Un admirador.

Capítulo 3.

Un admirador.

Mateo suspiró y miró por la ventana de la tienda de segunda mano, era sábado y como todos los fines de semana tenía su media jornada de trabajo

Exagerado. No había otra palabra para describir a Jensen, pues había faltado a sus clases vespertinas por acompañarle a casa e insistió en hacerle compañía por unas horas, hasta que su padre llegó cerca de la noche.

Sólo había sido un corte en su dedo, no es como si necesitara ser vigilado; si hubiera sido un golpe en la cabeza lo entendía; pero no, cuando estaba afilando su lápiz de dibujo con la navaja, Álvin había pasado de tras de él empujándole accidentalmente. Era cierto que la sangre le ponía nervioso, pero una vez que dejó de fluir estuvo mejor, así que Jensen no tenía que haberse quedado hasta que su padre llegara; aunque, sinceramente, lo apreciaba.

Incluso esa misma mañana le había llamado para saber cómo se encontraba. Miró su dedo, la herida no se notaba debajo de esa tinta azulada del antiséptico, eso era bueno, prefería eso y no ver el corte.

La campanilla de la tienda sonó y pronto un chico de cabello oscuro y lacio entró.

—Hola— saludó un poco tímido Álvin.

—Hola— respondió con una sonrisa. El muchacho aparentaba ser mucho menor, cuando sólo un año hacía la diferencia; sus mejillas blancas y algo redondas evidenciaban su sonrojo.

No eran amigos, pero compartían algunas clases, pues la maestra Flores gustaba de integrar a sus mejores alumnos en una clase especial, sin importar el curso o edad.

—Discúlpame— dijo acercándose, mirando a Mateo y luego prestando atención a un punto inexistente en el suelo, —por mi culpa estás herido.

El mayor fue amable, —te lo he dicho, fue un accidente.

—Pero tú... será difícil dibujar y sé lo mucho que te gusta, eres muy bueno.

—En unos días sanará, estaré bien— ondeó la mano restándole importancia.

Álvin torció los labios, no se veía convencido.

—Oye, ¿cómo supiste dónde encontrarme?— Mateo reparó en ello, pues pocos sabían de su lugar de trabajo, incluso Fabián tardó varias horas en dar con él, aun teniendo un mapa en la mano.

—Trabajo enfrente— levantó el rostro señalando hacia la heladería a través del ventanal, —es el negocio de papá— se relamió los labios, —ya te había visto, pero no me había atrevido a venir a saludar— confesó.

—¿Ah, sí?

—Sí; y me gusta mucho tu trabajo, no este— señaló un estante con libros de segunda mano, —sino tus dibujos y tus pinturas también, creo que Teseo es una obra maravillosa.

—Gracias, fue para un concurso— sonrió, porque en verdad era uno de sus mejores trabajos.

—Lo sé— se rascó la mejilla, —investigué sobre ello— se sonrojó; —pienso que tú merecías el primer lugar.

—¿Eso crees?— sus cejas se elevaron, no supo qué le sorprendió más, si el hecho se ser investigado o la sinceridad de las últimas palabras del chico.

—Sí— asintió, —y estoy seguro de que lograrás obtener la beca.

—¿Cc-cuál beca?

—Te he visto mirar el anuncio en el mural— confesó, —pareces interesado en la convocatoria de "Inspired".

Más que un concurso, Inspired era un llamado a los jóvenes artistas, donde los interesados debían proporcionar su currículum, además del portafolio con sus mejores obras y una carta donde expresaran su amor por las artes; los tres seleccionados obtendrían un pago mensual por un año entero, además de un viaje, con todos los gastos pagados, que duraba algunas semanas a otra ciudad, donde se encontraba el museo de artes más completo y reconocido del país.

—Sólo me ha llamado un poco la atención, es todo— explicó frotándose la nuca.

—Pienso que tú ganarías— repitió, —sería muy agradable poder ir contigo a ese viaje.

—¿Conmigo?

—Me he inscrito, me esmeré mucho en mi carta, tengo fe en que seré uno de los tres seleccionados.

—Ya veo— Mateo suspiró, —pero yo no creo aplicar.

—¿Por qué no?

—Porque yo...— se encogió de hombros, —no lo sé, puede que no sea lo mío— aunque era la primera vez que hablaba con él fuera de clases, no pensó necesario ocultar su verdadero sentir, Álvin no parecía mal chico.

—Deberías tener más confianza en ti.

Oh, vaya; otra vez esas palabras.

—Lo pensaré— contestó, porque era cierto y porque no deseaba que siguiera insistiendo en ello.

Esas palabras parecieron animar a Álvin, pues sonrió con mayor amplitud que cuando la charla inició, —verás que serás seleccionado, porque tú me- yo soy tu admirador.

¿Así que era eso? ¿Un admirador? Eso explicaba el "te investigué".

—Gracias, en verdad aprecio tus palabras.

—La maestra Flores también piensa que eres muy talentoso.

—Creo que me lo ha dicho una vez— o dos, quiso agregar Mateo.

Álvin se retorció los dedos a la altura de su abdomen, sonrojándose, —me gustaría saber si tú... si quisieras echarle un vistazo a mi último dibujo.

El chico había hecho un mural con tiza fantástico, aunque Mateo se preguntó para qué necesitaría su ayuda, no estaba en su naturaleza ser descortés.

—Sí, claro— asintió, —me gustaría.

—¡¿De verdad?! ¡Muchas gracias!— poco faltó para que Álvin brincara de felicidad, —¿Puedo verte el lunes?

¿Lunes? Mateo lo pensó, por la tarde solo tenía una clase, después se quedaría a mirar la práctica de Jensen y Fabián, seguramente Irma estaría allí; así que sí, sí podría dedicarle unos minutos a Álvin.

—El lunes está bien, tengo mi última clase en el aula cinco.

—Lo sé, finaliza poco antes de las dos de la tarde— dijo Álvin, luego agregó nervioso, tal vez al darse cuenta de lo extraño que podía escucharse eso, —tengo una amiga que toma clase en ese mismo salón, después de ti— miró sus zapatos por un segundo y luego continuó, —entonces, te busco el lunes, cuando finalice tu clase— caminó de espaldas, hacia la salida.

—Sí, está bien.

—Muchas gracias, Mateo.

—No hay de qué— le sonrió.

Álvin hizo lo mismo antes de dar media vuelta y marcharse de allí.

.

Muy temprano, Jensen había llevado a pasear a Caramelo, luego lo había regresado a casa, donde Raphael, su hermano mayor, aún dormía; ahora se encontraba en el gimnasio de la escuela, practicando algunos tiros libres.

—No, no. Debe haber un límite, el entrenador está loco— escuchó a Fabián quejarse al ingresar al recinto, solo Jensen se encontraba allí, era imposible no oírle.

—Deja de lloriquear y mejor céntrate en hacer tu mejor esfuerzo— dijo Irma caminando a su lado, a la par.

—Solo hay cinco puestos disponibles y ya vi más de veinte nombres— otra queja de su amigo.

Seguramente habían mirado la lista abierta que el entrenador había dejado pegada en el tablero de la entrada desde el día anterior, justamente para que se inscribiera quien así lo deseara.

—¿Solo cinco puestos?— exclamó Irma.

—Los de la banca no cuentan.

—¡Por supuesto que cuentan!— le regañó Irma—¿Olvidas que uno de ellos fue tu reemplazo cuando te torciste el tobillo?

Fabián puso los ojos en blanco y ondeó la mano, dejando en claro que no le importaba más aquello, en cambio se acercó a Jensen.

—Oye, hermano. ¿Qué tú no duermes?— fue la manera de saludarle, eran casi las diez la mañana de un preciado sábado.

—Estaba ansioso por practicar— contestó antes el lanzar el balón y hacer una perfecta anotación.

Fabián enloquecería si supiera que su amigo había "casi madrugado" para preparar el desayuno, pasear a Caramelo, ducharse y además llamar a Mateo por teléfono antes de que este iniciara su jornada laboral.

—Yo también, pero no por eso atento contra mis horas sagradas de sueño reparador— Fabián siempre tenía una respuesta ingeniosa.

—¡Ey, chicos!— escucharon la voz de Irma y ambos voltearon hacia ella, pues se estaba acercado a la entrada de nuevo para saludar a Marco y a Oscar que ingresaban, a este último los tres lo conocían, pues había pertenecido al equipo la temporada pasada.

Ambos saludaron, pero solo Marco se detuvo con ella, —conocía a Oscar cuando nos encontramos en el portón, pero no pensé que estuvieras aquí, supuse que eso de saber las reglas al derecho y al revés, y lo de regañar más que el mismo entrenador eran bromas de Fabián.

—Es un payaso mentiroso— dijo Irma.

—¡Te estoy escuchando!— exclamó el afectado fingiendo indignación, pues aun estando a algunos metros podía oírle perfectamente.

—¡Lo sé! Lo dije apropósito— contestó la chica.

Fabián soltó una risilla burlona, pues esos "insultos" nunca le afectaban.

—¿Eres nuevo?— Jensen se acercó, probablemente era una pregunta tonta por su parte, pero fue su manera de romper el hielo y también evitar que los otros dos siguieran ofendiéndose.

—Sí, haré la prueba del viernes, por eso pensé practicar desde hoy.

—También nosotros— señaló a Fabián y a él mismo, luego enseguida se presentó, —mi nombre es Jensen.

—¿Jensen? Vaya, investigué un poco sobre el equipo y vi que tienes un sobresaliente récord de anotaciones.

El nombrado pasó su peso de un pie a otro, un poco nervioso, —sí, eso fue la temporada pasada— él jugaba porque le gustaba, no para ganar fama.

—Con tu popularidad supongo que has de tener un club de admiradores.

—No desde que Caroli-¡Ay!— Fabián intervino, pero no pudo continuar debido al golpe que Irma le dio en el antebrazo.

—Tú no sabes cuando mantener la boca cerrada, ¿verdad?— le regañó ella.

—Era una maldita broma, Jensen sabe que lo es, ¿por qué te enojas?— se quejó Fabián.

—Ya, olvídenlo— dijo Jensen, porque en realidad no quería hablar de ello.

Marco debió notar un poco su incomodad, ya que prefirió continuar con su presentación, —por cierto, mi nombre es Marco.

—Bienvenido, Marco— le sonrió Jensen.

—¡¿Qué? ¿Se van a quedar allí a hablar?!— gritó Oscar desde su lugar, él ya se había ajustado las zapatillas y tomado el balón que antes Jensen había arrojado, —mejor dense prisa antes de que lleguen los demás— porque no había nada como disfrutar de la cancha ellos solos.

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ESPACIO PARA CHARLAR: Esto va algo lento, lo lamento. Gracias por su paciencia y atención. <3 Índigo. 

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