Capítulo 2
"Jumera"
Farid Leister
Tomo asiento en uno de los sillones teñidos de un color carmesí. La música en el club suena a todo volumen, y no omito la sonrisa que me provoca ver a la mujer que baila frente a mis ojos en el escenario de luces neón rojo. Es alta, de piel morena y con unas perfectas piernas torneadas. Mueve el trasero como una profesional, lo cual me gusta al ver la lencería diminuta que lleva puesta pidiendo a gritos ser liberada de su carnosa piel. Deja a mi visibilidad los senos con puntas erectas, provocando que me lama los labios. «Quisiera probarlos. Quizás lo haga en un rato».
Me recargo en el respaldo, estirando los brazos a los lados. Sigo esperando a que lleguen el par de imbéciles que me han invitado.
Detesto la impuntualidad, no suelo hacer amigos así que les daré la oportunidad. Soy amigable, claro. Pero los únicos amigos que tengo para mí mala suerte es Declan y mi hermano Brandon. Declan tiene años de no venir a Seattle, es mi amigo de la infancia y dudo mucho que lo haga ahora que se ha enamorado. Vive en Colombia, mi nacionalidad. Mitad norteamericano, mitad colombiano. No visito a esos familiares desde que tengo... ¿Cuántos? ¿Cinco años? Casi toda mi vida me la he pasado aquí.
Sigo comiéndome con la mirada a la mujer. El lugar no está abarrotado de gente aún. Lo cual agradezco porque me desagrada el gentío. Prefiero la privacidad y pagar una fuerte suma si es posible por un buen sitio.
La morena gatea en el escenario dirigiéndose hacia mí. Me hago el estúpido volteando a los lados como si me estuviese preguntando: ¿me miras a mí?
¡Por supuesto que me mira a mí!
Me señalo a mí mismo. La morena me responde con un asentimiento de cabeza, y simplemente me inclino hacia el frente para escuchar lo que quiere decirme.
—Me gustaría un privado contigo —me susurra al oído, recorriendo mi lóbulo izquierdo con su lengua.
—¿A sí? —cuestiono —. Que afortunada serías.
¡Pff! ¿Quién no lo querría?
—Quisiera pasar mi lengua por tu...
—¡Vaya, vaya! ¡Pero a quien tenemos por aquí!
Escucho una voz conocida en español, y al momento sé de quién se trata. Esbozo una sonrisa, pero cuando estoy por ignorar a la mujer me vuelvo hacia ella, mirándola de frente.
—Si lo quiero —digo con seguridad —, pero será en otro momento nena.
Me hace un puchero mirándome con decepción. Lo ignoro, saliendo de aquí me la follo.
Vuelvo la mirada a la derecha, caminando hacia la voz de mi mejor amigo. Justo, cuando estaba pensando en ese maldito.
—¡Parce, pero que gusto verte!
Le sonrío saludándolo con un abrazo. Brandon aparece atrás de él esbozando esa sonrisa burlona y seria que nos define como hermanos.
—¿Cuándo has llegado? No avisaste que vendrías —digo, encaminándolos a una mesa en la zona VIP del lugar.
—Su novia lo dejó, ¿Tu por qué crees que vendría? —se burla Brandon, tomando asiento en uno de los sillones rojos.
Le hago una seña al camarero indicándole que traiga una botella. Declan recorre con la mirada a las mujeres que bailan en el escenario que se encuentra en la parte lateral de nuestra mesa.
—Eso ya lo sé —respondo—, la pregunta es ¿porque no me avisaste que vendrías?
—¡Ey, no me dejó! No aun... —puntualiza lo último dirigiéndose a Brandon —. Además, no necesito dales explicaciones, que mierda —se burla, dándole un trago al vaso de whisky que era mío.
Niego con la cabeza. Volteo a mi derecha, dándome cuenta que han llegado los dos cabrones que he estado esperando. Una de las mujeres que atienden el lugar, los encamina a la mesa donde nos encontramos nosotros.
—¿Y esos? —pregunta Declan, cuando ve que ambos me miran y se acercan.
—Clientes —responde mi hermano.
—Camaradas, amigos, no sé tú saluda y ya.
Declan suele ser frio cuando conoce a gente nueva. Yo no tanto, soy abogado y aunque debo mostrarme serio, también me muestro agradable a la hora de querer sacarle provecho a alguien.
—El hijo de puta guapo —exclama Marcus.
Me levanto del sillón, y continúo presentando a ambos.
—Bueno, a mi hermano ya lo conocen —digo —. Él es mi amigo...
—Declan —se presenta él mismo.
El otro par hace lo mismo, estrechándose las manos. Toman asiento frente a nosotros y por fin llegan dos botellas de whisky caro. Yo elegí el lugar, por supuesto. Aunque Lorenzo no estaba del todo convencido, aun así vino.
—¿Por qué esas cara? ¿Los regañan sus mujeres? —me burlo de ambos.
—Jodete —dice Lorenzo, quien comienza una conversación con Brandon de algo que no pongo atención.
—¿Son casados? —pregunta Declan, interesado.
—Solo Marcus —contesto.
—Mierda, mucha suerte con ello. Apenas si tengo novia y ya me le escapé unos días.
—Ni me lo digas...
Cada quien pide una botella, no me molesta compartir, así que comparto la mía con Marcus. Tengo curiosidad del porque quiere dejar a Mercy, es algo que me ha estado rondando la cabeza desde que me lo dijo hace meses en su oficina. Es una mujer hermosa, me sorprende que la deje. Aunque me queda claro que Marcus es igual que yo, metiéndose con mujeres casada... ¿Se habrá metido con la esposa de su mejor amigo?
Le doy un trago largo a la botella, haciendo una mueca cuando el licor me pica la garganta. Tomamos otra posición en nuestros lugares cuando uno de los presentadores del lugar habla diciendo que saldrán "sus chicas", a menear el trasero para nosotros. El club de strippers es de lujo. No le hace falta nada y detallo cada parte del lugar porque así soy yo. Detallo hasta el más mínimo rincón. Paredes oscuras, sillones suaves color carmesí y luces azuladas que se encienden y se apagan. La barra de tragos en perfectas condiciones, «como me gusta», y las mujeres del lugar también. Perfectas.
—¿A quién le tapas los impuestos ahora con éste lugar? —se burla Marcus a mi lado, empinándose la botella.
Suelto una risa forzada, pero a final de cuentas me da gracia porque es verdad. «Como si no supiera que hasta a su padre le tapo las mierdas de los impuestos que no paga».
—A unos cuantos —alardeo —. Ya sabes, soy el mejor abogado del estado.
—Te van a venir volando la cabeza por eso —inquiere Declan.
—No hablemos de volar cabezas, venimos a disfrutar la vista, la única cabeza que quiero volar es la mía —dice Lorenzo, acomodándose.
Me rio de su comentario. Lorenzo me cae bien, me recuerda a Izan. De todo me acuerdo, es mi cualidad. Rostro, cuerpo...
Volteo en búsqueda de mi hermano, pero éste se encuentra en la barra ligándose a una mujer que tiene más pinta de modelo que de stripper.
Me rio. Al comienzo del escenario, salen tres chicas en bragas diminutas, sin cubrirse la parte superior. Los senos expuestos, y trasero medio descubierto es lo primero que se ve. La misma morena vuelve a salir, mirándome de reojo y sonriéndome. Alzo la botella, y se muerde el labio inferior provocándome una erección cuando la veo menear el trasero pegándolo después al tubo.
Sonrío. Pasan los minutos, y al menos dos horas después desde el último baile de las mujeres. El lugar ya se encuentra abarrotado de hombres y mujeres que se visten bien.
Marcus, Declan y Lorenzo se empinan la botella después de chocarlas una con otra. Hablan de mujeres, licor y otros lugares. Ya están ebrios, y yo comienzo a marearme apenas por la costumbre de no tomarme la botella entera como lo han hecho ellos.
—¿Quién eligió este lugar? —pregunta Declan, arrastrando las palabras.
—¿Tu quien crees? —digo, esbozándole una sonrisa llena de orgullo.
—Hijo de puta, me llevaré a la pelirroja —dice.
—No a mi departamento.
La morena sale de la nada, posándose a mi lado.
—Teníamos una conversación pendiente —me dice en el oído, acariciándome el bíceps izquierdo.
La arrastro conmigo tomándola de la cintura. Después llega la pelirroja, una castaña y una rubia. La castaña se acerca a Marcus quien no duda en besarle los labios y magrearle el cuerpo semidesnudo. «Le vale mierda su esposa embarazada, está claro». Mientras que la rubia se acerca a Lorenzo, y la pelirroja a mi amigo Declan. Éste último se va con ella a uno de los pasillos oscurecidos. «De seguro a follar».
Me gusta la música de fondo, In Your Eyes. Soy de los que guardan las canciones en su mente cuando algo les está gustando, y esto, definitivamente me está agradando.
—No, no, yo no gracias —le responde Lorenzo a la mujer, haciéndose a un lado.
—¡Vamos! Nada más te va a manosear —digo con burla.
Siento la mano de la morena en mi abultada entrepierna. Se cruza de piernas, pero no se lo permito. La detengo, y acaricio la cara interna de sus muslos. Volteo con ella, le estiro el pelo y comienzo a besarla, mordiéndole los carnosos labios.
—Deseo penetrarte —digo sin pena.
La mujer de nombre desconocido jadea en mis labios, y asiente.
Me toma de la mano, encaminándome a un pasillo medio iluminado. No sé si cobre, y aunque lo haga me vale mierda, lo pago.
Abre una puerta, dejándome pasar. Detallo el pequeño cuarto de paredes negras y tres sofá color rojo. Me empuja a éste último, deshaciéndose de mi corbata, desabrochándome con rapidez los botones de la camisa y quitándome de una vez por todas el saco que llevo puesto.
Se pasa la lengua por los labios, saboreando mi erección cuando la libera. Me levanta el ego.
—Ábrete de piernas y móntame nena —ordeno, y obedece.
Frota su sexo con mi miembro, para después colocarle el preservativo antes de montarme. Cuando lo hace, siento el alivio de las ganas que me cargo por querer correrme. La tomo de las caderas, abalanzándola sobre mi miembro, penetrándola hasta donde le quepa en esa posición. Se deshace de mi camisa, y no tarda en detallar los tatuajes de mi brazo izquierdo.
—Tatuado, como me gusta —gruñe, mordiéndome el hombro de ese mismo lado.
Le azoto el trasero, y lo magreo empujándolo hacia mí. Lamo sus pezones morenos, sin dudar en morderlos. Se sostiene de mí envolviéndome los brazos al cuello. No deja de moverse, y yo tampoco lo hago arremetiéndola con embates duros. Estoy por correrme, y cuando al fin me libero llega Marcus con la castaña a sentarse frente a nosotros.
Me rio por lo bajo. La morena sale, dejando mi miembro erecto y envuelto en mi propio derrame.
—¿Cuánto me cobraras nena? —le pregunto, lamiendo aun sus pezones.
—Para ti es gratis —dice —, si repetimos después.
Le contesto con un sí. Se levanta, caminando hasta la salida dejándome en el cuarto medio iluminado. Me levanto quitándome el preservativo, anudándolo y metiéndolo en mi bolsillo. Me acomodo el pantalón, colocándome después la camisa y el saco. Volteo con Marcus, quien no deja de magrear a la castaña al mismo tiempo en el que le besa los labios como si lo necesitara. ¿Tan urgido anda? Camino hasta la salida para darles privacidad, pero cuando estoy por abrir la puerta, lo escucho jadear un nombre que no es el de su mujer:
—Charlotte...
Vale ya, es el ultimo hjajajajja
I promise! ♥ Bonito fin de semana hermosas :')
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