* 004 *

- ¡Partimos en 5 minutos! - Anuncio Lamorak, Arturo ya estaba en su respectiva carroza, mirando a través de la ventana. Se sentía ansioso, por algún motivo quería salir y correr todo el viaje.

- ¿Esta bien, su majestad?.

El cobalto volteo hacia Galahad, quien lo acompañaba desde dentro - Me siento ansioso, es parte de... Eso.

Galahad asintió y busco entre sus cosas una pequeña caja que le extendió al cobalto - Tenga, son algunas galletas. Las prepare yo mismo.

Arturo pareció feliz ante la confesión - Amo tus postres - dictó mientras sostenía la caja y se llevaba la primera galleta a la boca, definitivamente una delicia.

Finalmente el viaje hacia Avalon había comenzado, ignorando el hecho de su celo, Arturo está emocionado por salir del castillo después de ya un tiempo.

Se asomó por la pequeña ventana que tenían, amaba el campo de flores que se expande desde la entrada de su pueblo, mira de reojo como sus caballeros están en caballos a un lado suyo.

- Perci... - llama con suavidad Arturo.

- ¿Qué sucede, mi rey? - cuestiona la gata mientras se acerca.

- Lancelot está cerca - cuestiona mientras lo busca con la mirada - No lo veo.

- Sir Lancelot está en la carroza de atrás, impartiendo las órdenes a los demás caballeros en caso de emergencia... - Arturo no perdió el tiempo al escuchar aquello, abrió de golpe la gran puerta de su carroza y con una sonrisa triunfante salió disparado de ahí.

Galahad trato de agarrarlo, pero lo único que obtuvo fue la gran capa roja que dejó atrás, y Percival simplemente negó con la cabeza mientras veía a su rey correr por los prados y desaparecer entre ellos. Disminuyó su velocidad y dio pequeños golpes en la carroza trasera, hasta que salio el azabache - ¿Tan rápido?.

- Ya sabes como es...

Lancelot mostró una sonrisa ladina y salió de un salto del transporte, se estiró un poco y subió al caballo que había recibido de parte de la dama del lago.

Paso un rato hasta que Lancelot volvió con Arturo cargado en sus hombros - Eres bastante aburrido, todos lo son... Simplemente quería estirarme un poco.

El azabache parecía haber tenido sus complicaciones para agarrar al cobalto, sus púas estaban más despeinadas de lo usual y parecía haber sudado un poco.

- Sabe que no puede andar por ahí corriendo.

- Nadie podrá alcanzarme, ni siquiera tú, pero te lo permito - dijo con un puchero el rey, mientras Galahad se estiraba para recibirlo.

- Debe mantener una compostura - le regaño Percival - Eso no estuvo bien.

- Nada está bien para ti - dijo enojado mientras cerraba de golpe la puerta de su carroza.

Galahad se rió un poco ante los berrinches de su rey, esté se paró de donde estaba y se sentó a un lado del cobalto - Venga, le voy a contar la misión que tuve hace poco.

Arturo pareció interesado como de costumbre en escuchas las historias del albino.

El tiempo paso lentamente y todos parecían extrañados de que su rey no hubiera ocasionado otra persecución, era una costumbre suya salir corriendo al menos unas 3 o 4 veces, pero ahora todo era un completo silencio. Fue Lancelot quien se acercó a la carroza para ver si Arturo no había salido corriendo sin verlo.

La escena delante de sus ojos pareció enternecerlo lo suficiente como para que los caballeros vieran sorprendidos el gesto del azabache. Arturo estaba envuelto en su gran capa mientras reposaba en el regazo de Galahad, quien me daba pequeños masajes en sus púas.

El albino levanto la mirada hacia el azabache y le sonrió al notar la sonrisa en Lancelot.

- ¿Podríamos cambiar de lugar un poco?, estoy algo cansado - susurró suavemente para no despertar al rey de Camelot.

Ambos fueron ágiles al momento de cambiar lugares. Galahad pensó que podría darles ese empujón, Arturo aún no empezaba su celo y no había peligro alguno.

Una vez cerraron la puerta de la carroza, el azabache se quedó admirando las facciones del cobalto. Se veía tan... Lancelot negó con la cabeza ante la idea, simplemente se propuso a acariciar al menor. Un pequeño ronroneo empezó a salir y Lancelot no pudo evitar sonreír de ternura ante acción.

Extrañaba un poco la situación, hace tiempo que el cobalto y él eran así de cercanos, pasaban el tiempo compartiendo su compañía, pero... las cosas se habían complicado un poco por algún motivo, sentía que se habían alejado y extrañaba poder estar cerca suyo sin que terminarán peleando o algo similar.

- Sonic...

Aquel nombre tan especial para su rey, el recuerdo de lo que realmente es y amaba ese nombre, pero pocas veces podía decirlo.

- Lance... - Sonic se removió entre su capa mientras se cubría parte de su cara. Lancelot pudo observar un pequeño carmín en las mejillas del cobalto - Hasta en mis sueños te ves así de guapo - pregunto bobamente.

Aquello sonrojo levemente al azabache - Descansa, Sonic... Todo estará bien, estoy aqui... Contigo.

- ¿Sí?, yo... Me siento tan alejado tuyo, no me gusta... No dejes que esos ancianos me separen de ti porque... - el balbuceo finalmente acabo, el cobalto volvió a caer dormido en los brazos del azabache, quien tomaba entre sus manos las del menor.

Sobando con cariño aquellas manos, miraba preocupado a su rey. Definitivamente haría lo imposible para que nadie obligará a Arturo en cualquier ámbito, él se merecía ser la persona más feliz del mundo sin importar nadie más.

Lancelot asintió, después de todo desde que conoció a Arturo su única misión ha sido velar por él. Un pequeño olor lo volvió a traer de sus pensamientos, era ese olor a flores, como si estuviera en un gran campo de lavandas, como amaba ese aroma.

Bajo la mirada - ¿Eres tú?.

Se acercó lentamente para detectar el olor del menor, pero la voz de Lamorak lo saco de su impulsiva acción. Se separó un poco y abrió ligeramente la cortina de la ventana, viendo a lo lejos el gran castillo de Avalon levantándose.

Tendría mucho trabajo que hacer si tenía que derrotar a todos aquellos que tuvieran si quiera la estupida idea de querer casarse con su rey.

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