En esta lúgubre velada, el Consejo de Poseidón observa con miradas sombrías cómo el abismo se desvanece, un oscuro presagio de la victoria de Orfeo. Giordano, líder del grupo, siente la pesada carga de la pérdida, consciente de que su gran amigo, el señor Langdon, ha sucumbido. La energía estelar de Orfeo, aunque victoriosa, se desvanece, un indicio de la feroz resistencia que Langdon ofreció antes de sucumbir. No fue una batalla fácil, y sus alumnos, aún vivos, heredarán la tarea.

Dougal y Marlian perciben la trágica noticia en las corrientes del oculto conocimiento. Langdon ha caído, pero Vittoria, aunque aún con vida, flota en la penumbra de la conexión mental que se desvaneció. El Consejo de Poseidón, consciente de su deber, se prepara para entrar y enfrentarse a Orfeo, el vencedor desvanecido.

En este tétrico escenario, Edgar y Mirtre se acercan a Dougal y Marlian, mensajeros de un destino impregnado de oscuridad. Sugieren la búsqueda de Lucio y Smarra, una alianza necesaria para reforzar al Consejo en su desafío contra las sombras que se ciernen sobre ellos. En la penumbra, los susurros de Poe y la inquietante presencia de Lovecraft guían sus pasos hacia un destino incierto, donde el horror y la resolución se entrelazan en la danza de la noche eterna.