④⑨

« Candice »
Aparqué en el estacionamiento frente a King's Cross, sintiéndome inmensamente feliz por dentro porque mi hermana ya se volvía a casa; pero intentaba disimular mi sonrisa, haciendo un puchero como si aquello me diera tristeza. De verdad que quería mucho a mi hermana, pero la quería más cuando hablaba con ella por teléfono, y no teniéndola encima de mí las veinticuatro horas al día.

- Ay, Candy... No quiero irme - se quejó, mientras yo bajaba su maleta del coche.

- Sí, a mí también me da mucha pena que te vayas... pero Wayne te está esperando, además, tendréis que hacer muchas cosas de la boda.

- Sí, eso sí... - suspiró - Pero es que Wayne está tan pesado con... todo - puso los ojos en blanco -. Yo quiero quedarme aquí, contigo, en Londres... con Niall... - susurró bajito.

- Hey, Maxinne... tienes novio, ¿está bien? Olvídate de Niall. Es solo un estúpido - la reñí, sin poder creer que por haber estado solo cinco minutos con el chico, ya estuviera encaprichada con él.

- ¡No le llames estúpido, Candy!

- Dios mío, tú no estás bien de la cabeza, ¿eh? - dije, negando mientras arrastraba su maleta dentro de la estación.

- Déjame en paz.

Max bufó, y se cruzó de brazos, mientras seguíamos caminando. Yo me detuve frente a las pantallas informativas, buscando el tren que debía tomar Max. Vi que saldría de la plataforma número 11, así que caminé hasta ésta, quedándome frente a las puertas de seguridad, ya que no podía cruzarlas sin un billete. Max se paró frente a mí e hizo un puchero.

- Te voy a echar de menos - murmuró.

- Nos veremos dentro de poco, Max - sonreí, abrazándola.

- ¿Por qué eres tan bajita? - rió, abrazándome de vuelta.

- ¡Vamos, como que tú eres muy alta! - me quejé, empujándola y frunciendo el ceño - ¡Que solo mides cinco centímetros más que yo!

- Pero soy más alta - se burló para después sacarme la lengua.

- Eres insoportable, Max - negué con la cabeza -. Y si no te apuras, perderás el tren.

- ¡Ay, sí! - exclamó, agarrando su maleta - ¡Adiós hermanita! No te toquetees mucho con ese tonto que tienes por novio. ¡Te quiero! - exclamó, antes de ir hacia la puerta de seguridad.

Reí levemente, sin tomarle importancia a sus palabras ya. Sabía cómo era Max, y no debía enfadarme por ello. Mientras caminaba fuera de la estación, busqué el número de Harry y le di a llamada. Él no tardó más que unos segundos en descolgar.

- ¡Muñeca! - respondió alegre - ¡Hola mi amor! ¿Ya se ha ido tu hermana?

- Acaba de subirse al tren... - murmuré sonriendo - ¿Paso a buscarte a tu casa?

- No, estoy en casa de Niall. Avísame cuando llegues, y voy, que está solo a cinco minutos.

- Perfecto. Ya estoy subiendo al coche, nos vemos dentro de nada, mi amor.

- Ahora nos vemos, muñequita.

Sonreí como una boba, a la vez que colgaba la llamada, y me metí en el coche, cerrando la puerta y arrancando para ir lo más rápido hacia mi casa. Como no, al tener prisa por llegar, me estuve unos quince minutos hasta que encontré dónde aparcar, pero al fin dejé el coche a unas dos o tres calles de mi casa y, por el camino, le envié un mensaje a Harry, diciéndole que ya estaba llegando a casa.

Caminé más rápido y, justo a la vez que llegaba a mi portal, Harry también lo hacía por el otro lado de la calle. Sonrió al verme y se acercó hasta mí. Agarró mi mentón para acercarme a sus labios y, sin ni siquiera decir nada, empezó a besarme muy suavemente. Yo sonreí también, y me puse de puntillas, alcanzando más fácilmente sus labios. Puse mis manos sobre sus mejillas y me pegué a su cuerpo, queriendo sentirle cerca.

- Vamos para dentro, muñeca... - susurró con su voz ronca aterciopelada, manteniéndose pegado a mis labios.

Asentí con la cabeza, dibujando media sonrisa y me acerqué a la puerta mientras buscaba las llaves en mi bolso. Harry me pegó a la puerta, abrazando mi cintura desde atrás, y empezó a besar mi cuello, haciendo que me pusiera algo nerviosa y que meter la llave en la cerradura se me hiciera bastante difícil.

- Yo la meteré más rápido... - susurró con sus labios pegados a mi oído, haciendo que pudiera notar su sonrisa torcida.

- ¡Harry! - le reñí, con las manos algo temblorosas, incrementado por sus palabras.

- La llave, Candy... - rió - Déjame a mí.

Harry me arrebató la llave, a la vez que bajaba su otra mano de mi cintura, lentamente, a mi entrepierna. Abrí mucho los ojos, sin saber cómo reaccionar, porque aún estábamos en la calle, pero él ni se inmutó, y abrió la puerta mientras acariciaba poco a poco por encima de mis leggins.

- Vamos para dentro ya, muñeca... - gruñó cuando la puerta se abrió.

- ¡Harry! - le llamó una voz masculina. Le escuché bufar antes de darse la vuelta para ver a Niall saludándole con la mano - Oye, ¿no os importa que os haga compañía, verdad? - dijo, auto invitándose, cuando se acercó a nosotros.

- Sí, sí nos importa, Niall - gruñó Harry algo enfadado -. ¿Por qué no te vas a tu casa?

- Harry... todo allí me recuerda a Belle... - susurró, bajando la mirada al suelo. Por primera vez desde que le conocí, vi a Niall humano, con sentimientos; lo que me dio bastante pena.

- Hey, está bien... puedes venir con nosotros - le dije, medio sonriéndole, agarrando su muñeca -. No te preocupes.

- Gracias, pelirroja... - susurró, alzando su mirada hacia mí - Parece que no eres tan borde como creía.

- Ni tú tan idiota como yo creía - bromeé.

Dejé que Niall entrara primero y Harry agarró mi muñeca, haciendo que me girara hacia él y mirándome con el ceño fruncido. Yo simplemente me encogí de hombros, sin saber qué responderle. Niall me daba pena, no iba a dejarle sufriendo solo en su casa. Yo había pasado por eso, y era horrible.

Harry y yo también entramos a casa, y fuimos hacia el salón, donde Niall ya se había acomodado, sobre el sofá. Yo fui hacia donde tenía un pequeño armario con todos mis abrigos, y colgué ahí el que llevaba, caminando después hacia los chicos.

- Voy a preparar café, ¿queréis? - sugerí.

- Yo sí - aceptó Niall -. Café solo.

- Está bien. ¿Y tú, Harry?

- ¿Tienes té? No sé si mi cuerpo puede tolerar tanto café.

- He comprado té para ti - reí levemente.

- Es que eres un amor - sonrió -. Tomaré un té, pero ya te ayudo a prepararlo... ¿Nos esperas aquí, Pablito?

- Claro - asintió él -. ¿Puedo poner la tele?

- Sí, sí... todo lo alto que quieras... - sonrió Harry, levantándose y viniendo hacia mí para agarrar mi cintura y llevarme hacia la cocina.

Cuando llegamos al sitio, cerró la puerta y me miró con media sonrisa. Yo negué con la cabeza, medio riendo, y me acerqué a uno de los armarios, para coger una tetera y llenarla de agua, que luego puse a calentar. Mientras tanto, Harry se acercó por atrás y abrazó mi cintura.

- Muñequita, ahora no puede oírnos...

- No voy a hacer nada con tu mejor amigo en la sala de al lado, Harry... - susurré, negando con la cabeza - Entiéndelo.

Harry ni se molestó en reprocharme, simplemente me hizo darme la vuelta y agarró mis piernas hasta subirme sobre la mesa de la cocina, y dejarme sobre ésta con las piernas medio abiertas, para colocarse entre ellas. Yo reí levemente, poniendo una mano en su hombro para empujarle sin demasiadas ganas, pero Harry apartó mi mano y agarró mi mentón, acercándose a darme un beso muy corto. Luego me miró a los ojos y se mordió el labio inferior, hecho que era terriblemente sensual.

- Esta noche... - murmuró - Esta noche voy a hacerte mía.

Su voz sonó un tono más bajo de lo que solía sonar, haciendo que se colara dentro de mi sangre y se ocupara de repartir un calor ya conocido al estar con él. Un calor que me recorrió todo el cuerpo. Su voz aterciopelada parecía acariciarme sin que sus manos lo hicieran todavía. De pronto, dibujó media sonrisa, haciendo que su rostro se viera travieso... con picardía; y que su mejilla quedara marcada por un profundo hoyuelo que hizo que mi mente se nublara. Subí mis manos hasta sus mejillas, dejándolas sobre éstas, haciendo que el leve vello facial que tenía me raspara los dedos. Mi dedo pulgar recorrió su labio inferior muy poco a poco, deleitándome con el suave tacto de éste, sin apartar mi mirada de él. Entonces, cuando terminé, y tomándome mi tiempo, subí mi mirada hasta sus ojos verdes, que me miraban intensamente. Yo también sonreí antes de acercarme, terminando de matar la distancia entre nosotros, para empezar a besarle.

Pude escuchar como su garganta dejaba escapar un gruñido, que quedó ahogado entre nuestros labios. Entonces llevó sus brazos hasta mi cintura, rodeándola con ellos y atrayéndome por completo a su cuerpo, sin separarse todavía de mis labios. Su entrepierna y la mía quedaron tan pegadas que podía sentir cada milímetro de ésta. Harry gruñó una vez más, hecho que aprovechó para atrapar mi labio inferior entre sus dientes, simplemente acorralándolo por unos segundos para luego tirar de él, por lo que ya no pude evitar soltar un pequeño jadeo. Soltó mi labio y sus dedos se hundieron en mi cintura, bajando poco a poco hasta agarrar mi trasero, justo a la vez que su cintura empezaba a balancearse hacia adelante y hacia atrás, primero de una forma muy suave, luego aceleró e intensificó el movimiento, haciéndolo mucho más fuerte. Su respiración estaba tan acelerada como la mía, y ambos estábamos reprimiendo nuestras ganas de quitarle la ropa al otro. Y, de repente, la tetera irrumpió la caldeada escena con un fuerte silbido, anunciando que el agua ya estaba ardiendo. Ambos nos asustamos del inesperado sonido, haciendo que nos separáramos de golpe. Y, sin más, la nariz de Harry empezó a sangrar.

- Harry, amor... - dije preocupada, bajándome de la mesa y cogiendo una servilleta para evitar que la sangre llegara a sus labios - ¿Estás bien? Estás sangrando.

- ¿Qué? Mierda, hacía años que no me pasaba... desde el instituto... - bufó, aguantando él mismo la servilleta para que yo pudiera ir a apartar la tetera del fuego.

- ¿Te ha pasado más veces? - pregunté, sin entender qué le pasaba.

- Al principio, antes de perder la virginidad, cuando me calentaba mucho me sangraba la nariz - explicó como si nada -. Pero desde entonces no me había vuelto a pasar... mira lo que provocas en mí, muñeca.

- ¿Lo siento? - dije, algo extrañada, sin saber cómo reaccionar a aquello.

- Necesitaría sentarme, sino voy a marearme, ¿te importa si me voy ya al salón?

- No, no te preocupes, esto ya está listo... - dije, poniendo en una bandeja tres tazas, la tetera, un bote de café y un sobre de té negro - Vamos, mi amor.

Harry asintió y salió de la cocina, mientras que yo le seguí con cuidado para no tirar nada de lo de la bandeja. Mi chico se sentó al lado de su amigo, que lo miró extrañado porque Harry seguía manteniendo la blanca servilleta bajo su nariz haciendo que ya se vieran algunas manchas de sangre en ésta.

- ¿Estás sangrando?

- Sí.

- ¿Por la nariz?

- Sí.

- ¿Por cachondo?

- Sí.

Yo sentí que me sonrojaba al sentir una mirada cómplice de Niall en mí, así que solo bajé la mía hacia las tazas que tenía enfrente y eché algo de café en dos de ellas, para luego verter el agua caliente. Luego puse la bolsita de té en la que quedaba vacía y también la llené de agua, pasándosela a Harry. Le di una de café a Niall y yo tomé la otra, para luego irme hacia el sillón que había junto al sofá, sentándome en él y encogiendo mis piernas, subiéndolas sobre el mueble y manteniéndolas cerca de mi cuerpo.

- Hacía años que no sangrabas por cachondo.

- Ya lo sé, Niall... No hace falta que hablemos más sobre esto.

- ¡Sí hace falta, es gracioso! - rió el rubio - Eres como un adolescente pajillero.

- Cállate.

- ¿Recuerdas como cuando viste porno por primera vez te empezó a sangrar la nariz y me llamaste asustado?

- ¡Niall, ya basta! - exclamó Harry, algo avergonzado.

- No te avergüences, Harry - me reí -. Es algo que totalmente me esperaba de ti.

- ¿Lo ves? La pelirroja ya te conoce bien - rió -. Creo que ya es hora de contar la historia de las Navidades de 2009... ¿no te parece?

- ¡No, no me parece! - chilló Harry, lanzándole un cojín a Niall, que lo evitó para que su café no se derramara - ¡Niall, te tengo en casa de mi novia para consolarte, cuando podría estar haciéndole el amor, así que no me toques los cojones o te echo a la calle!

- Solo yo puedo echarle a la calle, que para algo es mi casa, amor... - dije, en tono burlón - Y estoy segura de que me encantaría oír esa anécdota... - reí.

- Sí, yo también estoy seguro de que te encantaría escucharla... - sonrió Niall, poniendo voz solemne para empezar la historia - Todo empezó el veinticuatro de diciembre, del dos mil nueve... - Niall hizo una pausa para dar un trago a su café.

- Si sigues esa historia, dejaré de hablarte para el resto de mi vida, Niall. Estás advertido.

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Holiiii

¿No os pasa que harry sangrando por la nariz por cachondo es mu grasioso? Ay bebito pobre, necesita ya chuski chuski ur gen te men te. Pero el maldito pablito ahora que ya se ha ido max está por ahí jodiendo, ah bue estoy cansada me voy a tomar por saco x-x love you lots xx

» capítulo dedicado a lupehzmmylegns, feliz cumple!


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