El Gimnasio de Huelva, la Hierba sobre el Parque de Moret

Mientras tanto, en otro lugar

Quizá era demasiado temprano para un combate de tamaña importancia, pero demasiado pronto era mejor que demasiado tarde.

Sancho y Cris llegaron a Huelva antes de lo esperado. No era ni mediodía, el autobús les dejó en su destino cuando el Sol pegaba tan fuerte como podía en el cielo. Ya habían sufrido el calor abrasador de Sevilla días atrás, mas aquel bochorno no era menos insufrible, y la única diferencia era la inmensa extensión de campo cubierta de hierba que le rodeaba, su proximidad al mar, y la desagradable peste a fábrica de químicos que había en cierta dirección arrastrada por el viento.

Habían acabado en la parada de autobuses junto a la propia estación de trenes, situada en el paraje de Las Metas y en las cercanías de la plaza de El Punto, pero muy lejos de su destino: el Parque Moret.

Según las indicaciones que Ale les había enviado, se trataba del emplazamiento actual de la Líder de Huelva. Por obvias razones, no les podía decir nada más acerca de aquella mujer.

-Nos pilla lejos – dijo Cris mirando el mapa de la estación – y el sol pega fuerte.

-Me da igual, hemos venido a lo nuestro, y no a perder el tiempo – respondió Sancho haciendo caso omiso a la consideración de su amigo.

-Bueno, si quieres podemos aprovechar el camino. Estamos en Huelva capital, y no es que haya muchas cosas interesantes de aquí a ese Parque tan grande – propuso mientras miraba detenidamente todo el mapa.

-Está bien, pero no podemos tardar mucho. Ya comeremos a la salida mientras los pokémon se recuperan en el Centro.

-Y se me ha ocurrido otra cosa. Puestos a caminar, ¿por qué no hacerlo con nuestros más nuevos amigos? – sugirió de inocentemente tomando la pokéball de su más reciente pokémon.

-Me parece correcto – respondió Sancho haciendo lo propio y escupiendo al suelo para no perder la costumbre y sacarse el mal sabor de boca que le estaba dando el aire de la zona.

Cris y Sancho sacaron entonces a Eevee y Munchlax de sus pokéballs respectivamente, y con mucha ilusión por parte de uno, y una pizca de alegría sombría por parte del otro, se propusieron disfrutar del paseo juntos, aunque la ciudad no era la idónea para el disfrute precisamente.

Sin más dilación, emprendieron el camino hacia el Parque en cuestión, guiándose, esta vez sí, con el Google Maps, ya que cuando fueron a las 3000 Viviendas no pudieron valerse de él por culpa de la nula conexión y falta de megas.

Lo más próximo de su posición y de mayor interés era la aclamada Plaza de las Monjas, en el corazón del Casco Antiguo de la ciudad. Si bien les llamó sobre manera la atención el monumento a la Virgen del Rocío principalmente por compartir nombre con el hospital donde se hospedaron para recuperarse de su incidente con el Zorrón Encapuchado.

Justo antes de llegar reflexionaron brevemente sobre aquella ciudad. No era de extrañar que dentro de su propia provincia fuera de las localidades menos concurridas, pues era por todos conocidos que aquellos que visitaban aquella zona era para ver los pueblos cercanos, desde Ayamonte hasta Punta Umbría, pasando por Palos, Isla Cristina y hasta Lepe, pues no tenía mucho que ofrecer más que sus campos y parques, y muchos de estos estaban descuidados o contaminados por la gran cantidad de productos químicos que las fábricas desechaban por ahí.

Otra diferencia que tenían con respecto a Sevilla, era que los pokémon salvajes eran mucho más escasos en las zonas urbanas, debido probablemente a la contaminación y al campo que les rodeaba pero lo más alejados de la ciudad posible, y a la gran cantidad de parques cercanos unos de otros. En Sevilla, y en Cádiz también, la mayoría de pokémon que vieron, sin contar los que eran felices en libertad sin causar problemas a la población, estaban para cumplir funciones de ayudantes del estado sin ser propiedad de ningún entrenador, pero allí eran bien pocos los que vieron del estilo, más allá de un Mr. Mime intentando hacer gracia sin conseguirlo en la Plaza de las Monjas junto a una cafetería, y un puñado de Starly y Pidove dejando la zona bonita con sus cagadas.

Continuaron hacia el norte, hasta la Plaza de la Merced, para contemplar allí la Catedral de Nuestra Señora de la Merced. Se trataba de un Templo Católico que mezclaba inspiraciones renacentistas y barrocas, y cuya construcción y reformas tomaron más de 300 años por diversas causas. Lo curioso en aquel momento era, que a pesar de ser un edificio relativamente sencillo a la vista comparado con la impresionante catedral de Sevilla, se encontraba bastante concurrido. Era como si en Huelva la religión fuera mucho más relevante para sus ciudadanos, o como si contase con muchos más adeptos.

Mirando en recomendaciones casi les dieron ganas de ir a visitar el Muelle de las Carabelas, el Monumento a la Fe Descubridora y hasta el Monasterio de la Rábida, que aparecían como prioritarios para cualquier visita a la ciudad. El problema era que les pillaba un poco lejos de su destino, y concluyeron en ir una vez acabado su asunto prioritario en Huelva.

Sin mucho más que hacer, y tras una buena caminata por la Avenida Santa Marta, acabaron llegando al afamado Parque Moret. En persona, era mucho más impresionante de lo que presuponían, y ni siquiera habían entrado para comprobarlo.

Y aun así, al no tener claro por dónde debían entrar, prefirieron continuar solo un poco hasta encontrar una señal o algo que les llamara la atención para entrar por ahí. Tenía alrededor de 72 hectáreas de superficie, y estaba dividido en varias zonas, y simplemente por intuición, se dirigieron a la más cercana al Santuario de la Cinta.

-Joder, sí que es grande este sitio. Me gusta – expresó vagamente escupiendo antes de entrar.

-Supongo que esta es la entrada por la que debemos ir – anunció Cris deteniéndose en seco.

-¿Por qué? No es la única precisamente, y ya he dicho que este sitio es grande de cojones – remarcó escupiendo al suelo.

-Porque he visto un par de cámaras de vigilancia por ahí arriba – contestó señalando las frondosas copas de los dos grandes árboles que tenían enfrente, abriéndoles el paso.

-En ese caso debería haber por algún lado un cacharro de esos por los que avisarnos, como los que tenían las pelirrojas aquellas en las entradas de sus gimnasios.

-Pues sí, es raro, no veo ninguno – sopesó sin poder dar con dichos instrumentos.

En lo que sí reparó el joven pelirrojo gracias a su vista, así como el más rechoncho gracias a su olfato, es que se acercaba a ellos un individuo particular que desprendía un olor considerable a hierba, pero no de la de campo.

-Eh, ustedes – llamó su atención con una voz ronca y algo agresiva - ¿sois entrenadores?

Cuando salió a la luz pudieron verle con más claridad. Era algo más alto que ellos, tendría algo más de 30 años, pero era pálido como la cera, tenía una barriga más o menos de las proporciones de Sancho, una pelusa malformada por barba, y unos pequeños ojos negros, entrecerrados y enrojecidos que les miraron con desgana.

-¿Por qué quieres saberlo? – reaccionó Sancho llevado por la sospecha y la desconfianza.

-Soy el ayudante de la Líder de Huelva, doña Paola Floriana. Si queréis llegar hasta ella tendréis que hacer lo que yo os diga, ¿entendido? – les dejó en claro con aspereza.

<<¿Ayudante? Marina y Marisol no tenían, que sepamos>> pensó Cris desconcertado.

Sancho soltó un bufido inconforme, mientras que Cris aceptó las condiciones sin rechistar.

-Está bien. ¿Qué necesitas?

-Necesito vuestros carnés de de Entrenador, para que mi jefa sepa qué nivel aplicar con vosotros. En cuanto le mande el mensaje y confirme podréis pasar.

-Qué raro, pensé que los Líderes estaban al tanto del nivel de todos los aspirantes en activo. Cuando llegamos a Sevilla después de Cádiz, la Líder ya estaba al tanto de quiénes éramos y del nivel requerido, por eso no nos pidió la identificación en ningún momento.

-Eso es porque esas dos marujas son hermanas y se contarán todo entre ellas. No tienen ese tipo de confianza o trato con mi jefa. Así que, o me enseñáis vuestras identificaciones, u os podéis ir a tomar por culo, vosotros decidís.

Sin más opción ni nada más que decir, se las dieron de mala gana. Y es que el olor y el aspecto de aquel individuo eran bastante desagradables a la vista. ¿De verdad era el ayudante de una Líder de Provincia?

-Cristóbal Merino y Sancho Trujillo, dos medallas cada uno. Podría ser peor... – les insultó sutilmente al valorarles – Venid conmigo. Ah, y podéis llamarme Nele.

Les guió por un camino bien trazado rodeado por todos los árboles bien cuidados de aquel hermoso parque. Según se había informado Cris por el camino, por puro amor a la naturaleza literalmente, la flora del parque comprendía una extensa variedad de especies forestales propias de la zona de la costa de Huelva, colinas arcillosas y vaguadas de huertos y frutales; y se había registrado la presencia más de cuatrocientas especies, principalmente mediterráneas y litorales.

El tal Nele, cuyo nombre seguramente era falso o un tipo de apodo, era un hombre de pocas palabras, y desde el primer contacto a Sancho no le olía bien; si bien aparentemente no eran tan diferentes, o esa impresión daba.

El camino no tenía pérdida, ni tampoco se desviaba por ningún derrotero, pudiendo apreciar correctamente los Cuatro Túmulos de finales de la Edad de Bronce que aun se conservaban; y para su desagrado, Nele tuvo la mala lengua de señalarles que también estaban por ahí los muros donde tuvieron lugar los fusilamientos durante la represión franquista.

Para contrastar el mal sabor de boca, Sancho escupió varias veces al suelo (cosa que su Munchlax trató de emular sin la misma naturalidad), y además llegaron por fin a la zona de ocio y de destino para ellos. Una zona donde a lo lejos podían ver a jóvenes haciendo skate en una pista dedicada a ese deporte, así como familias de barbacoa y niños jugando con los únicos pokémon que habían visto felices en libertad desde que llegaron a Huelva. Y sobre una colina, pudieron ver el lugar donde debían realizar el combate.

El campo de batalla estaba cubierto de hierba, junto a un lago bordeado por una valla a buena distancia para evitar daños, pero el campo en sí estaba delimitado en forma cuadrangular por una serie de arbustos florales que le daban un aroma campestre y agradable al lugar.

Sin embargo, lo que más llamó su atención fue el altísimo contraste de temperatura y ambiente que sintieron en el momento que pusieron un pie dentro de los límites de la zona, rodeada por las colinas. Era como si de pronto se hubieran transportado a un lugar tropical, aunque siguieran dentro del mismo parque.

Fuera del límite del campo, arrimada a la valla del lago, se encontraba una persona. Dicha persona estaba sentada en una mesita de campo cubierta por un mantel blanco y un par de jarrones llenos de flores de distintos colores. Degustaba una buena taza de té de hierbas mientras observaba un par de cuadros que se encontraban junto a una gran maleta cuando llegaron, y prácticamente les recibió con los brazos abiertos cuando Nele les anunció ante ella.

Era una mujer peculiar de aspecto llamativo. El cabello largo y rubio con mechas anaranjadas y rosadas estaba decorado con distintos tipos de flores coloridas, mientras que su rostro bronceado con forma de corazón parecía brillar por algún tipo de aceite o crema capilar. Tenía los labios pintados de un rosa brillante, así como sus pestañas y párpados parecían hechos de oro. Su vestido, en cambio, parecía digno de un desfile de modelos de alto standing: una extensa falda cuya forma final se asemejaba a un ramo de rosas cuyos pétalos parecían tomas las infinitas tonalidades de un arco iris sin caer en la extravagancia ni resultar estridente; unas mangas largas y holgadas pero cuyos pliegues parecían las hojas de un árbol joven, verde y vivo, mientras que el busto estaba formado por lo que parecía un tejido que tomaba una estructura floral de pequeñas plantitas, blancas y violetas, alrededor de sus pechos, pero dejando parte de la espalda al descubierto.

-Oye, ¿no te resulta familiar?

-Sí, con ese porte y esas facciones, esa mujer tiene un aire a...

-¿Qué, la ves tan bien desde aquí? Yo hablaba del olor. Es como cuando le pedimos a Margarita que abriese su gran estuche de "cosas" para fumar.

-Mi olfato no llega a tanto. Sus rasgos son demasiado similares, pero le falta algo...

-¿El qué?

-¿Habéis venido a luchar o a cuchichear entre vosotros? ¿Y vuestros putos modales? Estáis ante una Líder de Gimnasio – interrumpió Nele, reprimiéndoles por no prestar atención.

-A luchar, por supuesto – respondió Sancho con irritación por la duda.

-Perdone por la espera – añadió Cris con educación y lamento.

La Líder en cuestión se acercó a ellos casi como una madre muy informal, o una hermana demasiado mayor, para darles la bienvenida apropiada mientras se encendía un cigarro especial. No obstante, su aspecto y aroma habían sembrado en ellos una duda que iría floreciendo con el devenir de los acontecimientos.

-Nada niños. Disculpadme a mí también, mi hermano me había mandado unos cuadros preciosos y me he quedado ensimismada contemplándolos. – explicó con una voz algo chillona, mientras Sancho no disimulaba para nada su expresión de "me importa una mierda tu vida" –. ¿Qué os parece el parque? Bonito, ¿a que sí?

-Ya que lo menciona, ¿puede explicarnos por qué hace tanto calor aquí? Me siento como... cuando estuve en las Canarias – expresó Cris con curiosidad por entender lo que pasaba.

-Ah, te has dado cuenta. Pero no sé si te habrás dado cuenta también de esas cosas que parecen farolas, y que están encendidas aunque sea de día – señaló a dichos lugares –. Bien, pues no son farolas per se, las normales no están encendidas de día. Estas no alumbran con luz, sino que desprenden una energía concreta sobre la zona en la que se encuentran, una energía que favorece al crecimiento de las plantas que tengo aquí bajo cuidado, y es que hace que el ambiente sea muy similar al de, como has sugerido, una isla – felicitó a Cris por su acertada deducción –. Como profesional de las plantas, me esfuerzo porque estén en las mejores condiciones, además de que es muy agradable tomarse el té en estas condiciones – añadió con una sonrisa risueña señalando la mesita donde había estado sentada.

-Vaya, qué interesante... - fue lo único que supo decir, aunque le hubiera gustado decir más.

-Nele, explícaselo la próxima vez a los aspirante que sientan curiosidad – le ordenó con tono meloso y agradable a su asistente.

-Como digas jefa – aceptó con una actitud de lo más servil.

-Ahora bien chicos, antes de que decidáis quién será el primero, debéis saber que el combate será doble – se volvió a dirigir a los jóvenes para advertirles.

-¿Pero cómo que doble? No va a ser uno convencional – espetó Sancho con perplejidad.

Su reacción bien podría deberse a que no estaba acostumbrado a semejante modalidad de combate, y no estar al tanto le indignaba.

-Algo me dice que os gustaría luchar juntos, pero aquí no lo hacemos así – expresó con total comprensión sobre su situación.

-¿Es que lo hacen así en alguna otra provincia? – preguntó Cris rebosando curiosidad.

-Sí claro – afirmó con su voz peculiarmente chillona mientras daba una calada a su cigarro –. Hablo de cabeza y no sé si me dejo alguna, pero en Cuenca y Cantabria pueden luchar dos compañeros a la vez, porque los Líderes también combaten juntos.

-Entiendo, pues... Sancho, si quieres lucha tú primero, ya espero fuera – asumió Cris agobiado por la situación.

Sin embargo, Paola le frenó tosiendo falsamente con tono burlón.

-Bueno, quizá pueda hacer una excepción con vosotros. Tú, el pelirrojo sin cejas, ¿quieres enseñarme de lo que eres capaz? – la invitación llegó a intimidarle un poco,

-Sí – tartamudeó un poco antes de ponerse serio –. Y creo que le puedo sorprender.

-Yo no tengo duda – contestó con cierta malicia, como si todo lo supiera –. ¿Dirías que luchas mejor estando a su lado? – siguió preguntando, esta vez, algo mucho más obvio.

-Sin duda alguna – respondió esta vez decidido.

-Bien. Pues escuchadme los dos. Voy a dejaros luchar contra mí como un equipo, y yo subiré un poco el nivel requerido para vosotros como novatos que sois. ¿Aceptáis?

Quizá el detalle del aumento de dificultad pudiera hacer dudar un poco a ambos aspirantes, pero el hecho de desafiar a una líder los dos juntos era mucho más determinante.

-Por supuesto – respondieron a la vez.

Paola sonrió con cierta malicia pero con satisfacción ante semejante aceptación a su desafío.

-Está bien, empezad cuando queráis. Yo usaré solo dos pokémon a la vez, y cada uno de vosotros podrá usar 3 – informo de los detalles mientras se ponía en posición. Sacó dos pokéballs de sus mangas y se dispuso a lanzarlas –. ¡Y aquí están los míos! – las lanzó dejando escapar un grito chillón.

El primero que sacó era una especie de ser vivo de poco más de un metro de altura, fusionado con una planta. Tenía el cuerpo redondo de color azul noche con extremidades bien cortas para el tamaño que tenía, pero lo más llamativo de su cuerpo era la parte superior, que estaba rematado con los pétalos de flor más grandes que habían visto, rojos y brillantes salpicado de manchitas blancas, con una especie cáliz similar a un mortero.

En cuanto al otro, Sancho creyó reconocerlo al instante. En base a su estilizado cuerpo verde, con garras y brazos rematados con hojas que parecían navajas gigantes, y una ostentosa cola verde oscura con forma de pino, el entrenador tomó su pokédex para confirmar sus sospechas.

-¿Sceptile? – se preguntó Sancho ocultando lo mejor posible su asombro.

Cuando miró la pokédex, su temor se confirmó. Aquel reptil gigante era la evolución de su pokémon inicial, Grovyle. Esto hizo que Sancho se cerrase en la idea de acabar con ese enemigo lo antes posible en una mera y burda cuestión de orgullo personal, ignorando datos cruciales como el hecho de que se enfrentaba a un enemigo feroz, letal y casi insuperable en velocidad, con un cuerpo confeccionado para realizar proezas en batalla, y con una arrogancia que iba como anillo al dedo con su entrenadora.

En cuanto al otro, Cris asimiló mejor la información dejando de lado impresiones personales, y vio que se trataba de un Vileplume. Según dedujo, con semejante complexión física, no iba a resultar un enemigo peligroso a corta distancia pues no iba a ser mucha la movilidad a la que tenía acceso, y ni siquiera sería capaz de mantenerse erguido debido al tamaño de la flor de su cabeza. Pero por otro lado, si lo que decía la pokedex era cierto, en la distancia sería alguien demasiado peligroso si le dejaban disparar alguno de sus ataques a través de dicha flor, más aún cuando sus pétalos eran tan largos y brillantes, signo que denotaba la toxicidad del polen que usaba como arma principal.

Una vez hubieron examinado a sus oponentes, procedieron a observar a los suyos propios.

Con franqueza, entendieron que sus más recientes compañeros, a los cuales habían llevado fuera de sus pokéballs durante todo el camino, no iban a ser rivales ni medianamente dignos para semejantes bestias del combate. Más les costó todavía decirles que no podrían demostrar su valía, pues era evidente que tanto Munchlax como Eevee, en todo aquel camino, les habían entrado unas perniciosas ganas de desenvolverse en una batalla a la altura.

Tras meditarlo unos segundos, se dieron cuenta de que tenían a los pokémon perfectos en su haber para derrotar a sus adversarios, y es que ya habían luchado codo con codo previamente en una situación mucho más desesperada, y no habían salido del todo mal parados.

-Pienso dejarle lo suficiente tocado como para que Grovyle le dé el golpe final, tiene que ser él – dijo Sancho con firmeza sosteniendo la pokéball de su primera elección –. Tú asegúrate de hacer lo propio con Houndoom, para que Dartrix acabe el trabajo – le indicó a Cris señalando sus pokéballs y escupiendo antes de empezar.

-¿De verdad piensas que con solo dos cada uno podremos ganar? Piensa que tenemos hasta tres oportunidades para acabar, y no me gustaría que mi inicial volviera a perder un combate así... - sopesó con mal sabor de boca recordando su derrota conjunta contra Yago y Paula.

-Esta vez ganaremos. Estamos juntos en esto, y no van a perder de nuevo, no lo permitiré – dejó claro con brusquedad y terquedad, empeñado en que podrían ganar tan fácilmente.

<<Bueno, sé que no te voy a hacer cambiar de opinión, pero al menos sé que con nuestros demás amigos podremos ganar si tu idea sale mal>> razonó Cris para sí con tal de no iniciar una discusión inútil con su amigo.

Dicho esto, tomaron las pokéballs de sus primeros amigos, y se dispusieron a empezar su tercer combate de gimnasio.

-¡Adelante! – gritaron a la vez, revelando así sus elecciones.

Por supuesto, Cris empezó con ventaja de tipo para que no hubiera demasiadas dudas en caso de una pronta derrota, así que eligió a su recién evolucionado perro del averno, Houndoom.

Y para acompañarle, Sancho eligió a aquel con el que hizo equipo contra los pokémon siniestros del Zorrón Encapuchado, el obrero musculoso que portaba a sus espaldas una descomunal viga de acero tanto como entrenamiento como si fuera un arma, Gurdurr.

A Paola le debió de parecer acertada la elección de Cris, pues le regaló un pulgar arriba y una cara de aprobación infantil al verlo. No fue así el caso de Sancho, a quien le soltó una risa chillona y burlona.

-Sabiendo lo peligrosa que debe ser la velocidad de mi pokémon, me decepciona que saques a uno tan lento en comparación – expresó con una arrogancia un tanto desagradable pero que esbozaba cierto carisma por su parte.

Sancho soltó un bufido tras escuchar aquella consideración, como sino le importase la opinión de una Líder de Gimnasio. Gurdurr le miró de reojo, dedicándole una mirada de respeto para dejarle claro que no iba a defraudar ni traicionar la confianza de su entrenador.

-En realidad, es con eso con lo que cuento – respondió Sancho sin dejarse intimidar.

Dicha contestación hizo que Cris tuviera una esperanza mucho mayor en su victoria conjunta, y también que la Líder se convenciera de que aquel no iba a ser un día aburrido, ni que su decisión de proponerles aquel combate había sido equivocada.

No perdieron más tiempo, y la líder no se lo dio, pues ya era tarde cuando vieron como Sceptile estaba encima de Gurdurr, haciendo gala de la velocidad que su entrenadora presumía, mucho mayor de lo que los novatos hubieran imaginado.

<<Es el pokémon más rápido que he visto...>> pensó Cris asustado, temiéndose de si finalmente habían tomado la decisión adecuada con aquel combate.

El obrero no pudo bloquear el ataque de su enemigo, y cuando Houndoom quiso ir en su ayuda, Vileplume le había disparado por la espalda una especie de polen violeta que no tenía nada de agradable.

Por su reacción entendieron al instante que Houndoom había sido envenenado, y no duraría mucho tiempo en tan duro conflicto.

Envalentonado por el combate, Houndoom sacó coraje de sus ardientes entrañas y le lanzó una fuerte bocanada de llamas contra Sceptile, quien logró esquivar de un salto casi todo el ataque pero fue dañado en la pata en el último momento.

Dicho momento fue, cuando el reptil cayó al suelo doblando la rodilla, que Gurdurr aprovechó para aprisionarlo con sus músculos y su viga. No aguantaría mucho en esa posición, pero no era su intención.

-Tumba rocas – ordenó Sancho con seguridad.

La lluvia de rocas cayó sobre su objetivo, pero lo que el entrenador pretendía era disminuir aquella monstruosa velocidad gracias a aquel ataque. Quizá no sería demasiado, pero sí sería de ayuda para posteriores asaltos.

Sceptile se quitó las rocas de encima, pulverizándolas con las cuchillas que tenía como antebrazos, listo para seguir su combate contra Gurdurr aunque ahora fuera más lento.

Houndoom pretendió ir a apoyarle pero sabía que tenía a otro enemigo a su lado que no se lo pondría nada fácil, además de que el veneno no tardaría en hacerle sucumbir.

Bomba lodo! – ordenaron tanto Líder como entrenador.

El ataque de Houndoom fue directo hacia su objetivo, y le atinó con bastante potencia aunque no la suficiente para hacerle retroceder. No obstante, la bomba lodo de Vileplume no fue directa hacia el perro del averno, sino en medio del camino que le separaba de su compañero para cortarle la retirada.

Fue entonces que entendieron que Paola no les iba a permitir compenetrarse con tanta facilidad, por lo que, sin más opciones fáciles, decidieron acabar aquel asalto por separado pese a que las posibilidades eran prácticamente nulas.

-Viendo el estado en el que estás, voy a tener que acabar contigo de un solo golpe – dijo Paola a Cris casi como una amenaza.

No sabía a lo que se refería, pero se temió un golpe devastador del que no podría recuperarse cuando la flor de la cabeza de Vileplume empezó a iluminarse.

Pulso umbrío! – ordenó Cris a la desesperada.

Desde el hueso que coronaba el collar que portaba, Houndoom lanzó una terrible aura oscura sobre su enemigo, que le hizo retroceder todavía más que la Bomba lodo anterior, pero nada definitivo. Y sin embargo, Cris se puso todavía más pálido al ver que su pokémon se estremecía por el dolor que le provocaba el potente veneno que corroía por su interior.

Lanzallamas! – continuó con todavía más ansiedad por el resultado del ataque.

El pokémon lanzó una poderosa bocanada de llamas oscuras que alcanzaron a su objetivo. Vileplume se resintió mucho dentro de aquellas llamas oscuras que la envolvían, pero más se resintió Houndoom cuando el veneno volvió a corroerle por dentro.

Llamarada! – gritó con la poca esperanza que le quedaba sobre su pokémon.

-Tarde – respondió Paola ante el desesperado intento de Cris de derrotarla.

Efectivamente, era tarde para él. Vileplume había cargado la suficiente energía en la flor de su cabeza como para efectuar su ataque más poderoso: Rayo solar.

Y aunque el ataque de Houndoom contaba con ventaja de tipo, el poder especial de Vileplume era muy superior, por lo que el rayo de energía fotosintética pulverizó la terrible bocanada ígnea y alcanzó al perro del averno. Poco le faltó para caer definitivamente derrotado.

Casi a la vez, Sancho pretendió dañar lo suficiente a Sceptile con ayuda de Gurdurr ante la inminente derrota de su compañero. El problema es que el reptil era terriblemente rápido pese a haber disminuido levemente su velocidad previamente, y sus ataques seguían siendo igual de peligrosos.

-No aguantarás mucho más a pesar de tus musculitos. Garra dragón sin parar – ordenó decidida de acabar pronto.

-Corpulencia sin parar – respondió Sancho al ver lo que se le venía encima.

Sceptile afiló y envolvió sus garras de un aura escamosa que le dieron una apariencia mucho más imponente, y se lanzó como un depredador hacia su presa.

A su vez, Gurdurr hinchó al máximo sus músculos para prevenir los daños y devolver un golpe todavía más potente. La velocidad de su enemigo quizá fuera menor que al principio, pero él seguía siendo todavía más lento que él.

Las garras le alcanzaban por zonas poco importantes como un aluvión de picaduras, al principio no dolían, pero a los pocos segundos se resentía sobre la superficie de su piel. Y es que la ventaja de la Corpulencia es que impedía que los ataques físicos enemigos no traspasaran su dura piel y fueran más allá, causando un daño todavía mayor.

El reptil enemigo atacaba a gran velocidad, pero Gurdurr soportaba dichos ataques y algunos incluso los bloqueaba gracias a su viga de acero, mantuvo su mente fría todo lo que pudo para poder analizar el patrón de movimiento enemigo y así contraatacar en el momento adecuado. Casi como hizo el Riolu de Yago días atrás.

Antes de que el luchador cayera por el dolor, logró captar la esencia del ataque de Sceptile, y para sorpresa de Paola y el orgullo de Sancho, logró bloquear de frente la ofensiva del reptil con su viga de acero, dejando sus garras clavadas y atrapadas en dicha herramienta. Ese fue el momento que Sancho aprovechó para darle un golpe suficientemente fuerte a su enemigo y dejarlo tan tocado como deseaba.

-Puño fuego – ordenó Sancho confiando en que podría tomar una gran ventaja con aquel ataque súper efectivo.

Sin embargo, en el último momento, Sceptile realizó un movimiento ligero con el que logró evitar un golpe fatal, y aprovechando el impulso se despegó de la viga. No salió indemne, y aún así le quedaron quemaduras en el hombro.

Esa mínima fracción de segundo, en la que tanto entrenador y pokémon bajaron la guardia para pasar a la ofensiva, le permitió al enemigo contraatacar por lo bajo, y clavarle una profunda y brutal garra dragón en las tripas a Gurdurr, traspasando su dura y corpulenta piel.

El luchador se estremeció de dolor al ver que las garras de su enemigo se habían clavado en sus entrañas, y cayó derrotado junto a su viga de acero.

Un ligero desasosiego se apoderó de los aspirantes, pues a pesar del desempeño de sus pokémon, el nivel de aquella líder había sido muy superior del que hubieran esperado, aunque esta les hubiera advertido de ello.

Cuando guardaron a sus pokémon derrotados, Paola no perdió la oportunidad de juzgar con brevedad aquel inicio del combate.

-No lo habéis hecho mal, y hasta habéis estado a punto de pillarme en algún punto, pero os ha faltado compenetraros un poco más para sacar ventaja. He logrado dividiros casi desde el principio, y por eso habéis perdido – juzgó con cierta seriedad impropia de su imagen, mientras le daba una calada a su cigarro –. No pasa nada niños, en el siguiente asalto seguro que os sale mejor – concluyó animándoles con su voz chillona y un guiño simpático.

No respondieron a aquellas palabras con más palabras, sino que entendieron al instante la situación, y no perdieron el tiempo en lanzar a sus siguientes pokémon: sus iniciales.

Aquella elección era decisiva desde el punto de vista de Sancho, quien deseaba resarcirse por sus derrotas previas, y sobre todo, llenarse del orgullo que sería el que su pokémon inicial pudiera derrotar a ni más ni menos que su forma evolutiva.

Quería ganar aquel asalto fuera como fuera, y Cris no solo apoyaba a Sancho en dicha campaña desesperada sino que fue contagiado por la sed de triunfo de su amigo; quizá estuvieran cegados por su deseo de victoria inicialmente, pero ambos habían perdido mucha confianza en dicha proeza, pues el primer encuentro no acabó como ellos hubieran deseado.

Esta vez, atacarían de forma mucho más coordinada, para evitar caer de nuevo bajo el poder de Paola. Al ver a su forma evolutiva de frente, Grovyle, aún a pesar de su orgullo como pokémon, no pudo evitar sentirse intimidado ante la imponente presencia de Sceptile. Sancho logró ver esto, y le convenció todavía más de lograr ganar aquel combate por su amigo.

Evidentemente, por muy terco que fuera, Sancho no iba a ser tan estúpido como para enfrentarse a Sceptile, la forma evolutiva de su propio pokémon, de frente y sin apoyos. Por lo que su estrategia conjunta con Cris se basaría en atacar juntos al reptil mortífero mientras que prevenían que Vileplume no les atacara por la retaguardia.

-Vuela alto, Viento aciago y Aire afilado  – ordenó Cris iniciando así su estrategia.

Y así, Dartrix lanzó su mejorado y terrible vendaval oscuro sobre sendos oponentes, que si bien no les causaría mucho daño, la lechuza pondría todo su empeño y poder en atraparlos el tiempo necesario para que no supieran cuál de los dos sería el objetivo de su compañero.

Golpe aéreo y Hoja aguda! – ordenó Sancho aumentando el ritmo nada más empezar.

Dentro del vendaval oscuro, Grovyle pudo ver a sus objetivos, pero él se ciñó a la idea de su entrenador y se centró en dejar lo suficientemente distraído a Vileplume para que Sceptile lo tuviera más difícil.

Sin embargo, una vez alcanzase a su enemigo, Dartrix no pudo contenerles más y Sceptile tuvo a su preevolución a su alcance. El gran reptil le propinó el mismo ataque que este le acababa de asestar a su compañero, y Grovyle salió volando hacia atrás hasta los pies de su compañero.

Igualmente, Vileplume había sido aturdida lo suficiente para que siguieran adelante. Grovyle fue esta vez hacia Sceptile como si fuera a atacarle, pero empezó a moverse a su alrededor con intención de confundirle y que no viera lo que le rodeaba; se lo tomó como algo personal y empezó a perseguirle blandiendo sus cuchillas en los antebrazos, pues seguramente pensó que su preevolución era tan orgulloso como él y que no utilizaría a un compañero para hacerle frente, pero no fue el caso.

Vileplume se había recuperado, pero Grovyle estaba demasiado cerca de su compañero y se movía demasiado rápido para arriesgarse a lanzar un ataque, pero no vio que Dartrix estaba alto en el cielo, listo para lanzar un ataque con mucha más potencia de lo esperado.

Aire afilado! – ordenó Cris antes de que Sceptile alcanzase a Grovyle con sus garras.

Sceptile se sorprendió y bloqueó las ráfagas cortantes de viento con sus garras, pero no todas. Un par le cortaron en la cabeza y en las patas, logrando que dejara alguna zona de su cuerpo desprotegida, lista para ser atacada con un golpe más certero.

-Ahora: Tijera X – bufó Sancho la orden dando un suspiro de tener por fin su oportunidad.

Grovyle blandió sus garras formando una gigante X, depositando una buena parte de su energía en aquel ataque, e impactando a su forma evolutiva en todo el vientre, haciendo que cayera hacia detrás aturdido.

-Por fin: Niebla – ordenó Cris aliviado de poder usar aquel ataque con un fin.

Entonces Dartrix envolvió el cuerpo aturdido de Sceptile en una densa niebla negra que le impediría orientarse y volver al combate al instante.

Paola se quedó de piedra al ver la genial estrategia combinada que ambos novatos lograron poner en práctica juntos. Lograron devolverle la jugada de antes, separando esta vez a sus pokémon y evitando que uno cubriera al otro, hasta dejar a Sceptile en una situación comprometida de la que no podría salir en el menor tiempo posible.

Aprovechando la distracción de Sceptile, Grovyle y Dartrix se juntaron para lanzarse a continuación hacia Vileplume, y la mejor forma de hacerlo era irle de frente evitando sus ataques especiales, pues en la distancia estaban en seria desventaja aun siendo dos.

Quizá la velocidad de Grovyle fuera inferior a Sceptile, pero muy superior a la de Vileplume, y aprovechó para adelantarse y que no se centrara en Dartrix, quien se acercó desde las arriba.

-Golpe aéreo – ordenó Sancho con firmeza.

-Qué osado – señaló Paola antes de dar sus órdenes.

Para evitar que se acercase, Vileplume lanzó un gran repertorio de Bomba lodo y Polvo veneno que el reptil logró evitar gracias a su elevada velocidad.

Grovyle logró atinarle un fuerte y muy efectivo golpe por debajo a la planta andante, haciendo que cayera de espaldas e impidiéndole apuntar hacia Dartrix con su cáliz.

-Ahora, aire afilado – ordenó Cris motivado de que estuviera saliendo bien el plan.

La ráfaga de viento alcanzó a su objetivo con éxito, en un golpe crítico que le dañó más de lo esperado por los aspirantes.

-Bien hecho, pero me huelo lo que vais a hacer – discrepó la Líder.

-Recurrente – ordenó Sancho haciendo oídos sordos.

-Hoja afilada – continuó Cris con esperanza.

Juntos lanzaron sus ataques especiales de tipo planta con tal de dejar lo bastante mal parado a Vileplume como para rematar a Sceptile antes de que fuera tarde.

-Tormenta Floral – ordenó a la desesperada, viendo que posiblemente acabarían con Vileplume si atacaban juntos, y como Líder que era, no podía permitirlo.

Los ataques combinados de ambos pokémon colisionaron con la hermosa y abrumadora tempestad de flores de Vileplume.

Sin embargo, Cris prácticamente se dio por vencido cuando reparó en que la densa nube de niebla negra que había formado instantes antes, ya no estaba, y Sceptile tampoco.

-De nuevo, tarde – dijo Paola por lo bajo.

Cuando se quisieron dar cuenta, Sceptile les interceptó mientras lanzaban sus ataques, y derribó a Grovyle con una poderosa hoja aguda.

Con su compañero abatido, Dartrix no tardó en sucumbir al ataque de Vileplume, quedando envuelto por aquellos terribles pétalos de flores que, pese a ser poco efectivos, bastaron para hacer que la lechuza cayera al suelo casi derrotada.

-Bien, muy bien, pero no lo suficiente Cris. Siento acabar esto así pero es lo que hay: Bomba lodo – sentenció Paola rematando a uno de ellos.

Y acto seguido, Vilpelume disparó una última ráfaga de lodo venenoso que atinó a Dartrix, destrozándolo al recibir, ahora sí, un ataque súper efectivo. Poco más pudo hacer, y cayó derrotado presa del veneno.

Grovyle trató dolorosamente de ponerse en pie tras el golpe crítico de su forma evolutiva, pero no duraría mucho más tras ver como su compañero caía a su lado.

-Sancho, siéntete alabado, no suelo usar este ataque hasta el final de un combate por razones evidentes, pero tú has conseguido que quiera usarlo antes de tiempo: ¡Lluevehojas!

El pino que Sceptile tenía por cola se envolvió en una vorágine de hojas que se acumularon y formaron un cúmulo devastador de hojas afiladas que se terminaron lanzando sobre Grovyle como una tormenta de cuchillos.

Grovyle no aguantó ni diez segundos dentro de semejante ataque, y se rindió antes de que este cesara.

Habían vuelto a fracasar. Esta vez no porque subestimara a su enemigo, sino porque su deseo de victoria les había nublado el juicio. Sobre todo en el caso de Sancho, quien acabó contagiándoselo a Cris irremediablemente.

-Escucha gordinflón – le insultó con toda la intención de recriminarle –, esto va en serio. Ese Grovyle tuyo está listo para evolucionar, y sino lo ha hecho todavía es porque no le has dado toda tu confianza para dar ese gran paso. Lo que acabas de hacer no ha sido un acto de confianza, sino una estupidez que os ha llevado perder otro asalto. Y además, ni siquiera estabais seguros de lograrlo, lo cual os ha hecho perder irremediablemente, por muy buena que haya sido vuestra estrategia conjunta.

Tenía toda la razón al reprenderle de aquella manera, y es que Sancho se había obcecado en que Grovyle se redimiese y alcanzase su máximo potencial, pero había sobreestimado sus capacidades.

-Cállese, que esto aún no ha acabado – le espetó como si ignorase su consejo, llevado por la ira de que su querido amigo, con el que pensaba ganar, perdiese contra otro de su especie mucho más poderoso –. Grovyle evolucionará cuando le toque, y si ha perdido ha sido por mi jodida culpa. Ya le fallé otra vez, y prometo que esta será la última – explicó trayendo a su mente, y a la de Cris, su derrota previa con Yago y Paula –. Ahora, señora de las flores, verás que no volveré a fallar a los míos, porque te vamos a derrotar – <<y para eso, todavía me queda mi pokémon más fuerte>> declaró guardándose su carta más fuerte para el final, convencido y dispuesto a ganar de una vez, con tal de no fallarle tanto a su pokémon como a su amigo.

-Sancho... eres increíble. ¡Estoy contigo! – le dijo Cris animado por la voluntad de su amigo de superarse a sí mismo tras tantas derrotas –. Vamos a hacer que se recuperen tras perder contra Margarita – declaró recuperando confianza en sí mismo y en su amigo, dejando escapar el nombre de una de las personas que más había contribuido a ello.

<<Aquí vienen, veamos si están a la altura de lo que me habías dicho>> pensó Paola expectante de lo que estaba por enfrentar.

Como no podía ser de otra forma, sus últimos pokémon eran los más poderosos. Aquellos que capturaron juntos al inicio de su viaje y que habían alcanzado su máximo potencial el uno junto al otro: Gardevoir y Gallade.

Para el último asalto, a Paola le sorprendió el hecho de que cambiaran de oponentes. Sancho se había centrado en derrotar a Sceptile desde un inicio por puro orgullo, pero parecía que la derrota de Grovyle le hubiera hecho reconsiderar su postura, y ahora prefirió ir a por Vileplume con su dama psíquica.

Cris, por su parte, inició sin dilación una pelea encarnizada con la ayuda de Gallade en contra de aquel reptil mortífero, cuyos asaltos previos parecían haberle debilitado bastante, y hasta pensó que su pokémon podría estar a la altura en ese punto de la batalla.

Las cuchillas de Gallade eran por mucho más peligrosas y competentes que las de Grovyle, y le estaban dando mucha mejor pelea que la preevolución del inicial. No era para menos, dado que el espadachín psíquico ya se encontraba en su última etapa evolutiva, y era por mérito propio, el pokémon más poderoso de Cris en aquel momento.

Lo mismo podría decirse del nivel de Gardevoir para Sancho, quien estaba intercambiando ataques especiales a su manera particular. Aquel pokémon se desplazaba de una manera elegantemente sutil y veloz, como si fuera un espectro enigmático que desaparecía y aparecía en otro lugar a poca distancia, pero lo suficiente para sorprender a su enemigo.

La líder sabía dada su experiencia que la habilidad de aquel pokémon podía ser Sincronía, y tratar de causarle algún problema de estado como había hecho con sus anteriores oponentes sería contraproducente, así que se centró en causarle daño con ataques a distancia disparados por su cáliz como si fuera un mortero.

Sus enemigos estaban ya lo bastante cansados como para presumir que tenían la ventaja ofensiva, llegando a asestar mayor número de ataques gracias a su propia manera de actuar. Hasta pareciera que actuaban de manera compenetrada al lanzar sus ataques casi a la vez.

Incluso llegó el punto en que engañaron a sus enemigos haciéndoles pensar que uno iba a atacar al oponente del otro, pero solo sirvió para que se confundieran y lanzaran ataques fallidos que casi les daña a ellos mismos. La bomba lodo que muy posiblemente habría dejado al borde de la derrota a Gardevoir, rozó dolorosamente a Sceptile cuando el pokémon psíquico lo evadió, mientras que Gallade aprovechaba para propinarle un buen corte a Vileplume por la retaguardia.

Paola estaba impresionada del trabajo en equipo que aquellos dos estaban demostrando, quedándole claro que lo que había oído de ellos era digno de alabanza.

<<No te equivocabas, hija. Estos chicos pueden sernos muy útiles llegado el momento, así que espero que sepas tratar con ellos, como yo hice con mi querido Nele en su día>> reflexionó durante el combate, y mandó ese mismo mensaje a escondidas aprovechando la concentración de los entrenadores en la contienda.

-¡Ahora! – gritaron ambos jóvenes a la vez.

Cuando parecía que los ataques iban a dirigirse hacia sus respectivos oponentes, cambiaron las cartas. Pues cada uno, con una compenetración perfecta, realizó unas maniobras sincronizadas directas hacia el oponente del otro.

Vileplume estaba lista para recibir un ataque especial de Gardevoir, y lo mismo con Sceptile, quien esperaba uno físico de parte de Gallade.

Sin embargo, los pokémon actuaron de tal forma que cada ataque que recibieron sus oponentes les pillara con la guardia baja.

Sceptile se quedó inmóvil la mínima fracción de tiempo necesaria como para que sus cuchillas no pudieran frenar la tremenda fuerza lunar que Gardevoir hizo caer sobre él tras aparecer en una posición elevada con su teletransporte sutil a corta distancia.

Vileplume, por su parte, quien esperaba aquel ataque de Gardevoir para sí, no pudo defenderse del psicocorte que Gallade le asestó por la espalda al desplazarse hasta esa posición a una velocidad sorprendente.

Finalmente, los pokémon de la Líder cayeron derrotados por el poder compenetrado de Cris y Sancho, quienes redimieron a sus propios pokémon tras la reciente derrota sufrida en Doñana contra otra entrenadora especializada precisamente en el tipo Planta.

Expresaron sus felicitaciones a ambos a su manera, orgullosos de la pelea que habían ganado, y estos le devolvieron el gesto de agradecimiento por ser sus entrenadores.

-Lo han hecho bien, señora – expresó Nele por lo bajo a su jefa.

-Sí, parece que lo que había oído no era solo humo como el de sus porros. Tendré que recompensarles por su logro – contestó Paola tras guardar a Vileplume y Sceptile.

Se dirigió con elegancia hacia los aspirantes victoriosos, quienes aprovecharon para guardar a sus pokémon y centrar su atención en la Líder debido a sus sospechas previas. Agudizaron sus sentidos para examinarla más a fondo sin que pareciera sospechoso o ella pensara algo raro de ellos, pero no tuvieron demasiadas oportunidades al respecto, pues preferentemente tenían que escuchar lo que ella tuviera que decirles.

-Antes de entregaros la Medalla, dejadme daros un consejo, como Líder que soy. Lo hacéis muy bien juntos, sois un buen equipo la verdad, a la vista está que habéis derrotado a unos pokémon que en solitario habríais sido casi incapaces de hacer frente, porque era un nivel requerido para 6 medallas, el doble de lo que debería haberos impuesto para empezar – semejante dato hizo que la autoestima de ambos se elevara hasta las nubes. No solo habían derrotado juntos a una Líder de Gimnasio, sino que juntos habían superado un límite que se encontraba mucho más lejos de lo que imaginaban –. Yo a vuestra edad era igual con mi hermano, éramos inseparables a la hora de la lucha, pero rápidamente nos dimos cuenta de que por eso mismo éramos mucho menos eficientes por solitario, y no lo hicimos lo mejor que pudimos en la Liga. Lo que quiero deciros es, que deberíais replantearos vuestro itinerario particular, y entrenar separados el uno del otro. Podría ayudaros más de lo que pensáis.

Aquel consejo les bajó los ánimos que tan alto habían llegado solo unos segundos antes.

Sabían que Paola tenía razón. Desde que empezaron el viaje, pocas fueron las veces que emprendieron alguna operación por separado, y aunque eran fuertes por separado no se sentían con el suficiente valor como para realizar una hazaña de mayor magnitud.

-Pensad en ello, por favor – insistió casi con ternura –. En cuanto a vuestros iniciales, han dado buena pelea, pero fuisteis muy ilusos al pensar que podríais ganar tan rápido sin haberlos entrenado hasta su última etapa – haciendo que Sancho se sintiera de nuevo como un completo idiota por semejante error –. Para vuestra fortuna, puedo deciros que están a punto de caramelo, así que dadles solo un poco más de caña y depositad más confianza en ellos, que así seguro que llegan a ese último salto que les falta.

Sujetaron las pokéballs de Grovyle y Dartrix con fuerza al escucharla dando aquellos ánimos. Quizá estuvieran próximos a alcanzar aquel poder tan especial, pero lo cierto es que ellos mismos, como entrenadores, les habían fallado dos veces consecutivas en combate. Esperaban ganar aquel para evitar una racha peor, pero les salió mal al final. Aunque aquellas palabras de Paola les dieron un poco más de confianza de poder enmendar sus errores de una vez.

-Espero que mejoréis, y como muestra de vuestro logro, aquí tenéis la MT Rayo solar que habéis visto antes en acción, y por supuesto... la Medallita de Huelva – anunció sacándose de sus mangas dos CD peculiares de color verde bosque, y dos piezas metálicas del mismo color con la forma de la provincia –. Y como recompensa aparte, os voy a recomendar cierto sitio al que ir para mejorar todavía más ¿Os habéis enterado de lo sucedido en las Marismas de Odiel, aquí al lado? – negaron con la cabeza – Ha habido una inundación que se ha llevado por delante medio ecosistema.

-¿Cómo? – preguntó Cris impactado por semejante noticia, y hasta a Sancho le resultó difícil mantener las formas.

-A ver, no ha habido víctimas mortales humanas, y la zona será reparada a nivel ecológico con el tiempo, yo me aseguraré de ello "personalmente". Aunque también os digo que tampoco es algo tan terrible, porque la zona estaba hecha un completo desastre desde hacía años a causa de la contaminación.

-¿Tan grave es el asunto? Es que desde que llegamos no ha dejado de preocuparme este aire que viene de los alrededores.

-Justo eso, las fábricas están todo el día dándole duro y produciendo, pero los desechos no tienen inconveniente en echarlo por ahí. Hace años se usaba la zona colindante al Río Tinto, pero esta ya no daba más de sí a nivel medioambiental, así que dejó de emplearse por miedo a denuncias de las organizaciones pertinentes y el propio Gobierno. En su lugar empezaron a usarse las zonas próximas al Río Odiel hará unos años, precisamente en las Marismas, que eran una atracción turística obligatoria hasta entonces. Hoy en día es preferible evitarlas junto con los posibles problemas de salud. Bueno, hasta hace ayer mismo precisamente, así que es vuestra oportunidad de ir por fin, no creo que las autoridades pongan pegas a dos entrenadores tan cualificados si les mostráis mi Medalla, podéis decir que venís de mi parte a examinar el terreno y a buscar alguna especie interesante.

<<Oye, todo el asunto tiene premisa horrible pero... aún nos falta un integrante para nuestro equipo. Me sabe muy mal aprovecharme de esta situación, pero sino queda otra...>> pensó Cris un poco asqueado de aceptar dicha sugerencia.

-Pues vale, iremos allí a ver qué encontramos – respondió Sancho impertérrito por la noticia –. Y oiga, yo no soy quién para criticarla, pero si es usted tan amante de la naturaleza como presume, y también tiene tanto poder, ¿Cómo es que no ha hecho nada al respecto después de tanto tiempo? – le preguntó con un tono algo acusador y molesto.

-Huelva prácticamente podría ser la despensa de Europa entera. La cantidad de productos que se obtienen por unidad de tiempo es una barbaridad. Tiene eso en común con Cádiz, pero esta tiene mejor imagen porque tiene más cuidado y otros talentos de los que presumir. Yo, como Líder, llevo años queriendo hacer algo por proteger a la naturaleza, pero mi influencia no es tan grande como otros líderes y ningún empresario o político competente estaría dispuesto a apoyarme por miedo a poner en riesgo sus beneficios. Pero voy a aprovecharme de esta situación, por mal que suene, para hacer lo que llevo tanto tiempo queriendo hacer, y voy a dejar este sitio mucho más bello que antes.

Aceptaron aquel razonamiento como respuesta, y es que pese a las apariencias, Paola les había dado una buena impresión desde el primer momento. Les había tratado con cercanía desde el principio, y como Líder les ofreció una oportunidad de superarse a sí mismos juntos y también les dio una buena cantidad de consejos tanto después como durante el combate. Hasta el momento, y aunque les habían caído bien las ya conocidas, les parecía la mejor Líder que habían enfrentado, aunque también había que destacar que era mayor que ellas.

-Ah, y un último consejo parejita. Si queréis ver uno de los pocos sitios que vale la pena en esta ciudad, id al Parque Zafra. Estoy segura de que os gustará, y es mi sitio favorito de toda Huelva, y ojalá poder librar los combates también por allí, aunque este parque tampoco está tan mal; y sitenéis hambre, no dudéis en probar la Pizzería Cóppola que está cerca de allí,que para complacer a los onubenses también cuentan con platos típicos de aquí – se desvió un poco del tema de conversación, y es que no le importaba darles información de más a aquellos aspirantes a quienes había tratado con bastante cercanía desde el principio.

Los jóvenes se fueron por el camino por el que vinieron, mientras Nele, en calidad de asistente de la Líder, dejaba el campo listo para los próximos aspirantes empleando el poder de sus propios pokémon de tipo Planta. Asistió a su jefa preparándole los cigarrillos cómo ella le había enseñado, y terminó calentándole el té que había dejado a medias tras el combate.

Tras haber hecho su trabajo como Líder de Huelva, se sentó en su mesita de campo a seguir disfrutando de los cuadros que le habían llegado. Se terminó el té que llevaba en su jarra isoterma, y hasta que no se terminó otro de sus cigarrillos especiales, no realizó la llamada que debía hacer en aquel momento.

-Van para allá – le bastó decir antes de recibir respuesta -. Espérame donde siempre, hija.



La carretera hasta Ayamonte no era un problema para alguien que ya había ido allí numerosas veces para conflictos con Portugal. El problema era que no sabía muy bien qué hacer cuando llegase a su objetivo en Isla Canela.

La razón de su visita era un posible involucrado con el incidente de tráfico ilegal que había tenido lugar a principios de septiembre en el puerto de Cádiz. Habían desaparecido un gran número contenedores cuyo contenido no había sido revisado para su traslado.

Habló con Marina Rivas Soler días atrás en secreto sobre el incidente con intención de hallar alguna conexión con los criminales juveniles, y esta le confesó confidencialmente que no pudo identificar a ninguno de los involucrados ni tampoco tratar de detenerlos dado que sus pokémon habían tenido ciertos problemas cuando emprendió la intervención.

Ese dato había hecho sospechar a don Armando. Le había hecho pensar que, si la Líder de Gimnasio de Cádiz, cuyos pokémon eran de tipo Agua, había tenido problemas aquella noche a la hora de manejar a su equipo, es muy posible que una de las Máquinas que habían hallado justo días después en Sanlúcar se encontrase entre la mercancía perdida. Si sus hipótesis eran ciertas, un sospechoso de otros tantos intentos de tráfico que además tenía inversiones en aquel lugar en aquel momento tendría algo que ver casi seguro.

Tenía la ficha de su sospechoso en el asiento del copiloto: Luciano "Gambino" de Córdova, 43 años, Ex-Legionario. Hijo del inmigrante italiano Salvatore Gambino. Tras la disolución de la Legión española aprovechó sus influencias para montar su consorcio comercial por todas las costas españolas. Sin antecedentes ni cargos pendientes. Padre de Alessandro de Córdova con la difunta Penélope de Córdova, nacido en el año 2000, criado en Cádiz.

<<¿Y quién sabe cuántos más bastardos tendrá por ahí ese cabrón?>> pensaba don Armando mientras la leía.

Luciano estaba tumbado en una hamaca con una ostentosa copa de cóctel en la mano rodeado del resto de sus invitadas que se encontraban bailando al son de la música.

Las mujeres se marcharon corriendo al interior de la casa mientras él guardaba los pokémon que le rodeaban en sus pokéballs.

Se acercó al policía para recibirle, aunque se notaba que no estaba contento con su presencia.

Pese a su edad, se le veía muy joven, sin mayor rastro de pelo en su cuerpo que el de su cabeza, el cual era castaño rizado sin ninguna cana a la vista. Era menudo y de pequeña estatura, y sus ojos eran de color gris verdoso, y rebosaban ingenio y ambición. Y su rostro refinado y bronceado demostraba que le gustaba cuidar su imagen.

-Buenos días, don Luciano – saludó el policía al empresario.

-Vaya, no le esperábamos Don Armando. ¿Qué le trae a mi propiedad? Puedo ofrecerle una copa de chianti classico, o mejor aún, la botella entera.

-Corta el rollo, "carajote" – le insultó mordazmente antes de que siguiera con su ridículo recibimiento –. Sabes a lo que he venido, y si tienes algo de dignidad no hagas como que no sabes nada. Todos tenemos muchos asuntos y muy poco tiempo, no me hagas perder el mío.

Luciano rectificó y depositó su copa mientras se abrochaba su camisa de algodón plisada.

-Pregúntele a su amigo el marinero conileño, don José Sánchez, creo recordar que tenía mercancía lista para el envío en aquel preciso momento. O a la Sirenita Gaditana, que en calidad de Líder debería hacerse responsable de ese tipo de asuntos.

-Ese hombre honrado que menciona, a diferencia de usted, se ha ganado lo que tiene legalmente y a base de puro esfuerzo – le respondió con una mordaz comparativa –. Y podría decir lo mismo de la Líder de Cádiz, que demasiado trabajo tiene con tus socios de Barbate, Algeciras, Tarifa, la Línea... Demasiado tiempo tuvo de encargarse de los traficantes de personas que ella misma interceptó saliendo de Marruecos - <<aunque tuvo ayuda del Almirante Pablo Torrent>> se lo cayó con tal de no demeritar su trabajo.

-¿Está diciendo que yo no me he esforzado? ¿Le recuerdo de dónde vengo y por lo que han pasado los de mi calaña? – se puso a la defensiva ante la no intencionada declaración de don Armando –. La diferencia es que yo soy de los pocos que han sabido sacarle provecho a la situación, como el bueno del General Ayala – sorprendentemente, ese nombre lo dijo con un respeto sincero que descolocó brevemente al policía –. En cuanto a mis negocios, no le voy a mentir, yo con esa gente suelo realizar transacciones bastante lucrativas.

-¿Ah sí? ¿Y con qué comercia exactamente?

-Puede comprobarlo usted mismo. Que ya que habla de lo sucedido en Cádiz, Marina en persona se aseguró de comprobar los contenedores a mi nombre. Ya le habrá dicho que no había ningún contenido que no encajase con su descripción correspondiente.

-Sí, no había nada raro en ellos, efectivamente. Pero sí que faltaban unos cuantos cuyo contenido no pudo registrarse a tiempo. Desaparecieron junto a otros tantos que, sino me dice que había en ellos ahora mismo, tendré que hacer mi trabajo... - le amenazó poniendo las manos sobre su cinturón, una sobre las esposas, y otra sobre las pokéballs.

-Más de lo mismo - respondió sin perder la compostura -, y ciertas Piedras Evolutivas y ciertos objetos especiales destinados al Conde de Villareal. Él mismo se lo podrá corroborar mi afirmación en base a sus pérdidas, él le hará el recuento si tanto lo desea.

-Sí, es sabida su afición por esa clase de objetos. Igualmente, no te libra de sospechas, ni de mi aversión hacia ti o a tu hijo – le recordó con asco en la garganta.

-Ah sí, Ale me dijo que estuvo en Doñana con un grupo de jóvenes variopintos – <<por no decir idiotas en su mayoría>> –. Supongo que su hijo estaba allí, y no lo pasó bien precisamente – se regodeó en el estado de Manuel.

-Y ese crío tuyo se divirtió jugando con el resto también. Si bien le agradezco que llamara a los de Seguridad, no deja de molestarme el exceso de tiempo que se tomó para hacerlo. Casi podría parecer que se aseguró de ganar tiempo, porque en ningún momento estuvo dentro de la confrontación... desapareció. Definitivamente es hijo tuyo – concluyó con otro desplante.

-Me honra que lo valore así, le he enseñado bien y estoy orgulloso de él; es todavía más listo que yo pero no ha tenido mucho tiempo para ponerlo a prueba. En fin sino tiene nada más que decir, le agradecería que saliera de mi propiedad. Ahora tengo un invitado que atender – se excusó señalando la puerta de la mansión que quedaba a su espalda.

El policía se giró de mal humor para ver de quién se trataba.

-Usted es...

Un individuo de considerable altura, delgado, rostro joven e imberbe pero agradable, con el cabello corto y negro, y dos ojos pequeños también negros. Vestía una camisa verde rematada con un alzacuello eclesiástico, pantalones negros y portaba un ostentoso y elegante manto blanco con una enorme cruz dorada grabada en la espalda. Venía seguido de cerca por un par de las invitadas que habían entrado anteriormente.

Iba acompañado de un pokémon cuanto menos intimidante: una especie de lobo que caminaba a dos patas como un ser humano, cuyo pelaje era en gran parte blanco rematado con rocas negras y punzantes, mientras que el resto era rojo como la sangre, así como sus brillantes ojos que, acompañados de una terrible sonrisa, solo reflejaban maldad.

Don Armando conocía a aquel individuo y a su pokémon, y sabía que la única razón por la que lo llevaba fuera en aquel momento, además de tratar de demostrar poder, era incitarle a atacarle sin motivo, pues tal era la capacidad de aquella bestia.

-Buenas tardes, señor. Padre Guillermo de la Cruz a su servicio. Si lo desea, puedo confesarle, con la bendición del Señor – se presentó haciendo una sutil reverencia y persignándose para acabar con una frase característica – "Ave María Purísima".

-Déjate de hostias – le cortó el rollo al instante antes de que continuara –. Cuánto tiempo, Willy. La vida religiosa te ha hecho un hombre después de todo, sobre todo con "la bendición del Diablo" – le insultó sutilmente su pretenciosa presentación.

-Lo dice el que está dejando que ocurran tantas tragedias últimamente en su territorio, como lo sucedido ahora en las Marismas, en Sanlúcar, en las 3000 Viviendas, en Doñana... - y las consecuencias más graves de aquellos sucesos no eran de dominio público, ni siquiera los jóvenes involucrados personalmente sabían toda la verdad –. Tengo entendido que su hijo estuvo involucrado en ese último, espero que no haya sido grave... ni que se repita.

-Se te da de maravilla amenazar a un servidor de la Justicia, que bien podría encerrarte sin dudar por hacerlo – acto seguido, sacó a su propio Arcanine de su pokéball, uno mucho más vetusto pero más grande e intimidante que el de su hijo. La bestia casi legendaria apareció tras el policía, y tanto el empresario como el cura, así como su Lycanroc, se sintieron intimidados. Eso era lo que don Armando deseaba, y una vez los tuvo en su sitio, prosiguió a manejar la situación como quería –. Como perro pastor que eres, ¿no te lo enseñaron tus nuevos amos?

-Ah, yo también soy un servidor de la Justicia, pero de la Justicia Divina – remarcó señalando hacia el cielo casi en un susurro inquietante para recuperar la compostura –. Y créame, no es una amenaza, es una advertencia del Altísimo. Permítame un último consejo de parte de nuestro Señor antes de irse a seguir incumpliendo su labor: "Ame mientras viva, ya que muerto no podrá" – lo dijo con un tono casi burlesco mientras le miraba fijamente con sus pequeños ojos negros, acompañado de los sanguinarios ojos rojos de su pokémon, que bien podrían mitigar la crudeza de aquella frase, pero en don Armando causó el efecto contrario.

-No esperaba menos del "Inquisidor de Extremadura". No sé qué haces aquí, pero estoy seguro que incumple todo lo que tu doctrina trata de predicar, como fomentar los conflictos con Portugal o la desaparición de tantas jóvenes en la frontera... - presupuso a modo de acusación con un asco execrable hacia él -. Que Dios te proteja Willy, porque no vas a encontrar salvación en vida – remató quedándose con las ganas de castigarle como bien sabía que merecía –. Y en cuanto a ti, "papafrita", ten por seguro que te tendremos muy vigilado. Ya he llamado a Ignacio – el rostro de Luciano se estremeció al escuchar un nombre conocido – nos va a echar una mano para que tus negocios no salpiquen de mierda la tierra en la que vivo – y ahora sí, se marchó de la finca dejando a aquel par con un mal sabor de boca.

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