CAPITULO 44



CLARENCE



No quería cerrar los ojos. No quería hacerlo cuando ella sí lo hizo. Tampoco quería recordarla de esa manera, con el semblante ido y su rostro preocupado temblando de miedo, vulnerable. Quise ver todas y cada una de las escenas que tenía frente a mí para recordarme de por vida lo mucho que odiaría a Will, sobre todo cuando estaba a punto de jalar el gatillo. Sentí una presión en el pecho terrible. Quería correr, pero mis pies parecían estar atados al suelo, así que no lo hice. No había tiempo, ni siquiera llegaría a ese momento.

El grito ahogado de Isabela lo escuchaba tan lejano, cuando en realidad, estaba aquí a mi lado apretándome del hombro al percibir tal escena. Mi padre agachó la mirada después de eso sosteniéndome para no hacer una locura. Después de ver como el amor de mí vida estaba a punto de ser asesinada por la misma persona que provocó la muerte de mi hermana.

Mis bebés. Mis hijos y mi Sol.

Samadhi cerró los ojos reasignada. Mi mundo se cayó. Con él se estaban yendo los recuerdos, los sueños juntos y lo que pudimos haber hecho si desde un principio la hubiese cuidado como debí hacerlo. Quería torturarme por ello. Sentí desplomarme cayendo lentamente a un precipicio, y si ella no estaba, no quería estar con nadie. Si ella se iba llevándose la vida misma que estaba en ella mi mundo se iría a la mierda. Yo también moriría con ella. No perdería a una persona, ¡Perdería a tres!

La silueta de Brad se asomó por la puerta principal cojeando con su pierna derecha llena de sangre.

—¡Abajo Sam! —espetó Brad con voz autoritaria, desesperada. .

Samadhi lo obedeció al momento corriendo el riesgo. Se tiró al suelo y en menos de un segundo escuché el plomazo de Brad a William en alguna parte de su cuerpo que no visualicé. Éste cayó al suelo, y no dude ni por un milisegundo más en ir corriendo hasta Samadhi. No importaba nada de lo que ocurriera a mí alrededor. Y aunque trataron de detenerme, corrí ignorando lo que pasaba a mi alrededor. Golpeé a la persona que me estaba sosteniendo para no cometer una locura.

Al llegar a su lado uno de los policías la estaba auxiliando. Justo cuando ella se tiró al suelo, los policías la rodearon para tratar de protegerla sin que corriera riesgo.

Me abalancé sobre ella tomándola con fuerza.

—Clar —susurró al verme con los ojos llenos de lágrimas, con la voz temblorosa y la piel fría.

Me maldije una y otra vez verla en ese estado deplorable. Me sentía culpable, sufrió todo esto por mi culpa, por no haberla cuidado, por no haberla protegido. Pero es que es terca y siempre hace lo que ella quiere.

La envolví en mis brazos. No quería soltarla. No podía hacerlo. Tenía miedo que me la arrebataran de nuevo. Tenía miedo que alguien más viniera y se la llevara. Tenía miedo de todo lo que estaba sucediendo que hacerme el fuerte ya no podía. La tomé de las mejillas mirándola a los ojos. Sus hermosos ojos enrojecidos color miel. Las pecas en el puente de su nariz y pómulos ahora eran más notorias por lo enrojecidas que se encontraban sus mejillas.

—Aquí estoy mi Sol —murmuré al verla besándola en los labios, las mejillas, y toda su cara. Creía que era irreal —, aquí estoy vida mía.

La abracé, acaricié su barriga y un estrujón en el pecho se apoderó de mí. Samadhi comenzó a llorar con fuerza, y joder, lo hice yo también. No podía creer que estuviera aquí. Entre mis brazos. Escuchaba todos y cada uno de sus latidos, hasta el pataleo de mis pequeños y a pesar de tanto daño me sentí feliz porque los tres estuvieran a salvo. Volví a observar su rostro para comprobar que fuese real, pero la furia me invadió hasta los huesos al ver uno de sus pómulos hinchado y enrojecido. Ese maldito había golpeado a mi mujer. Y no solo eso, la había secuestrado por días, se la había llevado. Me había jodido la persona en la que había confiado.

Quería matarlo. Quería matar al maldito con mis propias manos, y agradecía tanto que Brad le hubiese disparado en el momento justo, porque de haberle hecho algo más a Samadhi, estoy seguro que en estos momentos quien estaría preso sería otro.

—Vamos a revisarla señora Johnson —una mujer de la unidad médica se acercó a Samadhi. La misma que hace unos momentos me había preguntado por el nombre de Sam.

Ambos nos miramos, y con cuidado nos encaminamos a la ambulancia que se encontraba a unos cuantos metros. Isabela y Clark se acercaron a nosotros.

—Hemos llamado a tu madre Sam, ira camino al hospital —dijo mi madre dándole un abrazo. Mi padre hizo exactamente lo mismo con un brillo en su mirada al ver la barriga de Samadhi.

Se sentía culpable por toda esta situación. Pero para ser honesto, nada de eso me importaba. Lo único que quería era llevar al hospital a Sam, que la revisaran y fuéramos a casa. Quería abrazarla, quería que estuviera conmigo en todo momento y no se me despegara para nada.

—Gracias —contestó ella sonriendo de medio lado. Una sonrisa forzada.

Un paramédico le ordenó que se acostara en la camilla, y a duras penas obedeció. Decía que quería irse a casa para estar solo los dos. Era terca desde siempre, pero no se lo permití. Primero tenían que revisarla antes de poder llevarla a casa.

En otra de las ambulancias, se encontraba Brad con Falco. Éste tenía una herida en el muslo derecho, y por lo que decían las autoridades, al parecer aun no era algo grave. Le agradecería después el haber baleado a William. «Un tiro en la cabeza hubiese estado mejor».

Lo vi. La furia se apodera de mí y en cuanto veo su cuerpo andando ni siquiera lo pienso. Me le abalanzo encima golpeándolo. Los policías tratan de detenerme pero ya es demasiado tarde. Me vale mierda que esté esposado, porque aunque lo tuviese de frente ya lo hubiera golpeado.

—¡Clar! —grita mi padre.

—¡Basta Clarence!

Me detengo.

—Mereces morirte —le digo.

Camino hacia la ambulancia escuchando los quejidos de William tras de mí.

Subo a la ambulancia tomando a Samadhi de la mano.

—Tienen sangre —comenta viéndome los nudillos. —¿Te duele? Señorita ¿podría curarle las heridas? —le pide a una de las enfermeras.

—No es necesario —contesto sin soltarla de la mano.

La ambulancia arranca. Una hora después trasladan a Sam a revisión de rutina. Le ponen suero debido al agotamiento. Presenta un cuadro leve de desnutrición por los días que estuvo secue... ¡Joder! La furia me corroe.

Espero hasta que ella se encuentra en la habitación. Está dormida, y trato de hacer el menor ruido posible. Sara y Lucas me han estado llamando pero simplemente ignoro las llamadas y mensajes que me mandan. No quiero hablar con nadie, solo quiero que este trago amargo pase.


(***)


Tres días después de haber encontrado a Samadhi y a Brad. Después de haberla llevado al hospital, los doctores la mantuvieron en observación debido a la deshidratación que tenía por no haber tomado líquidos suficientes. Tres días en los que no me despegaba de ella. Ni siquiera me importaba que no me hubiese ido a bañar por tres días. Lo único que quería era estar con ella tanto como me fuese posible. Pero agradecía que a estas horas ya estuviésemos en el apartamento.

La madre de Samadhi había insistido tanto en quedarse, pero ella, como siempre se negó. No era problema para mí que Charlize se quedara. Pero las miradas que Samadhi me lanzaba eran de una fierecilla que no quería desaprovechar la oportunidad a solas.

Al salir Samadhi, todos la habían recibido en el apartamento. Brad seguía internado en el hospital, pero afortunadamente mucho mejor de lo esperado. Me alegraba saberlo, a pesar de que en algún momento lo llegué a odiar tanto.

Tomo una ducha rápida, y en cuanto salgo Sara, Lucas y Sony ya se están despidiendo de Samadhi.

Estaba sentada en el sofá con los pies estirados a la mesilla frente a ella. La visión era perfecta con su barriga más grande. Estaban por cumplirse los seis meses y cada vez la notaba más enorme. Sobre todo porque dentro de ella no había uno, sino dos mellizos que muy pronto darían lata. No pude evitarlo. Saqué el móvil de mi bolsillo y capturé la hermosa imagen de Samadhi en él.

— ¡Clar! —me recriminó al notarlo. Le gustaban las fotos, pero no en esa posición. —Deja de tomarme fotos —se queja.

— Hay que tener contenido para los mellizos —contesto.

Me acerco a ella tomando asiento a su lado. La atraigo a mi regazo besándole el pelo aspirando su aroma embriagador. Siempre olía bien.

No quería atormentarla. No aún. No quería decirle todo por lo que habíamos pasado cuando nos enteramos que era William quien estaba detrás de todo esto. Quería pasar con ella este rato a su lado. Abrazándola, besándola, y si era posible, saciándome de ella toda la noche hasta perder el aliento.

—Vayamos a la habitación —añade Sam mirándome a los ojos. Unos ojos color miel hermosos.

Me levanto del sofá tomándola de la mano besándole los nudillos. La atraigo hacia mí y comienzo a besarla con necesidad y lujuria. Sus labios saben a gloria, y los gemidos que emite son el sonido perfecto para volverme loco como siempre lo ha hecho. La deseo tanto.

Le quito el abrigo que lleva puesto, seguido del vestido. Ya en la habitación, recorro su cuerpo con mis manos. La tomo de las mejillas y acaricio las pecas. Después de tantos años acepto que son una obsesión o un fetiche en mi cabeza. Vuelvo a besarla, y ella quita con suavidad mi camisa. Después, desabrocha torpemente los botones de mi pantalón y baja la bragueta. Estaba ensimismado viéndola. Su mirada lasciva me atraía como un loco. Le quito el sostén liberando sus senos seguido de las bragas. Está expuesta y no hago otra cosa más que acariciarla y saciarme de ella. Me le subo encima. Me apodero de sus labios y los jadeos que salen desde su garganta son música para los muerda. Acaricio su sexo humedecido y en cuanto está lista me adentro en ella.

—Te extrañé —susurro dejando un reguero de besos en el cuello y en sus labios.

—Te amo Clarence —gime.

Me aprieta los hombros, araña mi espalda y rodea sus piernas a mis caderas adentrando hasta el fondo mi entre pierna. Extrañaba tanto esta sensación. Extrañaba tanto hacerle el amor...

***

—Estoy nerviosa.

Sam se pasea por toda la estancia de la casa del abuelo. Cuando estuvo en cautiverio después de unos días de no obtener noticias opté por venir a casa del abuelo.

—Preciosa —la saluda el abuelo bajando las escaleras. Samadhi se acerca a él dándole un abrazo. —Me alegro que estés mejor —añade acariciándole la barriga —, ¿Cómo están esos malcriadillos?

—No les digas así —los defiendo.

—Así te decíamos a ti —se carcajea. —Era un dolor de cabeza.

Pasamos la mañana en su casa almorzando. Después de medio día llevo a Samadhi por la revisión de los mellizos y por la tarde nos dirigimos a la delegación. Las pruebas eran claras. El ahora ex esposo de Isabela estuvo involucrado con lo ocurrido pero se arrepintió cuando le disparó a Brad. Huyó, pero Falco no iba a permitir que hayan atentado en contra de su único hijo, así que movió cielo mar y tierra hasta que dieron con el imbécil.

La audiencia estaba por comenzar y la adrenalina la mantenía a mil. No quería verle la cara a William, no después de esto. Pero eso era inevitable. Lo veo salir por una de las puertas sentándose en el lugar donde se le van hacer las preguntar. Afortunadamente Falco es el abogado de Sam.

Falco lo interroga, lo acusa y presenta infinidad de pruebas en su contra. Hubo un cateo en su casa donde se encontró la motocicleta de Hanna, el dije amarillo de la libélula que habían robado en casa de Samadhi. También encontraron pruebas donde manipuló el sistema de seguridad en la casa de su papá.

—No solo atentó contra la vida de mi clienta —inquiere Falco. —También con la vida de Hanna Johnson quién gracias a sus manipulaciones con la motocicleta en la que ella y su hermano, Clarence Johnson viajaban juntos.

El abogado de William interviene y lo defiende con supuestas pruebas donde se manipuló la información con la que Hanna salió ilesa del accidente en el que murieron los padres y la hermana de Will.

—Esas pruebas no bastan —se defiende Falco —, además, estamos con el caso de mi clienta, no en el caso de personas muertas.

Después de unas horas la audiencia termina. El veredicto final señala a William como culpable, y aunque el imbécil no merezca ni la cárcel sé que Clark hará lo necesario para defender a Hanna.

Tomo a mi mujer de la mano atrayéndola hacia mí. Está temblando, y no puedo evitar la presión que siento en el pecho. La abrazo, beso su frente y acaricio sus mejillas.

—Te amo Sol.

La beso. Sé que éste sentimiento que siento por ella no pasará. Que podrá haber más de mil problemas y ninguno valdrá tanto como lo que siento por ella.

El atardecer estaba por ponerse. Mientras Samadhi se despedía de Falco y de su madre, Joshua, su padre, me estaba esperando recargado en la puerta del copiloto de mi coche.

—Señor Stone —estiro la mano para saludarlo.

—Creo que olvidaste cierto detalle cuando fuiste a pedirme la mano de mi hija.

¡Mierda!

—Sí, creo que olvidé ese detalle —añado. Sólo ese hombre me causaría cierto nerviosismo nada más con verlo.

¡Por Dios, era mi suegro!

Suelta un suspiro con pesadez. Veo como se le ilumina la mirada al ver a Sam acercarse.

—¿Ya lo espantaste? —le pregunta Sam. Su papá asiente sonriéndole.

Samadhi rodea sus brazos a mi cintura dejandome un casto beso en la mejilla.

—¡Ya! No seas amargado pa, lo hecho...

—Hecho está —la interrumpe.

¡Trágame puta tierra!

Sam me suelta para acercarse a su padre dándole un abrazo.

—Son dos —comenta ella mientras él le acaricia la barriga.

—¡¿Dos?! —se sorprende.

Ambos se ríen.

Después de platicar con su papá, y yo esperarla, emprendemos el viaje por la carretera. Aún no oscurece del todo, así que cambio la ruta desviándome a la casita frente a la playa. Al llegar, bajamos del coche. Samadhi se quita los zapatos y hago lo mismo que ella. El clima se pone fresco pero apenas si lo siento con ella. «Siempre estoy caliente con ella».

Arrastra los pies en la arena y corre hacia la playa .La puesta de sol luce perfecta con su silueta sobre ella. Me acerco lentamente a su espalda rodeando con mis brazos su cintura. Hace la cabeza a un lado permitiendo que le bese el cuello. Lo hago y aspiro el aroma de su cabello.

—Quiero que sea aquí.

—¿Mmm?

No comprendo. Yo sigo besándola.

—La boda, quiero que sea aquí.

Sonrío.

—¿Por qué aquí? —le pregunto para molestarla.

—¿Y por qué no? —dice. —Me gusta este lugar, aquí fue nuestra primera cita.

La volteo dejándola frente a mí.

—La mejor cita —beso sus labios y rostro.

Acaricio su barriga.

—Engreído —añade. —¿Por qué pusiste los girasoles? ¿Sabías que eran mis favoritos?

Niego riéndome con la cabeza.

—En realidad los puse porque son amarillos, tú color favorito.

—¡Tonto!

Me golpea en el hombro y me toma de la mano arrastrándome hasta la casita. Nos sentamos sobre la arena esperando hasta que el sol se meta. Recuesta su espalda en mi pecho y mi corazón se acelera. ¿Cuándo dejaré de amarla a ella? Tal vez nunca.

La abrazo y aprovecho tanto este momento. Samadhi me volvió a vida hace años.

—Gracias Sol.

—¿Por?

—Por quedarte en mi vida.

—Siempre lo haremos —contesta. 

—Los amo a los tres —acaricio la barriga de Sam y la lleno de besos en el cuello y rostro.

—¿De aquí a donde?

—De aquí a la luna, mil vueltas y de regreso.




¡Perdonen la demora mis perfeccionista! 

Gracias por la espera :') ♥

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