21

Jimin estaba atemorizado ante lo que presenciaba, todo era tan a sangre fría que aún permanecía en el mismo lugar con el príncipe. Estaba congelado escuchando los vidrios romperse en mil pedazos, las balas de los soldados defendiendo el palacio, la familia real y los Seleccionados. El miedo le estaba carcomiendo de a poco, su cuerpo no reaccionaba ni sus cinco sentidos estaban al cien por ciento.

En la lejanía oía su nombre siendo gritado en tono desesperado y preocupado, su anatomía era removida arduamente, pero siquiera de esa manera habían indicios de la estabilidad del castaño. Sintió las manos del príncipe en su rostro ofreciéndole seguridad y no fue hasta ese momento que volvió, milagrosamente, en sí, observó los ojos grises de Yoongi y solo pudo acurrucarse en sus brazos temblando de miedo.

¿Por qué los rebeldes estaban atacando el palacio? ¿Querían asesinar a la familia real o tan solo iban en busca de riquezas para robarlas? Por otra parte, ¿sus doncellas se encontraban bien? ¿Jungkook y Taehyung estaban a salvo?

Interiormente se le desarrollaba un lío de preguntas que varias veces intentaban desmontarlo de su sistema, por lo que a medias su conciencia captaba lo que sucedía alrededor. Sintió sus dedos entrelazándose con los del príncipe, percibió el calor que emanaba la palma de Yoongi y cómo este lo transportaba a la cruda realidad.

Luego de despertar de su inoportuno lapso de parálisis mental, reconoció el largo pasillo por el cual estaban corriendo, todo destrozado, rayado con distorsionadas letras rojas de las que, el castaño podía asegurar, causarían terror puro para cualquiera que lo leyera, las altas paredes plagadas de orificios ya sea por la llegada final de la bala, el suelo bañado de grandes pedazos filosos de vidrio que amenazaban con provocar una herida profunda en el cuerpo de un despistado.

Min Yoongi detuvo sus enérgicas piernas y miró las dos direcciones que le abrían paso a nuevos peligros, no tenía la certeza de cuál camino era el más "seguro", ambos pasillos representaban la desconfianza y la sangrienta muerte por uno de los rebeldes. El príncipe no sabía cómo salvar sus vidas en ese momento, siquiera tenía en su poder algún arma u objeto para defender a Jimin y a sí mismo. ¡Estaba completamente indefenso!

-Jimin -se dirigió al castaño cuando no pudo trazar un plan en su cabeza y solo perdía el valioso tiempo-, tenemos que escondernos. Todos los refugios están cerrados, no me arriesgaré a que recorramos todo el palacio en medio del ataque en busca de seguridad -explicó rápido. Tomó su mano y la besó-. Estaremos bien.

Dicho esto último, prosiguieron su escape, de vez en cuando observando a sus espaldas por si alguien malvado les perseguía. Jimin aún oía los disparos, no importaba qué tan lejos o cerca estaban, él los escuchaba con la misma fuerza de intensidad. Estaba tan trastornado con el repetitivo ruido que, en ocasiones, imaginaba un rebelde a su lado jalando el gatillo como desquiciado infinidades de veces lo que en muchos momentos casi murió del susto. Se había convertido en una alarma ante cualquier movimiento que no fuera el de ellos.

Lord Park siguió al príncipe hasta que ingresaron a la Biblioteca, como era bastante amplia, llena de libros y estantes se haría difícil encontrarlos, apenas notarían sus presencias si es que llegaran a cruzar por aquel aburrido lugar. El castaño respiraba agitado, su corazón latía tan fuerte por el acecho del miedo, pensaba en todos los demás, si estarían asustados como él o, a pesar de todo, mantendrían la refinada compostura. Era increíble lo que ocurría: el paraíso se estaba desmoronando hasta quedar demacrado y horrible, tétrico y tenebroso. De tan solo pensar en lo devastado que quedaría el palacio, le provocaba inmensos escalofríos de pies a cabeza.

Abrazó al príncipe escondiéndose en el calor que ofrecía el cansado cuerpo, se apoyó en su pecho y el ruido de los disparos comenzó a desvanecerse para ser reemplazado por el palpitante corazón de Yoongi. Aquello le agradó y respiró hondo; el aroma del pelinegro se mezcló con el aire denso de la Biblioteca causando una suprema tranquilidad en su fuero interno.

Cerró los ojos complacido.

-Es extraño -dijo el príncipe, inhaló el olor a vainilla que desprendía el cabello de Jimin-, antes estábamos enojados, tú resentido y yo celoso, y ahora necesitamos del otro. Nada es claro contigo.

El joven participante se encogió de hombros, pero luego de unos segundos estos se tensaron y todos sus músculos saltaron de miedo. Un joven se había detenido en la hilera donde se ocultaban y apuntaba con su fusil a los dos sujetos.

-¿Alteza? ¿Lord Jimin? -inquirió un soldado, dudoso, todavía con el arma en alto.

-¡Hoseok! -exclamó el Seleccionado alegre de saber que su amigo se hallaba a salvo, había sobrevivido al inminente y cruel atentado. Se zafó de aquellos genuinos brazos y se acercó al uniformado.

-Vamos, los llevaré al refugio -anunció serio revisando las balas que aún preservaba.

-Están todos cerrados -mencionó Yoongi disgustado. ¿No podía ser otro soldado? ¿Tenía que ser justo el joven del que estaba celoso? ¿Por qué Jimin se había alejado de él?

-Todavía queda una entrada, alteza, es la menos ocupada cuando ocurren estos ataques -informó, vigilando las dos puertas de la Biblioteca decidiéndose por cuál escoger-. Por favor, síganme.

Empezó a caminar por donde había venido, recordó la ausencia de rebeldes por esa zona por lo que el importante trabajo de llevar al príncipe y el Seleccionado sanos y salvos hasta allá era pan comido. Estaba a punto de abrir la gran puerta y delatarse cuando oyó dos voces intercambiando palabras que dejaron erizada la piel de Yoongi y el color blanco predominaba en esta, se puso pálido.

-Tenemos a DoJin . Vamos a ver si obedece lo que pedimos, si no... mañana saldrán las tristes noticias de que el reino de Seúl ha quedado sin rey -había dicho el rebelde, ambos riendo y alejándose.

-Mi padre... -susurró Yoongi, casi inaudible. Su rostro estaba impasible, pero el castaño sabía que tenía una loca idea en su mente. Recuperó su postura firme y segura, y mandó-: Soldado, lleve a Lord Jimin al refugio. Iré por mi padre -concluyó.

Jung no dudo en acatar la orden, no podía hacer nada contra la palabra de un príncipe, por más que quisiera impedirlo por el bienestar del Uno, él solo era un simple soldado entrenado para oír, defender y no protestar. Le entregó su fusil con las suficientes balas para sobrevivir en su valeroso transcurso hasta el incierto lugar donde tenían retenido al rey. Ambos hicieron un asentimiento de cabeza para realizar sus respectivos objetivos.

No fue el momento que el pelinegro estaba abandonando la Biblioteca cuando Lord Park reaccionó a las riesgosas decisiones que tomó.

-¡Yoongi! -le llamó, miedoso de lo que pudiera pasarle.

No había que ser inteligente para saber que eran cientos los rebeldes que ingresaron con violencia al palacio, ellos debían andar en grupo con una artillería más potente atacando sin piedad, el pecho de los hombres inflado de valor y orgullo por lo que hacían; mientras que Yoongi se aventuraba solo por esos mismos lugares intentando salvar a su padre de los feroces rebeldes. Era admirable lo que hacía, pero era imposible reconocerlo en ese instante albergado de preocupación.

El soldado tironeó al muchacho del brazo, este se oponía totalmente a ser llevado a la seguridad del refugio, quería que Yoongi estuviera junto a él, ese era su verdadera seguridad. De repente, el uniformado detuvo su sigiloso recorrido frente a una determinada parte de la muralla que tenía toda una línea de grabados circulares a lo largo, apretó directamente un círculo, este se hundió y la hendidura de una puerta secreta abriéndose se apreció de apoco hasta que finalmente aparecieron escalones en dirección al subterráneo.

Pero antes de que metiera un pie al oscuro camino, sintió un bruto empujón y el ruido aterrador de un disparo. No quiso voltear su cabeza para ver el rostro lunático del rebelde y atinó a ayudar al soldado Jung que estaba en el suelo, adolorido. Con la rapidez de Jimin, ambos lograron entrar sin que otra bala impactara en ellos. La puerta cerró inmediatamente cuando un botón oculto en la pared fue apretado por el instinto del Siete. Descendieron ágilmente, el castaño estaba un poco asustado del proyectil que había caído en el soldado, por suerte cayó en el brazo.

Se sumergieron en el refugio, escucharon gritos, sollozos y lamentos de cada Seleccionado, unos más fuertes que los otros, pero que provocaban el mismo dolor de cabeza insoportable. Caminaron hasta un asiento desocupado y Jimin obligó al soldado a que se sentara, observó la mancha de sangre que florecía en el traje y un escalofrío caló en su cuerpo.

-Tengo que curarle. ¿Hay algún botiquín de primeros auxilios? -Jimin le preguntó al soldado, este con una mueca de dolor respondió que no sabía.

Una mujer envuelta en un precioso vestido azul hecho a la medida y portando la corona de reina, se puso a su lado con una caja en manos. El castaño sin darse cuenta de la persona que se trataba (ya sea por la poca iluminación del refugio) le arrebató el botiquín y comenzó la dolorosa curación. Le quitó la chaqueta roja y procedió junto con el algodón y agua oxigenada a limpiarle.

-Diablos, duele, arde -gruñía y rechinaba sus dientes.

Los nervios del castaño estaban a flor de piel, la sangre y el orificio de la bala no ayudaban a tranquilizarse, menos los gritos desesperantes de los muchachos que aumentaban cuando oían el sonido de disparos. Jimin se cansó y decidió poner orden.

-¡Cállense! -rugió en el instante que estuvo de pie, enfrentándolos. Todos guardaron silencio-. ¡Dejen de llorar, eso no solucionará nada; sus lloriqueos no arreglarán todo lo destruido, su miedo no ahuyentará a los rebeldes! ¡Tienen que ser fuertes ante esto! ¿Cómo pueden plantearse ser príncipes si ni siquiera soportan los ataques que podrían ser algo de todos los días? ¡Deben mantener la compostura, tal como lo ha dicho siempre Dara!

Y con eso dicho volvió a su esforzada labor de paciencia y cuidado.

La reina encantada con la personalidad valiente de Jimin se mantuvo junto a él mirando la dedicación con la que trabajaba y le extrañaba que se preocupara tanto por un soldado. El castaño debía tener un buen corazón.

-Me gusta tu actitud -susurró la reina lo bastante bajo como para que los demás jóvenes no escucharan.

Jimin levantó la mirada, se impresionó.

-¡Oh, reina Eunhye! -exclamó-. No sabía que estaba aquí. Siento lo reciente, si...

-No te preocupes -le interrumpió-, continúa -alentó. Ahora veía a Lord Jimin mucho más sereno que antes, las facciones del joven bonito estaban relajadas lo cual le contagió la necesitada sensación de tranquilidad-. Una noche mi hijo me conversó sobre un chico de ojos azules que lo trae bastante loco... Estoy empezando a creer en que eres tú.

Jimin con sus mejillas ardiendo sonrió.

Hirieron a Hoseok y Yoongi fue a hacerle frente a los rebeldes, ¿qué creen que pasará?

Descubralo en el próximo capítulo... que voy a subir en un rato más xd

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