Capítulo 1: El Roce Crea La Amistad
Un autobús lleno de chicos y chicas haciendo el tonto, mientras yo estoy con los auriculares escuchando música y aprendiéndome la letra. Miro por la ventana y veo que el cielo está nublado, con nubes negras que dicen que va a llover pronto. Espero que sea después de llegar a casa.
Tengo las llaves en el bolsillo por si acaso mi madre no está en casa. Mi hermana pequeña siempre se queda con la abuela después del colegio. Al lado mío, se sienta un chico con gafas, pero la verdad es que no es el típico nerd que se sienta al lado del chico solitario del autobús. Su pelo negro revuelto y sus ojos azules lo vuelven irresistible para las chicas, con esa cara tan perfecta que tiene.
Él es el número 21 en la escala de popularidad y belleza. Yo ni entro en esa escala, no soy de esos engreídos que van diciendo por la calle "qué guapa eres, como yo" y ligando con las chicas presumiendo de músculo. Por dios, usad el cerebro, no el cuerpo. De lejos se ve el instituto, donde mi vida se vuelve aún más negra, excepto cuando estoy con mis amigos, en ese momento me vuelvo a iluminar como el sol y me suelto. Son amigos de fiar, siempre han estado a mi lado desde que nos conocimos a los cinco años.
Crecimos, estudiamos y compartimos experiencias y pensamientos. No sé lo que me habría pasado si no los hubiera conocido. ¿Nos habríamos conocido en el instituto? ¿Sería yo entonces el típico nerd solitario? Prefiero no descubrirlo.
El autobús llega al instituto y todo el mundo baja para reunirse con sus amigos, colegas, hermanos, etcétera... Yo salgo el último, como siempre, y me voy al aula en la que me toca. Sé que aún no ha sonado el timbre que avisa de que toca irse a la clase, pero es que mis dos amigos no llegan casi nunca pronto. Ya los veré en el recreo.
Paseo por el pasillo, mirando las personas con compañía de al menos un amigo. Me siento tan solitario como un lobo. Aunque ellos tienen manada, así que no sé lo que es peor. Llego a mi clase y me siento en mi sitio de siempre, en la fila que da a la ventana y la mesa de en medio. Siempre me quedo embobado mirando por la ventana, mirando a las personas que corren en Educación Física. Dejo la mochila en el suelo y observo el aula otra vez para matar el aburrimiento, aunque todavía me aburro.
El único que siempre llega temprano aparte de mí, es el profesor Johnson. Pelo rubio, ojos celestes, una bonita sonrisa y un cuerpo bien trabajado. Es el profesor más joven que hay en todo el instituto, las chicas babean con él cuando le piden ayuda y se acerca a ellas. Yo lo conozco, pero no tanto. Ha sido mi profesor durante todo lo que llevo de instituto, y creo recordar que un día dijo que yo era su alumno favorito. Creo que lo sigo siendo, si no me he perdido en algún momento.
Está observando y corrigiendo unos exámenes bastante concentrado. Ni siquiera se ha dado cuenta de que he entrado por la puerta. El timbre suena y el profesor levanta la cabeza, y justo en ese momento me ve. Sonríe, contento de verme aquí siempre puntual. Me saluda con la mano y yo correspondo al saludo. Los alumnos van entrando con bastante ruido, y cuando todos se sientan y el profesor pide silencio, todos se callan.
Nos pide que enseñemos los ejercicios que mandó y yo los saco. Siempre con los deberes hechos. Pasa por mi mesa y los mira un momento.
-Muy bien, Marth -me dice mientras me pone un positivo.
Vuelve a su mesa con los negativos y los positivos de la gente y empieza a dar clase a todos. Yo miro por la ventana otra vez. Sí, otra vez, porque siempre miro porque en la clase no me concentro. ¿Entonces cómo aprendes? Aprendo por mi lado y cuando tengo una pregunta se la hago al profesor y listo. Observo como corren los demás en Educación Física, como las hojas de los árboles son movidas por el viento, como el cielo se sigue llenando de nubes negras, cómo en las demás ventanas de las otras clases sacan las manos y cabezas para gritar a los que corren. Es un espectáculo que me hace recordar mi rutina de cada día.
Me paso las dos horas mirando por la ventana y por fin salgo al recreo, donde me esperan mis queridos amigos. Me voy a la zona más tranquila del instituto, que es en "Los Árboles Susurrantes". Se llama así porque cuando hace viento el aire se mete en los agujeros de los árboles y es como si te hablaran, como si tuvieran voz y vida propia.
Llego y diviso a mis dos mejores amigos. Me ven llegar y me saludan con la mano y después verbalmente.
-Hola, Marth -me saluda Dana.
Dana, pelo castaño con mechas rubias y ojos miel. Es una chica muy guapa, tiene el cuerpo de una modelo, divertida, cariñosa, atenta, una chica con la que puedes hablar de cualquier cosa, ya que no es tan chismosa como las demás. Ella sí es una amiga de verdad.
-Hola, chavalote -me saluda también Jorge, agarrándome del cuello y rascándome el pelo con el puño.
Jorge, pelirrojo y revuelto, ojos grises y es muy guapo, tiene un cuerpo bien trabajado. La verdad es que me sorprende que no esté con los chicos populares desde que supo que está en el número 35 en la escala de popularidad y belleza. Al parecer él prefiere estar con nosotros que con unos chicos que no han estado con él en su vida y que no lo conocen para nada.
-Hola, chicos -correspondo a sus saludos mientras me río.
En tan solo un minuto me suelta al ver que me está empezando a molestar. Cómo me conoce. Nos ponemos a hablar de cosas triviales, como lo que haremos mañana por la noche. Una quedada de amigos, ir al cine, bolera y cenar una pizza. Después veremos si se pueden quedar en mi casa.
-¿Entonces todo listo? -pregunta Dana.
-Sí -afirmamos Jorge y yo a la vez.
-¿Vas a preguntarle a tu madre si nos deja quedarnos? -me pregunta Jorge-. Es para llevar la ropa a tu casa mañana.
-Se lo preguntaré hoy y os lo diré por WhatsApp, ¿vale? -asienten con la cabeza y les pregunto otra vez-. ¿Sus padres lo saben?
Asienten con la cabeza y seguimos hablando de cosas triviales. Hasta que por esta zona pasa Rodrigo. Es el chico número 3 en la escala y parece ser que Dana está enamorada de su ser, de su interior exactamente. Físicamente es pelo castaño corto, ojos verdes y también unos músculos que vician a las chicas. Al parecer en este instituto faltan gordos y gordas, porque nadie está así en este instituto.
-Ho-Hola Ro-Ro-Rodrigo -empieza a tartamudear y Rodrigo se ríe por lo que acaba de pasar, pero por lo menos la saluda-. Me ha saludado. Cógeme Jorge que me voy a desmayar -y se pone a hacer teatro, haciendo que se desmaya y cae en sus brazos.
-Que dramática eres -escupe sin ofender a Dana, me mira-. ¿Me ayudas?
-Sí -saco de su mochila su barrita de chocolate y se lo paso por la nariz.
-Uh, chocolate -se levanta como un fantasma, sin doblar las rodillas ni nada, y coge la barrita de chocolate para devorarlo.
El timbre suena y eso nos hace volver a las clases, así que me despido y vuelvo al aula que me toca. Por el camino pienso en que Ricky me ha dirigido la palabra esta mañana con una sonrisa. Esa bonita sonrisa... ¡No! ¡Es inalcanzable! Es el número uno y tú solo eres un conocido que no es para nada popular. El que lo ven y dicen que no me conocen o les suena mi cara. No te hagas ilusiones sobre lo que sientes ni nada. Los únicos que saben de mi homosexualidad son mis amigos Dana y Jorge, y también mi madre.
Paseo por el pasillo, intentado no mirar a nadie a los ojos ya que soy un poco tímido y podrían dirigirme la palabra, entonces no sabría lo que decir. Pero no es buena mi suerte cuando alguien me pone la zancadilla y entonces tropiezo.
Se me pasa a cámara lenta la caída, notaré mi nariz en el suelo, mi mejilla posarse en el suelo, después mirar al que me lo hizo, soportar las risas y al final de todo salir corriendo mientras lloro. Esto se veía venir, pero no cuando. Siento que alguien se pone delante de mi caída y me sujeta para que mi cara no conozca el famoso suelo que todos conocemos. Levanto la mirada para ver quien me ha salvado de la humillación y es justo un flash de esta mañana el que me pasa.
Me sonrojo violentamente y él lo nota. Esconde mi cara en su pecho y siento cómo mira al culpable de todo.
-¡No lo vuelvas a hacer! -le regaña Ricky al supuesto culpable.
-Cla-Claro, Ricky -tartamudea cagado de miedo-. Lo siento, me largo -y sus pasos resuenan en el pasillo junto con las mil pisadas de los demás alumnos.
Afloja su abrazo y deja de presionarme entre sus brazos y su pecho fuerte y robusto. Me levanta la mirada y me mira fijamente con una sonrisa, pero yo no puedo aguantar las lágrimas más tiempo, así que rompo a llorar en su pecho.
-¿Estás bien? -me pregunta, acariciándome el pelo.
-¿Por qué todo esto a mí? -digo solamente, ya que esto me lleva pasando mucho tiempo.
Puedo imaginarme su sonrisa esfumarse de su cara, cosa que no me extrañaría que pasase, ya que lo que he dicho lo podría desconcertar bastante. Me vuelve a levantar la mirada y coge un pañuelo para pasarlo por mis lágrimas.
-Siento lo que ha pasado -se disculpa, pero no debería hacerlo, ya que él no es el que me ha puesto la zancadilla-. Tengo a ese chico controlado, pero parece ser que se me ha escapado de vista.
-No lo sientas, el que lo hace para reírse de la desgracia ajena no tiene corazón.
-Eso mismo -al parecer el pasillo se ha quedado vacío con solo nosotros dos ocupándola, pero un pequeño espacio, claro está-. Te acompaño a tu clase. ¿Me guías?
Asiento y me acompaña hasta llegar a la puerta de mi clase. Sin poder coger el pomo, Ricky me detiene y me habla otra vez. Que no pare de hacerlo, por favor.
-Si te hace algo más, me avisas. Si alguien, quien sea, te hace daño o te ridiculiza, dímelo y te ayudaré, ¿de acuerdo?
-Vale -acepto, ya que si me puede ayudar él de todo lo que me pasa, bienvenido sea.
Llamo a la puerta mientras observo cómo Ricky se aleja de mi vista, dejándome solo contra mi clase. Entro y el profesor me mira extrañado.
-Marth, es raro que tú llegues tarde, demasiado raro. ¿Ha ocurrido algo? -me pregunta, un poco preocupado.
-Nada, alguien me puso la zancadilla y un profesor lo vio -miento, no quiero meterme en problemas, en mas no.
-Está bien, vete a tu sitio. Te quitaré la falta -hace algo en un papel mientras yo me siento en mi sitio.
Vuelve a dar clase mientras vuelvo a mirar por la ventana, y justo veo a Ricky, quien mira a la ventana de mi clase. Está... ¡Mirándome a mí! Levanta la mano y se despide para llegar a su clase de Educación Física, donde se pone a correr. Este suceso... Cuando me he sonrojado ha ocultado mi cara, como si supiera lo que me pasaba. ¿No quería que nadie me viera así? ¿Por qué lo haría? ¡Ah, me mata! Esto ya es demasiado para mí, me tiene totalmente intrigado este chico, no es como todos. Musculosos con poco cerebro. Él es algo diferente, creo que sí. Mis pensamientos a veces no fallan, a veces claro.
Parece que se me ha pasado el bolígrafo por todo el papel. He expresado mis pensamientos con... Un montón de ralladas en círculos y triángulos. Creo que he hecho el Illuminati Confirmed. Mejor estarse quieto y esperar a que acaben las dos últimas horas que me quedan por sufrir, porque quiero salir de aquí a toda prisa por primera vez. Nunca me he atrevido y hoy va a ser que Marth se denominará el chico llorón y corredor. Ya veréis.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top