EXTRA I

Farid Leister

La fría brisa de la mañana me eriza la piel. Estoy desnudo, envuelto en sabanas recostado boca abajo en una cama que ni reconozco. Abro los ojos lentamente, sólo para darme cuenta que Charlotte, huyó otra vez.

Suelto un suspiro, recordando lo delicioso que la pasé en la madrugada. Pero todo se va al carajo cuando veo la hora en mi reloj.

—¡Maldita sea! —espeto.

Salgo de la cama para después tomar una ducha en menos de diez minutos. El vuelo sale a las doce del mediodía, y ya voy tarde. Rebusco el móvil, encontrándolo tirado bajo la cama. Visualizo mi entorno, observando a detalle el desastre que es la habitación.

Odio dejar desastre en las habitaciones de un hotel. Tener orden habla bien de uno mismo, y de mi siempre tienen que hablar bien. Recojo el desastre, tendiendo al final la cama donde me follé a Charlotte. Al terminar tomo mi maleta, el resto de mis pertenencias y respondo el móvil que no deja de vibrar.

—¡Ya voy! —respondo tajante.

—¡Ya vamos tarde imbécil! El vuelo sale en tres horas y...

—¡Ya lo sé Brandon! Ahora bajo.

Tomo la chaqueta, escuchando el ruido de una piedra caerse en mi pie. Miro al suelo, levantando lo que parece ser un móvil que ni siquiera es mío. Presiono el botón viendo el nombre de "Nay", en la pantalla aun bloqueada del mismo.

¿Nay?

Lo guardo en mi bolsillo caminando hacia afuera. «Ese móvil no es mío». Pienso. Cierro la puerta de la habitación despidiéndome después del personal de limpieza. Al llegar a la recepción mi hermano, Declan e Ivana ya se encuentran esperándome.

—Te tardaste mil horas —se queja Brandon, reluciendo fresco.

—Hermano —dice Declan, tomando de la mano a Ivana. Ambos con lentes de sol puestos y seguramente hasta el culo de una resaca.

Los ignoro. Subimos al coche que nos espera para llevarnos al aeropuerto de regreso a la realidad.

—¿Y qué? ¿Alguna idea? ¿Te gustó la temática de algún bar de por acá? —pregunta Ivana.

Ivana es una amiga de Declan, Brandon y yo la contrataremos para el diseño del club, y fue ella quien nos organizó el viaje con la finalidad de generar ideas de lo que queremos. La idea era venir a buscar eso, pero sucedió todo lo contrario.

—Algunos, no visitamos tantos —respondo.

—Porque no quisiste, te la pasaste follando con... ¿Cuál era su nombre? —se pregunta Declan.

—Charlotte —respondo con tranquilidad.

—Como si no fuera suficiente el ponerle ese nombre al club —interviene Brandon.

Me encojo de hombros, y solo escucho a Declan renegar de algo que al final ignoro. Cierro los ojos visualizando en mi mente las imágenes de la madrugada...

Charlotte desnuda, gimiendo y corriéndose a cantaros de agua en mi boca.

Me remuevo en el asiento, abriendo los ojos y preguntándome porque mierda huye. Me sorprende por el simple hecho que, es algo que normalmente hacen los hombres.

—Podríamos visitar algunos clubes fuera de Seattle, conozco algunos —dice la mujer.

—No estaría mal —respondo.

Una hora y media más tarde abordamos el avión, esperando a que los demás pasajeros lo hagan.

—Me agrada viajar con ustedes, todo siempre es en primera clase —dice Ivana.

—Así son ellos, todo lo quieren en primera —responde Declan.

—Si lo tienes, inviértelo o gástatelo —le respondo —, al fin y al cabo el dinero no se llevará a tu funeral.

Me recargo en el respaldo del asiento en mi lugar. La aeromoza nos ofrece algo de tomar, pero me niego.

Las horas de vuelo pasan, y lo único que quiero es llegar al departamento para descansar de éste inolvidable fin de semana.

(***)

Después de diez horas de vuelo, arribamos a Seattle. Caminamos al estacionamiento, subiéndose cada quien a su coche. Estoy cansado, el culo me duele y me gustaría salir a correr o ir al gimnasio, pero ya es tarde. Es lunes y al día siguiente tengo que presentarme al bufete para colaborar con el caso de la hija de los Jefferson.

El frío que aun hace en Seattle me frustra, me agrada el frío, pero hasta cierto punto me irrita el tener que ir abrigado a todas partes. Arranco el motor metiéndome en las frías avenidas de la ciudad. Para cuando llego, el edificio luce como siempre y mi piso igual: vacío.

Enciendo la luz, dejo la maleta a un lado del sofá negro y me encamino al mini bar por un vaso de bourbon. Lo sirvo, sintiendo el líquido esparcirse por mi boca y la lengua. De pronto, me imagino a Charlotte recostada en el sofá gimiendo mi nombre, mientras le derramo dicha bebida en los senos y el abdomen.

Le doy un trago, tratando de calmar las ansias que comienzan a darme por saciarme de esa mujer. Y afortunadamente soy interrumpido por la llamada entrante de mi móvil. Lo tomo de mi bolsillo, y al ver la pantalla me doy cuenta que no es el mío.

Nay.

Sonrío al recordar ese nombre, porque al desbloquear el móvil que ni siquiera contraseña tiene, es que me doy cuenta de quién es. Tecleo el botón responder y...

—Línea erótica, ¿en que la podemos apoyar? —respondo, tratando de no reírme.

—Sabía que lo tenías tu —dice la voz que comienzo a conocer.

—¿Con quién desea hablar? ¿Con alguno de nuestros sexoservidores? —vuelvo a bromear.

Escucho una risita, seguido de la voz chillona de su amiga. Después esa última voz se va desvaneciendo cuando escucho que Charlotte camina.

—¿Dónde estás? —pregunta —, cuando volví por el móvil ya no estabas.

—Eso te pasa por huir —respondo.

Camino hasta el sofá, tomando asiento en éste esperando a que me responda. Me quito los zapatos, apoyando después los pies en la mesita centrada.

—No huía, simplemente... tuve que irme.

—Ajá, y mira, ahora tengo en mi poder tu móvil —respondo —, la excusa perfecta para volverte a follar.

—Ni siquiera me gustas —responde, y comienza a encantarme que lo diga porque sé perfectamente que no es verdad.

—Tu a mí tampoco, pero me gusta coger así que...

—Ya, dámelo, ¿Dónde estás? —vuelve a insistir.

—¿Qué cosa te doy? ¿Un orgasmo? Con gusto...

—Si... digo, ¡Joder, no! Sabes de que hablo.

Me rio.

—Estoy en Seattle.

—¿Te has ido ya? —interroga, con un deje de decepción en la voz.

—No te iba a esperar toda la vida, bonita.

Suelta un bufido. Sonrío como imbécil, dándole después una breve explicación del porque hemos regresado. Le pregunto cuando vuelve, a lo que ella responde que pronto sin entrar a detalle. Vuelvo a insistir, por el simple hecho de que me gustaría tenerla sentada aquí.

—¿Me lo dirás, o no? —pregunto irritado.

—Averígualo —responde —, cuida de mi móvil y no te toques con mis fotos —suelto una carcajada cuando me lo dice.

—¿Por qué? ¿Tienes fotos desnuda?

—No sólo eso...

—Ya me dio curiosidad, y curiosidad es como mi segundo nombre...

—Pues mi nombre será tu tercero.

—¿Tercero? —cuestiono, sonriendo.

—Tu tercer nombre, porque para ti seré mucho más que un recuerdo.

Entre abro los labios para debatir, pero desafortunadamente escucho el sonido que indica me ha colgado.

Decido hacerle caso e invadir su privacidad para ver lo que hay. Deslizo el pulgar al menú del móvil, ingresando después a la galería de éste. Observo a detalle las fotos que ha tomado durante el viaje, a ella misma y a sus amigos. Detallo su rostro sonriente en una de ellas, sus labios rojos con volumen y la piel perlada iluminada por el sol. Está demasiado buena, quisiera recorrer su piel con mi lengua.

Me gusta.

Mi entrepierna reacciona al ver una fotografía de ella en traje de baño, no es reciente, reviso la fecha al no reconocer el lugar que hay de fondo. Deslizo con el pulgar foto tras foto, hasta encontrarme con las de su ex marido y ella juntos.

¿Aún lo querrá?

Lo ignoro, pero muy en el fondo la intriga de saber porque lo dejará me invade. Salgo de la galería, dirigiéndome después a los videos donde solo se muestra la portada de uno solo. Presiono reproducir, y aparece la mujer con la que he follado desnuda en una cama. Observo el video, lamiéndome los labios al escuchar los gemidos que emite. Se está acariciando el clítoris con los dedos de su mano derecha, mientras con la otra se acaricia las puntas endurecidas de sus pezones.

—Joder... —susurro.

La respiración se me entrecorta, quiero volver a verla y hacer que se toque frente a mis ojos. De preferencia la quiero abierta de piernas precisamente en éste sofá.

Sigo observando el video, se lleva los dedos a la boca lamiéndolos para después penetrarse a sí misma. La boca se me hace agua cuando enarca la espalda y muestra sus perfectos senos. Jadeo, me muerdo el labio inferior y decido sacarme el miembro para tocarme viendo su video. Rodeo el falo con mi mano izquierda y comienzo agitarlo. La sensación es placentera, pero no sacia mi sed de querer sentir la humedad de Charlotte en mi entrepierna.

Vuelvo a jadear, dejo el móvil a un lado y cierro los ojos atrayendo a mi mente el video de lo hice con ella el fin de semana. Después, me corro en la mano.

Trato de acompasar la respiración, y cuando por fin lo logro me acomodo el bóxer y los pantalones. Después camino al baño de mi habitación para tomar una ducha y así bajarme aunque sea un poco la calentura. Para cuando salgo, sigo revisando el móvil de Charlotte, ni se porque mierda pero lo sigo haciendo, recostándome en la comodidad de mi cama. Veo fotos antiguas donde aparece una mujer parecida a ella pero más mayor. Ambas igual de guapas. Un hombre de mi estatura con tatuajes en los brazos algo parecido a ella, los tres posando para la cámara con el fondo perfecto de una playa que desconozco.

Me sobresalto al sentir la vibración del móvil cuando entra una llamada: Nay.

Otra vez es ella.

—Hola bonita —respondo al contestar la llamada.

—¿Ya te tocaste? —pregunta.

—Así es, aunque no es lo mismo sentir la humedad de tu entrepierna.

Suelta una risita.

—Eres un pervertido, ¿te lo han dicho? —pregunta riéndose.

—Eres la primera —miento.

—Ajá, ¿a cuantas se lo has dicho?

—Eres la numero veinte —me rio.

—¡Eres un puto! —exclama riéndose.

—¿Yo que numero soy?

—Que le importa señor Leister, deje de invadir mi privacidad.

—Mmm... No quiero.

Cuelgo la llamada. Vuelve a marcarme, pero le cuelgo. En algún momento la veré para devolverle su teléfono y hacerle unas cuantas preguntas que comienzan a invadir mi mente.

Dejo mi móvil sobre el buró, me acomodo en la cama y vuelvo a invadir la privacidad de la mujer. Pero entonces, el mensaje de alguien llega: Marcus. La pantalla se ilumina con ese nombre, y no dudo ni un segundo en abrirlo tan solo para saber si es la persona que estoy pensando.

"¿Nunca me responderás? Te extraño muñeca".

Sonrío, viendo quien es el hombre que aparece en la fotografía de perfil.

—Hijo de puta —susurro, con una sonrisa dibujada en los labios.

Algo se me remueve, y no sé si es la satisfacción de saber que ella es la mujer, cuyo nombre dijo hace tiempo en el club.

El móvil vuelve a vibrar en mis manos, pero ahora se ilumina con el nombre de Oliver en éste.

—¿Qué mierda? —digo riéndome para mí mismo.

Abro el mensaje y...

"Olvidaré todo, ¿vale? Comencemos de nuevo".

No sé ni porque me rio, solo sé que me causa gracia saber que el marido sigue de rogón, y que seguramente el amante es Marcus y esta exactamente igual que él.

—Sorpresa, sorpresa —digo.

Me debato con la idea de responderles algo, y lo hago. Si, a cada uno le respondo con un NO, en un mensaje remarcado.

¡HOLAAA!

Bien, a lo largo de ésta historia iré subiendo extras cortos que para mi, son necesario incluirlos.

Espero les haya gustado ♥.♥ tanto como a mi me gusta el bombón BUAJAJAJA...

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