Adiós, mi amor

Segunda Parte

Sus palabras siguen sonando en mi cabeza. Una vez tramposa, siempre tramposa. Como si yo fuera la única culpable en eso. Y de ser así, se supone que habíamos dejado el pasado atrás, que estábamos empezando desde cero. Pizarra limpia, me dijo él pero ahora viene y saca aquel tema como si no supiera cuanto me afecta. Es una parte oscura de mi vida que trato de ignorar, una herida que aún duele a veces, él lo sabe y me duele que me tire eso en la cara.

-Como si tú fueras mejor que yo.-le vuelvo a decir.- ¿Con que derecho vienes a juzgarme? No fui la única tramposa.

-¿A quién traicione yo?-me espeta él.

-A tu hermano.

Él maldice mientras levanta las manos.

-Jaime, siempre tiene que ser Jaime.

-¿De qué estás hablando? Recién ahora hablamos de él.

-Lo besaste.

Por que necesitaba un buen final, un cierre y él tenía que continuar, porque es Jaime y la forma que termino todo entre nosotros fue cruel por que ahora al menos podemos decir que a pesar de todo lo que sucedió al final, nuestro último beso fue con cariño, el cariño por el que nos casamos, el cariño que siempre sentiré hacia él, porque Jaime es importante para mí pero jamás tendría una aventura con él o con nadie. No es como si yo fuera a engañar a Sebastián, jamás le haría eso, jamás pondría en riesgo lo que tenemos, nuestro matrimonio, nuestra familia por una aventura. Yo lo amo, amo a Grace y jamás los traicionaría. El que él insinué que sería capaz de algo así me duele. Se supone que él me conoce mejor que nadie ¿Porqué me lastima con eso? El que diga eso quiere decir que siempre lo tiene presente ¿Acaso siempre tiene miedo que yo se infiel?

-Sebastián ¿Tienes miedo que yo te engañe?-le pregunto.

Tengo miedo de su respuesta. Si no hay confianza en una relación, no hay nada y quiere decir que hemos construido un matrimonio a base de nada.

Sebastián da un paso hacía atrás.

-Odio como me haces sentir mal con solo unas cuantas palabras, odio el poder que tienes sobre mí.-le digo.- odio que aún dudes de cuanto te amo...

-Ahora me odias.-afirma él.

Sebastián da un paso hacía mí y yo retrocedo dos porque necesito mantenerme alejada de él, no puedo pensar con claridad cuando él esta cerca.

-Si, en este momento te odio.

-Bien, entonces me voy.

Él se gira para marcharse.

-No, no te puedes ir.-le grito.-No te puedes ir mientras discutimos, no te puedes ir enojado conmigo.

Lentamente levanto la mirada hacía sus ojos sin saber que voy a encontrar en ellos. 

-No vamos a llegar a ningún lado con esta conversación.

-No vamos a llegar a ningún lado si te vas. Quédate y discute conmigo, dime que me equivocó, que no crees que se una perra adúltera que te va a engañar en la mínima oportunidad. Dime que confías en mí y que me amas tanto como yo a ti.

Quédate ¿Cuántas veces me dijo eso él en el pasado? ¿Cuántas veces me suplicó que me quedará? Claro, eran circunstancias diferentes, pero de todas formas él lo anhelaba, él quería que yo me quedará y yo no lo hacía. Yo me levantaba de la cama y me iba sin mirar atrás, sin fijarme en lo roto que él quedaba en aquella cama. Sé que nos hicimos daño en el pasado, yo lo lastime y él me lastimó a mí pero también creí que habíamos logrado superar eso. Incluso fuimos a terapia de pareja para dejar el pasado atrás. No podemos fingir que aquella infidelidad nunca existió, lo hizo y tenemos que vivir con ella. Yo no fui la única culpable. Él prometió no sacarme eso en cara, yo prometí no sacarle en cara lo egoísta que fue al decirle de aquella forma a Jaime sobre nosotros. Yo cumplí mi palabra, él no lo hizo. ¿Porqué nos desmoronamos al mínimo problema? ¿Porqué no me puede escuchar? Yo solo quiero que entienda mi punto, solo quiero que se ponga en mi lugar.

-No quiero discutir, Hazel y tampoco pretendo lastimarte. Solo vamos a dar un paso atrás en esta discusión. Voy a despejar mi mente, lo necesito.

-Podemos dar un paseo juntos.

-No, quédate, yo me voy.

Quédate, yo me voy.

Quédate...

Quiero correr tras él y no dejar que se vaya, no de esa manera, no con aquellas palabras dando vueltas en su cabeza. Él no espera a que yo diga algo y sale de la casa. Me quedo de pie con una sensación extraña en el pecho. Me quedo mirando la puerta y me pregunto si él va a volver. Jaime se fue de una forma similar y con unas palabras iguales después de nuestra pelea y no regresó. Pero mi pelea con Sebastián tiene solución, fue solo una pelea, lo podemos solucionar.


-Mami ¿A dónde fue papá?-me pregunta Grace desde la escalera.

Me muevo hasta donde ella esta y me siento a su lado en las escaleras. Me mira con aquellos enormes ojos grises, del mismo tono de gris que Sebastián. Ella es la combinación perfecta de los dos. Tiene el color avellana de mi pelo y los ojos grises de Sebastián.

-No lo sé, cariño.

-¿Pero va a volver?

-Sí, por supuesto.

-Extraño a papi.-me dice ella con un pequeño puchero.

-Yo también.

Paso una mano por sus pequeños rizos. La tomo en brazos y la llevo a la sala para ver una película y matar el tiempo. Mientras la película de la bella y la bestia se reproduce en el televisor yo no puedo dejar de ver cada cierto tiempo esperando que la puerta se abra y entré Sebastián. Pero las horas pasan y él no regresa. Grace se queda dormida y la llevo en brazos hasta su cama. Me quedo un momento observándola dormir. Vuelvo a la sala y espero sentada en el sofá.

Sebastián no volvió a casa.

Él conduce con tranquilidad, ignora mi pregunta de a dónde vamos. Pero después de un momento dejo de preguntar porque reconozco el lugar. Estamos en camino a nuestro lugar especial, aquel lugar donde me dijo te amo por primera vez. Sonrió y lo veo a él también sonreír sin dejar de ver el camino.

-No creo en los centavos de la suerte.-empieza a decir él cuando el auto se detiene.- “Encuentra un penny, recógelo. Durante todo el día, tendrás buena suerte” Esa frase no tenia importancia para mí hasta que te conocí. Después de conocerte empecé a recoger los centavos de la suerte y dejarlos en secreto en tus bolsillos. Yo no los necesitaba porque te tenía a ti. Pero cuando te casaste, empecé a conservarlos.

Me bajo del auto y él me tiende su mano. El lugar esta decorado con enormes velas colocadas en vasos de vidrio.

-Necesitaba suerte porque ya no estabas a mi lado, así que empecé a guardar cada centavo de la suerte que encontraba y pensaba en ti, deseaba que él estuviera tomando centavos y dejándolos en tu bolsillo. Pensaba en tu sonrisa cuando veías un centavo en el piso. Pero yo conserve mis centavos, supe que en algún momento iba a necesitarlos. Este es ese momento.

Él camina hasta un arco de flores silvestres y enciende unas luces blancas.

-Hazel Donovan, nuestra historia es agridulce, poco convencional y como tú dices, eres un tornado y yo soy caos pero juntos podemos hacer cosas fantásticas. Juntos se siente bien. Te amo, te amo desde siempre y lamento ser un idiota y no darme cuenta a tiempo, lamentó cada lágrima y sufrimiento. Pero todo eso nos trajo hasta este momento.

Él toma mi mano y me lleva hasta aquel arco de flores. Llevo una mano a mi boca cuando veo que esta escrito con centavos de la suerte ¿Te quieres casar conmigo? Cuando me giro a buscar a Sebastián él esta de rodillas frente a mí con un hermoso anillo en sus dedos.

-Hazel ¿Te quieres...

-Si.

Él se ríe.

-No me dejaste terminar.

-Pero si me quiero casar contigo. Por supuesto que quiero, pensé que no me lo pedirías nunca.

Esta vez ambos nos reímos.

-Hazel ¿Te quieres casar conmigo?

-Si, Sebastián Pierce.

Él pone el anillo en mi dedo y yo me lanzo a sus brazos.

-Esto es perfecto.

-Tuve ayuda. Le pedí a los demás que me dieran los centavos de la suerte que tuvieran. Mila tenía una gran cantidad.

Sonrió al pensar en todos ayudando para conseguir los centavos suficientes para formar aquella pregunta.

-Te amo, esto es perfecto.

La primera vez que me pidieron matrimonio se sintió bien, me sentí bien en su momento. Pero esto es diferente y todo se siente correcto.

-Yo también te amo, Hazel.

Tal vez las cosas no resultaron como las tenía planeada, tal vez me toco pintar fuera de la línea pero de todas formas me gusta como están las cosas.

-¿Dónde esta papá?-la pregunta de Grace me toma por sorpresa.

Ella esta de pie en la puerta de mi habitación con ojos adormilados. Bosteza y empieza a caminar hasta mi cama, veo que arrastra su manta azul, ella no puede dormir sin aquella manta.

-Papá se tuvo que ir temprano.

Miento y no me gusta mentir a Grace pero no quiero que ella se preocupe. Ella se recuesta a mi lado y acepta mi escusa de porque su padre no esta aquí. No le puedo decir que no vino por que tuvimos una pelea, no, eso suena mal y ella no va a entender.

Beso su cabeza después de poner su abrigo. Tomo su mano y la llevo hasta el auto. La acomodo en su asiento para niños y ella empieza a cantar. Henry no contesta su teléfono y necesito que se quede con Grace porque necesito ir a una lectura de libro. Es sábado, así que debe estar en su casa, espero que este en su casa.

-Te portas bien, vendré a recogerte lo antes posible.-le digo a Grace mientras caminamos hasta la puerta de Henry.

Su carro esta ahí así que él también debe de estar.

-¿Vendrás con papá?

-Si.

Tomo la llave de repuesto y abro la puerta. Me sorprendo al ver a Amelia de pie en la sala con la mano en la mejilla de mi hermano y ambos están demasiado cerca para ser algo amistoso. Ella acaricia la mejilla de Henry y él toma su otra mano.

-Lo siento, Henry, realmente lo siento.

Cuando son conscientes de mi presencia y la de Grace ambos retroceden sin saber que hacer.

-Necesito que te quedes con Grace.-le digo para llenar el silencio incomodo.

Amelia toma sus cosas y se va sin decir nada. Veo que dejó su auto dos casas más adelante.

-¿Algo que debas decirme?-le pregunto cuando le digo a Grace que subo a ver a Maise.

Él luce cansado y algo molesto.

-Es complicado.

-Ella esta casada.

-Y ama a su esposo, lo sé. Solo somos amigos, no ha pasado nada entre nosotros. Al menos nada de lo que pueda arrepentirme.

Omito decirle que se veían más que como solo amigos. Incluso aquellas palabras significan más de lo que él esta admitiendo.

-¿Fue a ella a quién le escribiste aquel poema?

Hace años leí por causalidad un poema sobre un amor imposible y una dama de rojo. Cuando conocí Amelia no creí que fuera ella, sabía que aquel poema hablaba sobre alguien que conoció en la Universidad pero no me paso por la cabeza el nombre de Amelia. Pero ahora todo empieza a cobrar sentido. Parece ser algo de familia enamorarse de alguien prohibido. Por suerte Ciara parece librarse de aquella mala suerte y esta bien con su novio. Ahora están de viaje en Machu Pichu. Quien diría que Ciara estaría en una relación sería por tanto tiempo. Me siento feliz por ella.

-Si, Hazel, es sobre ella pero realmente no quiero hablar de eso, al menos no ahora. Es más complicado de lo que crees.

Hay demasiada agua debajo de aquel puente lo puedo ver con claridad. Le doy un beso en la mejilla, le digo que me debe un café y una conversación. Salgo de su casa y conduzco hasta la librería donde se dará la lectura de libro. Aquel libro que escribí sobre mi relación con Sebastián, sobre lo imposible que era todo. Cambié muchas cosas porque no sentí que estaba bien nombrar a Jaime después de como terminaron las cosas. Así que en mi libro es Sebastián quien tiene esposa y yo soy la amante. Los sentimientos son los mismos, la culpa se plasma con claridad y el deseo de lo imposible prevalece, así como el amor de ambos personajes. Sonrió cuando empiezo a responder las preguntas y no puedo evitar tensarme cuando las preguntas se vuelven personales. Trato de responder con amabilidad evitando tocar temas delicados.

Conduzco despacio hasta nuestro lugar especial. Vine con la esperanza de encontrarlo, vine anhelando que él esté aquí y solucionar los problemas. Dejar aquella pelea atrás, ver que no vale la pena seguir peleando. Pero él no esta aquí. Me quedo de pie observando el horizonte. Pienso en todo lo que hemos pasado hasta llegar aquí. Pienso en la primera vez que lo vi. Saco mi teléfono y busco su nombre en mis contactos. Sin dudar marco su número pero él no contesta y decido dejar un mensaje de voz.

-Soy yo, entiendo que no contestes porque estas enfadado conmigo y yo también estoy molesta contigo pero mentí, no te odio, no creo que llegue un momento donde pueda odiarte. Te amo, incluso cuando me haces enfadar, te amo incluso aunque a veces me hagas sentir mal. Estoy aquí donde me dijiste que me amabas por primera vez y deseo que estés aquí a mi lado, el agua luce tan mágica ahora, es de un hermoso tono de azul, igual aquella mañana ¿Recuerdas? Nuestra vida cambio aquella mañana. Es una hermosa vista y me gustaría compartirla contigo, incluso ahora que estoy enojada, Sebastián Pierce, incluso ahora eres el amor de mi vida. Debemos venir aquí mañana a ver el amanecer, hace mucho que no hacemos eso, vengamos en familia, a Grace le va a gustar. Vengamos mañana, amor y tengamos un día solo para nosotros y nuestra hija, un día en familia para recordar cuanto nos amamos. Ya no estoy molesta, te extraño, llámame cuando escuches este mensaje. Te amo, te amo mucho.

Pero él no llamó, alguien más lo hizo y lo que me dijo lo cambio todo.

Una historia que debía tener un final feliz.

Dos palabras que no se volverán a decir.

Tres...

Adiós, amor, adiós.

Adiós.

Nota: Estoy pensando en escribir una historia aparte sobre dos personajes de esta historia. ¿Sobre quién les gustaría?

Rafael y Paula

Ciara y Owen

Amelia y Nicolás

Mila y Tyler

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