merezco.

—Lalisa...

—Es la verdad.—susurré.—soy alguien que esta sucia y rota de mas de una manera. Esto no esta bien. No puedes involucrarte con una chica como...

Pero entonces, todo dejó de importar.

Todo dejó de seguir su curso normal, porque Jimin comenzó a besarme.

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