CAPITULO 8
SAMADHI
Me encontraba aun encerrada en el baño. Me quedé unos minutos más después de haber escuchado la puerta de mi habitación abrirse, la cual seguramente indicaba Clarence se había marchado.
Por un momento me arrepentí de haberle dicho que se marchara, pues recordé después que alguien más me espiaba.
¿A quién podría llamar para que me hiciese compañía? ¿A William? ¿A Brad? ¿A Sara? ¡Dios mío! Ahora sí que me arrepentía. No quería molestar a nadie, pues ya pasaban de las siete de la noche. Pero mi nerviosismo aumentó. Así que lo siguiente que hice fue llamar a William, quien al segundo tono, respondió diciéndome que estaba por llamarme.
Charlamos de trivialidades, sobre lo bien que le iba en el bufete de abogados de Falco y lo que hace menos de una hora había cenado. Le pregunté por Brad, haciéndole el comentario que ya se encontraba en la ciudad. Esto último lo tomó por sorpresa, pues no tenía ni idea que se encontraba en California. Antes de terminar la llamada le dije que me encontraba algo agobiada. Tenía que contarle a alguien sobre éstas miradas que me dejaban intranquila por las noches, y mi mejor opción hasta el momento era William...
Miré el reloj que se encontraba en el recibidor del primer piso, el cual marcaba las diez de la noche. William estaba por llegar seguramente, pues hace menos de una hora habíamos colgado la llamada.
Escuché el timbre sonar, y me dirigí a la entrada principal pasando el jardín de mi madre. Miré hacia afuera por los barrotes y vi a un alegre William con ropa de dormir. Me gustaba lo cercanos que nos habíamos hecho después mí huida a casa de mi padre. Él siempre insistía con que regresara y aclarara las cosas con Clarence, pero claramente mi orgullo por ello pudo muchísimo más. Abrí la puerta y juntos caminamos hacia adentro. Traia consigo una bolsa de dormir, gesto que me causó gracia.
— No era necesario traer esa bolsa Will, obviamente te ibas a quedar en una habitación de huéspedes. — comenté.
— Tal vez, pero quise venir preparado. — respondió divertido.
Los dos nos sentamos en la alfombra recargados en uno de los sillones. Prendí la televisión y comenzamos a ver una película de acción. Abrimos las bolsas de comida chatarra que había traído consigo William, las cuales no duraron ni la mitad de la película.
— Clarence me habló Sam — argumentó después de que se acabara la película. — Samadhi, ¿Por qué no me habías contado sobre el asalto en casa de tu padre? — ¿Cómo es que lo...? ¡Sara!
— Fue hace tiempo Will, no fue nada grave — comencé a explicarle. Vacilé un momento, y cuando estaba por pararse a dejar algunos trastes al fregadero, hablé: — He sentido que alguien me observa Will — comencé a decirle.
William dejó lo estaba haciendo, y volvió a tomar asiento en la alfombra.
— ¿Desde cuándo Samadhi? — preguntó molesto. ¿Por qué se molestaba? Si ya le estaba contando.
— No te molestes Will...
— Lo siento, es solo que... - hizo una pausa breve — Me tomaste por sorpresa. ¿Desde cuándo Sam? — me callé, pero respondí.
— Poco antes de que me fuese a vivir con mi padre.
Se quedó callado por un momento, como si estuviese sopesando lo que le acababa de decir. Sin embargo, después cambio el tema de conversación.
— ¡Bien Samadhi! — exclamó — A dormir.
— ¿Pasa algo Will? — pregunté. Se lo pensó por un instante.
— Nada. Solo ahora si carga con ese gas pimienta que te voy a traer Sam y el cual te he dicho como unas... ¿No se? ¡Mil veces que cargues! — Lo miré y me limité a asentir. Parecía un hermano enojado, y eso que yo no tenía hermanos, solo a los pequeños gemelos de mi tía.
Los dos subimos al segundo piso, le indiqué cual sería la habitación en la que dormiría y se adentró en ella. Después yo hice lo mismo en la mía. Acomodé las sabanas y los almohadones. Después de ello me recosté, y mirando al techo me quedé profundamente dormida.
(***)
El sonido de la puerta me despertó. Sabía que era William quien tocaba la puerta de mi habitación. Él como siempre de educado. Ahora entiendo cómo es que Hanna se enamoró, pues William es atento, gracioso y tierno.
Miré el reloj que marcaba las seis más treinta de la mañana. Contesté un "Ya voy" y me levanté para meterme a la ducha. Abrí la llave para sentir el agua helada de la regadera. Hoy era mi primer dia en la oficina de "Stone Dresse's", me emocionaba colaborar con la marca de ropa que tenía mi madre. Magenta estaba a cargo de ella mientras mi madre no estaba, yo solo era como la suplente de administración. No me quejaba, la experiencia se acumulaba y eso era algo bueno.
Después de arreglarme con un pantalón negro de oficina y una blusa en color rosa pálido, bajé al primer piso. Me veía profesional con el atuendo y los zapatos altos que llevaba puestos. Me reí en realidad, ni yo me creía vestida así de formal.
— Y... ¿Cómo me veo? — le pregunté a Will. Necesitaba la opinión de alguien. Éste último esbozó una sonrisa enorme.
— Te ves muy bien Samadhi. — respondió.
— Creo que necesito un "Te ves perfecta Samadhi" — le contesté y solamente se rio.
Los dos desayunamos y salimos de mi casa. Habíamos quedado en vernos más tarde, por lo tanto casa quien se dirigió a su coche. Primero iría a la universidad a tomar mis clases, y después de mediodía a la oficina de mi madre.
Reduje las clases gracias a que tenía que salir corriendo de la universidad para dirigirme al trabajo. Y así lo hice. Mientras aparcaba el coche en el estacionamiento de "Stone Dresse's", sonó mi celular.
— ¿Si? — respondí titubeante, pues el número que llamaba era privado.
— ¡Samadhi! — exclamaba Christopher al otro lado de la línea. ¿Cómo había conseguido mi número? Estaba claro que ni siquiera Clarence lo tenía.
— Christopher — respondí. — Vaya, que sorpresa...
— Aún me debes una salida Samadhi, no se me olvida. — comentó. Quería preguntarle quien le había pasado mi número, pero no quería verme grosera, así que no lo hice.
Antes de que entrara al pequeño edificio donde me esperaba Magenta, hablé unos minutos con Christopher. Quedamos en salir alguno de estos días, ya que a partir de ahora mi tiempo se reduciría a solo la universidad y el trabajo.
Por alguna extraña razón me agradaba el volver a ver a Christopher. Habíamos salido en el pasado, y volverlo a ver y conocerlo mejor, no estaría de más. No pensaba en llegar a tener algún tipo de relación con él o con alguien más. Simplemente una buena amistad.
Bajé del coche y me dirigí a la oficina donde Magenta estaba animada usando uno de los muchos modelos de la marca de ropa que con esfuerzo ella y mi madre habían hecho. Magenta también era diseñadora, igual que mi madre. Recuerdo como ella y mi madre preparaban a las modelos que contrataban para que modelaran su ropa en las pasarelas públicas y privadas que la escuela de diseño organizaba. Lo que no sabía era que tenían que comprarle el atuendo completo, ¡Exacto! con pantis, sostén y zapatos incluidos.
Al llegar, saludé a Magenta, quien comenzó a explicarme nuevamente todo lo que ya sabía. No la quise interrumpir, pues se veía entusiasmada por estar explicándome el trabajo que hacían ella, mi madre y todo el equipo de trabajo. Por el momento solo éramos Magenta y yo.
El trabajo se tornó pesado por la cantidad de pedidos en línea que había al día de hoy. Cada cierto tiempo tenía que estar actualizando la página web con las nuevas ofertas de temporada, lo cual, me fascinaba.
Las seis se acercaban, hora en la cual Magenta y los demás salíamos de trabajar. Al darse la hora, salimos del lugar. Me dirigí al coche pensando nuevamente en Clar. ¿Dónde estará? ¿Qué estará haciendo? ¿Estará con Estephany? Miles de preguntas no me dejaban en paz. Quería verlo, pasarla bien un momento con él, y no hablo de sexo, si no, hablar con él. Pero mi orgullo no me lo permitía. Si bien dicen que el orgullo es malo; recuerdo haberme enojado en algún momento con Sony por estupideces, de las cuales ni yo estaba consciente. Llegué a sentirme sola y deprimida, pues para mí su amistad era mucho más importante que una simple pelea. Sin embargo, ni ella y mucho menos yo, hicimos el intento de arreglarlo. Después de un tiempo se dio la oportunidad y comenzamos nuevamente hablar. Hoy en día, ni siquiera sabía de ella.
Ahora mismo, es lo que me pasaba al querer hablar con Clar. Me era imposible olvidar. Sabía que en algún momento lo perdonaría, pero... ¿Cuándo? ¿Cuándo llegaría ese momento? Aún no lo sabía.
Seguí caminando hasta llegar al coche. Me quedé parada por un momento junto a la puerta antes de abrirla, pensando nuevamente si debería darle una oportunidad a Clarence. ¿Y si nada cambiaba? ¿Y si nada era diferente?
— Un millón de dólares por tu pensamiento Sol...
Me congelé con tan solo escuchar su voz. Un escalofrió me recorrió la espina dorsal, y suspirando gire la mirada para encararlo.
— ¿Acosador Clarence? — pregunté enarcándole una ceja. Clarence esbozó una sonrisa tierna. — Sabes, comienzas a darme un poco de miedo... — seguí hablando, las palabra ahora me salían sobrando. — Cuando dije que te esforzaras, me refería a otra cosa Clar, no a que anduvieras de acosador.
No le quitaba la jodida sonrisa de su bello rostro, rostro que por un momento quería destrozar a besos... ¡Dios mío, no! ¡Destrozar a golpes!
— Bueno, ambos sabemos que no podemos resistir estar alejados uno del otro Sam... — comenzó acercarse a mi como si fuese un depredador. Tragué, pues su cercanía me ponía nerviosa y dubitativa de mi misma. — ¿Qué más hago Smadhi? — susurraba cerca de mi lóbulo izquierdo. – Pídeme lo que quieras amor y estaré a tu bendita disposición...
Contuve por un momento la respiración, pues Clarence me dio un repaso de arriba abajo mordiéndose el labio. ¡Dios! No podía acceder así de fácil. No sabiendo que la arpía de Estephany seguía rondándole. Sentía la electricidad emanar alrededor nuestro, esa electricidad que nos invadió desde el momento en que lo vi. Lo siguiente que hice fue quitarlo sigilosamente con mi mano empujándolo hacia atrás. Si quería arreglar las cosas, de esa forma no lo haríamos. Primero teníamos que hablar.
— Querrás decir tú Clar... — me le acerqué tanto, que podía rosar sus labios con los míos... — Tú no te puedes resistir a mí Clarence — susurré con una voz sensual. Le di un casto beso en sus jugosos labios, los cuales extrañaba tanto. Suspiré. — En fin, sigue intentando Johnson.
Le di unas palmaditas en el hombro y tan pronto como pude me subí al coche, dejándolo enfadado, y por supuesto, alborotado. Arranqué el motor, y por el espejo del copiloto pude ver a Clarence sonriendo por mi arrebato.
¡Jodida tortura!
Quería dar la vuelta y besarlo, sentir sus labios. Era una tortura porque lo extrañaba tanto. Extrañaba su sarcasmo y sus mil maneras de enfado. Extrañaba los gestos que hacia cuando se quedaba dormido, estañaba los gestos que hacia cuando se encontraba molesto, extrañaba todo de él. Pero me tenía que contener. Lo malo de todo este embrollo era que con él era imposible contenerme, sabía a la perfección que en cualquier momento yo solita volvería a caer.
Después de un rato, por fin iba llegando a mi casa. Estacioné el coche afuera y me baje de él. Sentí un escalofrío. Comenzaba a preocuparme, pues las miradas comenzaban a intensificarse. Miré a todos lados antes de adentrarme al porche de mi casa, pero simplemente no había nadie.
El coche de Lucas se estacionaba frente al mío, bajando él con Sara animada.
— ¡Tenemos una gran noticia! — exclamaba Sara. Hice un gesto, indicándole lo desentendida que me encontraba justo en ese momento. — Bien, dile tú Lucas.
Comencé a reírme, Lucas siempre complaciendo a Sara. Me encantaban ellos dos como pareja, después de dos años ambos se amaban. Les indiqué el paso para adentrarnos a mi casa, el clima afuera comenzaba a refrescar en ocasiones por las noches, y hoy no era la excepción.
Sara se hinco sobre la alfombra poniendo sobre la mesa de centro una pequeña cajita de muchos colores neón.
— Bien, estoy emocionada porque nunca había organizado algo así. Muchos dicen que es una locura pero...
— ¡Al grano! — le gritamos Lucas y yo al mismo tiempo. Hizo un gesto gracioso.
— ¡Bien! — abrió la pequeña caja donde saltaron papelitos de muchos colores — Los he repartido el día de hoy por toda la universidad.
Tomé la caja y la abrí más para leer lo escrito con claridad. Sara y yo no pertenecíamos a ninguna fraternidad obviamente, pero por ser el último año de ella en la universidad convenció a los anteriores organizadores de esa fiesta de colores en la playa...
— "Neon Party..." — musité despacio, viendo el pequeño letrero que desprendía la caja al abrirla.
— ¡Si! No sabes lo emocionada que estoy por ello...
Sara seguía hablando, pero no la estaba escuchando. Los recuerdos, los recuerdos de ese día cayeron como un balde de agua fría sobre mí. Pues ahí había comenzado todo, ahí es donde, a pesar de no haberlo aceptado al principio, en el fondo sabía que Clarence permanecería en mi vida. Recordar ese día era volver a vivirlo. Era recordar el momento en el que enlazamos nuestros dedos para tomarnos de la mano, en donde permanecíamos felices saltando y bailando al ritmo de la música con los colores azules y rosados en nuestros rostros, dónde nada más importaba, sólo nosotros...
!Perfeccionistas!
¿Que les ha parecido? ¡REGRESA LA NEON PARTY! y muchas sorpresas con ella 👀
Proximo capitulo; ¿Clar ó Sam?
LAS AMO♥
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